34. ¿Existe la paz?


Gaara en su oficina iba avanzando con el papeleo, en los últimos años el número de habitantes iba aumentando y en base a la proyección hecha, el único invernadero que poseían no bastaría para preparar los medicamentos necesarios para esa población. Se planeaba derribar una parte del muro que rodeaba su aldea, ya que expandirse resultaba algo necesario. Llevaba tantos años como kazekage que realizar sus labores no representaba para él un gran problema.

-Entonces derribaremos el sector del muro que está cerca del orfanato -habló Kankuro mirando el plano que tenía su hermanito sobre la mesa.

-Sí, y además de apoyar con quitar el muro creo que uno de estos días podríamos visitar el orfanato -él trataba de ir ahí lo más seguido posible para verificar si esos niños necesitaban algo.

-No te preocupes, yo me encargo de hacer los documentos para pedir presupuesto -habló el marionetista.

-Primero debemos ir a comprobar qué están necesitando y en base a eso sacar el presupuesto -por la mente de Gaara pasó la idea de llevar a Naruto con ellos.

Su novio había crecido sin padres y quizá él supiera interactuar mejor con los niños, de seguro él conseguiría que le hablaran con total confianza. Naruto tenía una habilidad especial para darte una sensación de confianza, siempre conseguía que dialogaras con él como si lo conocieras de toda la vida.

-¿Estás pensando en él? -inquirió el de cabellos marrones.

-¿A quién te refieres? -el pelirrojo no entendía lo que trataba de decir su hermano.

-Obviamente a Naruto, sueles sonreír un poco cuando piensas en él -le explicó el de la cara pintada.

-Estaba pensando en llevarlo con nosotros al orfanato, me imagino que él le agradará a los niños.

-Es muy probable que así sea -admitió el consejero y hermano de Gaara.

Pasadas unas horas ambos hijos de Rasa retornaron a la casa llevando en unas bolsas las cosas para cocinar; ambos no estaban seguros de si Naruto habría cocinado algo. Al llegar a la casa abrieron la puerta, entraron a esta y dejaron sus zapatos en la entrada; luego de unos segundos se angustiaron un poco, todo estaba extrañamente silencioso.

-De seguro se ha quedado dormido, regreso en un momento -Gaara no parecía preocupado porque conservaba su expresión de seriedad.

-Yo dejaré las cosas en la cocina.

El kazekage se fue por el pasillo de la izquierda. Quizá su expresión no lo demostraba, pero en realidad sí temía que algo le hubiera pasado a su novio. Cuando lo encontró herido había temido lo peor, se planteó por unos instantes que le era posible perderlo, y eso le generó mucho miedo.

Cuando estuvo delante de la puerta del cuarto dudó sobre si abrirla de golpe o tocar primero.

-No puedo dejarme llevar por mis emociones -se repitió a sí mismo. En realidad eso es algo que siempre hizo como líder, siempre debía analizar con detenimiento las situaciones y tomar la mejor decisión.

Tocó la puerta con suavidad y no recibió respuesta. Llamó a su pareja y nada; así que dio vuelta a la perilla y se topó con que él estaba durmiendo. Inmediatamente le llegó el alivio, lucía bastante tranquilo; solo estaba babeando un poco la almohada, ahí fue que notó algo tirado en el suelo.

-Se le debe haber caído una hoja -pensó y se aproximó al objeto, lo tomó y se enteró de que no era un simple pedazo de papel.

A primera vista reconoció al hombre de la foto, aquel era el cuarto hokage, Minato Namikaze; junto a él se hallaba una mujer de cabellos rojos, esa debía ser la madre de Naruto. Realmente parecían ser unas buenas personas; además lucían como una feliz pareja.

Con cuidado dejó la foto sobre el escritorio y dio la media vuelta para salir del cuarto. Sin embargo, una voz somnolienta lo detuvo.

-¿En qué momento llegaste Gaara? -el actual hokage estaba sentado en su cama mientras estiraba sus brazos hacia arriba.

-Hace poco, ¿Dormiste bien? -el pelirrojo volteó a ver a Uzumaki.

El de ojos celestes no le hizo caso porque notó la ausencia de algo, en un parpadeo el sueño se le fue y se puso de pie para rebuscar en su cama.

-¿Dónde está? -el rubio levantó la almohada y comprobó que bajo esta no había nada.

-Si buscas la foto la he dejado en tu escritorio, se te cayó al piso.

