31. Un momento juntos

Shikamaru era un hombre sereno que no permitía que su juicio se viera nublado por sus emociones, pero en esta ocasión en sus mirar se reflejaba un cierto desconcierto y preocupación porque Gaara por motivos de discreción solo le pidió que fuera al hospital. Incluso el Nara para evitar hablar con alguien ajeno y no hacer sospechas dijo que buscaba a Sakura Uchiha; luego de un rato él fue recibido por la de ojos jade quien lo guió hasta donde estaba el pelirrojo.

—Debo volver a mi oficina. Creo que Gaara podrá explicarte mejor lo que sucedió con Naruto —dicho esto la de cabellos rosados se retiró.

El hermano menor de Temari volteó la vista hacia su derecha topándose con el consejero del hokage, este se sentó a su lado derecho listo para saber qué ocurrió; estuvo esperando a Naruto, pero como este demoraba pensó en ir a traerle un ramen de Ichiraku, solo que luego recordó que Gaara se quedó esperándolo y probablemente saldrían juntos. Así que finalmente regresó a su casa donde le aguardaba Temari, mientras comía fue que recibió la llamada y una angustia lo invadió debido a que Gaara no dio detalles de por qué estaba en el hospital.

—Entonces, ¿Qué fue lo que le pasó a Naruto? —inquirió el esposo de Temari.

—La verdad no estoy seguro, yo solo noté que demoraba y fui nuevamente a la sala de la reunión y ahí estaba en un charco de sangre —dijo el de ojos turquesa sintiendo una dificultad al decirlo, todavía recordar eso le generaba inquietud.

—La verdad que atacaran Suna pareció ser porque querían tu cabeza y ahora le pasó lo mismo a Naruto —Shikamaru apoyó uno de sus codos en su rodilla y se rascó la barbilla.

—También estuve pensando en eso —habló el kazekage quien al compartir su opinión con Shikamaru confirmó su temor—. Yo me quedaré aquí cuidando de Naruto.

—Yo me iré a reforzar la seguridad de la aldea —dicho esto el que usaba la posesión de sombras tornó su expresión más seria.

—Te avisaré apenas despierte; por seguridad te llamaré desde el teléfono de la oficina de Sakura para evitar que nadie más se entere de lo ocurrido —cuando el menor hijo de Rasa acabó estas palabras se puso de pie el consejero de Naruto.

—Sé que puedo confiar en que no dejarás que nadie que no sea Sakura entre a ese cuarto; supongo que ella es la única de este hospital que sabe quién está en ese cuarto —observó la puerta a su izquierda donde debía estar su amigo.

—Sí, ella fue la única que estuvo dentro de la sala de operaciones y lo trajimos hasta aquí oculto —confirmó el pelirrojo.

Ya con una preocupación menos, el padre primerizo, se retiró para asumir su lugar correspondiente; cuando el hokage se ausentaba por cualquier motivo le correspondía al consejero encargarse de la aldea. Actualmente más que nunca porque podrían tratar de infiltrarse a Konoha. Quien le hizo eso a Naruto debió tomarlo desprevenido o algo parecido porque no concebía que alguien pudiera herirlo de gravedad con tanta sencillez.

Luego de eso el ex jinchuriki de Shukaku continuó esperando por una hora más y si algo lo sacó de sus pensamientos fue el sonido de pasos aproximarse. La figura de Sakura vestida de blanco apareció, saludó a Gaara con la mano y pasó directo al cuarto donde reposaba el Uzumaki; después de que ella entrara al cuarto pasaron unos minutos para que la ninja asomara por la puerta entreabierta.

—Necesito tu ayuda, Gaara —pidió la mujer.

El kazekage entró al cuarto y por fin lo vio con los ojos cerrados recostado en la camilla. El rubio tenía su abdomen vendado y era notable como su pecho subía y bajaba; era increíble la expresión tan tranquila y serena que mantenía el hokage, aparentaba estar dormido.

La esposa de Sasuke se agachó para quitar el seguro de las ruedas de la camilla, así podrían trasladar a su amigo a otra habitación donde permanecería seguro. Sakura planeaba trasladarlo al cuarto vacío más cercano porque debían evitar que alguien lo vea; le resultaba imposible imaginar el pánico de toda la aldea si se enteraba del estado de su actual hokage.

