Capítulo 41
¿Acaso había oído bien? Su pecho no dejaba de subir y bajar.
—¿C-cóm-mo... —comenzó a decir, pero sus labios comenzaron a temblar y ninguna palabra pudo salir de su boca.
—Lo sentimos mucho Edén, podrás ir al funeral si así lo deseas.
—¿Ir al funeral, cómo que ir al funeral?
—Sí, no sé con exactitud cuando se celebrará, pero... —empezó a hablar la directora.
—¿Piensas que aceptaré esta noticia sin ninguna prueba? ¿Cómo murió? ¿Qué pasó? —Edén estaba visiblemente muy alterada.
La directora se movió de su asiento y se acercó a un cajón donde Edén reconoció al instante lo que la mujer sacó de él. Un relicario con su foto y la de su madre. Él no se quitaba el colgante ni siquiera para dormir. Cuando ella se dio cuenta de lo que eso suponía quiso hablar, contraatacar, pedir más pruebas, pero un quejido se lo impidió. La directora al ver que estaba a punto de estallar se levantó para abrazarla o al menos intentar consolarla, lo que provocó que Edén se rompiese por dentro incluso aun más de lo que ya estaba.
—Es la primera vez que doy una noticia de este tipo y lamento mucho haber tenido que hacerlo, pero creíamos necesario que lo supieses. —La mujer no dejaba de acariciar la espalda de Edén mientras seguía hablando—. ¿Quieres un vaso de agua o algo?
—¿Un vaso de agua? ¡No! ¡¿Cómo murió?!
La pelirroja tomó aire y después lo dijo tranquilamente.
—Se suicidó, dejó una nota junto con este colgante. No quería dártela por si acaso era muy duro, pero aquí la tengo —entre los papeles que tenia en su mesa, sacó uno aparentemente arrugado y se lo tendió a la chica.
Ella lo tomó con cautela y lo abrió lentamente, no quería leerlo, pero tampoco pensaba aceptar la muerte de su padre, así como así.
"Cariño mío: Sé que quizá no me perdones esto nunca, pero no puedo soportar más este dolor que tengo okupando mi corazón. Se ha metido sin yo quererlo, y no soy capaz de echarle. La oscuridad oscurece mi alma, y ya no te tengo a ti cariño mío ni a tu madre. Espero que algún día puedas perdonarme y descubras que he hecho todo lo necesario para que seas feliz. Siempre te querré. -Papá".
Edén se quedó paralizada, la pelirroja la estaba hablando, pero ella ni siquiera la estaba escuchando, esto no podía estar sucediendo. Primero su madre y después su padre, esto no le podía estar sucediendo a ella —se repetía una y mil veces mientras mantenía la mirada perdida en la nota de suicidio y los ojos no paraban de expulsar lágrimas—.
Era la letra de su padre, su redacción e incluso su humor en un momento así... La directora se quedó allí de pie esperando que el dolor se aplacase un poco, pero pasaba el tiempo y la muchacha no dejaba de gimotear, cosa que empezó a incomodar a la mujer.
—Edén, tengo que atender a más gente hoy, pero si necesitas cualquier cosa, mi puerta siempre estará abierta.
La chica se levantó del asiento sin mirarla a la cara. No podía más. Había sido ella, ella lo había provocado tras viajar en el pasado y salvar a Dylan, o al menos eso pensaba.
Caminó hasta los baños más próximos que encontró y lloró como si no hubiese un mañana. No quería que nadie la molestara. Escalofríos recorrían su columna vertebral y solo quería golpear algo. Estaba furiosa, no entendía cómo había podido pasar. En ese momento lamentaba tanto no haber opuesto resistencia cuando su padre la llevó a ese internado... No comprendía por qué todos a su alrededor morían, y de pronto descubrió que a partir de ese momento estaría sola. No podía soportarlo, no podía manejarlo. Se agarró la cabeza con las manos y jadeó, lloró gritó y pataleó como si no importase nada más que su dolor. No entendía por qué su padre había decidido acabar con su vida, y mucho menos comprendía las últimas palabras de su carta "he hecho todo lo necesario para que seas feliz". ¿Todo lo necesario era apartarla de su vida y suicidarse?
