35. El bienestar de la aldea
Desde la visita al orfanato había transcurrido una semana. Tantos días encerrado era una pesadilla para alguien como Naruto, quien pasaba la mayor parte del día solo en esa casa; además lo preocupado que estaba no ayudaba. Hasta ahora Shikamaru no se puso en contacto con él; confiaba en su amigo y consejero, mas sentía que faltaba a su deber como hokage al no tener idea de lo que ocurría en su hogar.
Esa mañana inició bastante normal para su consuelo; ese día volvería a ir al orfanato y de seguro convivir con los niños le levantaría el ánimo. También necesitaba aire fresco para despejar un poco su mente porque no creía poder tolerar mucho más los dolores de cabeza; fuera de todo pronóstico algo sucedió esa mañana que lo desalentó.
Los desacuerdos en las parejas eran normales, ya que cada persona puede tener un punto de vista diferente respecto a una situación: ese era el caso de Naruto y Gaara, quienes estaban teniendo una de sus primeras discusiones; aunque el que peor la estaba pasando era Kankuro, el cual no sabía si levantarse del mueble para dejarlos solos.
—Solo es una vez Gaara —insistió el rubio que estaba sentado en el mueble frente a ellos.
—No está en discusión; entiende que ya no puedes salir más a la calle —Gaara seguía manteniendo su rostro inexpresivo.
Naruto estaba muy lejos de convencerlo, cuando el kazekage tomaba una decisión, este no cambiaba de parecer; a menos que le dieran buenos argumentos, pero en este caso era él quien llevaba la razón de manera innegable. Incluso el hokage lo sabía en el fondo, mas realmente estar tanto tiempo encerrado en esa casa no era algo que lo tranquilizara; se sentía demasiado solo y esa era una situación con la cual detestaba convivir. Especialmente en los últimos días le regresó esa nostalgia por no tener una familia: Jiraiya no estaba, tampoco sus padres, y ese pensamiento no lo dejaba en paz.
Volver a ver a esos niños le daría un poco de esa energía que sus pensamientos le drenaban; si no le contaba esto a Gaara era porque prefería evitar preocuparlo. Usualmente estar tanto tiempo en su oficina lo distraía, apenas llegaba a su casa era para caer dormido en su cama y repetir al día siguiente la rutina; sin embargo, ahora le abordó el sentimiento de soledad.
—Está bien —Naruto por fin cedió un tanto desanimado.
—Cuando todo vuelva a la normalidad podrás visitar a los niños del orfanato —el kazekage detestaba que ese brillo en los ojos de su novio se opacara. Incluso él hubiera deseado llevar al rubio, cuando lo había visto jugar con los niños se imaginó teniendo una familia propia con él.
No deseaba ir a pasos rápidos en su relación, puesto que quería todavía experimentar con Naruto muchas cosas; si adoptaran a un niño tan pronto, sus planes se verían truncados. Era cierto que anhelaba una familia, pero esta representaba una responsabilidad que no se sentía capaz de asumir por ahora; aunque no negaría que más adelante adoraría tener una, y cuando eso sucediera se encargaría de darle todo el amor posible a su hijo.
—Bueno. Creo que ya es hora de irnos —Kankuro rompió el silencio poniéndose de pie para salir de la casa; realmente odiaba estar presente en las conversaciones de pareja.
Los novios solo lo vieron retirarse, dándoles por fin un espacio. Gaara agradeció mentalmente por esto, ya sintiéndose más cómodo fue a donde el rubio, agachándose un poco le dio un tierno y corto beso en los labios; puede que las muestras de afecto no fueran su fuerte, mas trataba de demostrarle a su pareja que sus sentimientos por él persistían.
El kazekage al no recibir respuesta se limitó a caminar hacia la salida de la casa. El silencio no lo incomodó ni nada parecido, estaba consciente de que algo le pasaba al chico de ojos azules; sin embargo, no planeaba obligarlo a decirle lo que le ocurría.
—Si él necesita mi ayuda o consejo, me dirá lo que le preocupa —pensó el pelirrojo abriendo la puerta. Mientras una sonrisa se mantenía en sus labios, pues haberle robado ese beso a su novio lo hizo sentirse como un niño feliz.
—Suerte en tu trabajo —lo despidió Naruto, su voz se oía más animada. No podía negar que el pequeño gesto de Gaara le devolvió esa sonrisa de enamorado.
