Capítulo 39

La noche pasó lenta, pero se había prometido que iría a ver a Kain por la mañana e intentaría volver al futuro que conocía, en el cuál era diurna.

Se levantó muy temprano y se escondió en un lugar apartado para observar la escena desde lejos. En la cafetería cada vez entraba más gente, pero reconoció en seguida a Dylan y a Kain entrando por la puerta y sentándose en la primera mesa.

Ambos parecían felices, sin saber que uno de ellos había estado muerto durante bastante tiempo.

Dylan le dio un beso en la mejilla a una chica morena que se sentó junto a ellos. Poco a poco la mesa se iba llenando. Sabía que, si esperaba allí durante mucho más tiempo, alguno podría verla. Así que intentó crear otro plan, aunque no sabía muy bien cómo iba a salir aquello.

Rápidamente salió de la cafetería y se dirigió a su cuarto, donde la chica rubia dormía plácidamente. Cogió su móvil y salió de allí para dirigirse a los baños comunes. En ese momento llamó al número de Kain, el cual le respondió a los tres toques.

—¿Sí? —preguntó curioso.

—Hola, mira, sé que no nos conocemos, pero necesito verte —finalizó rápidamente y jadeando. Ya no le importaba nada lo que pensase el Kain de ese futuro porque no podía permitir que ese futuro se consolidase.

—Perdona, ¿quién eres? —preguntó de nuevo por la línea.

La chica se llevó la mano que no sujetaba el teléfono a la cabeza.

—Eh... Hicimos un trabajo de física juntos.

—Ah, eres la humana —prosiguió el muchacho—. ¿Y por qué me llamas ahora?

—Necesito tu ayuda —respondió rápidamente.

—¿Mi ayuda? Pero si apenas nos conocemos.

El chico no parecía dar su brazo a torcer y ella comenzaba a alterarse.

—Por favor, es muy importante que nos reunamos.

—Mira, las clases están por comenzar, no sé qué quieres de mí, pero hablaremos más tarde —el chico colgó el teléfono antes de dejarla hablar.

La chica no se quería dar por vencida, pero sabía que si iba allí a la cafetería y montaba un pollo no serviría de nada.

Esperó a que las clases diurnas acabaran, mientras tanto, estuvo toqueteando su móvil intentando averiguar más acerca de su nueva vida. Su teléfono no sonó después de las clases diurnas, así que le volvió a llamar.

—¿Sí?

—Pensaba que hablaríamos luego —concluyó ella.

—¿Qué quieres de mí?

—Por favor, necesito verte, ¿puedo ir a tu habitación? Cualquier cosa, solo dame cinco minutos —parecía bastante alterada.

—Venga —dijo antes de cortar el teléfono.

—¡Quieres dejar de colgarme! —musitó después de ver como el chico había finalizado la llamada.

Corrió por todo el campus, no quería perder un minuto más. Llamó rápidamente a la puerta y Kain le abrió receloso. Como acto instintivo se le quedó mirando, perpleja de lo distinto que se veía.

—¿Y bien? —preguntó en el umbral de la puerta.

—¿Puedo pasar?

El chico se movió para dejarla pasar, la habitación ahora parecía diferente.

—Tu compañero de cuarto, ¿cuándo llegará? —preguntó esperando que Dylan no les descubriese, porque podría ser un problema.

—No lo sé, ¿me explicas por qué estás aquí? —preguntó curioso sin entender muy bien por qué la chica se comportaba de manera tan extraña.

—A ver, no te lo vas a creer, pero tú y yo ya nos conocemos. La cagué, cambié el pasado y ahora tú estás aquí sin conocerme. Salvé a Dylan sin quererlo. Tú me ayudaste a pasar la prueba, y ahora por arte de magia soy nocturna, cosa que llego a entender porque sólo te interesaste por mí porque querías un sustituto bisiesto de Dylan y lo entiendo, ahora que está vivo no necesitas nada de mí, pero... —la chica divagaba, no sabía hacia donde quería llegar, pero el chico la miraba asombrado.

—¿De qué estás hablando? —preguntó el muchacho sin entender lo que ella decía.

—Tú y yo éramos amigos, o eso creo, pero viajé al pasado sin tu permiso para ver a Dylan y descubrir por qué había muerto, pero acabé salvándole.

