Aryana: ¿Qué Haré Con Mi Vida?
Como una sensación de alarma, me levanto tan rápido de la cama que caigo al suelo como una tonta.
—¿Se encuentra bien? —pregunta Cosmo ayudándome a levantarme del suelo.
—Sí, sí —me aparto de él—. Ya me tengo que ir.
Busco desesperada mis cosas, pero no hay nada, lo único que cargo puesto es un camisón que no es mío y lo peor que tiene partes translúcidas mostrando mis pechos.
—Aryana —me toma de la mano y hace que me siente en la cama—, tranquilízate ¿Quieres? Busqué esta mañana tu ropa en tu habitación y no había nada decente aparte de este vestido negro.
Me muestra el único vestido decente que me traigo de la casa de mis padres.
—Lo utilizarás mientras que venga el modista y te de ropa apropiada para ti —me tiende el vestido.
—Definitivamente no, no voy a aceptar nada de usted.
—Lo hará —pone sus manos a la espalda—. Necesita ropa, zapatos, joyas para el baile de este sábado y para demás días.
—¿Cuáles días? —Me levanto de la cama, pero como si alguien me empujara, me quedo sentada—. ¿Por qué no me puedo levantar?
—Los días que la pasará en el castillo, viviendo conmigo —lo miro asombrada—, y no se levantará hasta que lleguemos a un acuerdo.
—Primero, ya le dije que no quiero ir; segundo, no pienso vivir aquí, aunque ya lo haga —digo un poco más bajo lo último—; y tercero, no aceptaré nada así que creo que me quedaré sentada todo el día hasta que me deje ir.
—Hay algo que usted dijo esta madrugada que va muy bien con la situación —como no digo nada, continúa—. Soy un hombre que no le gusta un no como respuesta, así que me haría el inmenso favor de vestirse para desayunar conmigo, mi hermano, mi cuñada y mi guardiana.
—Acepto el desayuno, pero no lo otro.
—Los vestidos y demás, acepte ser mi compañera en el baile.
—¿Tengo opción? —pregunto resignada. Él se arrodilla delante de mí.
—Sé que no soy digno de tu confianza, pero quiero ganarme tu corazón, que vuelvas a confiar en mí —me toma de la mano—. No quiero que sientas que te estoy obligando a hacer cosas que no son de tu agrado.
—Entonces no las hagas.
—Acepta el vestido y el baile, lo demás te lo daré conforme como pase las cosas.
Suspiro. Él se levanta y me deja el vestido en la cama, sale de la habitación. Miro el vestido desconfiada. Me levanto dudosa y me quito el camisón.
Ya vestida, salgo de la habitación, pero Cosmo me estaba esperando. Él me toma del brazo y caminamos juntos, me siento incómoda porque pasamos por algunos soldados y sirvientes que conozco y nos observan. Nunca me gustó ni siquiera cuando salía con él, que las personas supieran lo que pasaba en mi vida y ahora que camino con él, ahora menos mi vida será tranquila. Pasamos al comedor, el hermano de Cosmo habla con Venus y Lilith, y ella corre hacia mí abrasándome.
—Me habías preocupado un montón —habla apretando demasiado fuerte mi cuello.
—Suéltala, que la lastimas —dice Cosmo detrás de mí.
Siento una cola detrás de mí.
"¿Estás mejor?"
Lilith me suelta y me agacho para acariciar a mi pantera. Cosmo me levanta y me indica donde debo sentarme, que resulta ser a su lado, Lilith se sienta a mí lado junto con Nairn. Tengo al frente a Marte y a Venus que me miran amables.
—Gracias por rescatarme ayer —le agradezco a los dos.
—No se preocupe que para eso estamos —responde Marte gentil.
Nos sirven el desayuno a todos. El olor que desprende la comida me recuerda lo hambrienta que estoy, esto es mucho mejor que la basura que nos dan a los trabajadores. Las sobras o peor aún, lo vencido o rancio. Después de comer sigo a Lilith y a Venus a una sala repleta de vestidos, joyas, zapatos y dulces en forma de montañas en mesas.
—¡Fabrizzio! —Lilith saluda a un hombre que estaba arreglando un hermoso vestido color turquesa con bordados dorados y el corsé lleno de pedrería.
—¡Señora Lilith! —él hace una exagerada reverencia. Miro a Venus y ella voltea hacia mí con una risita—. Que agradable sorpresa.
—Mira, te presento a Venus de Herraida y mi amiga Aryana Lightweight.
—Encantado de conocerlas —hace una breve reverencia.
Lilith le explica lo que quiere hacer con nosotras, los vestidos que quiere vernos nuestras respectivas parejas.
—Disculpe, pero ya yo tengo vestido para el baile —interrumpe Venus, que desde que llegó ha querido interrumpir lo que Lilith ha dicho.