Por la tarde, el kazekage tenía una reunión programada; así que solo le quedaba tiempo disponible en la mañana. Tenía planeado que su visita al orfanato fuera breve; solamente saludaría a los niños y verificaría que hubieran recibido las cosas que él envió. Tranquilamente pudo enviar a solo a su hermano para hacer esto, mas aún conservaba su curiosidad por hablar con Shinki. El niño le recordaba de cierto modo a sí mismo, la anterior vez lo había notado distante y callado, parecía que no le encontraba motivación de convivir con sus compañeros; si algo tenía entendido, es que era rara esa actitud en un infante, presentía que algo debía causarla y con sutileza pretendía averiguar de qué se trataba.
Shikamaru despertó en su cama con el cuerpo relajado, por fin lo había abandonado ese tortuoso dolor de cabeza provocado por la fatiga y estrés. Las cortinas de su cuarto permanecían cerradas, por lo que se puso de pie y las separó con sus manos haciendo que la luz diurna le diera en toda la cara obligándolo a cerrar los ojos; con preocupación volvió a ver hacia el reloj en la pared de su cuarto, ya era cerca del mediodía y ahora mismo debería de estar otra vez en la oficina del hokage.
Todavía el consejo seguía debatiendo respecto a posibles candidatos para el puesto, aunque pareciera increíble no tenían prevista una persona como reemplazo inmediato. Shikamaru en parte comprendía que les costara tomar una decisión, luego de un hokage como Naruto resultaba imposible encontrar a alguien con el mismo nivel de poder; además debía de ser alguien que inspire confianza y liderazgo para los habitantes de Konoha. Simplemente nadie en la aldea pensó en tan pronto perder a su hokage, todos estaban conformes con que el héroe de Konoha ocupara tan importante puesto; sin embargo, tal como pasó con el cuarto hokage su muerte tomó a todos de manera imprevista, nadie contempló que algo así ocurriría porque era un hombre joven y reconocido por sus habilidades en el campo de batalla.
El consejero del hokage, tan rápido como pudo, salió de su cuarto arreglado para retornar a la oficina; mas fue detenido por su esposa la cual lo esperaba sentada en el mueble de la sala. El ceño fruncido de Temari lo hizo olvidar su prisa y detenerse a averiguar lo que la tenía de mal humor.
—Buenos días —saludó el pelinegro caminando hasta su esposa.
—Ya casi son tardes, pero eso no es lo importante—la mujer dio a entender por su tono la seriedad que tomaría la conversación—; sino que esta última semana estás casi todo el día en la oficina haciendo cosas que cualquier otra persona puede manejar.
—Solo estoy tratando de mantener todo en orden tal como se lo prometí —justificó su comportamiento Shikamaru.
La mujer negó moviendo su cabeza; conocía demasiado bien a su esposo y comprendía que convencerlo en un solo intento resultaba imposible.
—Justamente que usurpes labores que no te corresponden es de poca ayuda, además que tu constante supervisión sobre los demás apenas si les permite trabajar —Temari estaba casi segura que apelando a la lógica podría convencer a su esposo—. Deberías solo enfocar tu atención en buscar la manera de que Kurotsuchi se delate.
—He estado pensando en cómo hacerlo, pero cada plan que hago tiene un gran riesgo de fallar —era cierto que llevaba todos esos días intentando crear la estrategia perfecta, mas vislumbraba en cada una de ellas malos desenlaces.
Planeó enviar a los ANBU de Kurotsuchi para que la trajeran sin que ella sospechara, aunque cabía el riesgo de que ellos los traicionaran y contaran el plan a la tsuchikage. En estos tiempos donde la paz quedó más frágil por la disolución de la alianza entre las aldeas; hacer un ataque armado a Iwagakure consistiría en desatar una guerra y de manera inevitable Konoha sufriría bajas que conllevarían a quedar expuestos frente a las otras aldeas. Shikamaru sabía que la silenciosa tensión previa a la guerra llevaba años existiendo, cual depredador al acecho de su presa aguardando el momento preciso para lanzarse sobre esta.
—Siento que no importa el plan que elabore, de alguna manera se derramará sangre —la imagen que vino a la mente de Shikamaru fue la de su padre, él mejor que nadie comprendía que la guerra no era una opción.