Salió del baño y fue a su habitación, quería hacer probablemente lo que se consideraría una locura, pero en ese momento sus pensamientos no regían con claridad y sabía que el único lugar seguro que encontraría sería su habitación.
En el camino, las lágrimas no podían detenerse en sus ojos y salían de ellos como si de una carrera se tratase.
—¿Edén? —preguntó una voz en seguida. Ella no se detuvo para ver a Derek y siguió su paso, como si en ningún momento le hubiese escuchado—. ¿Estás bien? —preguntó el muchacho haciendo que esta se girase y le mirase.
Cuando sus ojos se cruzaron, esta negó con la cabeza levemente antes de romper a llorar. Él la abrazó mientras le acariciaba el pelo suavemente. Ninguno de los dos dijo nada, él simplemente esperó a que ella se terminase de desahogar.
—¿Quieres que hablemos de algo? —preguntó Derek mientras veía como ella se secaba las lágrimas y negaba con la cabeza.
Edén no habló, pero en ese momento se sintió reconfortada.
La chica volvió a llorar y Derek posó su mano en la espalda de esta e hizo leves círculos en ella.
—Si quieres hablar de algo, te escucho, si no, estaré aquí para apoyarte.
Edén le miró aún con los ojos llorosos y este rápidamente alzó la mano que no tenía ocupada en su espalda para quitarle una lágrima que resbalaba por su mejilla. Edén cerró los ojos ante su contacto.
—Gracias —dijo esperando que el chico no le preguntase más acerca del por qué se había roto de repente. No quería explicarle lo mal que se estaba sintiendo en ese momento.
Derek la abrazó mientras la chica jadeaba rápidamente para intentar controlar el llanto. Se sentía vacía, destrozada y sin nada a lo que aferrarse, ya no le quedaba nada más por lo que luchar.
Después de algunos minutos, logró deshacerse de Derek para ir a su habitación y hacer lo que debería de haber hecho desde el primer momento que había llegado.
Su habitación estaba vacía, Ira probablemente volvería más tarde, de todos modos, se aseguró preguntándoselo a través de su móvil. Ella contestó que estaría allí en una hora o más, cosa que le daba bastante tiempo para maniobrar.
Imaginó la escena, lo recobró todo en su cabeza. Iba a viajar al pasado y salvar a su madre, la obligaría a quedarse esa noche, la obligaría a no salir por la puerta y vivirían los tres como una familia feliz. No le importaba cambiar las cosas porque ya había perdido todo lo que más amaba. No le importaba no conocer a Derek, Dante o Kain o a cualquier otra persona, quería a sus padres de vuelta.
De pronto, la habitación empezó a temblar, todo parecía ir bien, pero la puerta se abrió. Derek apareció por esta, pero ya era demasiado tarde, Edén se desvaneció ante sus ojos.
(...)
La chica abrió los párpados lentamente, los sentía pesados. Cuando lo hizo se dio cuenta de que estaba en su casa, en la casa donde había vivido durante casi toda su vida
—Cariño, ¿no estabas en la fiesta de Chuck? —preguntó su madre a sus espaldas.
—¿Mamá? —Edén se giró rápidamente para mirarla a los ojos antes de abrazarla.
—Cariño, ¿estás bien? —la mujer correspondió el abrazo sorprendida.
—Mamá, no te vayas, quédate conmigo —rogó la chica.
—Tengo una cena importante, ya lo sabes, no puedo cancelarla.
—Por favor mamá —suplicó.
—Cariño, no me puedes pedir esto, es la oportunidad de mi vida —la mujer observó el reloj antes de volver a hablar—. Tengo algo de tiempo, ¿quieres que te acerque a casa de Chuck? Me pilla de camino.
