27. El amor no es rosa
El mediodía se acercaba y su novio seguía leyendo en su cuarto. La verdad Gaara no estaba incómodo por esto, de todos modos Temari le trajo algo del papeleo de su oficina y en una habitación del segundo piso estaba concentrado avanzándolo; quizá su deseo fue en un inicio pasar más tiempo con su pareja, pero ahora se encontraba sentado leyendo documentos.
—A veces eres demasiado bueno —oyó la voz de Temari desde el marco de la puerta.
—No entiendo de qué hablas —respondió con inocencia el kazekage.
—Hay Gaara —la mayor se acercó hasta quedar separada un par de centímetros del escritorio—; sé que evitas tus sentimientos negativos, aunque debes saber que sentirlos no tiene nada de malo. Gaara no respondió solo se le quedó viendo sin atinar a qué decir.
—Enojarte es completamente normal, así como lo es estar triste o feliz —continuó la rubia—. Sentir eso no te convierte en una mala persona.
— ¿Eso es cierto? —preguntó el menor de los Sabaku no.
—Por ejemplo, Shikamaru fue un tonto varias veces conmigo y eso me enfurecía como no tienes idea —comenzó la explicación la princesa de la arena—; mas eso no cambia lo que siento por él y tampoco soy una mala persona por estar enojada en ciertos momentos.
—Gracias, Temari —le dedicó una sonrisa el de ojos turquesa.
—Por momentos siento que creció muy rápido —pensó para sí misma la esposa de Shikamaru, la cual extendió su mano derecha y le revolvió los cabellos a su hermanito—; mejor deja de estresarte y baja a almorzar.
—Está bien —el pelirrojo dejó a un lado su lapicero y siguió a su hermana pasando por el pasillo, ahí estaban las puertas que daban a los cuartos de sus hermanos. La primera por la que pasaron camino a las escaleras era la de Kankuro y la siguiente de Temari.
Al bajar vieron que el marionetista ya estaba sentado comiendo con mucho gusto; Temari se sentó a su lado y dándole una mirada de reproche al de cabellos marrones este empezó a comer más despacio.
—Oye Gaara, ve a pasarle la voz a Naruto; creo que no se dio cuenta de la hora —pidió la mujer y el menor simplemente le hizo caso.
Cuando estaba por el pasillo alcanzó a oír a su hermana decir "¿Qué compromiso tienes?". Pensándolo bien era raro que su hermano comiera tan rápido. Tocó la puerta de su cuarto y oyó la voz del hokage responderle del otro lado, así que entró encontrando a Naruto sin su casaca; de seguro el calor en Suna lo forzó a eso.
—Ya está el almuerzo —le informó el kazekage.
— ¡Qué bien, dattebayo! —Naruto estaba hambriento después de acabar de leer el libro de Jiraiya, al terminarlo se quedó reflexionando hasta que llegó su novio.
—Mañana te vas, ¿Cierto? —interrogó el de cabello rojos tratando de no sonar triste.
—Sí, no puedo dejar más tiempo a la aldea a cargo de mi clon —contestó el de ojos celestes también algo desanimado, aunque en realidad se sintió culpable por casi no pasar tiempo con Gaara.
—Está bien —fue la respuesta del hijo de Rasa quien no evitó sonar frío porque no deseaba que se note lo desalentado que estaba; si algo no deseaba era ser egoísta porque conocía las responsabilidades de su novio.
—Gaara, espera... —dijo en voz baja el de ojos celestes observando la puerta abierta. Realmente todo esto era más complicado de lo que esperaba.
El almuerzo transcurrió algo tenso con la llegada de los dos kages a la mesa. Temari quien seguía comiendo por debajo de la mesa dio un suave empujón al pie derecho de Kankuro y cuando este le prestó atención dirigió su mirada rápidamente a la pareja que se mantenía en silencio cada uno concentrado en su comida. Por mucho que la mujer quisiera apoyar esos dos no eran niños, por esto debían resolver sus problemas solos; aunque esperaba que pronto solucionaran lo que estuviera ocurriendo.
"Es seguro, las cosas siguen igual" se dijo Temari al día siguiente, ya era el almuerzo del tercer día y las cosas se mantuvieron del mismo modo entre Naruto y Gaara. No interferiría, era un asunto de ellos y solo le quedaba mirar. Al acabar la comida tenía que regresar el joven Uzumaki a su aldea, preparó su maleta y al llegar a la sala vestido con una apariencia totalmente diferente se despidió; quizá el adiós temporal de los novios fue demasiado seco y eso no pasó inadvertido.
