Capitulo 42

Derek se quedó paralizado ante las palabras de la muchacha. De pronto, un ruido en los altavoces los detuvo.

Se ruega a todos los alumnos que acudan al centro de ocio. Por favor, se ruega a todos los alumnos que acudan al centro de ocio. —repetía una voz por los altavoces.

Edén se quedó perpleja mientras miraba a Derek.

Turbada, salió de la habitación junto a él, ambos se dirigieron en silencio al jardín. ¿Qué habría pasado? Tendrían algo importante que comentarles seguramente. —lo justificó—.

A lo lejos vio un gran barullo de gente y personas que iban trajeadas, como si fueran soldados.

—¿Qué pasa? —preguntó Edén.

Derek estaba tan impresionado como ella, pero al contrario que esta se paró en seco y cuando vio que la muchacha no dejaba de avanzar, la detuvo con el brazo.

—Buah, es la primera vez que veo una prueba de bisiestos. —oyó decir a unos chicos que pasaban por ahí sujetándose el brazo con la mano libre, como si les hubiesen pinchado en ella.

—Edén. Escóndete. —le dijo Derek rápidamente mientras observaba como un guardia se dirigía hacia ellos—. En la segunda planta, en la habitación 202 hay un armario con doble puerta. Métete ahí y no salgas hasta que yo vaya a por ti ¿me has oído? —Le medio gritó mientras la miraba a los ojos.

Edén asintió rápidamente para luego salir corriendo hacia donde le había dicho su amigo, pero cuando estuvo a punto de alcanzar la habitación y con el corazón en un puño recordó algo ¡Kain!

(...)

Kain, asombrado por todo lo que estaba viendo, se escabulló como pudo de ahí y salió en busca de Edén. Marcó su número rápidamente esperando su respuesta diciéndole que estaba a salvo.

—Jovencito. Debe ir donde los demás alumnos. —Un guardia le sorprendió y le agarró del brazo llevándole de nuevo con todos.

Iba a morir. Iba a morir —se repetía—.

—Solo quería ir al baño primero, la verdad es que no me aguanto.

—Podrá ir en seguida. Será usted uno de los primeros, no se preocupe ¿cuál es su nombre?

Era la primera vez que a Kain le latía tanto el corazón, no quería morir, no así.

—Jeff, Jeff Follet. —dijo el primer nombre que se le ocurrió. Ya ni siquiera pensaba con claridad.

A lo lejos, Derek observó una figura que reconoció al instante. Kain estaba sujeto por un guardia, el cual le llevaba casi a rastras. Kain se maldijo interiormente e intentó buscar una salida, pero no encontraba una forma de arreglarlo.

(...)

Mientras Edén no dejaba de buscar por cada habitación intentando esconderse de todo el mundo, su teléfono comenzó a sonar. Rápidamente y como acto reflejo colgó. Su teléfono estaba en sonido y no quería que nadie la descubriese, pero más tarde descubrió que había sido lo peor que había hecho. Era Kain. Quiso llamarle, pero luego recordó que podría estar escondido y tenerlo en sonido también, así que esperó a que volviese a llamar, pero en ningún momento ocurrió.

Edén, alterada, no sabía qué hacer, así que se dirigió al escondite que le había dicho Derek y le puso un mensaje a Dante, el cual le había escrito. Le informó que estaba a salvo, pero quería saber si sus amigos estaban bien. Les pidió que los buscase, pero Dante no conocía a ninguno, así que sabía que iba a ser una tarea imposible, pero era la única baza que tenía.

Dante no la respondía y Kain no llamaba y eso le aceleró más el corazón pensando en lo peor que podría suceder.

Después de un rato oyó la puerta de la habitación abrirse. Emocionada creyendo que sería Derek fue a abrir la compuerta en la que ella se hallaba, pero una voz femenina la detuvo.

—Que triste. Parecía un buen chico. Yo nunca había hablado con él, pero es triste ver como se llevan a alguien de este internado.