Su madre recogió su bolso y su chaqueta, Edén no pensaba desaprovechar la oportunidad, así que le lanzó toda la munición de golpe.
—Mamá, como salgas por esa puerta, vas a morir —soltó de golpe y sin anestesia.
—¿Qué estás diciendo, Edén? —la mujer cambió su semblante dulce por uno más tenaz.
—Vale, sé que te va a sonar a locura, pero prometo que no me lo estoy inventando. Vengo del futuro, un futuro en el que tú y papá morís. Tú moriste primero, papá me llevó a un internado donde todos viajamos en el tiempo, pero luego él...—pensó lo que diría a continuación— murió. No puedo permitir que ambos desaparezcáis de mi vida, tienes que quedarte conmigo.
—Edén, ¿estás drogada? ¿has bebido? —preguntó su madre examinándola.
—¡No mamá! Por favor, necesito que te quedes.
—Cariño, no me puedes soltar algo como esto de viajes en el tiempo y que esperes que me lo crea.
—No voy a dejar que te vayas —la chica agarró del brazo a su madre y esta la soltó de inmediato.
—Edén, compórtate. Cuando vuelva de la reunión hablaremos.
—No vas a volver de la reunión mamá —la chica no dejaba de llorar mientras intentaba sujetar alguna parte de su cuerpo.
—Edén. —espetó la mujer—. Estás castigada, vuelve a tu cuarto, ¿me has oído? Tranquilízate y deja de decir tonterías.
—No estoy diciendo tonterías. —hizo una pausa, pero su madre no estaba dispuesta a creerla—. Desapareceré ante tus ojos, entonces tendrás que creerme.
La chica se concentró en el futuro, quería que su madre tuviese alguna prueba para no salir de casa y si la veía desaparecer frente a sus ojos, sabía que tendría que creerla. Se concentró en el futuro mientras su madre la miraba perpleja. De pronto todo se tornó negro y se mareó un poco antes de tocar tierra de nuevo.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó una voz mientras se acercaba a ella, que estaba en el suelo de rodillas intentando recobrar la compostura.
Abrió los ojos lentamente y se dio cuenta que seguía en la habitación de la academia. En ese momento fue cuando descubrió que no había conseguido salvarla, que ella no la había creído, y que ya no le quedaba nada más por lo que luchar, así que simplemente se dejó caer en el suelo y comenzó a llorar.
—No lo he conseguido, no la he salvado —susurró mientras colocaba sus manos en el suelo.
—¿Salvar a quién? ¿Va todo bien? ¿Edén acabas de viajar en el tiempo?
Edén no logró articular una palabra más, no podía más, todo le pesaba ahora mismo. Se llevó las manos a su cara y comenzó a sollozar.
—Edén —el chico, autoritario, le quitó las manos de la cara y la obligó a mirarle—. Cuéntame qué ha pasado.
La chica, con los brazos encarcelados por los de él, se rompió de nuevo.
—Mi padre ha muerto —dijo con un leve quejido. Ante esa respuesta, Derek soltó las muñecas de la muchacha.
—¿Has viajado al pasado para salvarle?
Ella negó con la cabeza.
—He viajado al pasado para salvarla a ella —la chica no dejaba de sollozar.
—¿A tu madre?
Ella se limitó a asentir.
—¿Durante cuánto tiempo has viajado? —preguntó él
Ella no contestaba y la cabeza de Derek comenzaba a funcionar.
—Edén, ¿durante cuánto tiempo has viajado? —repitió.
Ella le miró con asco.
—¿Qué importa? Ella está muerta, no he logrado salvarles.
—¿Cómo es posible que hayas viajado durante tanto tiempo y no estés a punto de desfallecer?
De pronto Edén comprendió a qué punto quería llegar él.
—Ah, claro, tú no lo sabes —comenzó a decir—. Supongo que ahora ya nada importa, ¿sabías que tu novia era bisiesta?
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