36. Todos a Konoha
Aquel día Gaara regresó a casa distraído, a tal punto que casi se corta con el cuchillo al picar los trozos de carne; si nada le pasó fue porque su arena lo protegió como siempre. Naruto no había dicho nada al respecto, estaba esperando que su pareja le contara lo que le ocurría; no obstante ya había llegado la hora de dormir y nada, simplemente su novio se fue a su cuarto dejándolo con la duda y curiosidad.
Habían ciertos pequeños gestos que Naruto aprendió a leer en Gaara, usualmente cuando estaba feliz los comisuras de sus labios se movían ligeramente hacia arriba y sus ojos se abrían un poco más; en cambio ahora mantenía una expresión neutra, pero con la mirada hacia arriba en dirección a su derecha. El hokage suspiró y decidió también dirigirse a su cuarto, aunque le costó no detenerse frente a la puerta del cuarto de Gaara; luego de un minuto observando aquello que lo separaba de su novio se animó a tocar la puerta, sin embargo no recibió respuesta alguna.
Justo cuando iba a tocar nuevamente el sonido de la perilla ser girada lo detuvo y bajó la mano, apenas fue visible su novio un pequeño rubor apareció en sus mejillas porque traía algunos de los botones superiores de su saco de pijama sueltos; la piel de Gaara era bastante pálida y alumbrada por la luz de la luna le recordaba a la porcelana. El kazekage se sintió un tanto cohibido y terminó de abotonar su prenda para sentirse menos expuesto; el de ojos azules se estaba arrepintiendo de haber sido tan obvio, simplemente no estaba acostumbrado a sentirse atraído por su novio porque eso antes nunca le pasó, había visto a sus amigos literalmente desnudos en los baños termales y ni siquiera le parecieron atractivos.
—¿Necesitas algo Naruto? —el de cabellos rojos había apoyado su hombro derecho en el marco de la puerta y tenía la vista fija en la pared detrás de su pareja.
—Quería hablar contigo.
—Pasa —Gaara se hizo a un lado sin mirar a su pareja, todavía le quemaba un poco la cara y dudaba sobre si el rubio lo notó.
Naruto se sentó en la cama, había una cierta tensión en el kazekage así que prefería relajar un poco el ambiente antes de decirle la razón que lo trajo ahí.
—¿Qué tal tu visita al orfanato? —por fin Gaara lo vio a los ojos, adoraba poder perderse en esos halagos mentales a la mirada turquesa de su novio.
—Bastante bien, aunque los niños te extrañaron y me pidieron que te diga que quieren verte otra vez —comentó el hijo menor de Rasa sentándose al lado de su pareja, en secreto también adoraba ver esos ojos azules llenos de vida.
—Cuando la situación sea más propicia los visitaré; no sé si me reconozcan porque ellos no saben que soy el hokage —en ese preciso instante volvió a notar ido al pelirrojo—. Gaara, ¿qué te tiene tan pensativo?
—¿Soy demasiado obvio? —el rubio asintió y enfocó toda su atención en la respuesta que le daría su pareja— Hoy estuve hablando con Shinki, uno de los niños del orfanato y creo que me estoy encariñando con él; siento que en él veo un reflejo de mí mismo cuando era niño y quisiera poder ayudarlo.
—¿Estabas pensando en adoptarlo?
—Sí, sin embargo quería dar pasos más lentos en nuestra relación y no pensé encontrarme tan pronto considerando esta opción, había proyectado que eso sucedería más adelante —confesó el ex jinchuriki con la mirada en el suelo.
Naruto estuvo meditando un rato antes de contestar. Sentía que era demasiado joven e inexperto, un hijo era una gran responsabilidad y por si fuera poco aún no habían siquiera anunciado de manera oficial su relación; ambos habían crecido sin sus padres y poco o nada sabían sobre cómo comportarse con un niño, no tenía una persona mayor a quien recurrir por consejo y eso solo acrecentaba sus dudas respecto a si estaba listo para algo así. Entre más lo razonaba iba agregando defectos a su lista mental de porqué sería un mal padre.
—Creo ambos somos todavía muy jóvenes; además cargamos con la responsabilidad de cuidar de nuestras aldeas y no sé si por eso descuidaríamos mucho a... nuestro hijo —decirlo en voz alta le daba escalofríos.
—Tienes razón, mejor... —el sonido del teléfono en la sala lo desconcertó, ya era tarde. Solo dos personas podían estar haciendo la llamada: Temari o Shikamaru.
Los dos detuvieron su conversación y se dirigieron a la sala, quien contestó fue Gaara por si acaso se tratara de alguien más.
—¿Shikamaru? Te paso con Naruto —el kazekage le extendió el teléfono al rubio, el cual lo recibió angustiado.