Edén se tapó la boca con las dos manos intentando aguantar un quejido que quería salir de su boca.

—Nunca hubiese imaginado que hubiese bisiestos aquí y que los directores no se hubiesen dado cuenta.

—Sí. —le contestó la otra voz.

—Es lo que hay. Es gente mala. —continúo hablando la otra voz.

—No lo creo. —renegó la primera chica.

—¿Recuerdas el caso de hace unos años? ¿Cómo se llamaba?

—Dylan Atkins. —contestó la primera muchacha rápidamente—. Su nombre era Dylan Atkins.

Ese nombre había sorprendido a Edén, era el nombre del mejor amigo de Kain, aquel que según Dante había vivido tras su escapada, y que ahora se encontraba muerto de nuevo.

—Oye Sara ¿Te encuentras bien? —Edén oyó los gemidos y lloriqueos de la joven.

—Shh tranquila —oyó decir mientras oía los llantos de la chica.

—Son buenos. —decía Sara entre lágrimas—. Al menos él lo era...

—¿De qué hablas? —preguntó la otra chica

—De Dylan. Fue y seguirá siendo siempre el amor de mi vida. Era un ser de luz ¿sabes? —siguió llorando mientras su amiga parecía consolarla—. Al igual que el chico que se han llevado ahora. No son malos... —seguía repitiendo la muchacha cuando una luz llamó toda la atención de Edén.

Dante le había escrito que no le escribiese mensajes, que quería asegurarse de que estaba bien, pero que podrían haber hackeado los teléfonos móviles. Edén escribió dos nombres en la pantalla "Derek" "Kain", pero el chico le respondió con un "no".

Ese "no" bastó para que un leve llanto saliese de su boca, el cual intentó controlar para que las chicas no la escuchasen.

No sabía si ese "no" era porque no lo habían conseguido o por el contrario significaba que no corría peligro. También podía significar que quizá no había podido identificarlos entre tanta multitud.

Edén le dio muchas vueltas a la cabeza, y si bien es cierto que su primera impresión había sido que no lo había conseguido, no quería perder la esperanza, pero tras la conversación que habían tenido las chicas, sabía que no lo había conseguido y eso le rompía el alma.

Edén estuvo horas en la misma posición, los músculos se la empezaban a abotargar. La postura era realmente incómoda y la claustrofobia empezaba a apoderarse de ella.

De pronto, la puerta se abrió rápidamente.

—¿Quién eres? —preguntaron las chicas a la vez.

(...)

Derek observó a lo lejos como un chico pelirrojo se acercaba al guardia y a Kain. Observó la escena mientras se acercaba lentamente. El guardia echó hacia un lado al pelirrojo y arrastró a Kain al lugar donde les pinchaban para la extracción.

No había hablado mucho con él, pero tampoco entendía por qué oponía tanta resistencia.

—Cómo —pronunció el chico pelirrojo que ahora estaba más cerca suya—, ¿cómo puedo salvarte?

—¿Va todo bien? —preguntó Derek acercándose al chico, que parecía bastante alterado.

Sean le miró como si fuese su única salida.

—Tú eres el novio de Edén —afirmó con seguridad mientras le sujetaba los brazos—, necesito que me ayudes.

Derek le miró fijamente mientras se soltaba de su agarre.

—Es como ella, tienes que ayudarme a salvarle —suplicó el chico dando por hecho que él conocía la verdadera naturaleza de la chica. Sin saber que se lo había confesado sólo hacía unos instantes.

—¿Es... bisie... —comenzó a decir antes de que el chico le interrumpiese.

—Por favor, están a punto de sacarle sangre —afirmó el pelirrojo mientras miraba fijamente a Kain a lo lejos.

Kain miraba fijamente a su mejor amigo y al novio de Edén mientras el guardia seguía sujetándole con fuerza y le internaba en el lugar dónde sacaban sangre.

