37. Carrera contra el tiempo



Atravesaron el bosque saltando entre las ramas la familia Uchiha junto a Konohamaru, el último cargando en brazos al ninja que les trajo el mensaje sobre lo acontecido en Konoha. La pequeña Sarada lloraba, pero su madre en esos momentos no podía calmarla porque principalmente el movimiento la había despertado y detenerse en esos momentos era algo impensable; con cada segundo que transcurría los habitantes de Konoha empeoraban, si no llegaban pronto inevitablemente algunos morirían y eso buscaban evitar. Sasuke por su lado iba enfrente del grupo, estaba preocupado por su familia; que la aldea fuera intoxicada de manera masiva dejaba en claro que alguien primero los debilitó antes de atacar, aunque más alarmante es pensar que al igual que ellos alguien más se estaba dirigiendo a la aldea y que venía listo para atacar.

Konohamaru pese a ser el más joven ya se había proyectado lo que vendría, desde que falleció Naruto supo que las cosas iban mal y que algo grande estaba sucediendo; sobre la tumba del hokage había llorado reclamándole por irse tan pronto de este mundo y le prometió que cuidaría de la aldea. La manera en que murió Naruto fue tan injusta, había sido atacado cuando estaba desprevenido y hasta que lo encontraron había perdido demasiada sangre, debido a que la herida era demasiado grande ni su capacidad de recuperarse rápido pudo reparar a tiempo todos los órganos comprometidos y al igual que cualquier humano murió.

-¿Qué te sucede Konohamaru? -la mujer de cabellos rosados había hecho más lento su paso para quedar al lado del joven, aquel que se fue quedando atrás del grupo.

-Nada importante -contestó tratando de no pausarse al hablar, porque el llanto que quería liberar estaba complicándole el aparentar estar bien. No era momento para distraerse, debían volver cuanto antes a Konoha; así como el ninja en sus brazos, todos debían estar igual o peor.

Sakura no le creía ni un poquito, veía la luz de la luna reflejar su brillo en las lágrimas que el muchacho pretendía contener y estaba casi segura del por qué, todos esos días lo notó bastante pensativo y esa actitud empezó luego de la falsa muerte de Naruto. Podía no estar autorizada para lo que iba a hacer, mas lo sintió necesario; de todos modos de seguro el rubio estaría de regreso apenas se enterara de lo que pasaba en la aldea, sino es que ya venía de regreso.

-Naruto sigue vivo -le susurró, no pretendía que su esposo los oyera. La sorpresa en el rostro de Konohamaru fue tal que al parpadear por fin cayeron sus lágrimas; de inmediato volteó a ver a la mujer sin saber qué decir por lo impactado que estaba- Eso era lo que te preocupaba, ¿verdad?

El nieto del tercer hokage asintió, la información recibida recientemente lo dejó confundido por las dudas que ahora le surgieron; no obstante, aquel no era el momento de pedir respuestas porque tenían preocupaciones mayores, pero una parte de su mente se quedó tranquila al saber que Naruto vivía y que eventualmente volvería a verlo. Confiaba en su hokage y pese a saber que se acercaban al peligro pareció importarle menos, que el rubio estuviera vivo lo llenó de seguridad y confianza al saber que la aldea no estaba totalmente desprotegida.

Dentro de un par de horas, con la luna descendiendo y el manto de oscuridad sobre sus cabezas; por fin fue visible no muy lejos el muro que rodeaba la aldea. Sasuke se detuvo y levantó la mano derecha, en señal de que se detuvieran y así lo hicieron; sin siquiera voltear dio indicaciones que no fueron cuestionadas ni por Sakura ni Konohamaru.

-Yo iré primero, si no regreso en diez minutos será mejor que traten de ir a Suna, es la única aldea con la que seguimos aliados y ahí podrán refugiarse -cuando terminó de hablar quiso voltear, y cedió a este deseo de ver a su familia; si las cosas no le iban bien, al menos viviría con la calma de que estarían a salvo. Hace años atrás no pudo proteger a su familia, pero ahora ya no era un niño y estaba dispuesto a cuidar de la familia que formó.

Sakura hubiera querido decirle que si algo le pasaba ella iría tras él, pero eso sería una tontería porque se pondrían en peligro por dárselas de heroína; si la causante de la intoxicación de la aldea se les había adelantado, ya estaría ahí seguramente acompañada y de seguro los superaban en número.

