Laila: Un Nuevo Comienzo
Seth me deja sola con el cofre extraño. Es sencillo su diseño, se limita a una caja pequeña de madera con su tapa unida por unas correas de hierro. Dejo la caja en el suelo y recorro el lugar. Detrás de mí hay cuatro voluminosos tronos, cada uno diseñado con diferentes símbolos, pero todos hechos con el mismo material de piedra.
Me acerco al primer trono, este tiene los símbolos que Kenan le dio a Liora de niña. El sol resplandeciente. Un sol bañado en oro puro chorreante, bañando todo el trono con oro. El siguiente trono tiene el símbolo de Kenan, un reloj de arena que este esparce la arena en todo el trono y que cada grano de arena se convierte en un fino diamante. Siempre obsesionado con el tiempo y las estrellas. El tercer trono es completamente negro, pero tiene detalles de ramas entrelazándose entre sí. En el espaldar tiene unos triángulos entrelazados; el símbolo de Seth.
Y el último trono es oscuro, pero no es como el de Seth, este tiene pequeñas piedrecitas colocadas estratégicamente para dar forma a una constelación o mapa que muestra el camino que se debe seguir para llegar al lado oscuro. Tiene mi símbolo tres círculos, uno dentro del otro representando el primer círculo, la cabeza; el segundo círculo, la mente y el último círculo; el miedo.
En ese momento entra Kenan y Seth.
—¿Dónde está el cofre? —pregunta Seth aterrado.
—Aquí —levanto el cofre y se lo entrego, pero lo rechaza.
—¿Estás seguro? —pregunta Kenan mirando a Seth.
—Si no lo estuviera, créeme que no estaría aquí —comenta con una sonrisa.
—¿Dónde estamos? —pregunto todavía en manos del cofre.
—Estamos en el templo celestial. Aquí empezarás una nueva vida, Laila —contesta Kenan siendo como siempre metafórico.
—No entiendo...
—Es el templo de los dioses —contesta cansado Seth—. En este lugar mi querido Kenan convierte y convertirá a las personas que creemos conveniente para ser dioses. Y ahora tú eres una de esas personas.
—Por eso es importante el cofre —señala Kenan—. Ahí reside el poder que se te asignó.
Miro sorprendida el cofre.
—Pero ¿cómo sabías dónde estaba el cofre? —le pregunto a Seth.
—Porque antes poseía su poder, pero no era para mí —confiesa serio.
—Lo importante es que si aceptas la responsabilidad que te da el cofre y el poder que conlleva. Te convertirás en ama y señora de la oscuridad, controlarás todo y a todo ser oscuro, como a sus miedos por igual. Serás una diosa, Laila.
Miro a Seth, luego a Kenan y por último al cofre. Digo que sí y Kenan me lleva al trono de estrellas sentándome con el cofre en las manos.
—Tienes que ser fuerte de aquí —me apunta el corazón—. Y aquí —señala mi cabeza.
Se aparta y Seth se me besa en los labios.
—Te estaré esperando.
Dicho eso Seth señala el cofre y me pide que lo abra. En cuanto lo abro una gran sombra negra se introduce en mi boca absorbiendo cualquier visibilidad del templo, sumergiéndome en una oscuridad total. Despierto en el mismo lugar donde Seth recogió el cofre, pero la diferencia es que solo está el templo encima de una gran roca que se extiende hasta el cielo, que tiene una tonalidad diferente, azulado con toques grises el cielo de esta nueva realidad.
—¿Eres amiga de Seth? —susurra una voz detrás de mí. De inmediato me volteo y veo a una niña desarreglada con el cabello revuelto y con la cara un poco sucia igual que sus harapos.
—¿Quién eres? —ordeno desafiante.
—Mi adorado Seth te envió ¿verdad? —se pega hacia mí. El olor de su boca es nefasto.
—Yo vine por mi cuenta —me separo un poco, pero choco con un muro.
—Mientes —chilla—. Él me dejó sola aquí —se voltea y se abraza ella misma—. Él me dijo que volvería, pero no lo ha hecho y en cambio —me da la cara—. Te ha mandado a ti.
—¿Hay un problema con eso?
Al parecer mis palabras le dolieron.
—Mi amado Seth ya no me quiere —se tumba en el suelo.
—No sé qué decirle —me siento al lado de ella. Aunque detallándola mejor tiene cuerpo de una niña, pero el rostro no lo es—. Te ves joven.
—Me veo joven, pero no lo soy, Laila —dice jugando con una piedra.
—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunto alerta.
—Yo lo sé todo —me mira triste—. Fui creada junto con el universo, lo he recorrido todo, pero no lo suficiente.
—¿Cómo conociste a Seth? —cuestiono cautelosa.
—Él vino a mí. Estaba sentada en este mismo lugar y me pidió que le diera mis poderes y se los di con la condición de que me liberara, pero no lo hizo. Tiempo después me devolvió mis poderes y me dijo que alguien más vendría y le tendría que dar mis poderes.
