Capítulo 9
—Hola bicho raro —escuchó decir a sus espaldas Edén mientras sorbía un poco de su bebida.
Se dio la vuelta aún con la taza en la mano sabiendo lo que se iba a encontrar, era el chico del otro día.
—¿Hoy no estás terminando los deberes a última hora? —El chico, que llevaba una taza de lo que parecía ser chocolate, se sentó justo en frente de Edén.
La verdad, estaba asombrada porque dos chicos que le parecían guapísimos se habían sentado a hablar con ella ¿acaso era algún tipo de broma? ¿Como esas películas en las que el chico se enamora de la chica, pero al final se descubre que uno de ellos empezó jugando una apuesta o algo así?
Tampoco quería pensarlo demasiado, pues al menos las cosas empezaban a ir bien, no quería decir que Dante fuese el chico más divertido y conversador que hubiese conocido, pero al menos podía hablar con alguien.
—¿Estás bien? —preguntó el chico rubio con una sonrisa mientras miraba los gestos de Edén.
—Sí, disculpa, es extraño hablar con alguien de aquí sin que... —comenzó a decir Edén mientras intentaba buscar las palabras correctas.
—Te traten como la "asquerosa humana" ¿no es así?
Edén levantó la cabeza sorprendida ante los pocos pelos en la lengua que parecía tener el muchacho.
El chico sorbió un poco de su bebida y acto seguido escuchó una carcajada por parte de Edén, pues el chocolate se le había quedado encima del labio y le hacía ver muy gracioso.
El chico sin saber muy bien el porqué de su risa, la preguntó varias veces, pero está simplemente se llevó la mano a su boca e hizo el gesto de limpiarse, ahí fue cuando comprendió el detalle y se empezó a reír él. Ella, al oír su risa tan contagiosa comenzó a reír de nuevo, llamando la atención de algunas mesas cercanas, pero ninguno de los dos se preocupaba realmente de lo que pensasen los demás, y por primera vez, Edén quiso que ese chico formase parte de su vida.
Después de estar hablando un rato y riendo, ambos se dirigieron a su respectiva clase, la cual tenían en común, aunque el chico fue primero al baño y le pidió a Edén que le esperase allí.
Edén cogió asiento en primera fila, sabiendo que ninguno se sentaría con ella, la verdad no le entusiasmaba demasiado esa clase pues era bastante aburrida, pero seguro que ahora que estaba con él, esta pasaría más rápido.
Derek llegó casi cuando la profesora iba a cerrar la puerta y como Edén supuso, se sentó junto a ella.
Mientras la profesora hablaba de física, el muchacho no dejaba de tomar apuntes entusiasmado, comprendiendo Edén que esa asignatura le gustaba bastante. Ojalá le pudiese ceder un poco de ese entusiasmo —pensó—.
Al terminar la clase, la profesora dijo unas palabras que seguramente hubiesen sido fatídicas para la Edén de hace unos días, pero ahora ya no le preocupaba lo más mínimo.
—Quiero que trabajen en pareja para hacer un proyecto de lo que elijan, lógicamente tendrá que ver con la física, pero ustedes pueden decidir.
Derek y Edén se miraron de refilón como dando a entender que lo harían juntos, pero su felicidad acabó justo ahí.
—Yo haré las parejas —finalizó la profesora Cabinet mientras iba nombrando a alumnos al azar de su lista.
Edén deseaba que el destino fuese favorable con ella y pudiese hacerlo con Derek, pero cuando nombraron a Derek y después a un chico llamado Raúl no sé qué, sus esperanzas se esfumaron y solo pensó que ojalá le tocase con alguien agradable.
—Edén Binelli —comenzó a decir la profesora mientras su corazón parecía que iba a explotar—. Con Kain Pontis.
¿Kain Pontis? No tenía ni la más remota idea de quién era Kain Pontis, así que observó el lugar en busca de una mirada que le dijera "Ey, yo soy Kain" pero no hubo ninguna y sus nervios comenzaron a aumentar.
—Derek —susurró Edén a su compañero de mesa.
Este parecía no haberla oído pues con el barullo de las parejas estaba ensimismado en oír las que faltaban.
—Derek —volvió a susurrar Edén esta vez tocándole el brazo.
Derek se giró hacia su asiento para observar la cara de preocupación de la chica.
—¿Qué pasa? —susurró el rubio intentando que la profesora no escuchase su conversación.
—¿Quién es Kain Pontis? —preguntó muy asustada esperando que fuese alguien simpático.
