Aryana: Sueños Que Se Hacen Realidad
Al entrar al castillo no contengo mi entusiasmo. Desde que trabajo aquí siempre he querido entrar, pero lo más que me he acercado es la herrería para pedirle a uno de los trabajadores el veneno que utilizan para las armas. Me entristeció que no me pudiera dar la información que solicitaba, aunque aproveché que estaba distraído con otras cosas y tomé dos frascos. Los guardé en mi cuarto porque no podía permitir que me los quitaran. Veo los amplios pasillos que muy fácil podían entrar dos mamut de un buen tamaño. Subimos por unas rampas que construyeron para los animales. La señora Eneka me muestra las pinturas y la decoración del castillo explicándome el porqué de cada objeto.
—Es hermoso todo esto, mi señora —contesto agradecida.
—Te has convertido en una amiga para mí, Aryana —expresa deteniéndose en unas puertas que custodian dos soldados, pero el uniforme es diferente al que siempre veo en los soldados que están en el otro castillo más pequeño, que ahí donde viven todo el personal que trabajan el castillo grande. Estos soldados tienen armaduras de plata bien trabajada y no las abolladas armaduras de los demás soldados.
Los soldados abren las puertas y nos dejan pasar a una inmensa habitación. La sala de mi casa es más pequeña que la habitación de la guardiana del rey. La señora Eneka nos pide que nos quedemos aquí mientras que va y busca a su hermana. La habitación está adornada con diferentes tipos de estampados florales en las paredes. Donde estamos Nairn y yo se puede apreciar un centro de mesa adornado con flores silvestres y unos muebles más alejados.
—Ya déjame en paz, Eneka —grita una mujer—. Ya te dije que con ese viejo no me voy ver ¿sí?
—Ves que estás mal que ni si quiera te acuerdas que Cosmo lo mató al frente de todos.
—Bueno, no me importa. Tengo otras cosas más importantes que hacer, que perder el tiempo contigo.
Se detiene al frente de mí y me mira de arriba abajo.
—¿Qué hace este adefesio aquí? Guardias —grita.
Y de inmediato entran los guardias.
—¡Lilith! —Grita su hermana—. Todo está bien, yo la traje ¿sí? Por favor retírense.
Los guardias me miran de reojo y se retiran.
—Arya disculpa a mi hermana ¿sí? —me mira apenada.
—No se preocupe mi señora.
En cierto modo quise que Nairn se le abalanzara, pero no, me tengo que contener.
—Hermana, ella es Aryana —me presenta a su hermana—. Es la nueva sanadora del castillo, tiene ya cuatro meses aquí y todos están encantados con ella.
—Y eso a mí que me importa —exclama hostil.
—Que tienes una ala fracturada, una pata mal arreglada, las pezuñas las tienes del asco, los costados llenos de Cicatrices sin curar ¿Quieres que prosiga? —espeta Eneka.
Su hermana relincha y se adentra más en su habitación. La señora Eneka me hace señas para que la siga. Miro a mi guardián.
“Ya estamos aquí y si se pone otra vez airada, la muerdo.”
Me río y sigo a la señora por la habitación. Me concentro en lo que tengo que hacer y no en la magnífica habitación de princesa en la que me encuentro.
Si así es la habitación de la guardiana del rey ¿cómo será la del rey mismo?
La señora Eneka convence a su hermana para que la revise. No obstante le pido a la señora Eneka para movernos a una parte donde no tengan tantas cosas para poder trabajar a gusto. La señora Lilith relincha y se mueve.
—Sería tan amable de liberar sus alas —le solicito tranquila.
—Como sea —contesta apática.
Ella hace lo que le pido y veo que el ala que había mencionado su hermana está torcida, mal arreglada, y le faltan plumas.
—Hay que poner el ala en su lugar —le toco el ala y Lilith ahoga un grito—. Y dejarla paralizada por lo mínimo tres semanas a dos meses en reposo...
—¿Se ha vuelto loca? —Intenta voltearse, pero su hermana se lo impide—. ¿Sabes lo que me costó para que Cosmo me tomara en cuenta para algo, y ahora me tengo que tomar dos meses? — le exclama a su hermana.
—Lo sé, pero primero es tu salud, Lilith. Él lo entenderá —la tranquiliza.
—Se nota que no lo conoces —protesta la señora Lilith—. Me hará a un lado como siempre —declara triste.
—Disculpa que me meta, pero si empezamos a hacer la sanación del ala de inmediato y que la señora Lilith vaya tomando terapia con su ala, será más rápido la recuperación.
—¿Cuánto tiempo tomaría? —pregunta Lilith abatida.
—¿Todo lo que dijo su hermana? esta tarde y lo de su ala; si sigue lo que le digo, un mes podrá volar distancias cortas y dos meses distancias largas.
Las hermanas se miran y asienten.
—Bueno, empezamos.
Empiezo por el ala izquierda que es la fracturada, tuve que ponerla en su lugar cosa que hizo que la señora Lilith gritara. Pero no duró mucho porque le puse una especie de armazón en el ala para que la tuviera recta.
—Esto lo usará por una semana, le recomiendo si puede hacer todo el trabajo que tenga desde su habitación sería fantástico para que no se le haga trabajoso salir.
—¿Tengo que dormir con esta cosa? —señala el aparato que le mantiene el ala recta.
—No, para nada. Se lo puede quitar cuando duerma.
—Yo te lo quito en las noches, hermana —se ofrece la señora Eneka.
Seguimos con las pezuñas que efectivamente las tiene del asco.
¿Por qué los jinetes tienen que dejar que las pezuñas de sus caballos se pongan en este estado?
Limpio una por una. Las tiene llenas de estiércol, entre otras sustancias que no quiero ni imaginar. Les cambio la herradura por una más nueva y menos gastada, y torcida. Les muestro las herraduras que saco y ellas ponen la misma cara que yo.
—¿Cómo Cosmo pudo permitir que se te pusieran las pezuñas así, Lilith? —la regaña.
—Sabes que por esos lados no hay nada de eso —defiende a su protegido.
Prosigo con los costados. Ahora la señora Lilith se muestra más amable conmigo. Le curo algunas heridas abiertas y las demás las examino por si se puede hacer algo al respecto.
—Bueno mi trabajo ha terminado —recojo mis cosas—. Mañana vendré a revisarle el ala para ver si va mejorando.
—Gracias —expresa una señora Lilith más amable—. Y disculpa si la ofendí.
—No se preocupe, mi señora.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top