—Eso es cruel... disculpa, pero no sé tu nombre —solicito amable.
—No tengo nombre, soy la oscuridad —me da su mano. Me quedo sorprendida, pensaba que yo la poseía.
—Es un placer. Te propongo algo ¿aceptas? —intento controlar mis impulsos.
—Cómo aceptaría sino no has propuesto nada —me mira extrañada
—Te doy tu libertad a cambio de tus poderes ¿aceptas?
—No —niega con la cabeza—. Seth dijo lo mismo y mira donde estoy.
—Pero yo no soy Seth —me levanto y me coloco al frente de ella—. Dame tu mano.
Le doy mi mano, ella la mira con desconfianza, pero la acepta. Respiro profundo y me salgo del cofre junto con ella. Abro mis ojos y no veo a nadie, ni siquiera a Seth ni a Kenan, sin embargo, un chillido me hace levantarme del trono.
—Pero que bonito lugar —dice la oscuridad alegre tocando los tronos de mis hermanos.
—Cumplí con mi palabra ahora te toca a ti —digo solemne.
—Ah eso —dice aburrida. Pero me empieza a llegar sus pensamientos y me doy cuenta por qué Seth la aprisionó en el cofre. Ella me lanza contra la primera columna de oro, pero antes de que vuelva a atacar la levantó con mis poderes, sale un manto pastoso de mis manos y la estrello contra el piso.
—¿Piensas que te librarás de mí? —pregunta divertida—. Pues no.
Utiliza mi propio manto en mi contra. Me libero, pero antes que ella vuelva a atacarme utilizo el único poder que ella jamás podrá utilizar. Me meto en su cabeza y poco a poco voy destruyendo capa por capa su pobre mente.
—Sal, vete —ordena agachada sosteniendo su cabeza.
—¿Qué pasa? ¿A caso te da miedo un poco de Luz? —me río. El peor miedo de una mujer que ha vivido en tinieblas es no querer salir de su miseria.
—Detente, eso quema —se tira al suelo convulsionado de dolor.
—Dame tus poderes y se detendrá el fuego.
—No, no te daré nada —solloza.
Sus gritos me llenan de placer, pero la necesito con vida.
—Bueno, es una lástima que no quieras dármelos por las buenas lo que me corresponde.
Detengo el fuego, pero la levanto con mis poderes, ella está débil y chamuscada. La arrodillo y le levanto la cabeza.
—Es una pena que me hubieras traicionado de tal manera, que pensaste que podías salirte con la tuya asquerosa criatura —exclamo sínica.
—Por favor no me los quite, es lo único que me queda —suplica débil.
—Voy a ser una reina y una diosa. Y créeme que ni siquiera tú me lo impedirá.
Tomo su cabeza y empiezo a absorber lento, pero doloroso sus poderes. Su piel se va desvaneciendo igual que su voz. Una gran sombra sale de su ya desvanecido cuerpo.
—¿Eres digno de este poder? —pregunta la sombra.
—Sí, sí lo soy.
Dicho eso, la sombra entra en mi cuerpo y fuertes truenos se escuchan a lo lejos. La sombra se va colando en cada parte de mi cuerpo dándome una fuerza que jamás he sentido. Caigo al suelo y las puertas se abren y Seth me recoge del suelo y me carga hasta el trono.
—¿Es necesario esto? —protesta Seth.
—Sí, si no quieres que se vuelva loca —explica Kenan sosteniéndome la cabeza—. Lo has hecho bien pero ahora necesito que liberes tu mente, mi niña.
No digo nada porque él ya está en mí. Me desmayo en ese trono.
***
Nunca me imaginé que estaría haciendo esto.
—Te ves hermosa —susurra mi hermana detrás de mí.
—Me alegro tanto de que estés aquí —comento sin poder contener la felicidad de tenerla aquí conmigo apoyándome en el día más importante.
—No tenía elección, Kenan me descubrió los caballos que iba a utilizar para sacarte de aquí —protesta resignada lanzándose al mueble más cercano.
—Detente con eso —me observo en el espejo y contemplo el hermoso vestido que cargo puesto.
—Sabes que todavía tienes tiempo, podemos fugarnos y hacer una vida juntas en el lado de la luz —propone esperanzada.
—Si con hacer una vida juntas, te refieres hacer mal tercio con tu noviecito, paso rotundamente —expreso tajante.
—Todo es mejor que ser la esposa de Seth —exclama con asco.
—Seré su reina y esposa y ya está finalizado el tema —declaro.
—Ni siquiera por mí —me pone cara de bebé.
—Ni si quiera por ti, te amo, pero esto es lo que quiero —sentencio decidida.
—¿Ya lo sabe? —señala mi vientre.
—Se lo diré esta noche cuando estemos solos —me volteo hacia a ella.