Derek amagó una pequeña sonrisilla mientras señalaba a Kain. Ella le conocía, era el diurno que no dejaba de observarla en los primeros días, nunca se le olvidaría su cara. Desde lejos parecía un chico bastante serio y seco, pero esperaba que las apariencias engañasen.
Edén se fijó en su pelo moreno y en su pose seria, este parecía mirar a un punto fijo sin darse mucha cuenta de lo que estaba pasando en la clase.
Mientras, ella se ponía mucho más nerviosa porque el chico era guapísimo, aunque todos allí lo eran, ¿sería algo de ese mundo? ¿Sería algo genético? O ¿quizá mataban a los hijos feos? Edén descartó la última idea de su cabeza, pensando en lo sádico y superficial que sonaba eso mientras seguía mirando fijamente al chico.
Este, como si pudiese notar la mirada de Edén sobre él, dirigió su vista hacia la chica. Ella, nerviosa, la quitó corriendo y miró fijamente a la profesora que estaba terminando de hablar.
No había logrado ver los ojos del chico, aunque le habían parecido claritos.
—Tened en cuenta que este trabajo será el 40% de la nota. —concluyó la profesora mientras terminaba de guardar sus carpetas.
Edén se llevó las manos a la cara, este trabajo contaba muchísimo para la nota final.
—¿Estás bien? —preguntó Derek, que se estaba levantando para marcharse.
Edén bufó y empezó a recoger sus cosas.
—Sí, es solo que el trabajo cuenta demasiado.
Derek asintió mientras observaba cada uno de sus movimientos.
Edén echó una última mirada hacia el asiento de Kain, pero ya no se encontraba allí, y eso le preocupaba pues quería hablar con él lo antes posible para poder aclarar lo del trabajo. Él parecía de los típicos chicos malos que no hacían nada en clase y que aprobaban por su cara bonita, por lo que le preocupaba aún más que el trabajo contase tanto para la nota final.
—Edén, tengo que marcharme ¿nos vemos mañana? —preguntó Derek al ver que la muchacha no se levantaba de su asiento.
—Claro, sin problema —Se despidió con una sonrisa. Hacía poco que le conocía, pero personalmente le agradaba demasiado estar en su compañía.
Edén terminó de recoger sus cosas y salió la última del aula.
—Edén —afirmó una voz a sus espaldas.
Al girarse vio a Kain, apoyado en el marco de la puerta, ¿se habría quedado esperando aquí fuera?
—Es por lo del trabajo, me gustaría concretarlo lo antes posible.
Edén asintió nerviosa, sin saber muy bien que decir.
—¿Quieres que lo hablemos en el descanso diurno? —preguntó el muchacho.
—Tengo clases en esa hora —afirmó Edén recordando el principio de las clases nocturnas.
—Comprendo —El muchacho parecía saber a qué se refería, y mientras él pensaba en que horario podrían hablarlo, ella se sentía aún más incómoda deseando que esa situación terminase ya.
—¿Cuándo tienes un hueco libre? —preguntó él. Edén se imaginó que el chico estaba pensando en lo tedioso que había sido que le hubiese tocado la humana por el tema de horarios.
—Podríamos vernos antes de clases, o durante alguna comida. —A Edén solo le faltaba que le temblase la voz para que todo el mundo notase lo nerviosa que le ponía la situación.
—Te doy mi número, en cuanto puedas, llámame. —concluyó el chico mientras apuntaba en un papel su número de teléfono.
Edén asintió mientras le veía marcharse. Esta se apoyó contra la pared, ya que no podría estar mucho más tiempo aguantando su peso.
Nunca había sido tímida, pero el hecho de ser nueva en una escuela donde no conocías absolutamente nada ni a nadie te hacía ver las cosas de distinto modo y reaccionar de diferente manera en diversas situaciones, y esta había sido una de ellas.
(...)
Cuando Edén se recompuso, comenzó a caminar a paso ligero para comer algo antes de su primera clase nocturna. Mientras caminaba no dejaba de pensar en cómo haría para sacar algo de tiempo y que ese tiempo coincidiese con el de Kain. Además, tenía miedo de no poder cuadrar horarios y que el trabajo no quedase perfecto, puesto que contaba muchísimo para la nota. En medio de sus pensamientos, su mirada se clavó a unos pasos de distancia en algo que parecía brillar en el suelo. Cuando estuvo a la misma altura que ese objeto, lo recogió y lo miró de cerca. Era un anillo plateado con bisutería de color verde. Mientras más lo miraba más le gustaba. Edén no pensaba robarlo ni mucho menos, pero como acto reflejo se lo guardó en el bolsillo para luego entregarlo en la recepción.
