49. Un solo camino

Siguiendo las tradiciones ambos novios tendrían que primero ir al Templo del Fuego. Para la ocasión habían mandado fabricar un kago, la madera estaba bien trabajada y tenía decoraciones hechas de oro. Las paredes de este de color rojo y tenía grabadas flores doradas, incluso las cortinas de bambú seguían este mismo patrón. Dentro estaban ambos novios, aunque no hablaban mucho porque estaban un poco fatigados al tener que levantarse tan temprano para arreglarse.

Gaara tenía su cabeza apoyada en el hombro de su novio, mientras que él intentaba mantenerse despierto para avisar a su pareja cuando llegaran al templo. Dos ninjas sujetaban cada extremo del kago, la idea de llevarlos en este transporte era que no se arruine la ropa. Primero el transporte pasó a recoger a Naruto a su casa y luego fue a casa de Shikamaru, que era donde se estaba quedando Gaara.

Cuando se abrió la cortina de bambú, pudo apreciar a su novio con el usual kimono samurái que siempre fue usado para los matrimonios; sin embargo, al igual que el mismo que él traía puesto, no era del tradicional color negro. El kimono de Gaara era rojo con algunos detalles dorados; mientras que el de Naruto, naranja. Se dedicaron una sonrisa y Gaara se sentó en el cojín al lado de su novio.

Luego de entrar el kazekage, este cerró la cortina de bambú y los ninjas que los transportaban continuaron con su camino hacia el templo. La ruta que tomarían ya había sido definida con anterioridad y todos tenían conocimiento de cuál era, así cuando pasaron por ahí escucharon las felicitaciones de las personas.  Supieron que dejaron atrás la ciudad cuando las voces dejaron de escucharse; ahí fue cuando por fin tuvieron un poco de tiempo para hablar.

Te ves muy bien —Gaara fue el primero en tomar la palabra.

Tú igual —le devolvió el halago para después agregar—. El rojo es tu color, realmente te queda bien y creo que pasará a ser mi color favorito.

Para el kazekage oír esas palabras lo hicieron sentir una calidez en el pecho y sentía sus mejillas quemarle un poco. Él había hecho ese comentario con toda la intención de sonrojarlo y para no darle el gusto volteó el rostro hacia su derecha.

¿Te gustan las cortinas? —preguntó el rubio con inocencia fingida, era consciente del porqué ahora su novio no lo estaba mirando.

Son bonitas —respondió con sinceridad, pero sin voltear a ver a su novio.

El pelirrojo estaba pensando cómo devolverle la jugada al rubio, mas no podía pensar en una manera; además tenía sueño y resignado volteó la cabeza en dirección a su pareja para apoyarse en su hombro.

Temari insistió en que debía levantarse temprano para comenzar a arreglarse, ella alegó que era mejor que sobre tiempo a que falte y lo levantó a las dos de la mañana. Con Naruto sucedió algo similar, Iruka llegó temprano a su casa para darle una mano; no obstante, llegó a eso de las tres; al menos durmió una hora más que su novio.

¿Vas a dormir? —cuestionó el rubio y recibió como respuesta un bajito "sí".

Gaara también le pidió con un beso en la mejilla que no hiciera ruido, ya que quería tomar una pequeña siesta. A diferencia de Naruto, él como kazekage antes de venir a Konoha tuvo que cumplir con todas sus responsabilidades por orden del Consejo de Ancianos de Suna. Dado que se ausentaría por varios días tuvo que dejar a alguien a cargo y resolver por su cuenta todo el papeleo que requería atención inmediata; sin embargo, organizar todo esto lo tuvo días quedándose hasta tarde y realmente necesitaba dormir un poquito para seguir con toda la celebración del día.

Ese beso en la mejilla tomó desprevenido a Naruto y sus mejillas se ruborizaron un poco, cosa que Gaara no notó porque ya se había quedado dormido. Durante el viaje Naruto apegó a su novio hacia sí mismo y lo dejó descansar hasta que uno de los ninjas le avisó que estaban por llegar al templo. Ahí tuvo que despertar a su novio, y lo hizo de una manera melosa, susurrándole al oído que era hora de despertar y acariciando sus cabellos sin despeinarlo.