El pelirrojo, por su parte, le había contado a Derek que los que estaban allí eran correctores enviados por el señor del tiempo con una nueva tecnología que detectaba bisiestos a través de la sangre. Derek ideó un plan mientras se lo explicaba rápidamente al pelirrojo.

Kain nunca había sido santo de su devoción, pero no iba a dejarle morir.

(...)

—¿Quién eres? —preguntaron las chicas a la vez.

—Me han dicho que debéis ir a la prueba, que la habitación 202 no se ha presentado —Edén reconoció la voz de Derek al instante.

—Si nos hemos presentado, mira —la chica le mostró el brazo vendado por la cara interna del codo, pero él se limitó a encoger los hombros.

—¿Nos acompañas? —preguntó una voz femenina.

—Claro —Derek salió por la puerta y entonces fue cuando Edén esperó un minuto antes de salir, por si acaso.

Un golpe en la puerta la detuvo de inmediato, alguien estaba intentando abrir su escondite, y ella no tenía escapatoria. Lo que vio fue a un Kain bastante alterado y agobiado. Ella suspiró y casi lloró. Él la ayudó a salir y se fundieron en un largo abrazo.

—¿Cómo lo has conseguido?

—Mi mejor amigo me ha ayudado.

—¿Cómo?

—Me sujetaba un guardia, vi a Sean y le hice una seña para que me ayudase. Tu novio se acercó al él y hablaron —hizo una pausa mientras ambos salían para encontrarse con Derek—. Se han llevado a Sean. Me sacaron sangre, tu novio y Sean cambiaron los botes y pensaron que él era el bisiesto. Se le llevaron para hacerle pruebas, espero que sepa arreglárselas solo porque si no, no me lo perdonaré en la vida.

La chica le abrazó, luego cogió su móvil y llamó a Dante para decirle que se encontraba bien.

Derek reapareció en el jardín y se dirigió rápidamente a abrazar a Edén.

(...)

Una vez todos se habían reencontrado, Edén rabiosa y furiosa pensó hacer una locura. Ya no le quedaba nada más por lo que vivir, así que esperó para decirles a todos los presentes todo lo que pasaba por su cabeza.

—No estoy dispuesta a pasar por esto de nuevo. —dijo Edén desconsolada mientras miraba a sus tres amigos—. No puedo más, no pienso morir y menos aquí. —apartó la mirada para observar el exterior.

—¿Y qué piensas hacer, acaso iras tras el señor del tiempo y lo matarás? —preguntó Dante muy serio, que según la había visto le había abrazado como si no hubiera un mañana.

—Si es lo que debo hacer para que esto acabe, lo haré ¿no lo has oído? —hizo una pausa para controlar sus nervios, pero no pudo lograrlo—. ¡Esta vez ha sido de prueba, querían ver si el aparato funcionaba y se han llevado a Sean! —Por suerte, sabía que habían vuelto a realizarle la prueba a Sean y habían descubierto que se habían equivocado. Él les había confirmado que ellos volverían y que le tendrían vigilado—. ¡La próxima vez vendrán con una lista de los nombres de todos los alumnos para que no se les pase ninguno! ¡Lo habéis oído o es que soy la única aquí que cree que es injusto! —Derek, viendo los movimientos de la chica, intentó sujetarla del brazo, pero esta se apartó bruscamente—. La próxima vez que vengan moriré. Si voy a morir prefiero hacerlo luchando por algo que merezca la pena ¿lo entendéis? —dijo a punto de llorar.

—Edén, lo que estás diciendo es una locura. —Intervino Derek.

Edén negó repetidamente con la cabeza mientras se secaba las lágrimas que habían comenzado a resbalar por su rostro.

—Si tú vas, voy contigo. —oyó decir a Kain, que la sujetó fuertemente del brazo.

Ella soltó lágrimas de emoción porque al menos alguien pensase igual que ella, aunque era lógico. Él había estado a punto de morir esta noche.

—¡Lo que estáis proponiendo es una locura! —dijo acelerado Derek.