Cuando llegó a su cuarto, colocó el anillo en la mesilla, mientras lo tenía en las manos sentía como si de ese anillo se desprendiese algún tipo de fuerza sobrenatural, pero no le dio mucha importancia y bajó a tomar algo en la cafetería. Ya lo entregaría mañana por la mañana —se dijo a sí misma—.
Después de comer algo, caminó hacia la única clase que era muy parecida que en su anterior instituto "Lengua y literatura".
En su antiguo instituto ninguna de sus asignaturas la apasionaba, pero aquí todo era completamente diferente. Era extraño recordar todos los momentos que había vivido con sus amigos sin saber nada de este mundo, y el pensar que de la noche a la mañana todo había cambiado, la ponía la piel de gallina.
¿Por qué su padre había sabido de este mundo y no le había dicho nada? ¿Qué pintaba ella aquí? ¿Por qué había decidido llevarla allí tras la muerte de su madre? Todas esas preguntas invadían la mente de Edén, pero ninguna tenía respuesta y su padre no quería darle ninguna. Aún recordaba el momento en el que había empezado todo esto.
—No me preguntes más, Edén. Estarás a salvo aquí. Nadie podrá hacerte daño. Solo debes confiar en mí. —había dicho alterado su padre.
—¿A salvo de qué? Papá, ¿corremos algún peligro? Porque si es así solo debes decírmelo.
—No hija, es simplemente que tu madre estaba metida en unos asuntos que no debía. Con ello no quiero decir que fuese una mala mujer, simplemente se juntó con gente que no la convenia. Por favor, no quiero perderte a ti también —Parecía que en un momento u otro rompería a llorar.
Recordaba sus palabras quebradizas y aún seguía en su recuerdo lo que había dicho de su madre "Tu madre estaba metida en unos asuntos peligrosos". Edén presuponía que allí estaría a salvo porque quizá ese sitio no aparecía entre los mapas de esa gente, pero ella no podía dejar de pensar en su padre y que en cuanto le diesen su teléfono sería lo primero que hiciese: Llamarle y saber que estaba bien.
A Edén le parecía egoísta saber que ella estaba "a salvo" mientras su padre corría peligro, pero no había manera de saberlo. Patalear, enfurruñarse y gritar no había servido de nada porque su padre no dejaba de insistir "Hazlo por mí, te lo pido por favor, Edén. Aquí no puedo protegerte de esas personas. Eran asuntos muy peligrosos".
Esas palabras taladraban su cabeza cada vez más, como si intentasen abrir un baúl que estaba cerrado y que no quería ser abierto. Edén quería sacarlo, pero pensar en eso sería catastrófico.
—Ha sido una buena clase, tened un buen fin de semana chicos. —oyó decir a la profesora mientras esta la volvía a llevar de vuelta a la realidad.
Rápidamente recogió sus cosas y comenzó a caminar hasta su cuarto, pero mientras caminaba por los jardines, un cuerpo grande chocó con el de ella.
—Disculpa —escuchó.
Edén subió la vista y reconoció aquel cuerpo en seguida.
—No hay problema, señor Hook —dijo en tono alegre mientras veía la mirada perdida del hombre—, ¿qué tal se encuentra? —preguntó Edén mientras observaba la mano aún vendada del profesor.
Este sonrió levemente y observó también su mano vendada.
—Mucho mejor, de hecho, ahora mismo iba a ver si me quitaban ya esta dichosa venda. —dijo en tono alegre. Edén no se terminó de fiar de sus palabras porque aún le seguía notando pálido y sudoroso.
—¿Está seguro, señor Hook? Parece cansado. —soltó Edén como si se conociesen de toda la vida. La conversación que había tenido con él le había ayudado a ganar más confianza con este profesor.
—Sí, es simplemente que no he descansado muy bien estos días, además he perdido algo muy valioso para mí y me tiene en vela.
¿Algo muy valioso? ¿No sería por casualidad el anillo que se había encontrado Edén esta mañana? No, sería mucha casualidad ¿verdad?
—¿Puedo preguntar de que se trata?
El hombre pareció forzar una leve sonrisa ante la formalidad de la chica.
—Se trata de un anillo de mi padre. Lo debí perder cuando me hice esto en la mano. —concluyó señalando el vendaje.
—¿Por algún casual no sería un anillo con piedras verdes, ¿no? —preguntó Edén sorprendida por el hecho de que ese anillo hubiese ido a parar a sus manos.
