Capítulo 26
Después de ese abrazo, Kain había comenzado a hablar de la prueba que debía pasar Edén.
—Tienes que ir al despacho de la directora y fingir que no te encuentras bien. Aunque eso, debe de ser en rango nocturno, como si te sintieses debilitada, mientras lo haces, tendrás que minimizar tu aura nocturna.
—¿Qué pasa si no voy? —preguntó mientras seguía oyendo al muchacho hablar.
—Vendrán a buscarte y si en ese momento no estás preparada, date por muerta.
—¿Cómo sabes que no han cambiado la prueba? —preguntó Edén exaltada.
—No lo sé, pero esperemos que así sea.
—¿Qué opciones tengo? —preguntó esperando que la mayoría fuesen favorables.
—Bueno... —comenzó a decir el muchacho—. Si no has desarrollado ningún poder en estos meses te descartan como humana. —hizo una pausa antes de proseguir con las opciones—. Si ven que estás desarrollando un poder más que otro, te meten en ese rango horario para que lo sigas desarrollando. Y si ven que has desarrollado los dos por igual, te llevan a un sitio para hacerte pruebas. —la miró fijamente a los ojos—. En los tiempos que corren, los bisiestos son la principal causa de búsqueda.
—Tú sabías que era bisiesta, me preocupa que ellos lo descubran también.
—Ya sabes por qué yo lo supe —hizo una pausa antes de proseguir—. Es cierto que lo de tu amigo nocturno se me escapa de las manos, pero yo sé en que basarme porque soy igual que tú.
—¿Cómo se llamaba tu amigo? —preguntó Edén recordando una conversación antigua que habían tenido.
—¿Mi amigo? —Una mueca de confusión se apoderó de su cara, esperando que la chica le resolviese la duda.
—El chico que te ayudó a sobrevivir aquí, el que te enseñó su método y a conocer como pensaban.
A Kain se le encogió el corazón tras oír hablar de su antiguo mejor amigo.
—Dylan, su nombre era Dylan.
—Era el chico de la visión, ¿no?
—¿Podemos dejar ahí la conversación? —dijo con un tono melancólico. Edén se dio cuenta de que acababa de abrir la caja de pandora sin haberse dado cuenta siquiera.
—Claro... decías que es imposible que ellos lo sepan sin la prueba —prosiguió la chica.
El muchacho asintió antes de continuar.
—Sí, sí. Ellos en ningún momento se plantean conocer al enemigo, como piensa, como actúa, o lo que siente. Lo único que saben distinguir son las auras, de ahí su importancia, aunque las auras humanas y las bisiestas son muy similares, tienen pequeñas alteraciones que los demás no perciben, pero ellos son expertos. Mientras que las humanas, para ellos, se mantienen tenues y constantes, la de los bisiestos parecen brillar mucho más en diferentes estados. —hizo una pausa para tomar aire y así aprovechar y meter una cuestión importante—. Por lo que debes aprender a ocultar una de ellas, en este caso la nocturna. Es imposible ocultar un aura durante mucho tiempo, pero puedes hacerlo durante las horas necesarias a la evaluación.
—Pero ¿y si alguna persona me ve con un aura distinta?
—Lo bueno es que ellos no hablan entre sí, los nocturnos notaran tu aura, y los diurnos también, pero ninguno hablará con el otro para contárselo.
—¿Y si un nocturno ve mi aura y ve que me he metido en el rango diurno?
—Los humanos poseéis ambos, pero teóricamente desarrolláis uno más que otro, y nadie notará cuál es el mayor hasta que tú lo decidas.
Edén asintió levemente con la cabeza mientras se mordía el labio inferior, pareciendo comprender todas las cuestiones.
—Eh... —comenzó a decir—. Sé que es difícil, debes estar cagada. —hizo una pausa antes de proseguir—. Yo también lo estuve, pero va a salir todo bien.
Edén le miró fijamente a los ojos y asintió lentamente. Toda la información que el chico le había proporcionado desde que se conocían era demasiado para ella. No quería morir, y menos por algo que no era culpa suya. Ella no había decidido ser bisiesta, o ser una criatura del tiempo. Simplemente sucedió así y esta era su vida ahora, lo que no podía era dejarlo pasar como si nada ocurriese por mucho que tuviese miedo.