—Lo sé, pero Marte me dijo que de igual forma que buscara algo para ti —se excusa Lilith.
Venus resopla, yo también estoy como ella aunque yo no quiero ir al baile, pero como Cosmo y su hermano me salvaron ahora no sé cómo pagarle eso y creo que con el baile será una buena forma. Venus se va a la montaña de dulces y alcohol, quiero ir con ella, pero las asistentes del señor Fabrizzio me lo impiden y me montan en una especie de pedestal al frente de un espejo.
—Ay querida —lamenta—, hay que hacer un enorme trabajo contigo.
—¿Disculpe? —pregunto ofendida.
Pero no vale ninguna queja porque enseguida me quitan el vestido. Doy gracias que el señor Fabrizzio fuera respetuoso conmigo porque esto me da mucha vergüenza. Nairn nunca me abandona, al contrario muestra los dientes ante cada persona se le ocurriera tocarme. Lilith se lo lleva a una esquina y dejan al estilista hacer lo suyo. Primero fue un baño de espuma con flores silvestres, luego vino tallar con delicadeza y un poco con dureza mi cuerpo hasta que me quitaran el olor a establo sucio. Ese comentario me ofendió. Después del baño, me colocan una suave bata de seda blanca. Me pasaron a una gran silla, parece la que se sienta las grandes reinas aunque estaré muy lejos de ser una.
El estilista me mostró todos los vestidos que Cosmo y Lilith habían escogido para mí, mi mayor sorpresa es que todo esos vestidos son míos, pero que tenía que escoger uno para el baile. Primero me mostró lo que el rey quiere que use, pero no me gustó ninguno por lo complejo y estrafalario que son. Pasamos por la colección de Lilith, hay algunos que me gustaban, sin embargo no me encantan. Y por último pasamos a los más sencillos según él, pero para mí son los más elegante y bonitos que pude haber visto.
El vestido que más me gustó fue uno blanco con pequeños detalles de joyas blancas haciendo un diseño en rombos. El estilista me lo prueba y me queda un poco grande, pero como dice él, nada que unas puntadas no arregle. Me miro al espejo y no me reconozco en absoluto, me colocan aretes en las orejas, aunque decidieron que lo mejor serían perlas. No quisieron colocarme un collar ya que el cuello del vestido es lo suficientemente alto para dicha prenda, pero si me colocan una tiara de diamantes, me arreglan el cabello para ver cómo sería mejor.
—¿Se puede dejar suelto? —pregunto. Lilith y Fabrizzio se miraron y asintieron.
Después de probarme el vestido blanco de mangas largas, cuello alto, liso en la caída, para nada pomposo. Prosiguieron a probarme más vestidos como ese, incluso más exagerados que el anterior. Me colocan el vestido azul turquesa que había visto, pensé que era una prueba más, pero en realidad era el vestido que Cosmo había ordenado para que utilice hoy.
Cuando me pude sentar en el gran sillón de la sala, a Venus la habían parado para que se probara más vestidos. Se podía ver el enojo ya que ella tenía un vestido para el baile y que Marte considerara que no, era algo que le dolía. Fui a la sección de postres para comer, ya que estoy tan hambrienta que soy capaz de comerme a un elefante entero.
"Y te quejas cuando quería comerme a Adana."
Es diferente, ella es la guardiana de Venus.
"Creo que Marte pasará una mala noche."
Observo a Venus que tiene mala cara, pero dice si a todo lo que le dicen. Una ayudante me tiende un plato pequeño de dulces y una copa de vino. Me harto de vino todo lo que queda del día y de dulces que creo que veo doble a Cosmo que pasa delante de mí cuando me escabullo fuera del salón de vestidos y vino.
—¿Se encuentra bien, señorita Aryana? —me sostiene por los hombros.
—Síííí —digo mareada.
—Huele a Vino —me mira desconcertado.
—Tienen un rico vino allí adentro —me intento ir de lado, pero él me carga y nos teletransportamos a su habitación.
Él me deja en la cama.
—Eso fue divertido —balbuceo, pero no me levanto.
—¿Ah sí? —dice él cruzado de brazos.
—Creo que Venus está molesta con Marte —pero me levanto de inmediato —. No debí decirle eso ¿no le diga a Venus que le dije eso?
—Es nuestro secreto —dice serio.
— ¿Por qué está enojado?
—Porque bebió más de la cuenta.
—¿Por eso? —me intento levantar, pero él me frena colocando sus manos en mis hombros.
—La amo con todo mi corazón.
Me besa en la frente y se aparta de mí, siento como mis ojos se van cerrando y mi cuerpo va cayendo en un agujero negro, pero que es amortiguado por la suavidad de la cama.
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