¿Ya llegamos? —el pelirrojo volvió a sentarse como es debido, pero aún parpadeaba con pesadez.

No le tomó más de unos quince segundos terminar de despertar.

Casi, pero si estás muy cansado puedes retirarte de la fiesta antes que yo —ofreció el hokage, mas de inmediato su pareja negó.

No te preocupes por mí, podré estar cansado, pero sigo siendo el kazekage y puedo soportar algo tan simple como el sueño —contestó su novio y Naruto no dudaba de la veracidad de sus palabras, por algo el hombre con quien se casaría ostentaba su actual puesto.

Está bien... en caso cambies de parecer puedes decírmelo.

Desde fuera el mismo ninja de antes les avisó que llegaron. Juntos bajaron del kago y agradecieron a los ninjas por traerlos hasta aquí, para acto seguido ingresar por las puertas del templo; ahí los esperaban Iruka, Temari y Kankuro. Parte de la tradición era que fueran los padres de cada novio, pero dadas las circunstancias de ambos no era posible eso e invitaron a su familia más cercana.

El monje que presidiría los rituales correspondientes al matrimonio sería Sentoki, uno de los sobrevivientes al ataque que Akatsuki hizo en su momento al Templo del Fuego. El monje anciano Bansai por su edad había fallecido hace unos años, pero no sin antes transmitir a Sentoki y Senza sus conocimientos; desde la reconstrucción del templo volvieron en unos años a tener monjes jóvenes a los cuales instruir. Ahora el número de monjes era equivalente al de antes, pero aún la mayoría no llevaban mucho tiempo instruyéndose.

Sentoki los guio al edificio central del santuario, donde antes de celebrar el matrimonio realizaría un ritual de purificación a la pareja. Naruto entró al edificio central con Iruka, mientras que Gaara acompañado de su hermana mayor; antes de ellos ya había ingresado Kankuro. El monje celebró el ritual de purificación, para luego de esto indicar a los novios que era momento de decir sus votos; aunque cada uno había preparado lo que diría, en el momento prefirieron dejar que sus palabras fueran guiadas por la emoción de que sentían.

El primero en recitar sus votos fue Gaara, ya que en realidad ninguno sabía en qué orden decir sus votos. Esta boda escapaba tanto de lo antes visto que ninguno tenía claro quién debería hablar primero, pero fue el kazekage quien tomó la palabra.

Nunca antes imaginé que estaría aquí, pero a veces la vida pueden sorprendernos por lo impredecible que es y no puedo estar más agradecido de que ella juntara nuestros caminos. A partir de hoy nuestros caminos se volverán uno solo y no me importa lo incierto que sea el futuro, no le temo ni a él ni a todos los obstáculos que puedan aparecer en nuestro camino —tomó una pausa para continuar diciendo—. Yo sé que sin importar lo complicado que sea el camino, no lo afrontaré solo; sé que si tropiezo me tenderás tu mano para levantarme e igualmente estaré ahí para ser tu refugio cuando el mundo parezca derrumbarse frente a nuestros ojos.

Conforme Gaara seguía hablando la sonrisa en su rostro se vio acompañada por unos ojos llorosos de la emoción; mientras que su novio luchaba por contener su llanto, ya que era momento de sus votos.

Del mismo modo prometo estar ahí siempre que me necesites, porque para mí estar juntos significa: estaré contigo en los mejores y peores momentos, e incluso si mi voluntad flaquea seguiré siempre a tu lado —los ojos de Gaara eran los que ahora lucían vidriosos por las lágrimas retenidas, pero estas por una vez en su vida no eran de dolor por alguna pérdida; sino porque había ganado al mejor hombre del mundo.

Los votos conmovieron a los pocos presentes en el salón, quienes compartían la felicidad de sus seres queridos.

Hasta que llegó el momento del San-san-kudo, el ritual principal y aquel que sellaría su unión. El ritual consistía en ofrecer nueve tragos a la pareja y solo tomar tres de estos; de este modo unieron su cuerpo, mente y espíritu. Terminada la ceremonia oficialmente ya estaban casados y salieron juntos tomados de la mano, habían ingresado al templo siendo solteros y ahora salían como pareja. Detrás de ellos los acompañaron hasta las puertas aquellos que representaban a su familia, para luego volver a subir al kago y volver a Konoha.