—Adiós Gaara —trató de decir con su común tono animado, el hokage, sin embargo, fue notable su sobreesfuerzo al hacerlo.
—Hasta pronto, Naruto —contestó el pelirrojo con un tono más serio del usual.
Incómodo salió por la puerta de la casa directo a la estación a la cual recordaba cómo llegar, al tren subió cerca de la una y media, y en un par de horas se hallaba devuelta en Konoha. Una vez más, Naruto, se topó con su solitaria casa; entonces con el resto de la tarde libre decidió ir a ver a quien le tenía una pocas preguntas relativas a su clan.
Karin Uzumaki se hallaba en su pequeña casa, siempre estuvo agradecida con Naruto por darle un pequeño lugar en Konoha; por fin tenía una vida propia en la cual era libre de hacer lo que quisiera, ya no servía a nadie. Si algo no esperaba fue que cerca de las cinco tocara a la puerta de su casa el mismo sexto hokage, había oído los rumores, pero no les tomó mucha importancia. Aunque aguardaba el día en que él viniera a indagar sobre su clan, llámenlo intuición o como quieran. Lamentaba defraudarlo con los limitados conocimientos de su clan.
—Hola Naruto —saludó ella— o debo decir sexto hokage.
—Con Naruto está bien para mí, de todos modos el que viene a pedir tú ayuda soy yo —dijo el hijo de Kushina.
—Bueno, pasa —se hizo a un lado la de lentes y el rubio entró a la péquela casa, la cual estaba muy limpia y ordenada.
La mujer lo guio a través de la sala y el comedor para luego llegar frente a una puerta corrediza la cual movió a la derecha dejando ver el pequeño jardín bien cuidado. En medio del área verde había una mesita, el rubio se sentó en el suelo y apoyó sus brazos en esta; aunque no conociera casi nada a Karin para él era una buena persona que pasó por situaciones que la llevaron a involucrarse con Orochimaru.
— ¿Qué es lo que quieres saber? —inquirió la mujer sentándose en frente.
—En realidad si ahora tengo tanta curiosidad es porque la persona que atacó al hermano del kazekage en Suna usaba las mismas cadenas que tú —escuchar eso hizo que la mujer abriera los ojos más de lo normal por un breve periodo de tiempo.
—Creo que no debería sorprenderme tanto que hayan más Uzumaki —Karin no recordaba tantas cosas de su pasado, mas hasta ahora se preguntaba qué fue del resto de su familia y si por algún lado estuvieron viviendo ocultos.
—Hay muy pocas cosas que recuerdo de ese noche en que se dio la masacre —apoyó su cabeza en una de sus manos pensativa—. Recuerdo que nuestro futuro líder del clan salió a tratar de defendernos, si algunos salimos vivos fue por él.
— ¿Puedes contarme lo que sucedió después? —el de bigotes en sus mejillas deseaba saber qué pudo llevar a un clan tan poderoso a caer.
—Bueno, primero te pondré al tanto de un par de cosas —inició Karin—. En la rama de los herederos estaban Kushina, tu madre, y su prima, Michiko, un par de años mayor que ella; la última nació con una condición especial nunca antes vista, nació como los humanos que había antes de la llegada de Kaguya, sin chakra.
— ¿Eso es posible? —Naruto no recordaba haber oído de algo así.
—Antes de ella nunca se dio algo parecido, por esto la tomaron como un mal augurio para todo el clan; aunque jamás se le trató mal, solo fue descartada como opción para ser la jinchuriki de Kurama —relató la de cabellos rojos acomodándose los lentes—. El hermano menor de ella sí tenía chakra, así que como Kushina ya había sido seleccionada para ser la jinchuriki a él le correspondió convertirse en futuro líder del clan, ese era Hikaru.
— ¿Ahora me dirás qué pasó en la masacre? —un impaciente Naruto deseaba saber sobre lo sucedido.
—Bueno. Esa noche como supondrás no tengo toda la información, solo sé que atacaron mientras todos dormían y al parecer a los primeros que mataron fue a los herederos; aunque recuerdo haber visto a algunos de ellos mientras mi madre trataba de sacarme.