—Yo ni siquiera sé muy bien qué proponéis. —dijo Dante más calmado esperando que la muchacha no dijese lo que creía que iba a decir. Aunque, por una parte, y sabiendo lo que sabía, lo prefería.

—Saldré de aquí e iré en busca del señor del tiempo. —afirmó seria.

—¿Creéis que una panda de cuatro mocosos va a detener al ser más poderoso del mundo? —preguntó Derek a punto de perder los nervios.

—No, nosotros no, pero sé de alguien que sí. —concluyó Dante.

Edén quiso esbozar una sonrisa, pero no estaba muy segura de sí lo que decía es que iba a ayudarlos.

—¿Quién? —preguntó Derek.

—No lo puedo decir aquí, pero voy con vosotros, no me separaré de ti. —dijo esto último mirando a Edén.

Todos miraron a Derek, que era el que más pegas había puesto.

Edén se armó de valor y le soltó todo lo que pensaba.

—Iremos tanto contigo como sin ti. Tú decides. —Le dijo fríamente al muchacho. Era del que menos se esperaba eso. Él le había ayudado a salvarse, pero de un momento a otro, que hubiese estado a punto de morir, parecía no importarle y eso le dolía.

Se produjo un silencio sepulcral.

Edén, dando por negativa su respuesta, se dirigió a los chicos y armó un plan de fuga: prepararían una mochila con lo esencial y esperarían a que fuese más de noche de lo que ya era para salir de allí.

Todos se marcharon esperando encontrarse en unas horas en el punto de encuentro. Además, debían formatear su teléfono, romper las tarjetas que habían dentro de él y guardarlo en algún lugar de la escuela.

Cuando Edén lo tuvo todo listo, se cargó la mochila a sus espaldas y se secó las manos en los pantalones. Estaba muy asustada. No quería que la pillaran con las manos en la masa, eso era lo que más la preocupaba.

Se dirigió escurridizamente al lugar de encuentro y solo encontró allí a Kain.

—¿Dónde está Dante? —preguntó mirando su reloj y viendo que aún quedaba un minuto para que se cumpliese la hora a la que habían quedado.

Kain la tranquilizó todo lo que pudo, pero ni quiera él tenía los nervios despejados.

De pronto, a lo lejos vislumbraron una figura, pero este no tenía la altura de Dante, así que tanto ella como Kain se miraron fijamente pensando que habían sido descubiertos, pero nada más lejos de la realidad. Un Derek con ojeras y con la piel más pálida de lo normal se presentó ante ellos con una mochila en su espalda.

—Me apunto. —logró decir al final. —Pero espero que salgamos pronto de aquí. La noche me consume. —dijo soltando la mochila y dejándola en el suelo.

Edén acarició el brazo del chico intentando reconfortarle, cosa que este agradeció.

—¿Dónde está Dante?

Ninguno de los dos supo que contestar, pero esperaban que no le hubiese ocurrido nada.

De pronto, una sombra cargada de una mochila venía corriendo hacia ellos.

—Corred, seguidme. —dijo mientras se dirigía a las vallas.

—¿Qué te ha pasado? —susurró Edén mientras corrían, pero este no la contestó.

—Aquí hay una pequeña salida, hay que reptar, pero la valla esta electrificada. Dentro de exactamente tres minutos tendremos vía libre durante otros tres minutos. Quien no salga en ese periodo, se quedará aquí o será pollo quemado.

Todos se miraron esperando que pasasen los minutos y pudiesen salir de ahí sin que nadie los viese.

—Pasamos primero las mochilas y luego vamos nosotros. —concluyó Derek.

Todos asintieron. Edén miró el reloj, ya solo quedaba un minuto para que pudiesen salir de ahí, estaban saboreando la victoria, pero como si el destino supiese que todo iba demasiado bien, una figura que ella recordaba demasiado bien se colocó enfrente de ellos.

—¿Qué hacéis? —preguntó Yara mirando a los chicos.

—No me jodas. —soltó Kain mirando el reloj. Ya solo quedaban cuarenta segundos.

