10. Consejo

Sentado frente al kazekage se hallaba su hermano quien le explicaba que debía retornar a la aldea como máximo en dos días; deseaba pasar más tiempo con Naruto, aunque reconocía que tenía una responsabilidad para con su aldea y sería egoísta abandonarla a su suerte.

Realmente lo siento, Gaara —habló Kankuro al ver la expresión pensativa de su hermanito.

No tengo por qué estar triste, no es como que alguien hubiera muerto —dijo con una sonrisa—; soy el kazekage y conseguir que mi sueño se hiciera realidad me costó, no por tener otro sueño abandonaré aquellos que ya tengo.

El marionetista se calmó al ver al pelirrojo tan tranquilo, además notó su mirada dirigirse al reloj en la pared, lucía feliz de la salida que sucedería esa noche con el hokage; si Gaara estaba bien no debía preocuparse, le costaba creer lo mucho que su hermanito maduró desde que conoció a ese Uzumaki. Dejando al enamorado pensando fue donde su hermana la cual estaba preocupada por cómo reaccionaría el menor; la encontró en su cuarto con su sobrino en brazos.

—Se lo tomó bien —susurró y la mujer suspiró.

Eso me tranquiliza —Temari con dulzura devolvió la vista a su pequeño hijo.

Para que descanses yo prepararé la cena —en voz baja ofreció el marionetista.

Gracias, realmente esto es agotador, mira como está Shikamaru —ella volteó la mirada y de un lado de la cama el Nara dormía plácidamente.

Por eso mejor me quedo soltero, cuidar niños no es lo mío —comentó el de cabellos marrones.

Alguien pensaba de la misma manera que tú, basta con decirte que ahora está casado y con un hijo —se refirió la ninja a su esposo.

Naruto en su despacho avanzaba con gusto los papeleos, leía la información en cada documento y razonando elegía sobre si aprobar uno o no; el trabajo era agotador, más pensar en lo que sucedería esa noche lo tenía con una energía inmensa. Al ver que el reloj marcó a las seis decidió ir a visitar a Sasuke, su amigo estaba casado y quizá él podría darle algún consejo, de paso vería a la pequeña Sarada; cuando esa niña creciera planeaba ayudarla con su entrenamiento, era como la descendiente del equipo 7. Por las calles algunos civiles y shinobis lo saludaban, se había superado bastante si comparaba su niñez con la actualidad, antes todos lo botaban y miraban con desprecio; su sueño era real, Naruto Uzumaki, sexto hokage, de seguro sus padres estaban orgullosos de él. Llegó al edifico y subió unos cinco pisos, no estaba seguro de cuál era el número de departamento.

Creo que era el 191 —intentó recordar el jinchuriki del nueve colas.

Incluso yo sé cuál es —se burló el zorro.

Si sabes por qué no me lo dices —el Uzumaki no quería perder tiempo.

Solo porque saldrás con el mocoso de la arena te lo diré... es el 191 —le confirmó la voz que tan solo él oía.

Te lo agradezco, Kurama —el rubio sonriente tocó la puerta y a los pocos segundos alguien le abrió. Ahí estaba el Uchiha quien al ver a su mejor amigo sonrió, hacía un tiempo que no lo veía, la labor de padre requería de mucho tiempo y aunque tuviera dos brazos no dejaba de ser complicado.

Hola Naruto, ha pasado un tiempo desde la última vez que nos vimos —saludó el de cabellos negros.

Hola teme, creo que la paternidad te tiene afectado —dijo en voz alta contemplando un cierto cansancio en su amigo.

Pasa y no hables tan fuerte que despertarás a Sarada —ordenó el poseedor del rinnegan.

Está bien, no haré ruido, dattebayo —moderó su volumen el hokage.

El lugar era lo suficientemente grande para la familia Uchiha. Naruto siguió a Sasuke y tomaron sitio en un mueble listos para conversar, si la paz reinaba era porque la bebé estaba dormida.

Supongo que viniste por algo, dobe —el de ojos ónix miró a su amigo.

La verdad es que sí, esperaba que me ayudes con respecto a una cita que tendré esta noche —sin vacilar contó el Uzumaki.

¿En qué necesitas que te apoye? —cuestionó Sasuke.

Planeaba llevar a Gaara a ese restaurante caro de la aldea donde a veces almorzamos los kages cuando nos reunimos —especificó el de ojos celestes.

¿Con que Gaara? —preguntó el hermano de Itachi.

—con seguridad habló el hokage.

No sabía que tuvieras esos gustos —el hombre casado lo codeó.

Ni yo lo sabía, todo fue tan repentino, más estoy seguro de lo que siento —confirmó aquel que tenía marcas en las mejillas.

Si con él eres feliz me alegro por ti, puede que no lo admitas, mas no eres de las personas que adoren la soledad —Sasuke lo conocía lo suficiente como para asegurar eso; hay personas que eran felices viviendo solteros, pero Naruto no era uno de ellos.

Que no te lo tomes mal me tranquiliza —fue lo que dijo el rubio.

Eres un amigo y como tal debo apoyarte, sin importar que seas un dobe —Sasuke le dedicó una sonrisa—; apuesto que a Gaara le gustará la cita sin importar a dónde lo lleves, lo esencial es que seas tú mismo.

Lo mismo me dijo Sakura-chan —recordó Naruto—, ahora que mencionas eso de ser uno mismo creo que aplicaste eso con Sakura cuando volviste a la aldea.

Antes ocultaba mis emociones porque pretendía cortar esos lazos, aunque me fue imposible; sin embargo, ahora me siento libre y tengo una familia con la persona que amo —dijo el Uchiha.

Naruto miró el reloj y al ver la hora supo que eran las siete, tenía una hora para alistarse e ir a buscar al pelirrojo.

Se me ha hecho tarde, debo irme, hablamos otro día, Sasuke —se despidió un apresurado hokage.

Suerte en tu cita, Naruto —lo último que escuchó el Uzumaki porque salió del departamento.

Para ir más rápido corrió por los techos, entró a su casa y se puso una ropa limpia para partir directo a la casa de Shikamaru; al pensar que saldría con el kazekage se ruborizaba, esperaba que sus nervios no lo traicionen. Al estar frente a la puerta tocó esperando que le abrieran, ahí estaba el chico que lo tenía así de embobado.

Hola Gaara —pronunciar su nombre le era gratificante, sí que es raro estar enamorado.

Continuará...

Espero que les gustara, voten y comenten si les agradó.

Posdata: ¿No les recuerda algo el número de departamento de Sasuke? (Pista: Cumpleaños de un personaje.)

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