—Gracias —respondió la rubia ante sus palabras. Realmente, y muy lejos de lo que cabría esperar, Kain la calmaba, y notar su apoyo era crucial en estos momentos.
El muchacho le dio varios toques en el hombro para intentar tranquilizarla, pero solo logró que ella soltase una carcajada.
—¿Qué es esto? —imitó el gesto que había tenido el muchacho segundos antes.
Este esbozó una sonrisa tras ver los movimientos de la chica.
—Intentaba tranquilizarte, no he dado cursos, aún soy principiante —el muchacho mostró todos sus dientes al sonreír.
Edén, tras oír la risa del muchacho, comenzó a reír también.
—Perdona —dijo aún entre risas.
—No te preocupes.
Ese momento le había gustado a Edén, ya que nunca le había visto sonreír de esa manera. Edén había comenzado odiando a Kain, y poco a poco iba cayéndole mejor, y eso la reconfortaba.
—¿Quieres seguir hablando de cómo será la prueba?
Edén quería continuar esa conversación, y aún más después de haberle visto tan feliz, pero estaba demasiado cansada como para seguir prestando atención a lo que el muchacho decía, así que decidió dejarlo para otro día.
—Creo que necesito descansar.
El chico asintió con la cabeza antes de despedirse y salir por la puerta.
Según el muchacho hubo salido, Edén corrió las cortinas y se acostó en su cama. Le costó conciliar el sueño, pero finalmente acabó durmiéndose.
Después de unas horas, se despertó con la habitación en la total oscuridad. Se incorporó y se desperezó antes de correr las cortinas para observar la inmensidad de la luna llena.
Miró la hora en su reloj y se fijó que las clases nocturnas ya habían acabado. Lentamente se dirigió hacia la ventana y apoyando su mano en el marco de esta, comenzó a observar a todos los nocturnos que pasaban por allí.
En ese instante recordó el momento en el que Yara se había acercado a ella y le había pegado una bofetada. Recordaba la escena, y como se había sentido después de hacerlo. No entendía por qué se había comportado de esa manera si ni siquiera mediaban palabra alguna, pues lo único que se dirigían eran miradas de asco.
Lo que realmente le preocupaba era como la muchacha se había comportado, como si estuviese poseída o algo así. No parecía normal que después de no hablar en ningún momento, tuviese la desfachatez de exigirle algo que no era de su incumbencia. Dante no era propiedad de nadie, y mucho menos lo sería de ella. De pronto un recuerdo fugaz se le vino a la cabeza. La primera vez que había entrado en este instituto, cuando Dante había dado la cara por ella cuando esta se había metido en un lío tras defender a una chica. Nunca le había preguntado por qué lo había hecho, suponía que eso siempre se quedaría en el aire, pero se alegraba de que lo hubiese hecho.
También pensaba en la satisfacción que había sentido tras pegar a la muchacha. Edén nunca había sido violenta, nunca le había gustado, y que lo disfrutase ese día, la alteraba de sobremanera.
De pronto, y en medio de sus pensamientos, reconoció una figura al instante. El señor Hook salía del aula con su bandana colgada del hombro mientras se dirigía a su despacho.
Le hubiese gustado ser nocturna para saber más de su profesor, incluso después de haber estado tan raro últimamente. Mientras observaba a Hook pasear tranquilamente, algo la conmocionó de sobremanera. Este pareció tambalearse para, más tarde, caer al suelo.
Edén rápidamente salió por la puerta de su habitación para ir en su busca. Cuando logró llegar, un cúmulo de gente se hallaba a su alrededor, lo que hizo imposible acercase al cuerpo de su profesor.
Repentinamente una mujer gritó que abrieran paso, cosa que hicieron y Edén por fin pudo ver como su cuerpo inmóvil estaba tendido en el suelo. Se fijó en su boca entreabierta, los ojos estaban cerrados y su bandana, aún colgada de su hombro, parecía reposar a su lado derecho. Sus brazos estaban abiertos a los costados de su cuerpo, y en la mano derecha llevaba el anillo que Edén le había entregado hace tiempo. Aún recordaba lo exaltado que se había puesto al recibirlo.
—Se ha desmayado, por favor que alguien vaya a llamar a la enfermera —gritó la mujer.
Rápidamente, Edén dejó de observar el cuerpo de su profesor y salió corriendo en busca de la enfermera. Fue un problema cuando tras abrir la puerta de la enfermería, no la vio. Se marchó de allí y la buscó por los pasillos, pero a su pesar, lo único que halló fue a Dante, sentado en un banco que había por allí.
