Capítulo 27

El suave crujido de la tostada siendo mordida por sus dientes, resonaba en los oídos de la muchacha, que seguía absorta en sus pensamientos. Tras la conversación que había mantenido con Dante, ambos se habían despedido y ella había vuelto a su cuarto para intentar dormir algo y lograr despertarse mejor, cosa que no había logrado del todo.

Estaba bastante perdida y había cavilado muchas opciones para poder posponer la prueba, pero ninguna era adecuada.

Por otra parte, Derek no había hecho acto de presencia esa mañana, cosa que la había molestado en cierta parte, ya que no sabía cómo iban a reaccionar ambos al día siguiente de sus besos. Era cierto que él le había propuesto ser pareja, pero, tratándose de Derek, aún estaba algo perdida.

Edén se terminó su tostada y se dirigió a su primera clase diurna: Educación física.

Estaba amaneciendo, y se sentía demasiado cansada como para hacer algo de deporte a esas horas, pero no podía dejarse dominar, así que se impuso y recobró la compostura cuando la profesora se presentó ante ellos.

—Buenos días, chicos, comenzad a correr para calentar. —se ajustó su reloj de pulsera y todos los alumnos comenzaron a correr, entre ellos, Edén logró percibir la figura de Kain a lo lejos.

Mientras corría, Edén recordó el momento en el que había estado a punto de caer y hacerse heridas graves por culpa de Kain. Cada vez que se acercaba a ese lugar daba un ligero rodeo para no acercarse demasiado. Si bien sabía que fue Kain el que la había dejado abierta para que ella cayese ahí, no se fiaba demasiado.

Recordó como en ese momento había sentido como si flotase, como si su cuerpo no le perteneciese más. Era cierto que la sensación había sido aplacada por el terror de caer allí, pero suprimiendo eso, el recuerdo de sentir que tu cuerpo está siendo movido sin que tú sepas cómo o por qué, era una sensación agridulce.

—Poneos en pareja y coged un balón de aquí. —gritó tras cinco minutos mientras señalaba la red de pelotas de baloncesto que se encontraba a su izquierda.

Edén, rápidamente, buscó a Kain entre la multitud, pero no le encontró.

—Vamos, quiero que os vayáis pasando la pelota de las maneras que yo diré a continuación.

Ella se quedó inmóvil esperando que alguien la quisiese como pareja, todo parecía ir a cámara rápida y la profesora explicaba como quería que se pasasen el balón entre las parejas. Edén no sabía muy bien qué hacer cuando observó que todo el mundo comenzaba a posicionarse frente a frente. Antes de que pudiese dirigirse a la profesora y decirle que no tenía pareja, una voz la detuvo.

—Vamos, sigo esperando —Kain se encontraba a su izquierda. Como acto reflejo suspiró y sonrió de alivio al verle—. Eres muy lenta —se burló sin saber lo mal que lo había pasado tras haber pensado que se quedaba excluida.

El chico botaba la pelota en sus manos mientras esperaba que Edén se colocase más cerca. Cuando lo hubo hecho, ambos se pasaron el balón de las distintas maneras que había explicado la profesora, sin mediar una palabra con el otro.

Una vez hubieron pasado diez minutos, en los que la profesora cambiaba de ejercicio, propuso hacer un partido de baloncesto en lo que terminaba la clase.

—Necesito dos capitanes —requirió la profesora. Kain alzó la mano rápidamente junto con una chica.

—Id eligiendo miembro por miembro a vuestro equipo.

Kain dejó que la chica comenzase a elegir, y así lo hicieron sucesivamente. Edén había pensado que sería la última en ser escogida y que sería un lastre para su equipo, pero para su sorpresa, fue el primer miembro que eligió Kain, y eso la reconfortó de sobremanera, porque con su presencia ya no se sentía tan excluida.

El partido comenzó, y ninguno logró meter canasta en los primeros diez minutos, más tarde uno a uno comenzaba a meter canasta, Edén por su parte se movía como pollo sin cabeza, pues si bien era cierto que el deporte le gustaba, y el baloncesto era un deporte que le agradaba, casi todos los miembros de su grupo, menos Kain, la ignoraba, por lo que había tocado el balón pocas veces, y cuando lo hacía, se lo quitaban en seguida.

De pronto y en un ataque de repentina rabia por sentirse excluida de su grupo intentó bloquear un tiro del equipo contrario, pero otra persona había tenido la misma idea y había lanzado sin querer el balón contra la cara de Edén.

Rápidamente, y tras ver como Kain había sido el primero en preguntarle si estaba bien, se recompuso y fingió con una sonrisa que todo estaba bien, aunque se había hecho mucho daño.

Intentó seguir con el partido mientras se tocaba la cabeza de vez en cuando. Kain por su parte, no dejaba de observarla para ver si se encontraba bien, a lo que ella asentía. Tras ver que ni siquiera el que había provocado el golpe se disculpaba, se sintió bastante mal y muy excluida. Quería que la clase acabase ya, pero aún quedaban por lo menos diez minutos más. Para hacer más amena la espera, fingió que iría a beber agua y que volvería en un rato. A casi nadie pareció importarle su marcha.

