48. Noticias
—Naruto, ¿qué haces aquí? —preguntó el sensei haciéndose a un lado para dejarlo pasar.
Estaba preparando su cena cuando alguien llamó a la puerta, en lo más mínimo esperó esta visita; aunque no negaría la felicidad que sintió al verlo. Luego de aquella rápida despedida en el hospital no hubo ocasión de verse en persona y tampoco fue a buscarlo; su antiguo alumno debía de estar ocupado luego del ataque a Konoha y lo último que deseaba era ser inoportuno. Tal como supuso él vendría a verlo en algún momento.
—Iruka-sensei, ¿lo interrumpí en algo? —el rubio sin dar tiempo a respuesta agregó— Fui desconsiderado al no avisarle que vendría, puedo volver en otro momento.
—No te preocupes Naruto, no interrumpes nada importante.
Iruka continuaba con su labor de sensei y no dejaría ese trabajo hasta que realmente no pudiera continuar con este. Mientras tuviera energías seguiría cumpliendo con su trabajo de sensei, ya que realmente le gustaba instruir a las nuevas generaciones de shinobis.
Iruka le ofreció tomar asiento en uno de los muebles de su pequeña sala y le pidió que lo espere, ya que cocinaría la cena para ambos.
—Puedo ayudarlo, Iruka-sensei —Naruto no planeaba dejar que su sensei prepare comida para ambos, ya fue bastante descortés llegar sin previo aviso; al menos quería ayudarlo a cocinar.
—No hace falta, Naruto —quiso detenerlo, pero no lo logró porque Naruto se dirigió a lo que debía de ser la cocina.
Si Naruto se proponía algo, hacerlo desistir era imposible y de eso estaba consciente Iruka, por lo mismo no insistió. Juntos prepararon un poco de ramen; aunque Iruka seguía yendo a desayunar en Ichiraku, de vez en cuando él mismo se preparaba este platillo para la cena.
Luego de terminar de cocinar, sirvieron en tazones el ramen caliente y cada uno llevó su plato a la mesa. La mesa tenía asiento para cuatro personas y se sentaron uno frente al otro.
Comieron platicando de cosas triviales. Iruka le preguntó cómo estuvo en el último mes y Naruto le comentó el juicio de Kurotsuchi, la reconstrucción de las casas destruidas en el ataque y muchas otras cosas que tuvo que hacer luego del ataque. Luego le reveló que fue a Suna a visitar a Gaara, le habló de Shinki y por fin le comentó aquello por lo que vino.
—Gaara y yo ahora estamos comprometidos —la felicidad con la que dijo esas palabras era difícil de no notar.
¿Tan rápido había pasado el tiempo? Aún recordaba cuando Naruto era apenas un niño que asistía a la academia y ahora era un adulto que pronto se casaría.
—Si eso es lo que quieres, entonces comparto tu alegría.
Iruka se puso de pie, rodeó la mesa y Naruto se puso de pie para recibir el abrazo de su sensei, quien le dio unas palmaditas en la espalda.
—No tienes idea de cómo me alegra que seas feliz —le dijo cuando terminó el abrazo.
Naruto había crecido tanto que era más alto que él y ocupaba el cargo que deseó tener desde niño. Todo aquel camino que tuvo que recorrer, las carencias que experimentó en su niñez; ya todo fue retribuido por el destino y le dio la oportunidad de ser feliz.
—No solo vine a contarle eso, también quería pedirle algo más.
El hombre de la cicatriz en la cara alzó la mirada para ver a los ojos a su antiguo alumno.
—Iruka-sensei, ¿podría asistir a la boda como mi padre?
Esas palabras tuvieron un gran efecto en Iruka, quien no pudo evitar abrir los ojos en señal de sorpresa para luego volver a su anterior mirada; aunque un par de lágrimas de alegría escaparon de sus ojos.
—Cuenta conmigo —logró responder y ahora fue Naruto quien le dio un abrazo.
Después de unas pocas lágrimas más, conversaron un tanto más respecto a cómo sería el matrimonio, cuándo planeaban celebrarlo y los posibles invitados. Eso demoró casi una hora y media en la que Naruto se mantuvo en la casa de Iruka. Finalmente se despidió y se fue a su casa.