Con decir esto el suspiro del jinchuriki fue audible, apenas este recuperó el recuerdo de sus padres lo miró con una sonrisa. Luego con cuidado volvió a depositarlo sobre el escritorio; luego volteó a ver a Gaara quien lo observaba apoyado en el marco de la puerta.

- ¿Hay algo con que pueda ayudar? -el hokage se sintió un poco avergonzado por haber estado durmiendo tanto.

-En realidad sí, hoy planeábamos ir al orfanato de Suna y quería que nos acompañes -el pelirrojo mantuvo su vista en la cara del rubio, era bastante lindo cuando sonreía.

-No hay problema, dattebayo -respondió Naruto. Aunque cuando Gaara se aproximó hacia él, más de lo normal, dedujo sus intenciones y aceptó el beso.

Las mejillas le ardían, realmente le costaba ocultar lo mucho que estaba disfrutando ese contacto. Por fin tenían algo más de tiempo para estar juntos, de cierto modo se sentía irreal que eso estuviera pasando. Que el beso se extendiera más de unos pocos segundos lo hizo experimentar algo raro, así que terminó el beso sintiendo cierto bochorno; incluso el hermano menor de Temari tenía sus mejillas un tanto enrojecidas.

-Te ves tierno así, tus mejillas combinan con tu cabello -Uzumaki lo fastidió un poco. La piel porcelana de su novio solo resaltaba más el color en sus mejillas.

El quinto kazekage, incapaz de refutar lo innegable, trató de recuperar su compostura; solo con el ninja rubio se sentía tan libre de expresarse.

-¡Gaara! -gritó Kankuro desde la cocina- Si no vienes a cocinar no es mi culpa que explote la cocina.

Bastó escuchar eso y Gaara tuvo que ir a donde estaba su hermano, dejando solo al rubio. A Naruto se le hacía agradable estar ahí, era mucho mejor que estar solo en su casa.

-Se siente bien estar en un entorno más familiar -pensó el hokage observando desde la puerta de la cocina a su novio. Kankuro por su lado ayudaba pasándole los ingredientes a su hermanito-, esto es mejor que la soledad de mi casa.

-No te olvides de que yo siempre te hago compañía -le recordó Kurama un tanto ofendido.

-Perdón por olvidarte Kurama, es solo que me refería a personas -trató de justificarse el rubio-; además tú andas casi todo el tiempo dormido.

En Iwagakure se encontraba tranquilamente Kurotsuchi, había ido a almorzar y retornaba satisfecha. Su felicidad no era tanto por la buena comida, sino porque sentía que estaba muy cerca de conseguir su objetivo. El hokage había fallecido, quizá su muerte no fue la más digna; pero en una batalla limpia nadie hubiera podido contra él.

Al volver a su oficina se reunió con un jounin, este el traía un pergamino del señor feudal; después de leer la información su dicha aumentó.

-Ya tengo la autorización, solo faltan unos pocos preparativos para tomar Konoha -pensó la de ojos rosa. En menos de un mes tenían que atacar la aldea, puesto que, esta se hallaba en un momento de debilidad.

La pérdida que suponía la muerte del hokage generaría muchas cosas, por ejemplo, los aldeanos se sentirían inseguros. Sumándole a eso que el consejo debía tratar de buscar un reemplazo adecuado, ¿Quién en esa aldea era más fuerte que Naruto Uzumaki? Nadie, eso era obvio y que haya muerto a manos de alguien de otra aldea solo generaba más miedo.

-Ya puedes retirarte -dicho esto el jounin se fue.

Ella se mantuvo pensativa. Pudo deshacerse del hokage, pero quedaban todavía ninjas fuertes con los cuales lidiar sería un problema; debía encargarse de ellos de manera individual.

Konoha siempre destacó por sus habilidosos ninjas, algunos de estos con kekei genkai que se mantuvieron en su posesión y que muchos codician hasta ahora. Tenía que sacar a todos esos obstáculos de su camino; mas debía hacerlo de manera disimulada para no alzar sospechas.

Para su suerte no todos en Konoha eran tan fieles a su aldea, por lo tanto, ya estaba lista para comenzar con la siguiente parte de su plan. Gracias a su informante sabía todo lo necesario, no había equipo del cual no supiera su ubicación.

La puerta de su oficina se abrió y aparecieron varios líderes equipos ANBU, cada uno ya era consciente de cuál era el propósito de su misión.

-Bueno, ya se les asignó un objetivo por equipo -empezó a hablar la de cabellos negros, mientras extendió un mapa sobre la mesa con puntos marcados-. Estas son las ubicaciones de sus objetivos...

