Laila: Un Dolor Inevitable

No creía lo que escuchaba, lo que miraba y mucho menos lo que pensaba. Cuando Kev me dijo que se iría con su madre a su lugar de origen no lo quería creer. Le preguntaba por qué me dejaba, él solamente se alejaba, pero yo lo seguía.

—Solo dime por qué te marchas —le suplico, pero es inútil.

 Lo sigo por todos lados, pero eso lo molestaba más hasta que me empujó en el río.

—Déjame en paz, no me sigas, no me busques y no me hables más —me grita enojado.

 El hermoso rostro que alguna vez pensé que sería mi compañero por toda la vida se había vuelto un desconocido para mí. Una mujer que estaba lavando unas túnicas no muy lejos de donde estoy, se acerca y me tiende la mano y me ayuda a levantarme.

—¿Se encuentra usted bien, su alteza? —pregunta la mujer de aspecto cansado.

—Si —miento—, gracias amable mujer.

 Y me voy corriendo hasta llegar a la torre y encerrarme en mi cuarto a llorar por lo que queda del día. No está la señora Amira para consolarme. Mi gran sorpresa fue cuando bajé a desayunar y la señora Amira no estaba, Seth dijo que se tenía que ir a su planeta a arreglar unos asuntos.

—Pero ¿qué haremos ahora? —le pregunté a Seth de manera triste.

—Seguir con nuestras vidas —me dijo con su característico rostro enojado—. Ella antes de irse me pidió que te dejara el control de las cosechas ¿eres capaz de aceptarlo o tengo que buscar a otra persona más útil que tú?

—Yo puedo, mi señor —le dije con la poca seguridad que tenía en ese momento.

 Ya se había hecho tarde cuando tocaron a mi puerta. Me levanté de inmediato de la cama y me arreglo lo más rápido que puedo de seguro es la hora de la cena. Cuando estoy un poco presentable, con mis poderes tiro el pasador mientras que termino de atarme una sandalia.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta Seth detrás de mí.

 Me volteo al instante, presa de mis propios miedos.

—¿Qué te pasó en la pierna? —se arrodilla y me sostiene la pierna que en ese momento me daba cuenta que me dolía.

—Una caída, mi rey no es nada —miento, aunque no sé por qué lo hago, si le digo que Kev me hizo eso lo más probable Seth lo castigaría, pero no quiero que lo toque si yo antes de hacerle daño.

—Una caída que te dejó la rodilla roja, raspada y cortada —él me obliga a que me siente en la cama—. Hay que limpiarla y vendarla.

 Él se acerca a la jarra de agua y al recipiente que utilizo para no derramarla. Coloca el recipiente abajo de mi rodilla y deja la jarra a un lado. Levanta el vestido que llevo puesto y arranca la mayor parte de la falda, con el gran trozo de tela lo convierte en varias tiras largas de tela. Con la tira más pequeña la sumerge en la jarra y empieza a limpiarme. Protesto al principio, pero él me calla con una bofetada y me quedo tranquila hasta que termina. No me imaginaba que brotaría tanta sangre, él toma la última tira y me la enrolla por toda la rodilla firme, pero deja libertad para el movimiento.

—Ahora bien, Laila —recoge las cosas que utilizó para curarme—. Me dirás exactamente cómo te caíste y las personas que estuvieron presentes.

 Le digo todo lo que pasó con Kev no creía lo que escuchaba, lo que miraba y mucho menos lo que pensaba... Le digo a Seth como lo conocí, como nos hicimos amigos, todo. Él me escucha atentamente sin mover un solo musculo de su cuerpo. Al final de hablar, él se sienta al lado de mí en la cama.

—Las personas son crueles y malvadas, Laila, por más grande sea tu ayuda o tu bondad hacia ellos, nunca cambiarán lo que son.

—Pero...

—Pero qué —dice Seth tranquilo—, mira a tu amigo, lo ayudaste, lo amaste, pero aun así te lastimó de la peor manera. Solo mira tu rodilla, está lastimada, un amigo y mucho menos el que iba a ser tu compañero de vida, jamás te habría hecho eso.

—Tiene razón —lo miro derrotada.

—No quiero ser yo el que lo haga, no sería correcto, pero tú mi pequeña niña lo harías porque jamás hay que permitir que nos lastimen —él se sienta en la cama.

—¿Qué quiere que haga, mi señor?

 Él saca de su cinturón un cuchillo. El arma tiene un mango de cuero bien cuidado con una gran piedra azul en la punta, está muy bien afilado y la punta parece peligrosa.

—¿Qué quiere que haga con esto? —pregunto aterrada.

—Lo que más anhelas —se acerca a mi oído—, clávaselo en su corazón para que sufra, así como él te hizo sufrir a ti.

 Lo miro aterrada, pero en parte si quiero hacerlo, pero no sé si sea lo correcto.

—Pero ¿y su madre? ellos se van mañana temprano.

—Entonces, ¿qué esperas? —me hace mirarlo a la cara—. A él no le importas, ni a nadie de los que tú amas ¿piensas en el dolor de su madre, y el dolor tuyo qué, o el de mi madre? Que ya te considera una hija más ¿acaso no importa?

—Pero, quiere que mate una persona —le digo atemorizada

—Tú dijiste que querías hacerle daño, bueno que más daño que este —señala el cuchillo.

—Pero, no así, quiero que sufra, pero no quiero matarlo porque sería un solo dolor y ya, yo quiero que sufra por el resto de su vida.

 Él me mira perplejo.

—¿Y cuál es tu idea? —pregunta un poco molesto.

—¿No le importaría si falto a cenar? —pregunto para ganar tiempo porque no tengo una idea clara sobre eso.

—No, no me importa siempre y cuando hagas sufrir a ese mocoso —replica molesto.

 Antes que Seth se fuera me revisó la rodilla por última vez. Cuando terminó, su mano fue subiendo hasta el interior de mis muslos acariciando lentamente.

—Ya te estás convirtiendo en una mujer, mi pequeña niña.

 Él cerró la puerta, dejándome sola en el cuarto, me cambio el vestido o lo que queda de él y salgo del cuarto bajando las escaleras un poco mal. Ya todos en el campo se fueron a sus casas recién construidas, pero yo voy a una en específico, me hago invisible para que nadie pueda verme. Entro sigilosa a la casa de Kev y su madre, ella duerme en la parte trasera de la casa mientras que Kev duerme en la parte delantera de su hogar

 Y pensar que me gustaba como dormía. Miro el cuchillo que me dio Seth para matarlo, pero lo guardo en el cinturón que me puse antes de salir. Me acerco a la cabeza de Kev sin hacer el más mínimo ruido posible. Me introduzco en su mente retrocediendo en sus recuerdos, veo como los jinetes de Seth se los llevaron a él y a su madre de su aldea. Adelanto hasta llegar hace un par de días que Irami lo sacó a la fuerza golpeándolo en la cara y su madre protestando. Es conducido hasta el estudio de Seth y veo la conversación que tuvieron Kev y Seth la cual no duró mucho.

 Al soltar su cabeza salgo aturdida de la casa sin mirar atrás y conteniendo las lágrimas hasta estar en el medio del campo y arrodillarme sin importar el dolor que me genera. Me viene a la cabeza la conversación que tuve con Seth y me hace pensar que no era de Kev el que estaba hablando sino de él mismo. Miro el castillo imponente en todo su esplendor.

—Te quitaré todo lo que construiste hasta el último ladrillo, la última espada y al último aliado —sentencio furiosa.

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