—Que pienses demasiado en eso no te hará bien; mejor quédate a descansar y después si quieres regresas a la oficina —la mujer de cabellera rubia se puso de pie para tomar las manos de su cónyuge, quería transmitirle un poco de calma. Ella nunca se mostraba muy expresiva, mas hacía una excepción cuando se trataba de sus más cercanos seres queridos.
—Deben estar esperándome allá y preguntándose a qué se debe mi demora.
—Lo dudo, avisé que llegarías pasada la hora del almuerzo —sí, Temari desde un comienzo planeó que el pelinegro descansara aquel día; puesto que lucía muy agotado y estresado, sin que él lo admitiera era obvio que necesitaba descansar y relajarse un poco.
—Gracias —contestó en voz baja el hombre, cada día estaba más seguro de que se casó con la mujer indicada.
El llanto del bebé reclamando por comida los sacó de su momento íntimo de pareja. Antes de que la de ojos verdes hablara su esposo se le adelantó.
—Tú prepara el biberón y yo lo traigo —el líder del clan Nara se alejó por el pasillo, mientras la hermana del kazekage fue a la cocina.
Cuando su esposo regresó con Shikadai en brazos sintió cierta ternura que fue opacada por la preocupación; ella estaba consciente de que la situación entre Konoha e Iwagakure podía desembocar en algo terrible capaz de arrebatarle escenas tan pacíficas y lindas como la que se desarrollaba frente a sus ojos. La posibilidad de que algo le pase a su hogar la inquietaba, aunque no permitiría que eso le hiciera disfrutar menos el ahora.
—Cada vez estoy más angustiada, temo que se parezca a ti y tenga esa manía por andar de vago—ella se acercó a Shikamaru extendiéndole el biberón.
—Oye, me ofendes —bromeó el consejero del hokage; le encantaba esa parte de la actitud de su esposa.
Luego de eso pasó más o menos una hora, la pareja se encontraba comiendo el almuerzo cuando alguien tocó con fuerza y rapidez la puerta. Temari insistió a su esposo que ella iría a ver de quien se trataba, a los pocos segundos ella le dijo que un shinobi venía a buscarlo con una noticia urgente y que debía hablar directamente con él. Inmediatamente él mismo fue a hablar con el jounin que le contó algo preocupante.
—Todo el clan Hyuga están en el hospital de Konoha, al parecer han sido intoxicados —luego de esas palabras Shikamaru perdió las ganas de comer, disculpándose con su esposa por tener que retirarse de manera imprevista no se detuvo hasta llegar al hospital.
No comprendía cómo algo así pudo pasar; pese a esto sospechaba que de algún modo estaba relacionado con Kurotsuchi. Nada parecía estar yendo por buen camino, incluso su preocupación acrecentó ante la posibilidad de que el causante de esto envenenara a alguien más; inmediatamente ordenó a una enfermera que fuera en busca de Tsunade, confiaba en sus habilidades para hallar lo antes posible un antídoto. En busca de un indicio de quien hizo esto fue al cuarto donde le indicaron estaba Neji junto a su esposa, quizá él notó algo raro antes de que su clan fuera víctima del veneno; cualquier cosa que le contara podría darle una pista de a quién buscar.
En dos camillas contiguas estaban Tenten y Neji, quienes lucían bastante mal y se brindaban apoyo tomados de las manos. Apenas el líder del clan Hyuga se percató de su presencia intentó sentarse para conversar con él, pero el dolor en sus músculos se lo impidió.
—No tengo idea de quien pudo ser, si es por eso que vienes a verme —fue directo el Hyuga—; lo que ahora debería importarte es buscar a quien pueda hacer un antídoto, todos en el clan están contagiados, desde los niños hasta los ancianos.
La presión de esta nueva responsabilidad le estaba generando dolor de cabeza, detestaba cuando no conseguía prever algo porque sentía que era su culpa el no haber notado el problema; al parecer ni siendo el mejor estratega de su aldea era posible predecir cada movimiento de su enemigo.
—Que fastidio —pensó Shikamaru al sentir que el destino no estaba a su favor.
Continuará...
Durante estos días he escrito pequeños fragmentos del capítulo, en el poco tiempo libre que he tenido y conseguí terminarlo.
Espero que fuera de su agrado, de ser así no olviden votar y comentar.
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