Kurotsuchi continuaría explicando los detalles con total cuidado, estaba segura de que hacía lo mejor para su aldea. La paz no era posible y seguía convencida de eso, la única manera de que su aldea no fuera atacada por otras era clara: hacer que Iwagakure esté por encima de las demás. El mundo funcionaba así, solo el fuerte se mantenía por encima pisoteando a los demás; aunque algunos odien aceptar esa realidad, eso resultaba algo innegable porque cada quien decidía si ser: el que pisotea o el pisoteado.

Ella sabía que no había manera de conseguir una paz absoluta, y aquel que se negara a admitirlo se cegaba a sí mismo de la realidad. El mundo no es color de rosa, y si no es así es por culpa de las personas.

Por otro lado, en el orfanato de Suna se hallaba el kazekage mirando a Naruto jugar con unos niños. El supuesto fallecido hablaba muy alegremente con ellos; realmente él había madurado, pero seguía siendo Naruto Uzumaki, por eso cosas como su personalidad cálida es algo que no perdía.

Y en otra parte del patio estaba Kankuro jugando con algunos niños, al parecer pretendían ser ninjas.

Uzumaki lo vio por un momento y con su mano lo invitó a acercarse; solo por cariño a su novio lo hizo, ya que, en realidad no sabía cómo tratar con los niños. En su infancia trató muchas veces de convivir con otros niños, mas siempre era rechazado y aprendió a estar solo; recordaba todas las veces en que los veía jugar desde lejos, todo eran risas y alegría de la cual él nunca participó.

-Gaara, pareces un viejo amargado, te la has pasado sentado desde que llegamos -habló el de ojos celestes, para luego sentir como alguien lo jalaba de la mano, era Hikari,uno de los niños-. Dame un momento para hablar con mi amigo, luego seguimos jugando.

El pequeño asintió y se alejó para volver con los demás. Por su parte Gaara se quedó con una expresión de incomodidad, realmente se sintió raro que Naruto se refiriera a él como amigo.

-No soy bueno para jugar, solo les arruinaría la diversión -el kazekage planeaba darse la vuelta, pero su novio lo detuvo.

-Aunque sea juega con nosotros un rato -insistió el hokage, quien estaba muy lejos de parecerse a sí mismo. Nuevamente había tenido que cambiarse de ropa y ponerse la peluca para ocultar su identidad.

El pelirrojo ante otra persona se hubiera mantenido firme, pero no quería ser la causa de esfumar esa sonrisa en Naruto. Dudando aceptó acompañarlos a jugar; resultó que a los niños les divertía verlo hacer figuras con la arena, cosa que lo hizo permanecer más tiempo del esperado entreteniéndolos.

De repente la encargada del orfanato trajo a otro niño que llamó la atención de Gaara, este tenía una cara de "solo estoy aquí porque no tengo opción". El hijo menor de Rasa se detuvo de jugar y le explicó al rubio que quería hablar con el recién llegado niño.

-Ese es Shinki -señaló una niña-, no suele jugar con nosotros, siempre anda muy callado.

Gaara al menos teniendo idea del nombre del niño, se acercó a él con la intención de hablarle; sin embargo, Shinki se dio la vuelta y entró devuelta al orfanato. Si antes decidió aproximarse a él fue porque era como verse a sí mismo; quizá en otra ocasión podría hablar con él.

Rendido el kazekage avisó a Naruto y a Kankuro que ya tenían que irse. Quizá el hokage no tuviera nada que hacer, pero Gaara aún debía cumplir con su trabajo como líder de su aldea.

-Vuelvan otro día -pidió un niño.

-Lo prometo, será lo más pronto posible -se despidió el rubio, quien realmente deseaba poder volver a verlos.

Se había divertido demasiado, cosa que casi no hacía por sus deberes como hokage. Había sido refrescante poder sentirse otra vez como un niño, por un momento olvidó casi todas sus responsabilidades. Una vez más lo invadió la angustia, todo a su alrededor era una bonita paz que podía esfumarse pronto.

-Kurotsuchi, ¿por qué planeas acabar con esta paz? -pensó el hokage.

Los buenos ánimos lo abandonaron para darle paso a la preocupación; él confiaba que lograría resolver la cosas para mantener la paz en su aldea. Estaba dispuesto a proteger lo que los anteriores a él defendieron.

Continuará...

Por fin actualizé. Por cierto, perdón si hay errores ortográficos. Demoré en actualizar porque ando ocupada, además necesitaba un pequeño descanso de escribir.

Espero que les haya gustado el capítulo, de ser así voten y comenten.

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