—¿Puedes revisar que el pasillo esté despejado? —preguntó la de ojos jade. Trataba de disimularlo lo mejor que podía, pero se sentía preocupada por la situación de Naruto.

Claro que de niña fue una chica muy tonta y superficial, lo cual iba bastante acorde a su edad; mas ella maduró mucho desde ese entonces y vio sus errores, incluso lo cruel que fue con Naruto el día en que le confesó su falso amor hacia él, ¿Qué diablos tenía en la cabeza cuando dijo eso? En esos momentos fue su estrés lo que la llevó a realizar cosas que de haber mantenido su calma no hubieran ocurrido, recordaba haberle pedido perdón luego de que él la rescató. Desde ese día aprendió muchas cosas y se permitió reflexionar sobre sus errores, se prometió no volver a cometerlos y con un nuevo punto de vista comprendió que Sasuke ya no era el de antes y se encargó de poner fin a ese sentimiento superficial que tuvo de niña. Luego trató de convencer al rubio diciéndole que Sasuke les había hecho demasiado daño a ambos, pero al ver que su amigo no reaccionaba decidió apoyarlo porque si algo le sucedía y no estaba ahí para evitarlo se coronaría como un asco de persona. Realmente es curioso que de todos modos acabara casándose con el Uchiha, aunque esa es otra historia.

—No hay nadie —el pelirrojo la hizo reaccionar, apenas si se percató de cuando se fue.

—Bueno, yo empujaré desde la cabecera de la camilla y tú jalarás desde el otro extremo —ordenó la de cabellos rosados.

El novio de Naruto asintió y abriendo las puertas de par en par se preparó para trasladar de cuarto a su pareja; nunca se imaginó que acabaría haciendo algo como esto, al menos no vio venir eso cuando aceptó estar con él. Mientras Gaara caminaba de espaldas tuvo que ir siendo guiado por la ninja médico porque él no conocía el hospital no tenía idea de a dónde llevaban al hokage; después de un minuto llegaron a otro cuarto con las puertas ya abiertas e hicieron ingresar al jinchuriki de Kurama.

—¿Puedes trasladarlo con tu arena a la otra cama? —indagó la mujer volviendo inmediatamente a la puerta de la habitación vigilando que nadie se acerque.

—Claro que puedo —dijo con su tono inexpresivo el kazekage, esto llevó a la mujer no saber si lo decía con fastidio o simplemente estaba de acuerdo. Suponía que los segundo porque Naruto y Gaara mantenían una relación, puesto que el rumor llegó a ella y sabiendo que su amigo salió con él supuso que las cosas iban bien entre ellos.

Cuando la kunoichi volteó el de marcas en sus mejillas ya estaba en la otra camilla, agradeció al de cabellos rojos por el favor que le hizo y dejando en claro que debía retirarse para continuar su trabajo. Por alguna razón ella no logró quitar esa sonrisita de felicidad al saber que su amigo tenía a alguien como el kage de Suna para acompañarlo; más tarde vendría a chequear que su paciente estuviera mejorando. Por lo tanto se llevó la camilla vacía de vuelta a la sala de emergencias, no sin antes cerrar la puerta.

Gaara tomó asiento en una silla dejada en una esquina del cuarto, la tomó y la movió hasta dejarla al lado de la camilla; aunque antes de tomar asiento acomodó la sábana para que cubra el cuerpo de su pareja. Además verlo sin su ropa superior puesta era algo incómodo. Debió haber pasado una media hora y el Uzumaki se mantenía inconsciente, por esto el kazekage sintió su cuerpo entumecerse y se levantó caminando un poco por el cuarto para finalmente quedarse frente a la ventana; incluso el sol mantenía su resplandor como si nada hubiera pasado en Konoha, la misma gente caminaba tranquila.

—Esa es la paz que deseo proteger —pensó el menor de los Sabaku no. Ahí afuera vio a unos niños corriendo felices de regreso a su casas—, las futuras generaciones merecen ver un mundo donde la paz exista.

Se mantuvo observando las calles de esa aldea por un rato hasta que un quejido lo hizo voltear. Ahí estaba su novio sentado con una mueca de dolor. Los ojos turquesa examinaron por un momento al rubio como asegurándose que no era obra de su imaginación; sintiendo una presión en su pecho fue hasta él y sentándose al borde de la cama puso su mano encima de la del hokage.