Comenzó a caminar sintiéndose estúpida. No entendía por qué las personas la trataban así. Y ya no sabía si era porque todo el mundo la consideraba un bicho raro, o si era por su personalidad.

Cuando llegó a la fuente bebió un poco de agua y se quedó allí durante unos minutos, esperando que poco a poco se fuesen acabando antes de que le diese tiempo a volver.

Nunca en la vida se había sentido excluida en un grupo de clase, siempre había tenido su grupo de amigos, y la mayoría de los de su clase se llevaban bien con ella, y esta situación tan diferente, la sobrepasaba.

—¿Te encuentras bien? —preguntó una voz a sus espaldas.

—Sí, solo tenía sed —respondió girándose para encontrarse con la mirada azulada del muchacho.

—¿Te ha dolido el golpe?

—No, no te preocupes —sonrió débilmente.

—Sigo pensando que mientes muy mal —replicó Kain.

Esas palabras quebraron a Edén por dentro y de pronto sintió unas inmensas ganas de llorar, pero no quería hacerlo delante de él, así que se contuvo como pudo, pero el chico lo notó.

—¿Por qué estás así? —preguntó curioso observando las muecas que hacía la chica para no llorar.

—Estoy bien, ¿vale? Déjame beber agua en paz —soltó esperando que se fuese para poder llorar tranquila.

—Bien —se dio la vuelta para volver al partido, pero un pensamiento fugaz le detuvo—. Estar así no te va a ayudar ni a ti ni a nadie. Que estés así por un golpe solo reafirma lo niña que eres. —concluyó mirándola fijamente

La chica jugó con su lengua en su boca mientras asentía —¿Vas a hundirme más en el pozo, cierto?

—No. —negó con la cabeza—. Pero es una estupidez.

—¿Y tú qué sabes? No estás en mi cabeza, no sientes lo que yo siento.

—¿El qué? ¿Qué te has sentido excluida? —hizo una pausa mientras la desafiaba con la mirada—. A lo largo de tu vida te llegarán muchos palos, tienes que aprender a lidiar con ellos, y no dejar que te dominen. Porque si te afecta algo tan nimio como esto, te vas a morir cuando llegue uno más duro.

—Claro, tú eres el fuerte, ¿no? Los chicos no lloran y todo lo mío es una estupidez.

—No pongas en mi boca palabras que yo no he dicho —hizo una pausa—. Llora, patalea, desahógate, pero una vez hayas terminado levántate, límpiate la cara y finge que nada de eso te importa, que no pueden tirarte, aunque lo intenten.

Las palabras de Kain estaban siendo muy duras, sabía que tenía razón, pero lo que ella sentía en ese momento él no podría vivirlo.

—Para ti es fácil. —concluyó.

—¿Que para mí es fácil? —entrecerró los ojos—. Y tú que sabrás.

—Si no vas a aportar, mejor apártate —concluyó ella furiosa.

—Si no estas dispuesta a oír lo que la gente tiene que decirte, aunque no sea lo que tú esperas, te va a ir mal en la vida.

—¿Y tú que sabrás de mi vida? Hablas como si me conocieses, ¿desde hace cuánto hablamos?

Las palabras de Kain abrasaban con fuego la cabeza de Edén, él quería ayudarla porque sabía cómo era sentirse desbordado por los sentimientos, pero no tenía el tacto suficiente como para hacerla entrar en razón.

—No todo el mundo te va a abrazar o a consolar cuando lo necesites, habrá personas que te tiren más en el fango o que ni siquiera se dignen a intentar ayudarte.

—¿Y tú eres una de ellas, cierto?

El chico puso los ojos en blanco, y justo cuando iba a responderla, ella le interrumpió.

—Yo no he pedido tu ayuda, has venido aquí porque tú has querido.

—Puedo estar aquí y escucharte, pero no voy a quedarme para escuchar tus reproches hacia mí cuando solo intento ayudarte.

—¿Ayudarme? Claro, para ti esto es ayudarme, oh sí muchas gracias.

—¿De qué te sirve?

—¿Cómo?

—¿De qué te sirve estar así? ¿Va a hacer que el chico que te ha golpeado se disculpe? ¿Va a hacer que las personas te hablen en masa? ¿Va a hacerte ser parte del grupo? —preguntó esperando una respuesta que le valiese.

—Me he cansado —Edén se dirigió hacia donde estaban terminando de jugar el partido, dejando a Kain allí solo.

Sabía que la actitud que había tomado era algo infantil, pero a veces estaba bien desmoronarse. Y lo que él no sabía es que, que lo hubiese hecho en ese momento no significaba que no fuese por todo lo que tenía acumulado.

NOTA DE AUTORA:

¿Qué os ha parecido este capítulo? ¿Qué opináis de la reacción de Kain y de Edén?

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