La expresión de Naruto fue cambiando ante los ojos de su pareja, percibió inmediatamente la angustia y la frustración; incluso comenzó a apretar con tanta fuerza el teléfono que le preocupó que lo rompiera con su mano. No sabía lo que ocurría, pero por el tono de voz de su cuñado supo que algo estaba pasando en Konoha. Mientras continuaba la llamada entrelazó sus dedos con los de su novio, quería intentar transmitirle calma y apoyo; esta acción el rubio la agradeció mentalmente y apretó con cariño los dedos de Gaara.
Al por fin acabar la llamada Naruto le relató aquello de lo que le informó Shikamaru; antes de que se lo dijera el más bajo lo tomó del cuello de su pijama y le dio un tímido beso en los labios, no tenía idea de cuánto tendría que esperar para volver a ver a su pareja y deseaba quedarse con el recuerdo de ese momento. Pese a que en los primeros segundos esta acción tomó por sorpresa al hokage acabó tomando el ritmo del beso, quería quedarse más tiempo y seguir despertando en las mañanas con la calma de poder ver a Gaara ese día.
La mano derecha del rubio acarició la mejilla de su pareja, deseaba que ese beso durara por siempre; pero debía volver a su aldea, ellos necesitaban que regrese lo antes posible. Su mano restante acarició la cintura del de piel pálida por encima del saco de pijama; era embriagante, magnética y adictiva esa sensación al rosar con sus labios la calidez y suavidad de los contrarios. Naruto maldijo que el destino no le estuviera facilitando pasar más tiempo con aquel maravilloso hombre, se sentía tan completo al tenerlo consigo que quería permanecer a su lado lo que le restara de vida.
Cuando culminó el beso pudo apreciar con lujo de detalle esa sonrisita en los labios de Gaara, era tan lindo a sus ojos que guardó en lo más profundo de su corazón aquella imagen.
—Te amo Gaara —dijo con una la voz un tanto ronca. No consideraba que esas palabras fueran suficiente para expresarle todo lo que sentía, cada sensación que le generaba; mas planeaba explicarse con detalles en una situación donde no llevara tanta prisa.
—Yo también te amo Naruto —al decir esto sentía su rostro ardiendo, tenía tantos sentimientos encontrados que le dolía pensar que ese era un adiós, que sin ser eterno le causaba dolor porque hace unos instantes se sintió tan contento que pensó en rogarle que se quede.
La sonrisa que ambos traían desprendía una ilusión y amor que eran genuinos, realmente habían sido hechos para estar juntos.
Gaara no lloró cuando lo vio partir, no se sentía capaz de hacerlo; sin embargo el dolor en su corazón se hizo presente apenas cerró la puerta. En un intento de calmarse fue camino a su cuarto, pero no evitó echar un vistazo al de su pareja y ahora sintió ese lugar tan vacío que prefirió ir a recostarse en su cama. El anillo en su dedo anular le recordó que debía ser fuerte; con cariño y devoción besó el objeto dorado, pronto volverían a verse y tendrían que separarse una vez más.
Naruto por otra parte se sentía igual de mal; puede que la despedida lo afectó más porque tuvo que irse de manera imprevista. Por ahora debía dejar esos pensamientos de lado, Konoha necesitaba que regrese lo antes posible y si antes planeó tener piedad con Kurotsuchi, en estos momentos había cambiado de parecer por lo que le hizo a su aldea. Al ser de noche los trenes ya no salían y tomando en cuenta que se requería su presencia lo antes posible, lo mejor que pudo hacer fue ir a pie, probablemente llegaría a Konoha para la mañana.
Muy lejos de ahí, en una parte del bosque de Konoha, permanecía resguardada la familia Uchiha; no era el lugar idóneo para cuidar de su hija, pero se había hecho como una medida de protección. Desde el intento de esos ANBU por ingresar a Konoha, fue Shikamaru quien consideró prudente no tenerlos en la aldea porque era obvio que ellos permanecían ahí.
—Shhh —Sakura arruyó a su hija en brazos, la pequeña Sarada estaba por fin cediendo ante el sueño.
Sasuke había quitado la vista de la fogata para observar a su familia, por un instante recordó como en algún momento había pretendido matar a la mujer que ahora tenía como esposa. Desconocía tanto a su yo de hace unos años, a veces le costaba comprender cómo siquiera ella le dio una oportunidad; tampoco es que ella le dejara las cosas con tanta facilidad.
La paz parecía haber llegado a Konoha, aunque no para él quien pese a las súplicas de Naruto a la quinta hokage acabó siendo sentenciado. Sakura no intercedió por él, tan solo había sido el rubio y comprendía a la perfección el por qué de esto; sabía a la perfección que ella le guardaba resentimiento y que si no lo dejó morir luego de su pelea con Naruto, fue por insistencia del último quien lo convenció de curarlo.