En Suna, Gaara todavía desconocía que ya existía un plazo para poder llevar a cabo su matrimonio; mientras ese día habló con Temari por teléfono y le preguntó si podía venir de visita a Suna. Acordaron que ella llegaría mañana con Shikadai y regresarían ese mismo día, la idea era que partiera temprano a Suna y regresaría por la tarde a Konoha. Además Shinki conocería a Temari y a su primito.
Shinki se mostró conforme con la idea de conocer a su tía, ya de Kankuro escuchó mucho sobre ella y ocasionalmente también de su padre. Conocer a gente nueva lo ponía un poco nevioso, no había interactuado con demasiadas personas hasta ahora y a diferencia de con el novio de su padre, Temari no representaba un peligro hacia su familia. Por el contrario, ella formaba parte de su familia al igual que Shikadai, el cual vendría a ser su primo menor.
A esos de las ocho de la mañana, en el primer tren llegó Temari con Shikadai. Gaara en persona había ido a recibir a su hermana mayor, mientras que Kankuro y Shinki los esperaban en casa.
Durante el camino a la casa del kazekage, varios ninjas de la aldea saludaron a Temari y le desearon bienestar a su hijo. Desde que se casó en algunas ocasiones volvió a Suna, pero como ahora su vida estaba en Konoha era natural que no viniera seguido.
Shinki en casa estaba parado detrás de la puerta esperando que su padre llegue. Tan pronto como alguien tocó la puerta estiró su mano para alcanzar la perilla. Al abrir la puerta pudo ver a una mujer que solo vio en fotos y llevaba un bulto en brazos. Aquel bulto se movió y volteó a verlo revelando a un bebé.
—Hola, tú debes ser Shinki —lo saludó Temari.
El niño asintió, estaba un poco nervioso de tener que hablar con alguien que no conocía; lo último que quería era dar una mala impresión a su tía.
Al pasar a la casa para alegría de Temari su hijo estaba tranquilo. Ella notó como Shinki miraba con curiosidad al pequeño y pese a que no le dijo nada, mientras ella estaba sentada en el mueble le hizo una seña con la mano para que sea acercara.
—¿Quieres ver a Shikadai? —preguntó al niño.
Shinki asintió y Temari no tuvo problema con que no le respondiera con palabras, al parecer su sobrino era tímido. Vio los ojitos de Shinki analizar con curiosidad a Shikadai, quien extendió una de sus manitos hacia su primo mayor y con duda Shinki acercó su dedo meñique, el cual fue atrapado por el bebé.
—Le agradas —dijo Temari y esas palabras le sacaron una inocente sonrisa a Shinki.
El resto de la mañana Shinki estuvo observando a Shikadai, cuando lo oyó llorar preguntó si podía ayudar de alguna manera y al caer el pequeño dormido comentó que era muy dormilón.
Gracias a Shikadai fue que Shinki se animó a comenzar a hablar con Temari, preguntando sobre los bebés y entendiendo mejor que eran difíciles de cuidar porque necesitaban total atención.
Gaara se quedó ese día en casa para estar con su hermana y dejó en claro que solo vinieran a buscarlo si se trataba de algo urgente. Para el almuerzo terminaron Temari y Gaara cocinando mientras Kankuro y Shinki jugaban con Shikadai.
Comieron juntos y después Gaara invitó a su hermana a su oficina, quería contarle sobre su compromiso y desde que se sentaron uno frente a otro, sin haber dicho nada antes ella habló.
—¿Vas a decirme que Naruto y tú hicieron....
Temari había deducido eso a partir de que las mejillas de su hermanito estaban rojas. ¿Por qué otra cosa alguien estaría tan avergonzada? Incluso sus orejas estaban rosadas.
Gaara inmediantamente negó con la cabeza e hizo lo mismo elevando ambas manos. Sabía a qué se refería, había leído Icha Icha Paradise, libro que leyó para intentar comprender las señales de enamoramiento que Temari dio; aunque nunca terminó de entender de qué se perdió, alguna que otra cosa entendió de ese libro y estaba casi seguro de a qué se refería su hermana.
—No es eso, ni nada parecido.
—¿Entonces qué es? Dudo que me trajeras hasta tu oficina por algo insignificante —Temari ahora tenía más curiosidad y una ligera sospecha ahora que descartó la anterior opción.