—¿Dylan muerto? ¿Qué coño estas diciendo? ¿Estás bien de la cabeza?

Edén ya no regía y ya no procesaba si lo que estaba diciendo era lo correcto o debería quedarse con la boca cerrada.

—Soy bisiesta, como tú y como Dylan —El chico la agarró de los brazos y la enfrentó con una mirada penetrante.

—¿Qué es lo que has dicho? —el chico entrecerró sus ojos y Edén dejó al descubierto su aura para que pudiese verla. Cuando lo hizo, no la soltó.

—Lo sé porque tú me lo dijiste, éramos amigos, por favor, necesito tu ayuda.

—¿Mi ayuda para qué?

De pronto un golpe en la puerta hizo que ambos se sobresaltasen. Dylan estaba en el umbral de la puerta observando la escena atónito.

—Si sé que tienes visita, mejor no vengo, deberías haberme avisado —pronunció el rubio sin percatarse de quién era la chica.

Kain no dejó libres las manos de Edén y miró fijamente al rubio, que rápidamente reconoció su cara.

—¿Edén? ¿Qué haces aquí? ¿No habíamos quedado más tarde? —preguntó el chico algo enfadado tras ver como su mejor amigo sujetaba a la chica de la que se había enamorado.

—¿La conoces? —preguntó Kain sin dejar de soltar a la muchacha.

—Es ella —afirmó Dylan. Tras oír sus palabras Kain soltó su agarre e instintivamente se separó de ella.

—¿Es la chica con la que te has estado viendo estos días? —preguntó Kain confuso mientras observaba como la chica miraba la escena sin poder creerse lo que oía.

Dylan se acercó lentamente a ella y la agarró del brazo. Ella por su parte se había quedado en shock y no podía articular palabra alguna.

—¿Ha ocurrido algo? —Los preciosos ojos verdes de Dylan no dejaban de observar sus facciones. Sus manos recorrieron su rostro para examinarla detenidamente.

—Ha venido para decirme locuras Dyl —interrumpió su amigo.

—¿Locuras? —Dylan dejó de observarla para posar su vista en Kain.

—Hablaba de que nos conocíamos y de que tú... —hizo una pausa sin saber cómo continuar.

—¿Yo?

—Que tú estabas muerto —concluyó ella susurrando.

Ambos chicos se la quedaron mirando estáticos. Ella seguía paralizada sin saber muy bien qué hacer.

—¿Qué estás diciendo?

Ella le miró fijamente a los ojos y un pequeño recuerdo de ellos le vino a la cabeza.

Te quiero —había dicho el muchacho mientras le acariciaba la mejilla.

Y yo —La chica le había dado un dulce beso en los labios.

El destino nos unió y no pienso dejar que te alejes de mi —el chico parecía muy triste.

Lo sé, pero no puedo permitir que arriesgues tu vida para salvar la mía. Seré nocturna —hizo una pausa—. Si descubren que todos los bisiestos estamos en zona diurna todo se irá al traste. Nos veremos, lo prometo, te quiero, pero no quiero perderte. Estaré más segura en rango nocturno. Conozco a alguien...

Él seguía esperando una respuesta mientras ese recuerdo salía de su cabeza.

—¿Me recuerdas? Soy la chica que se volatilizó en tus brazos.

—Lo sé —respondió escueto—. Gracias a eso nos conocimos.

Edén negó con la cabeza.

—Está loca Dyl —concluyó Kain mirando a su amigo.

—No estoy loca ¡Joder! —la chica miró desafiante al moreno antes de volver a posar su vista en el rubio—. Te salvé la puta vida —movió los brazos desesperadamente, la chica ya había perdido los estribos—. Desaparecí porque venía del futuro. ¡Cambié tu vida! Tú tendrías que haber muerto.

—¿Qué estás diciendo? —dijeron ambos en el mismo tono.

—Será mejor que te marches —Kain se acercó a la puerta y la abrió esperando que la muchacha abandonase la habitación, pero no lo hizo.

El chico no habló y ella se marchó de la habitación intentando pensar en algún detalle que le diese alguna pista de cómo volver a la normalidad, aunque no sabía el qué. Tenía que descubrir cómo había muerto Dylan, pero no sabía por dónde empezar.

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