—Sí, ¿cómo lo sabes? ¿Lo has visto? ¿Lo tienes? —preguntó el profesor entusiasmado esperando que la chica le diese una respuesta afirmativa.
—Sí, lo he encontrado hace unas horas. Espéreme y ahora se lo llevo a su despacho. —continuó Edén alegre por habérselo guardado.
Donovan sonrió muy dulcemente mientras apretaba fuertemente a la chica de los hombros. Que hubiese sido ella la que lo hubiese encontrado era para él un alivio, puesto que, si hubiese caído en otras manos, probablemente ya no lo hubiese visto más.
Edén, con paso apresurado, se dirigió hacia su habitación. Entró corriendo como si de vida o muerte se tratase. Era su profesor favorito y que ella fuese algo así como su salvación la hacía mucha ilusión.
Se dirigió hacia el sitio donde lo había colocado, pero para su sorpresa el anillo no se encontraba en la mesilla. Movió la lámpara y la propia mesilla por si se hubiese caído por detrás, pero no estaba allí. Miró debajo de su cama, pero allí no había nada. Comprobó que no estuviese en su mesa de estudios ni en el suelo. Por última instancia fue a mirar al baño. Ella recordaba haberlo tenido entre sus manos, no era lógico que ahora desapareciese.
De pronto, mientras miraba en la bañera oyó un ruido que provenía de su habitación. Asustada, abrió rápidamente la puerta para encontrarse su habitación igual que la había dejado antes. Ese ruido había parecido que provenía de su cuarto. Se asomó por la puerta y no vio nada extraño, parecía como si alguien se hubiese caído o algo así. Quizá había sido en el cuarto de al lado y al estar en el baño lo había oído tan cerca. Por si acaso volvió a mirar debajo de las camas, esta vez de ambas por si un ladrón se había escondido allí, pero no encontró nada, y mucho menos el anillo. ¿Qué se suponía que le iba a decir al profesor Hook? —se preguntó—. El estaría esperando ansioso por su respuesta y ahora no sabía qué decirle. Miró de nuevo en su ropa por si en algún momento lo había guardado allí, pero no encontró nada. Se sentó en su cama pensando en dónde podría haber ido a parar el anillo.
Ella estaba segura de que lo había dejado en la mesilla, pero a medida que iban pasando los minutos cada vez estaba menos segura de haberlo colocado ahí. De igual modo había rebuscado en su pequeño cuarto y no había encontrado nada. Miró a la puerta mientras pensaba en un detalle que se le había pasado antes. Ella siempre cerraba la puerta de su cuarto, pero cuando había llegado, esta estaba entornada. Siempre cerraba la puerta, pero ese día estaba abierta. ¿Habría entrado alguien a su cuarto y le habría robado el anillo? Quizá por eso oyó ese ruido. ¡Había tenido un ladrón en su cuarto y ni siquiera lo había visto! Aunque lógicamente hubiese preferido no verlo. La otra pregunta hubiese sido ¿dónde se había metido?
De pronto miró la otra cama pensativa, era el único lugar junto con el armario que no había mirado.
Edén ahora tenía la cabeza hecha un lío con muchas frases que podría decirle a Hook, pero él probablemente pensaría que esta se lo había quedado. Aunque no quería pensar mucho en ello ya que no se le ocurría ninguna buena excusa que darle, así que decidió evitarle.
Se fue a la cama. En toda la noche no pudo pegar ojo por la misteriosa persona que había entrado en su cuarto mientras ella asistía a clase. Otra pregunta que no dejaba de rondar por su cabeza era el por qué en su habitación, ¿habían entrado al azar o habían ido a buscar el anillo? Quizá la habían visto cogerlo y la habían seguido, pero ¿qué valor tenía? Todas las preguntas y sus suposiciones se agolpaban en su cabeza, pero la peor era la de tener que enfrentarse a un Hook decaído porque esta le diría que no lo encontró. ¿Y si mentía? ¿Y si decía que lo había puesto en objetos perdidos? No, allí tenían una lista y no figuraría su nombre... En este momento desearía poder volver al pasado y arreglar todo esto. Ojalá supiera hacerlo —se dijo a si misma mientras miraba el reloj de la pared—.
Se había pasado toda la noche en vela y ahora debía vestirse para desayunar, lo bueno es que los fines de semana no había clase, así que podía evitarle durante dos días. Esperaba que no fuese a buscarla después de que ella le hubiese dicho que iría a devolvérselo el día anterior. Por una parte, quería quedarse porque estaba muy cansada, pero la otra parte quería dejar de pensar en eso y tomar un poco el aire, además del otro factor: Derek.
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