Edén se paró en seco tras verle, y cuando él pareció notar su presencia, esta se desvaneció corriendo, dejándolo ahí.
Edén se dirigió al lugar donde había estado todo el tumulto de gente, pero ya no estaba el cuerpo. La gente que había allí susurraba cosas que Edén no lograba oír. Así que en un acto de valentía le preguntó a una chica morena que se encontraba a su derecha.
—Perdona, ¿sabes que ha pasado con el profesor que estaba aquí tirado? —preguntó sin vacilar.
La morena la miro sorprendida.
—Sí, parece ser que se lo han llevado a la enfermería. —respondió sin más, pero antes de que Edén asintiese y se marchase de allí, esta continuó hablando—. Ha sido inquietante, es la primera vez que veo a un profesor desmayado, ¿tú habías visto algo así alguna vez? —preguntó con serenidad.
Edén, algo sorprendida, pudo negar con la cabeza antes de hablar.
—No, nunca he visto como alguien se desmayaba.
—¿Tú le viste desmayarse? Yo le encontré así, fue espeluznante, por un momento pensé que estaba muerto.
—Sí, pero cuando quise llegar había demasiada gente alrededor —juntó las cejas y las levantó en señal de pena—. Espero que se ponga bien.
La chica asintió y sonrió levemente.
—Decían que había sido una bajada de tensión y que no nos preocupáramos, seguro que se pone bien. El señor Hook siempre ha sido un hueso duro de roer —contestó risueña.
—¿Le conocías? —preguntó Edén perpleja por la amabilidad de la chica.
—Sí, le tuve en mi primer año y fue alucinante. Quizá algo aburrido al final, pero alguien que sin duda te alegra la vista, tú ya me entiendes —sonrió con todos los dientes.
Edén comenzó a reír levemente tras el comentario de la chica.
—¿Este es tu segundo año? —preguntó curiosa deseando saber más de la chica a la que acababa de conocer.
—Sí, bueno, en realidad es el tercero porque repetí curso, ¿y tú?
—Es mi primer año. —hizo una pausa antes de continuar—. En realidad, sigo un poco perdida con todo esto, soy humana y me cuesta acostumbrarme.
—Ahhh —dijo entusiasmada—. ¡Así que los rumores eran ciertos! Es alucinante conocer a un humano —La chica entrecerró los ojos y pareció concentrarse en Edén, a lo que ella pensaba que estaría observando su aura—. Sí, es cierto, la verdad pensé que serías diferente. Eres la primera humana que conozco.
La chica hablaba como si Edén fuese un tipo de experimento o algo parecido a lo que observar de cerca e incluso admirar.
—Mi nombre es Abigail ¿cómo te llamas tú? —preguntó curiosa.
—Edén. —Tras escuchar los comentarios de la chica, a Edén se le vino una pregunta a la mente—. ¿No hay muchos humanos por aquí?
La chica negó repetidamente con la cabeza —No, o bueno al menos no que yo sepa. Supongo que es la misma sensación que tú sentiste tras meterte aquí.
—Puede ser —sonrió levemente tras ver a la otra chica comenzar a sonreír.
—¿Es cierto que no te debilitas en ningún rango horario? —preguntó curiosa.
—No... —comenzó a decir, pero las palabras de Kain se apoderaron de su mente—. Bueno, en realidad últimamente me siento más débil en rango nocturno, pero supongo que será normal.
—Qué pena —dijo la muchacha antes de seguir hablando—. Seguro que eso significa que te colocarán en horas diurnas. Me hubiese gustado ser tu amiga, pareces muy agradable. —Edén, tras escuchar las palabras de la muchacha lloró de alegría interiormente.
Quizá era verdad y se había enfrascado tanto en que todo el mundo la vería como la rara, que finalmente se lo había creído y en ningún momento había dejado que los demás la conociesen.
—Quizá no, quien sabe —recordó la propuesta de Dante y pensó que también podría ser buena idea ser nocturna y al fin tener una amiga mujer, pero la imagen de Derek se cruzó por su cabeza.
—¡Ojalá!
—Abbie, ¿te vienes? —preguntó una chica interrumpiéndolas, mientras hacía un gesto con la mano izquierda.