Desde que el último Uchiha partió, su esposa permaneció llevando la cuenta de los segundos con la mirada centrada en el muro, esperando ver su silueta asomar sobre este. El hombre moribundo en los brazos de Konohamaru estaba al borde del desmayo, su piel tenía un tono pálido preocupante; aún encontrándose débil pudo decir unas palabras que sentía necesarias, debía advertirles.

-No beban el agua -la voz era bastante baja, pero Sakura comprendió sus palabras.

El sonido de unos pasos cercanos se hizo notar en el silencio absoluto que reinaba, venía del otro lado del muro y se prepararon para huir en caso fuera necesario; sin embargo, se calmaron al ver que era Sasuke, bastaron un par de saltos entre las ramas de los árboles y llegó frente a ellos.

-No hay nadie, podemos ir al hospital -les informó el de cabello azabache, mirando a su esposa extendió los brazos para que esta le diera a Sarada-. Necesitarás tus manos libres para preparar el antídoto.

Sasuke recibió a la bebé en brazos, la pequeña luego de tanto llorar en el camino acabó cansada y se durmió; ni siquiera el haber pasado de unos brazos a otros la despertó, permanecía tranquila y sus padres agradecían eso.

Apenas cruzaron el muro, tanto Sakura como Konohamaru miraron preocupados a su alrededor; aquel lugar estaba desierto y casi sumido en la total oscuridad. El silencio llegaba ser abrumador y que nadie asomara ante su presencia confirmaba que nadie quedó libre de la intoxicación.

-Debemos llegar al hospital lo antes posible -Sakura tenía esa urgencia por ponerse a trabajar cuanto antes en el antídoto.

El sonido de algo caer al suelo y romperse los alertó. La ninja médico sin bajar la guardia se aproximó a la casa de donde vino el sonido, las luces estaban apagadas y si alguien estaba ahí oculto sería imposible verlo; aún así llegó a considerar que podía tratarse de alguien de la aldea que no pudo llegar al hospital antes de sucumbir ante los efectos más fuertes del veneno. Ignorando los susurros de su esposo sobre no acercarse ella lo hizo; aplicando una cantidad mínima de chakra en sus pies pateó la puerta, consiguiendo que esta se abriera e ingresando a la casa con cuidado.

-Ayuda -oyó una voz rasposa del cuarto de al lado. Aún alerta entró a lo que parecía ser la cocina, junto al cuerpo de un anciano, que tenía su cabeza rodeada de su propio vómito había un plato hecho añicos; quizá el hombre oyó cuando Sasuke pasó cerca e hizo un último intento por llamar la atención de alguien, esperando que puedan ayudarlo.

De inmediato se quitó la mochila que traía en su espalda y se agachó a su lado, ahí tenía algo de agua que podía darle al hombre, por su rasposa voz intuía que llevaba horas sin beber siquiera un poco. Usando su brazo izquierdo de apoyo hizo que el hombre se sentara; acto seguido dirigió el envase a sus resecos labios y el viejo gustoso aceptó, desde la madrugada no había probado un poco de agua.

-Gracias.

-No hay de qué, es mi deber como ninja médico velar por la salud de todos en la aldea; por eso ahora mismo voy a llevarlo al hospital -a Sakura no le importó si manchaba su ropa con el vómito, ella ignoró eso y lo cargó hasta fuera de la casa, ahí estaban sus acompañantes aguardando.

No entraron porque si algo hubiera pasado dentro, era casi seguro que la casa se hubiera derribado de un golpe y hubieran deducido que algo ocurría. Cuando vieron a la mujer salir de la modesta casa con un anciano en brazos, sacaron sus propias conclusiones y comprendieron que Sakura les dijera que debían ir más rápido al hospital; además también estaba la angustia de llegar y encontrar todo tranquilo, quizá era la famosa calma antes de la tempestad.

El entrar al hospital fue algo terrible, especialmente para Sakura al ver a varios de sus compañeros de trabajo en el suelo, y la misma escena se replicaba en los pasillos cercanos; había gente en sillas desfalleciendo y uno que otro daba la impresión de ya haber muerto. ¿Qué pacientes llevaban más tiempo internados y estaban en un estado crítico? Era difícil de saber a simple vista, todos lucían mal; por lo mismo tomó la lista de internados, la cual registraba pacientes hasta eso de la una de la tarde, luego quien se encargaba de llevar esa cuenta no anotó a nadie más.