—Yara, tienes que irte. —intervino Dante mientras la empujaba levemente para que se fuera.

—Solo quedan treinta segundos. —pronunció Kain.

—Yara, márchate. —repetía Dante.

—¿Os vais a fugar? —preguntó malévola

—Quince.

—Yara, por favor, no se lo digas a nadie. Te lo pido por favor, por lo que hemos tenido. —La miró de manera cariñosa como si esperase algo.

—Tenemos que pasar ya. —dijo Kain mientras miraba la escena.

—Pasad vosotros. —Dante seguía mirando a Yara.

Uno a uno fue pasando y poco a poco pasaron las mochilas también.

—Por favor, no se lo cuentes a tu madre. —rogó de nuevo a la pelirroja.

Esta tomo aire.

—Dante, tienes que cruzar ya. —dijo Edén mientras miraba su reloj.

—No diré nada a cambio de ir con vosotros. —negoció Yara en alto para que todos la oyeran.

—Ni de coña. —soltó Edén de primeras.

Pero el tiempo corría cada vez más deprisa. Ya solo quedaba un minuto y bajando.

Ambas se miraron y luego Edén miró a Dante, sin él no iban a lograr mucho. Él era el que conocía a esas personas que iban a ayudarles.

—Vale, pero corred —dijo mientras miraba el reloj: 45 segundos.

Una vez Yara pasó solo quedaban quince segundos para que Dante pudiese cruzar.

—Vamos. —Le animaban todos mientras Edén, nerviosa, no dejaba de mirar el reloj.

El tiempo se detuvo en cero y cuando Edén quiso mirar, aún quedaban por pasar los pies de Dante. De pronto, todo su cuerpo comenzó a convulsionar.

Edén se quedó paralizada viendo la escena, pero Kain fue más rápido y le pasó un asa de la mochila para que este pudiese cogerla. Una vez consiguió engancharlo, Kain tiró bruscamente de ella sacando a Dante de ahí, el cual ahora permanecía quieto y con los ojos cerrados.

—Cuidado con tocarle. —intervino Kain cuando vio las intenciones de ambas mujeres.

—Ha sido por tu culpa. —Le medio gritó Edén a Yara—. ¿Por qué coño quieres venir con nosotros? Ni siquiera sabes lo que vamos a hacer.

— Si no hubieses puesto pegas y hubieses dicho que si desde el principio, Dante ahora estaría bien.

—Caprichosa. —soltó Edén mientras la fulminaba con la mirada.

—Mandona. —respondió Yara lo primero que se le vino a la mente.

—Niña mimada.

Y cuando Yara estaba a punto de contestar un adjetivo un poco más cruel, un sonido salió de la boca de Dante. Este logró mover un poco las manos.

—¿Estás bien? —preguntó Kain.

—Me duele todo. —soltó Dante muy débilmente.

Todos suspiraron de alivio mientras observaban como poco a poco el muchacho iba recomponiéndose. Por suerte las personas de allí tenían mucha más fuerza y resistencia que los humanos normales.

—Supongo que esto será como una batalla a través del tiempo —concluyó Dante mirando a las personas que estaban observando cada paso que el muchacho hacía.

Todos miraron su semblante cansado. Gracias a la diosa él estaba vivo.

La noche era estrellada y la luz de la luna iluminaba sus rostros. Sabían que a partir de ese momento todo cambiaría. Iban en busca de las personas que Dante conocía y que les ayudarían a ir en contra del señor del tiempo. Lo que no sabían es que ese viaje resolvería muchas dudas y que muchos de ellos hallarían las respuestas que tanto habían ansiado.

NOTA DE AUTORA:

Hemos llegado al final del primer libro. Estoy muy orgullosa. Subiré el segundo pronto y muchas dudas e incógnitas abiertas en este serán contestadas en el segundo. Espero que les haya gustado tanto como a mí escribirlo.

Un besito y muchas gracias por todo ♥

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