Abigail la miró fijamente unos segundos antes de volver a posar su mirada en Edén.
—¡Claro! Ahora voy —se despidió de la chica que la había preguntado y después se dirigió a Edén—. Tengo clase ahora, pero quizá nos volvamos a ver. —comenzó a caminar—. ¡Ha sido un placer conocerte! —gritó cuando ya estaba más lejos.
Edén la miró correr a lo lejos para entrar en el edificio aulario. Estaba apenada de no haber intentado antes hablar con alguien de allí para forjar una amistad. De hecho, le apenaba no volver a ver a esa chica, la cual parecía bastante agradable. Aunque esperaba que en el rango diurno hubiese más gente como ella.
—Sé que dijiste que te lo pensarías, pero me gustaría conocer una respuesta —habló alguien a sus espaldas.
Se giró rápidamente para ponerle cara a la persona que había hablado.
—Dante... —comenzó a decir, pero se cortó sin saber muy bien como proseguir.
—Siento mucho la presión que estoy ejerciendo sobre tus hombros. —hizo una pausa—. Simplemente tengo miedo de que te pase algo.
Su mirada era triste, parecía realmente apenado. En ese momento Edén se sintió en paz, no sabía el motivo, pero confiaba en él de alguna manera que ella no entendía. ¿Por qué confiaba en él si apenas habían hablado? —se preguntaba constantemente—.
—No hace falta que digas nada, entiendo tu postura, pero realmente necesitas la ayuda de alguien —Dante parecía comenzar a alterarse.
—¿Estás bien? —preguntó mientras veía como este parecía estar ansioso.
—No —dijo serio—. Soy un fracaso.
—No digas eso.
—No dejas que te ayude —dijo impaciente
—¿Por qué me prestas tu ayuda? Apenas nos conocemos...
El chico seguía negando con la cabeza. —Sé que suena estúpido, pero en realidad nos conocemos...
Edén frunció el ceño mientras escuchaba todo lo que el muchacho decía.
—¿A qué te refieres? —preguntó interesada.
—Yo... yo... —hizo una pausa mirando a todos los sitios—. Una vez me escapé del internado. Hice una locura, lo sé, pero acabé topándome contigo, tú no lo recuerdas porque viajé en el tiempo y lo borré. De alguna manera yo conseguí recordarte. —hizo una pausa para escudriñar la expresión del rostro de Edén—. Estuvimos hablando, ¿sabes? Fuiste muy agradable y divertida. En ningún momento supe que eras especial hasta que te vi aquí, el problema es que tú no me recordabas a mí.
—Yo... —comenzó a decir Edén.
—De algún modo u otro pensaba que, si comenzábamos a hablar, tú recobrarías tus recuerdos, pero nunca ha pasado y de hecho creo que ni siquiera ahora que te lo estoy contando me crees. Por eso insisto tanto en brindarte ayuda, porque sentí que, que el destino te pusiese en mi camino era una señal. —mintió Dante mientras observaba la expresión de la chica.
Edén se quedó callada antes de responder, aún seguía algo trastornada por lo que el muchacho acababa de confesarle.
—No recuerdo nada —negó con la cabeza—. Pero si he sentido la misma conexión contigo. Dejaré que me ayudes —dijo sin pensar, conmovida por las palabras del muchacho.
Este pareció sorprendido y abrió la boca y los ojos como platos.
—¿En serio? No, mejor no respondas, no quiero que te arrepientas, de hecho, no lo harás.
Quizá por eso sentía tanta confianza con Dante, porque ya le conocía, aunque ella no lo recordase.
—Te escribiré y hablaremos sobre lo tuyo, presiento que todo saldrá bien a partir de ahora.
En ese momento no sabía por qué lo había dicho y tampoco cómo arreglarlo, quizá la emoción de haber conocido a Abigail, estar al tanto de como avanzaba la situación de Hook y la historia de Dante, la habían conmovido pero no quería pensar en ello, aún quedaba algo de tiempo y esperaba poder solucionarlo cuanto antes, porque había accedido a ser tanto diurna como nocturna, y ya no sabía cuál era la mejor opción.
Nota de autora
¿Que pensáis de la prueba? ¿Creéis que Edén debería ser diurna o nocturna? ¿Que creéis que le ha pasado a Hook? ¿Por qué Dante miente a Edén?
Les espero pronto. Un besito y gracias por leer.
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