Cuando estuvieron cerradas las cortinas de bambú se besaron, hacerlo en público no era algo que se les hiciera demasiado cómodo y por eso habían esperado hasta ahora. Era un beso lleno de anhelo y devoción hacia el otro, ahora eran esposos y lo seguirían siendo hasta el final.

Los ninjas que trasladaban a la pareja iban en silencio, lo cual permitía que se hicieran una idea de lo que pasaba detrás de las cortinas de bambú. No fue hasta que llegaron a Konoha que el ruido de la gente hizo que la levantara las cortinas de bambú para saludar las personas. Ahora se dirigían a la fiesta donde debían estar reunidos todos los invitados. Gaara quería llegar y ver a Shinki, era la primera vez que su hijo convivía con muchas personas desconocidas y suponía que debía estar un poco incómodo.

Tan pronto como llegaron a la fiesta, bajó primero y buscó con la mirada a su hijo, quien estaba al lado de Shikamaru. Verlo tranquilo y distraído jugando con Shikadai le dio un poco de calma e ingresó a la fiesta tomado de la mano con su esposo. En una mesa estaba Konohamaru con los que fueron sus compañeros de equipo recibiendo los regalos, la caja en la mesa estaba repleta de sobres con dinero para asegurar la prosperidad de los novios; aunque realmente no necesitaban tanto dinero, ambos ganaban suficiente de su trabajo.

La celebración duró hasta la noche y se acabó cuando la pareja fue a un hotel, ambos estaban fatigados y lo que realmente necesitaban era dormir. Temari prometió cuidar de Shinki para que ambos pasen su primera noche de casados a solas. Si no estaban en casa de Naruto era porque Shikamaru y Temari les habían regalado una noche en un hotel caro de Konoha a la pareja de recién casados.

Tan pronto como pusieron un pie a las afueras del hotel salieron a recibirlos y les indicaron dónde quedaba su habitación. Los dos descubrieron que en realidad Shikamaru y Temari habían hecho el esfuerzo de alquilar el hotel solo para ellos y todos los trabajadores del lugar estaban a su entera disposición; antes de irse a descansar pidieron de comer y luego se encerraron en su cuarto. Los dos se quitaron sus kimonos y se cambiaron de ropa sin observarse, estaban tan cansados que tan pronto estuvieron listos se echaron en su cama.

Espero que Shinki esté bien —comentó Gaara observando a su esposo.

Naruto con su brazo rodeó la cintura del pelirrojo y lo atrajo hacia sí.

Va a estar bien, Kankuro y Temari se asegurarán de eso —el rubio tranquilizó a su pareja y sin esperarlo recibió un corto beso del pelirrojo.

Tienes razón, me estoy preocupando demasiado. Confío en mis hermanos y sé que nada le pasará a Shinki.

Naruto apreció la expresión serena de su esposo, la cual denotaba un poco de cansancio y juntó sus frentes.

Vamos a dormir —dijo y su esposo se sonrojó por la cercanía. Se dieron un último beso y descansaron con la seguridad de estar en los brazos del otro.

Al comienzo de sus vidas estuvieron solos, pasaron por momentos amargos y por obra del destino se conocieron; aunque nunca llegaron a pensar que el otro había llegado a su vida para quedarse y jamás irse. Sin saberlo desde su primer encuentro la vida les tenía una sorpresa preparada, sin saberlo sus camino se habían encontrado, se entrelazaron y finalmente pasaron a ser uno solo. Así debió ser desde el principio, siempre estuvo preparado que en algún punto sus vidas se unificarían y ninguna fuerza de este mundo las separaría.

Fin

He acabado con dolor de cabeza luego de tanto tiempo frente a la pantalla, pero creo que ha valido la pena. Tuve que informarme un poco respecto al matrimonio tradicional japonés y fue un dolor de cabeza porque me mareaba con algunos datos, pero intenté hacerlo lo mejor posible y quizá cambié un poco alguna cosa.

Espero que les haya gustado el capítulo final, pero no olviden que falta el epílogo. Dudo poder sacarlo pronto porque tengo una semana bastante ocupada, pero al menos ya les traje el capítulo final.

Para el epílogo habrá un pequeño salto en el tiempo.

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