Gaara tardó unos segundos en calmarse para soltar la noticia.
—Le pedí matrimonio a Naruto.
—¿Y qué te respondió?
—Aceptó.
Un grito de emoción se le escapó a Temari, estaba feliz por su hermanito. Admitía que no esperó que fuera él quien diera el paso, pero que lo hiciera demostraba lo seguro que estaba de su relación.
Ella lo felicitó, se abrazaron y conversaron sobre la boda. Naruto por la noche le dijo que tenían un año y medio para organizarlo todo; aunque parecía mucho tiempo, el armar todos los preparativos no era algo sencillo. Por lo mismo, Temari le ofreció su apoyo con los preparativos; nunca antes se había visto algo así, pero para todo debe haber siempre una primera vez que marcaría un precedente.
—Esta va a ser una boda que nunca será olvidada y marcará un futuro próspero para ambas aldeas —aseguró la esposa de Shikamaru.
En realidad no exageraba, ya que tanto Naruto como Gaara compartían un mismo anhelo y aprovecharían el tiempo que estuvieran al mando de sus aldeas para estrechar los lazos entre ambas. Además con el paso de los meses y al ser de conocimiento público el matrimonio de ambos kages; incluso las demás aldeas estaban a la expectativa. Se esperaba que la boda fuera un evento increíble, difícil de olvidar y algo que capaz nunca volverían a ver.
Nunca antes dos kages de aldeas diferentes contrajeron matrimonio entre sí, y mucho menos dos hombres. También las ventajas políticas que esto significaba preocupaba a las demás aldeas, en especial a Iwagakure que había quedado en malos términos con Konoha por culpa de Kurotsuchi.
Onoki había recuperado su puesto como tsuchikage y quien sería su sucesor era una duda sin respuesta. Al igual que las demás aldeas no mantenía la alianza con Konoha, pero tampoco planeaba dar indicios de querer enfrentarse a la aldea más poderosa y mucho menos a Suna, la cual era su aliada y meterse con ella era desafiar a Konoha.
Faltando unos seis meses para el matrimonio entregaron todas las invitaciones, incluso aquellas para los kages de las otras aldeas. Ninguno se atrevió a rechazar la invitación y todos planeaban asistir a la boda; si no iban podía dar lugar a malentendidos que preferían evitar.
Las ropas que vestirían ambos kages estaban casi terminadas cuando faltaban tres meses para la boda. Aquella mujer que hizo la túnica de cada hokage se ofreció con orgullo a hacer las ropas de la pareja; nadie podía hacerla desistir de ser ella quien hiciera estas prendas, pese a sus años las hizo sin ayuda alguna.
A la señora la ropa tradicional de matrimonio le parecía poco especial para tan importante boda; por esto consideró que si la pareja de por sí desafiaba lo usual, no existía problema con que también su ropa hiciera lo mismo.
En todo ese tiempo ambos iban juntos a probar sus atuendos, pero la señora nunca permitió que vieran la ropa del otro. Primero entraba uno a realizar la prueba y luego cuando salía recién ingresaba el otro. El cómo iría vestido el otro era un misterio para ambos; aunque uno que se desvelaría en menos de dos meses.
Cuando faltaba un mes para la fecha fijada la dicha desbordaba de ambos y de sus cercanos. Cada día transcurría con rapidez y en un parpadeo llegó el tan ansiado día. Los invitados de otras aldeas habían llegado con dos días de antelación; fueron recibidos como corresponde y vieron que todas las calles de Konoha estaban decoradas para la celebración.
Ese día ambos se levantaron muy temprano, no durmieron juntos porque no debían verse hasta la boda. Pero de algo estaban seguros... Hoy sería el día más bello de sus vidas.
Continuará...
Perdón si hay algún error, ayer quería escribir el capítulo pero cortaron la luz por casi todo el día y mi celular estaba muerto; además no tenía internet y cuando regresó la luz ya era demasiado tarde. Literalmente llevo dos horas escribiendo el capítulo y al fin lo termino.
Ojalá les guste, de ser así no olviden votar y comentar.
El siguiente es el último capítulo, pero luego de eso vendrá el epílogo.
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