Aryana: Inseguridades Que Atormentan

No podía estar más enojada con mis padres que esa noche que se quedó Cosmo a cenar.

—¿Por qué tenían que decir todas esas cosas de mi vida? —les recrimino en cuanto entro en la casa.

—A nosotros no nos hables de esa manera señorita —me reprende mi padre—. A demás nosotros estamos molestos contigo por no habernos comentado de tu amigo.

— ¿Por qué lo haría? Solo somos amigos.

—Por cómo te veía podrían ser más que amigos —insinúa mi madre. Mi padre y yo la fulminamos—. Solo decía.

— ¿Y a qué se dedica realmente tu amigo? Porque consejero del rey no sé, suena un poco falso —sospecha mi padre.

—Es parte de su consejo, padre además él no me dice mucho al respecto ya que el rey les prohíbe a sus consejeros hablar cualquier cosa respecto al reino con otras personas.

—Bueno como sea —suspira resignado.

 Salgo de la casa con Nairn hacia el granero para descansar.

—Eso estuvo cerca —expresa Nairn acostándose en la cama que está arriba de mi antiguo consultorio.

—Ni que lo digas —me tumbo con él—. Odio mentirles a mis padres de esa manera, pero no tenía opción, no podía hablarles que Cosmo era el rey...

—No olvides que es también el dios de la verdad y la justicia.

—Exactamente, Nairn —lo miro triste—. ¿Viste cómo estaba mi madre feliz al verlo? Es evidente que ya tiene o que está planeando ya nuestra boda, por eso no lo quería presentar. Como les diría después que no seremos nada que él es él y yo solo soy yo —miro resignada al techo—, solo una simple curadora, con una inmensa cicatriz en su rostro.

—No te menosprecies Arya, eres grandiosa —se acerca hacia mí—. ¿Te puedo contar algo y no te molestas?

—De igual manera me lo contarás —le acaricio la cabeza.

—No confío en él —lo miro extrañada—. Antes de que me ataques, déjame explicar.

—Por favor hazlo porque te voy a mandar al campo.

—Mira, yo sé lo que vales e igual tú, pero ¿acaso no te has puesto a pensar por qué él se fijó en ti? Digo eres hermosa, inteligente, valiente, cariñosa, pero...

—Como si algo se trae ¿verdad?

—Exactamente, no digo que no se pueda fijar en ti, pero él no recalca demasiado el hecho que hayas pasado bastante tiempo con su guardiana. Recuerda que los dioses son celosos con sus cosas y más rencorosos que ningún otro ser.

—Quieres decir que está conmigo por pura venganza —expreso consternada—. No creo, sería absurdo viniendo de alguien como él.

—Más no imposible —se acuesta junto conmigo.

 Paso toda la semana y parte de la siguiente pensando en eso, tal vez si sea cierto, pero no quiero aceptarlo; él me ha hecho sentir cosas que ni mi antiguo novio pudo ¿o tal vez por el simple hecho que sea mi rey o mi dios lo haga imposible? Sí, monté a su yegua, pero no fue por mala intención, ella me lo pidió y además él lee la mente y se puede dar cuenta que mis sentimientos, y pensamientos son puros sin ninguna clase de malicia.

 No busco poder alguno proveniente de él, solo quiero ser su amiga, ya que su esposa sería imposible; solo de imaginarlo es absurdo y si es cierto todo lo que Nairn me dijo ¿qué le puedo ofrecer aparte de mis pócimas? No tengo tierras propias, no vengo de ninguna familia ostentosa, ya que mis padres son humildes granjeros que lo que tienen es por el arduo esfuerzo que le han puesto la vida, no tengo ni casa. Ya con la sola idea de que jamás estaré a la altura de él o por lo menos de su corte, me deprime enormemente que jamás vaya a haber algo entre nosotros.

—¿Qué tienes madre? —pregunta Iñaki colocándome sus lindas, pero lastimosas patas en mis piernas.

—Jamás podría ocupar ese puesto tan importante, mi hermoso príncipe —le acaricio su hermosa cara.

—Eres lo más cercano a una madre que jamás tendré.

 No quiero decirle lo que me pasa porque odia a Cosmo por haber matado a sus padres; antes era miedo, pero a pasar el tiempo eso cambió a un resentimiento que no he podido cambiar, claro que ver al asesino de tus padres no es sencillo.

—No me pasa nada ¿sí? —Lo tranquilizo—. ¿No deberías estar practicando con los guardianes? Para que algún día seas un gran guerrero y puedas defender el reino.

—No quiero, quiero estar contigo.

 Antes de que pueda decirle algo, aparece de la nada un rollo de pergamino y me abalanzo sobre él. Iñaki ladea la cabeza confundido. Abro el pergamino esperanzada olvidándome de lo deprimida que estaba en las últimas semanas.