—En mi castillo pueden vivir mi sobrino y tú a gusto, por si el padre se encuentra en negación —intenta buscar una excusa para que me vaya con ella.
La miro de mala manera y en ese momento entra Beck en la habitación.
—Kenan me ha enviado a buscarlas.
—Vamos a tu camino de perdición y desdicha —me toma mi hermana del brazo.
Ignoro su comentario y salgo de la habitación, caminamos hasta las puertas del salón del trono.
—Podemos huir solo...
No le da tiempo de terminar su loco plan porque se abren las puertas y camino de primera y mi hermana y su novio caminan dejando una gran distancia de por medio. Los invitados se arrodillan ante mí y su rey. Él está tan hermoso con su traje completamente negro como mi vestido. Lo acompaña Kenan, Eva y la señora Amira. Llego hasta la pequeña escalera y Seth me toma la mano y me ayuda a subir.
—Estamos reunidos en este grandioso día para presenciar el nuevo comienzo de su reinado como rey y reina de la oscuridad y sus dominios —dice la señora Amira.
La ceremonia transcurre en que la señora Amira nos proclama como rey y reina, luego Eva nos une como uno solo ante los ojos de Kenan y el reino, y por último Kenan nos proclama como señores de la oscuridad y la muerte. Salimos del salón y festejamos en el gran banquete en nuestro honor. Seth se la pasa hablando con sus amigos y generales y yo con la señora Amira, Eva y Liora. Kenan y Beck charlan con los demás invitados.
—¿Cuándo le vas a decir? —vuelve Liora al ataque.
—Decir qué mi niña —pregunta Amira amable. En cierto modo agradezco que mi hermana y ella se lleven bien, muy bien diría yo.
—¿Usted puede creer que mi hermana nos dará la dicha de traer un heredero a este mundo? —exclama mi hermana en confidencia a la señora Amira cosa que ella casi se ahoga por la sorpresa y Eva la ayuda a recomponerse.
—Indiscreta —le reprendo a Liora.
— ¡¿Qué?! —chilla feliz la señora Amira—. ¡Felicidades!
Me abraza fuerte.
—Mi hijo estará feliz —me sostiene las manos—. ¡Voy a ser abuela!
—No le diga nada, quiero ser yo el que se lo diga —miro a Liora furiosa y la muy cínica se ríe.
—Puedo tocarle el vientre —pregunta Eva detrás de nosotras.
—Todavía no comprendo tus poderes, jovencita — la señora Amira se aparta y deja pasar a Eva.
—No pasa nada —le tomo la mano y la coloco en mi vientre.
Ella mira mi vientre fascinada por un rato y las personas empiezan a hablar.
—Listo, es suficiente —digo apartándola de mi vientre.
—Va a ser una gran niña, mi señora —dice Eva sentándose en su lugar.
Las tres nos quedamos sorprendidas por la revelación que nos dio Eva. El cinismo de Liora desapareció, pero dio paso a la aún más grande sonrisa de Amira y en mi caso al asombro, y miedo que Seth no la vaya a querer. No me molesta que sea niña para nada, pero rogaba para que fuese niño para que no se enojara tanto. El banquete duró más de lo anticipado o era mis ganas de que terminara de una vez, porque ya no aguantaba a las ganas de decirle. Ya estamos en la habitación y Seth está hasta la cabeza del vino que consumió.
—Vamos a consumar este matrimonio —dice Seth confundiendo las palabras—. Ven y consciente a tu rey.
Se sienta en la cama y me atrae hasta él.
—Tenemos que hablar amor —digo separándolo de mí y tirándolo a la cama.
—¿Qué les pasa a las mujeres de que siempre quieren hablar? —me monto encima de él para que no escape—. Así me gusta.
Él levanta mi vestido y ve mi abultado vientre.
—¿Te tragaste un elefante o qué? —se intenta levantar, pero lo vuelvo a empujar—. Me vuelves a empujar y te follo duro ese culo que tienes y sabes que no es muy placentero.
Me amenaza. Odio cundo me toma por detrás, pero solo lo hace por castigo.
—Estoy embarazada —le suelto. Y a él se le va todo el vino que tomó y vuelve a la cordura.
—¿Qué carajos estás diciendo? —pierdo el equilibrio y él lo aprovecha y me tumba en la cama—. Laila, odio las bromas así que, si no quieres que te lance por el balcón más te vale que me estés diciendo la verdad.
Me confundo un poco.
"¿Está feliz?"
Asiento y él me levanta girándome por toda la habitación.
—¿Por qué no me dijiste antes? —se detiene y me abraza.
—Tenía miedo de cómo fueras a reaccionar —le devuelvo el abrazo.
—Vamos a tener un bebé que será nuestro heredero —exclama feliz.
—También puede ser heredera —le digo sin olvidarme de lo que dijo Eva
—Lo que digas.
Espero hasta que nazca el bebé y darme cuenta de que Eva no se equivocaba.
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