-Déjenlos aquí, incluyendo a Sarada. Ahora vayan a inspeccionar las demás casas de la aldea, es probable que queden enfermos ahí. Mientras yo trabajaré en el antídoto -ordenó la ninja médico, aunque hubiera querido poder acomodar en una camilla a cada persona en mal estado con la que se topaba; sin embargo, ella sola no podría con tanta gente y malgastaría su tiempo. Su misión actual era continuar con el antídoto.

Al llegar al laboratorio analizó los datos obtenidos sobre el veneno: su composición, los síntomas que causaba, su letalidad... Agradeció que Lady Tsunade hubiera avanzado considerablemente los análisis, supo que fue ella porque podía ver su letra en gran parte de los apuntes. Su tarea sería continuar lo que otros iniciaron; haciendo cálculos y tomando en cuenta que el veneno era de un efecto lento dependiendo la manera en que entró al cuerpo llegó a una conclusión: Una hora, tan solo dos horas para terminar el antídoto antes de que los pacientes más críticos cedieran ante la alta fiebre y la deshidratación.

El corto cabello rosado fue atado en una coleta y su ropa cubierta por su bata; si conseguía terminar en menos de dos horas el antídoto sería una verdadera hazaña, ya que no contaba con nadie para apoyarla. No podía fallarle a su aldea, había sido entrenada por la mejor ninja médico y debía demostrar en ese momento que todo su entrenamiento no fue en vano.

Naruto Uzumaki estaba atrapado, una tormenta de arena le impidió continuar con su camino a Konoha y tuvo que resignarse a refugiarse mientras pasaba la tormenta; si algo aprendió con los años fue a ser menos impulsivo, de seguir siendo el mismo que el de su niñez seguro le habría importado poco la tormenta de arena. La sensatez era una característica que adquirió al madurar, por ella sabía que no en todo momento podía arriesgarse y lanzarse a lo tonto; si no detenerse a pensar y ver la situación en perspectiva, analizar qué era mejor hacer.

Pensándolo bien eso era algo que admiraba de Gaara, él desde muy joven ya contaba con esta virtud y eso le permitió pese a su edad ser un excelente kazekage. Siempre en las reuniones de los kages lucía calmado y sereno; en cada palabra y silencio lucía elegante, nunca perdiendo su característica compostura. El respeto que tenía Gaara entre los actuales kages era evidente, el pelirrojo no era alguien a quien pudieras perturbar con sencillez y sabía cortar toda provocación que buscaba atentar con su paciencia.

El hokage al percatarse que su novio no salía de su cabeza decidió observar la entrada de la pequeña cueva de rocas; la arena seguía siendo llevada por el aire impidiendo ver lo que había más allá. Dudaba que le hiciera daño llenar su mente con el recuerdo del último beso que tuvo con su novio: adoraba ver sus mejillas sonrosadas, esa faceta tan linda de Gaara solo la conocía él y eso lo llenaba de una calidez en su pecho. Quería volver a tenerlo a su lado, pese a que hace unas horas se despidieron ya lo extrañaba; puede que en esos días se hubiera malacostumbrado a verlo a diario y a escuchar su voz.

-Pronto -se convenció a sí mismo el rubio, queriendo creer que volvería gozar de la felicidad de tenerlo cerca muy pronto; no obstante, él era consciente de que aquello tardaría más de lo que hubiera querido.

Al igual que Naruto alguien más se acercaba a la aldea, carente de buenas intenciones para con Konoha y su gente; sí, la sonrisa de satisfacción porque su fructífero plan iba por buen camino tenía orgullosa a Kurotsuchi, sentía que había logrado lo que otros antes no pudieron. Obviamente usó algunas artimañas para conseguir su objetivo, aunque eso era lo de menos; cuando llegara era casi seguro que ningún habitante en Konoha seguiría respirando, claro está que exceptuando a quienes daría el antídoto, no por bondad ni nada similar, sino para asegurar que Iwagakure fuera la nueva Konoha.

-Dejen de murmurar; sé que dudan de mi plan y apuesto que tras las máscaras me miran desaprobando mis decisiones -Kurotsuchi se había quedado quieta-. No espero que entiendan mi manera de actuar; pero en un futuro agradecerán que nuestra aldea sea la que tenga poder sobre las otras y no al revés.

Estaban como máximo a un par de horas de Konoha, pronto serían testigos de cómo había caído la aldea más poderosa.

Continuará...

Tuve un pequeño contratiempo, pero en mi país aún es viernes así que literalmente no falté a mi palabra.

Espero les haya gustado el capítulo, de ser así voten y comenten.

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