 Mi querida Aryana, lamento profundamente no haber podido estar la semana pasada para nuestro anhelado encuentro, espero que este fin de semana si podamos vernos donde siempre.

Saludos y espero que todo esté bien.

Cosmo Goodness.

 Me emociona poder volver a ver a Cosmo, para decirle todo lo que siento respecto a mis inseguridades entorno a él.

—¿Quién es mami? —ronronea y se aferra a mis piernas.

—Un amigo —contesto rápido.

 Me acerco hasta un recipiente, coloco la nota y le prendo fuego. Desde que Cosmo me empezó a enviar notas, me pidió que en cuanto las leyera las quemaras o las destruyera para que nadie se enterara ¿por qué? No sé, pero yo también quiero quemarlas debido a las personas entrometidas y chismosas de este castillo. Espero que transcurra los días en total tranquilidad para no levantar la más mínima sospecha. Ya que cuando Cosmo venía a verme en mi consultorio, se acumulaba las personas para ver qué estaba hablando con el rey.

—Yo no tengo por qué decirte lo que hablé o no con mi señor —les contesto a las criadas de cocina.

—Pero anda si —me súplica una de ellas.

—Mi orden de carne, por favor que tengo una jauría de lobos hambrientos —me cruzo de brazos.

 Me entregan la gran bolsa de carnes, que analizando bien las reglas del castillo, si están en su obligación en darme la comida que los animales necesiten. Ya es viernes por la noche y me toca irme a mi casa para preparar todo lo de mi encuentro con Cosmo. Paso por el puente del castillo junto con Nairn; me encanta que en la noche él no se vea en lo absoluto y merodea a mí alrededor por si alguien se me acerca.

—Oye, cara cortada ¿Ya te vas? —pregunta uno de los guardias que está en su puesto de la puerta negándome el acceso.

—Hazte a un lado —le hablo desafiante.

—Pero por qué me tratas así —se pega hacia mí.

 Nairn gruñe al guardia y este pega un respingo, pero el águila del guardia enfrenta a Nairn.

—No debe haber un enfrentamiento —manifiesto solemne—. Déjanos ir, no te he hecho nada. Ávila, has que recapacite tu protegido.

—Ya lo hice, pero si tu guardián ataca a mi protegido, yo ataco a tu guardián —se afila las uñas.

—Tu protegido empezó —protesto.

"Rodéalo para irnos sin problemas."

 El guardia se hace un lado y caminamos a paso veloz para llegar lo más rápido posible a casa. Entro por la parte trasera de la casa para comer algo e irme a dormir lo más relajada posible. Agradezco que no me topara con mis padres.

 Llego a mi granero y no me importa nada y me dejo caer a mi hermosa cama sumergiéndome en el mundo de los sueños. Paso toda la mañana junto con mi madre preparando los postres y cosas para comer en mi cita con Cosmo.

—Ay hija, ya me habías asustado —comenta mi madre metiendo unas masas de pan en el horno.

—¿Por qué lo dices? —meto la mermelada en el cesto.

—Porque no fuiste la semana pasada a verlo.

—Lo vi en la cena —respondo cortante.

—Por qué me tienes que tratar así —se afinca al suelo con su vara para sacar el pan.

—Lo siento, madre —me volteo.

—¿Qué tienes hija? —pregunta mi madre preocupada

—No sé si yo sea suficiente para él —susurro sobando mis brazos.

 Ella se acerca hacia a mí y me abraza.

—Claro que lo eres —me mira a los ojos—. Eres la mujer más hermosa que he visto, la más amable, valiente, inteligente, hija y él sería un completo idiota si te deja ir.

—Pero mírame —me agacho la mirada—. No tengo nada que ofrecerle.

—Tu vida y tus cualidades son lo más importante que posees, ya verás que él te verá como la gran mujer que eres.

 Mi madre termina de hornear el pan y lo deja reposar antes de que me lo lleve. Me voy al granero en busca de un vestido decente para mi cita, pero la frustración me llena de inmediato, ya que lo único que poseo es la vestimenta del trabajo que consiste en pantalones de hombre adaptados a mí, camisas holgadas y ajustadas con un corsé. Los únicos vestidos que poseo eran de mi madre o hermana que me los regalaban cuando ya no les quedaba, ya que soy un poco más pequeña de cintura que ellas.

 Opto por un vestido verde oscuro que da la visión de quedarme ajustado, pero en realidad me da bastante comodidad al andar, lo que me gusta es que puedo guardar cuchillos pequeños en los bolsillos que adapté para eso. Me peino el cabello que lo tengo hecho un desastre.

—¿Hace cuánto que no te peinas? —pregunta divertido Nairn.

—No molestes.

Termino en alisar mi cabello negro y lo trenzo en una cola de pescado.

—Sé honesto ¿Cómo me veo? —le pregunto a Nairn que no ha dicho nada.

—Me gusta.

 Tomo la cesta de comida y me voy a mi cita.

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