—Me alegra que despertaras —expresó el ex jinchuriki con una emoción que solo alguien que lo conociera percibiría.

—Perdón si te preocupé —se disculpó el de ojos celestes encontrando su mirada con la de su pareja. Obviando su dolor al inclinarse hacia adelante el hokage pegó su frente con la de su novio—; ya no volveré a ponerme en peligro de ese modo.

A Gaara le trajo recuerdos ese gesto, fue hace muchos años que de ese modo lo liberó del control de Shukaku y cambió su punto de vista respecto al mundo; desde ese entonces pudo hallar amor en su vida, el cual resultó estar más cerca de lo que pensaba. La imagen de sus hermanos le vino a la mente, seguida de la de Naruto.

—¿Te enojas... —el hokage fue interrumpido por un beso que venía anhelando desde que retornó de Suna. Por un momento dejó su mente en blanco prestando atención a esas sensaciones tan extrañas que le provocaba el pelirrojo.

Ambos cerraron sus ojos sintiendo la suavidad de los labios del otro, puede que el beso comenzara siendo tímido para luego ir tomando más seguridad e intensidad que los forzó a separarse. Cuando se miraron entre ellos recién el de cabellos turquesa cayó en la cuenta de que la sábana no cubría el torso de su pareja y esto le generó cierta incomodidad.

—Creo que debí traerte una ropa limpia para reemplazar la que está rota —dijo el hermano de Temari observando el rostro de su pareja.

—No hay problema, cuando estén por darme de alta puedes ir por ella —dijo el hijo de Minato—; además creo que te debo dos disculpas.

—¿Por qué? —interrogó un poco confundido el de las ojeras.

—La primera porque se supone que cuando fui a Suna debí pasar tiempo contigo —explicó Naruto—; y la segunda por dejar que me atacaran.

—¿A qué te refieres? —ahora Gaara estaba con más dudas.

—Fue algo repentino lo que ocurrió luego de que hablé con Kurotsuchi, mas creo que tengo tiempo suficiente para contarte lo sucedido —el hokage comenzó de este modo la explicación de lo ocurrido.

Kurotsuchi ya había partido devuelta a su aldea, se notaba esa satisfacción en su sonrisa y en la velocidad con la que saltaba de rama en rama deseosa de retornar a su aldea. Acompañándola estaba Akatsuchi y otra persona más quien caminaba con la cabeza alta tratando de mostrar fortaleza, puesto que la dignidad no planeaba perderla frente a la tsuchikage.

—¿A qué se debe tu silencio? —trató de hablar la nieta de Onoki con la persona siendo ignorada— ¿Te cortaron la lengua?

La persona detectó la burla, pero literalmente cometer un paso en falso llevaría a que atacar al hokage fuera en vano.

—Ahora ya no eres tan atrevida, ¿Verdad? —la de cabellos negros volvió a fastidiarla— No me digas que es la primera vez que te ensucias las manos, Hayami.

La Uzumaki odió que se refiriera a ella con tanta confianza, esa mujer era un ser despreciable a la cual deseaba ver muerta en ese momento porque haría un favor al mundo.

—Ya déjala, Kurotsuchi —la detuvo Akatsuchi quien ya no toleraba la actitud de la que fue su compañera años atrás como escolta de Onoki.

—Está bien. Mejor sigamos que quiero llegar rápido a Iwagakure —contestó la tsuchikage. Debía hacer lo mejor para su aldea y seguir su juicio; por algo su abuelo la entrenó por años e incluso le traspasó los conocimientos del elemento polvo, el cual hasta ahora no conseguía dominar.

Ella comprendió que la paz entre las aldeas era algo imposible porque siempre habitaría en los corazones de las personas algo de oscuridad y si esta existía una paz plena era imposible; al menos trataría de no permitir que la oscuridad de otros lleve a su aldea a la desgracia. Quizá Naruto venía ahora con su supuesta paz, pero el siguiente a él puede que no pensara del mismo modo y usara su poder para tomar las demás aldeas. El resto no le importaba, solo quería proteger su aldea que era por lo que tanto luchó su abuelo.

Continuará...

Hoy no tuve clases y pude hacer el capítulo, espero que les gustara y si fue así voten y comenten.

Casi lo olvido, si alguien encuentra algún error ortográfico pueden avisarme porque suelo ser despistada y pasar por alto algunos.

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