Cuatro años tuvo que estar ausente de la aldea, literalmente terminaba una misión y le entregaban otra; apenas si ponía un pie dentro de la aldea y ya estaba fuera de esta en un instante. No tenía derecho a recibir pago alguno por las misiones que completaba; jamás murió de hambre porque en sus misiones se alimentaba de lo que le brindaba la naturaleza.
En cada misión reflexionaba, respecto a sus errores y se cuestionaba si Itachi estaría regañándolo por sus malas decisiones.
—Yo invito Sasuke —insistió Naruto, el cual regreso con Sakura de una misión. Se supone que estaba haciendo eso porque antes de ser hokage tenía que subir de rango, o sea de gennin a jounin; estaba claro que él tenía la experiencia de un jounin, por esto lo enviaban a misiones acordes a sus capacidades. Todo ese asunto era un tema de formalidades.
—Está bien —aceptó la oferta de su amigo, realmente su estómago necesitaba algo que no fuera pescado frito.
Recordaba que aquel primer almuerzo del equipo 7 completo fue incómodo, al menos para él porque se notaba que Sakura hacía un esfuerzo por tolerar su presencia; no era para menos luego de todo lo que le hizo. Luego de tanto tiempo se tomó la molestia de analizarla, tenía el cabello un poco más largo; aunque a su parecer le quedaba mejor el tenerlo corto.
—Voy a pagar la cuenta —se levantó el rubio.
—Espera, ten —Sakura le extendió dinero—; no quiero que pagues todo tú.
—Gracias Sakura-chan, aunque no era necesario —el Uzumaki aceptó el dinero—; vuelvo en un momento.
Ese silencio que quedó al irse el rubio fue incómodo, la chica simplemente tenía una expresión neutra.
—Quiero dejar algo en claro, si acepté venir fue por Naruto —la pelirosa lo miró con una expresión bastante serena.
—Lo entiendo —contestó Sasuke buscando un tema de conversación—, ¿qué tal les fue en su última misión?
—Fue un éxito, logramos rescatar a las personas que estaban siendo traficadas —así siguieron hablando, solo temas de los cuales platicarían dos ninjas: misiones.
Las siguientes veces que se vieron para comer con Naruto hicieron lo mismo; pese a ser poco tiempo el que dialogaban, fue en estas conversaciones que Sasuke logró ir recuperando la confianza de Sakura. Por fin se fueron conociendo, más allá de lo que alguna vez hicieron y esto ayudó que los miembros del equipo 7 estrecharan sus lazos.
Al parecer llegó a ser tal la cercanía de Sasuke y Sakura que a pasos silenciosos fue transformándose en algo más; sin embargo esta vez era recíproco y no se limitó a lo superficial.
—¿Seguro que no vas a dormir? —preguntó Sasuke al ANBU que sentado desde la rama de un árbol vigilaba, esa era su misión.
—Sasuke tiene razón Konohamaru, se te nota muy cansado; deja que él haga guardia esta noche —secundó Sakura a su esposo.
—Enserio estoy bien —insistió el muchacho, no podía dar una mala impresión; por algo ahora era ANBU.
De ese momento pasaron unas horas, la luna seguía en el cielo alumbrando y solo era audible el movimiento de los insectos entre las plantas. Konohamaru aún adormilado lo escuchó, alguien se acercaba a toda prisa y susurrando despertó a quienes debía proteger.
—Un ninja de Konoha —dijo cuando la persona apareció frente a ellos, pudo reconocerlo de inmediato.
Sakura apenas lo vio notó algo extraño en él, parecía encontrarse mal y su tez exageradamente pálida confirmaba eso. Incluso en su tono de voz pudo percibir eso.
—La mayoría de la aldea está envenenada; Lady Tsunade estaba intentando preparar una antídoto, pero sucumbió ante el veneno al igual que los demás ninjas médicos —toció el ninja y se llevó la mano a la boca, no quería volver a vomitar; sin importar que se esforzó por no hacerlo volteó y botó lo poco que tenía en su estómago.
Sakura quien cargaba a su hija en brazos supo lo que tenía que hacer.
—Soy la única ninja médico disponible, tengo que volver y terminar el antídoto antes que sea demasiado tarde.
—Hay que volver a Konoha —hablaron al unísono Konohamaru y Sasuke.
Así como ellos partieron a Konoha, alguien más iba alejándose de esta yendo al punto de encuentro; esperaba que le pagaran bien por su trabajo, incluso algo extra.
Continuará...
¿Qué les pareció el nuevo capítulo?
Espero que les haya gustado tanto como a mí al escribirlo; si fue así voten y comenten.
Hasta el próximo capítulo.
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