Karin recordaba el caos: las casas destruidas le parecía algo irreal y apenas procesaba lo que ocurría; entre tanto laberinto vio a Hikaru muy a lo lejos pelear defendiendo a los suyos y tratando de retrasar lo inevitable. Su madre la jalaba tratando de hallar modo de escapar, los gritos no faltaron y eso la aterró aún más. Ahí fue que vio a la hermana menor de Michiko, la tercera de los tres de la rama de los herederos, la que hace unos años cumplió quince, esa misma estaba llevando de la mano a una niña.
— ¿Karin? —la sacudió Naruto haciéndola reaccionar.
—Perdón —dijo ella llevándose la mano izquierda a la cabeza—; ahora quítame las manos de encima.
Un nervioso rubio por la mirada que recibió la soltó y volvió a sentarse como antes, por un momento le recordó a su madre por la expresión; probablemente era la sangre Uzumaki que ambas compartían.
—El caso es que esa noche murieron los herederos y los pocos que logramos sobrevivir no somos de esa rama principal. Ellos eran los únicos capaces de usar todo el poder de las cadenas de diamantina; además consigo se llevaron los mejores jutsus que solo practicaban ellos —puso fin al relato la Uzumaki—. Perdón si no fui de mucha ayuda.
—Te equivocas, me fuiste muy útil; realmente tenía deseos de saber algo de mi clan —después de esto dicho por Naruto se despidieron para que por fin el hokage retorne a su casa. En pleno bosque de Konoha se encontraba Hayami muy cansada, deseaba llegar a la aldea y tomar una ducha muy relajante para aliviar su cuerpo; con la seguridad de que no había nadie cerca se cambió de ropa y se puso la dichosa peluca.
—La misión vale la pena, la misión vale la pena —se repetía a sí misma porque la endemoniada cosa que traía en la cabeza daba una comezón terrible. Esta vez no fallaría, aquí no haría falta nada de edo tensei o siquiera pelear. Se acomodó su ropa y aguardó a que un tren pasara por ahí, así llegaría sin levantar sospechas y se saltearía la seguridad de la entrada principal de Konoha.
¿Qué tan buena fue su madre en sus trabajos? Seguro que bastante porque si no la habrían abandonado a su suerte los compañeros de ella. Esperó unas horas y al pasar el tren subió de un salto a la parte superior de este, solo había una persona con la que debía evitar toparse para que no la detecten; si se topaba con esa Uzumaki la misión acabaría, más o menos ella desarrolló la capacidad de percepción a un buen rango de distancia. Además aprendió a no ser detectada, solo que presentaba complicaciones con esto si peleaba al mismo tiempo que hacía esto.
En muy poco tiempo sintió el tren perder velocidad y buscó un vagón casi vacío al cual se metió por una ventana cuando los pasajeros de este bajaron. Tranquila y serena bajó la joven Uzumaki observando el cielo nocturno sobre su cabeza; cuando abandonó la estación admiró disimuladamente lo grande y linda que era la ciudad. Puede que su destino fuera ser una mercenaria, pero siempre quiso saber cómo sería tener una familia y vida normal. Si algo despertaba su curiosidad era que el hokage fuera de su mismo clan, sin embargo, sus caminos eran demasiado diferentes y no podía cambiar ese destino.
Naruto en ese momento descansaba en su cama con una inquietud, en el poco tiempo de su relación jamás discutieron directamente; mas sabía que algo sucedió y deseaba reparar su error. Quería llamar a Gaara, pero no tenía idea de qué decirle.
— ¿Qué se supone que deba hacer? —se preguntó por décima vez el rubio.
Continuará...
Logré actualizar. Espero que les gustara el capítulo, si fue así voten y comenten que de ese modo me apoyan más de lo que creen.
Posdata: Cuando he estado escribiendo el fanfic no he evitado ponerme a pensar en si Naruto y Gaara llegan a tener un hijo. Creo que trataría de demostrar un poco la relación de este con sus padres porque siento que la gente cree que por tener dos papás o dos mamás el niño crece confundido o "se hace gay". Como buena chica no hetero que soy deseo plantear eso ya mucho más adelante.
Olvidando eso, ¿Qué piensan ustedes sobre que la parejas homosexuales adopten?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top