Capítulo 13
—Y así, la primera persona que se transformó en un viaje en el tiempo fue Sir Lorenze de Harkts. Sus partículas no terminaron de juntarse en el proceso y perdió un brazo en el transcurso. —Hook hizo una pausa para observar las expresiones de sus alumnos, los cuales habían adoptado una bastante amilanada—. Por eso, siempre se deben respetar las horas del viaje en el tiempo, y nunca comer sopa de ajo en el viaje. —intentó finalizar con humor y algunos alumnos lograron reírse o sonreír al menos, pero muchos otros aún estaban atemorizados de que eso les pudiese ocurrir.
Incluso Edén estaba algo achantada puesto que, si en algún momento viajaba en el tiempo, no quería perder ningún miembro de su cuerpo.
—Ha sido una buena clase chicos, disfrutad de la noche. —concluyó Hook mientras veía a todos los alumnos marcharse.
Edén esperó a que todos hubieran abandonado la clase para darle el anillo. La verdad es que estaba bastante nerviosa. Sus mentiras siempre habían sido creíbles porque actuaba muy bien, pero un hombre como Hook la intimidaba en cierta manera y no quería mentirle.
Hook miró de frente a Edén y la sonrió. Una vez todos los alumnos se hubieron marchado, fue ella la primera en hablar.
—Disculpe por no haber ido a devolverle el anillo, había olvidado donde lo coloqué y me pasé todo el fin de semana buscándolo. —mintió mientras sacaba de su bolsillo el anillo que le había dado Derek.
El hombre lo cogió entre sus manos y tras examinarlo dio un pequeño respingo de alegría.
—Muchísimas gracias ¡me has salvado la vida, Edén! ¡Te debo una! —dijo alegremente.
Ya me ayudaste cuando me dio el ataque de pánico —pensó ella—, pero igualmente había algo que quería preguntarle.
—Señor Hook, hay algo que me gustaría preguntarle. —Edén le miró como un cachorrito esperando que este le contase todo, pero suponía que era imposible. Aunque la verdad, era el único que parecía estar dispuesto a ayudarla.
—Claro, dime.
—¿Qué son los bisiestos? —preguntó inquieta esperando que hubiese hecho bien la pregunta.
Hook frunció el ceño.
—¿A qué viene esa pregunta ahora? ¿Te han hablado de ellos?
—No, en clase de magia diurna un chico lo ha preguntado pero la profesora insistió que le preguntáramos a un profesor de historia y usted es el único profesor que tengo de historia.
—Te lo contaré, pero solo porque me has devuelto el anillo —esbozó una leve sonrisa—, pero mejor vamos a mi despacho y lo hablamos tranquilamente.
Edén asintió rápidamente mientras seguía al profesor Hook por los pasillos. Las cosas no podrían haber salido mejor. Además, aprovecharía para preguntarle más cosas que tenía en el tintero. Si se dejaba, claro.
Una vez entró en su despacho, se sentó en la misma silla que la última vez. Aún recordaba el momento que había pasado allí sintiéndose fatal.
—¿Qué quieres saber? —preguntó el hombre mientras se sentaba en su asiento.
—Qué es.
—Es complicado de explicar, pero intentaré hacerlo lo mejor que pueda. Los bisiestos son personas que no se asemejan en ningún rango horario. —El hombre hizo una pausa mientras observaba la expresión de la chica—. No son ni diurnos, ni nocturnos; sin embargo, poseen ambos poderes. Es una anomalía.
—¿Una anomalía?
—Algo que no es normal
—Sí, sí —respondió Edén rápidamente—. Me refiero al motivo por el cual son una anomalía.
—Son personas que poseen mucho poder. Esa clase de poder solo puede ser ostentado por el señor del tiempo.
—¿Pero qué pasa con ellos?
El profesor miró a Edén esperando que comprendiera lo que ocurría con los bisiestos una vez que se descubría uno.
—Los matan —dijo pareciendo comprenderlo—. ¿Son peligrosos?
El profesor asintió y esta pareció comprender: eran el enemigo.
—¿Cómo se crean? —preguntó
—Nacen el 29 de febrero. Ese día es creado por el señor del tiempo. Es una anomalía que no debería de producirse, pero así ocurre. —El profesor hizo una pausa y luego continuó, pero no como le gustaría a Edén—. No puedo contarte mucho más, eres una humana que está en su primer año. Mi código de confidencialidad no me lo permite.
—Pero... —quiso continuar Edén, pero él la interrumpió.
—Te he contado más de lo que debería.
Edén se resignó sabiendo que ya no iba a dar más el brazo a torcer y que le había sacado algo de información, aunque no la suficiente. Esta se levantó y salió por la puerta dedicándole una leve sonrisa al profesor y dándole las gracias la información que había podido darle.
En el transcurso del camino a su habitación, observó que tenía un mensaje de Kain, el cual le había mandado un archivo en PDF, mientras caminaba leía un poco por encima lo que decía el trabajo, pero no era capaz de entender todo lo que ponía así que supuso que estaba bien, le dio el visto bueno y le mandó un mensaje para confirmarle su aprobación.
(...)
Dante siguió la figura a la que llevaba observando desde hacía bastantes días. Por el momento, ella no se había percatado de que alguien la espiaba y eso le reconfortaba. Hablaba con Edén cada vez que podía, pero sabía que la chica últimamente le había evitado y eso no le gustaba, aunque entendía que se aburriese con él. Tenía que comenzar a tomar cartas en el asunto, pero no sabía cómo hacerlo, así que de momento se había limitado a observarla y seguirla cada vez que podía.
La chica miraba su teléfono mientras caminaba, él quiso saber en qué estaba tan ensimismada, pero no podía acercarse lo suficiente. Una vez entró en la residencia de chicas, él marcó un número de teléfono antes de entrar en su siguiente clase.
La persona al otro lado de la línea respondió al tercer toque.
—¿Sí? —preguntó la voz al otro lado del aparato.
—Soy yo. Tengo problemas —afirmó mirando el lugar por el que la chica había desaparecido.
—Dime.
—No soy capaz de forjar una amistad con ella. Hace días que no hablamos y no sé por qué. En clase intento hablar con ella, pero me contesta fría o solo sonríe.
—Dante, ¿en serio me llamas para eso? —la voz no parecía enfadada, quizá divertida.
—En serio, no sé cómo acercarme a ella.
—Confío en ti, sé que lo harás bien —hizo una pausa—. Si me disculpas, tengo cosas que hacer. Imagina que es una chica más, deja de agobiarte.
Dante se resignó antes de despedirse y colgar el teléfono. Pensaba que iba a ayudarle algo más, pero el consejo que le había dado era bastante bueno y pensaba seguirlo: dejaría de presionarse para que todo fluyese.
(...)
Edén se levantó tarde de la cama pues se había quedado dormida, rápidamente se dirigió a la segunda clase diurna que tenía, puesto que la primera se la había perdido. Justamente esa clase la compartía con Kain y con Derek, aunque este último no asistió. Ella pensó que quizá estaba enfermo ya que en los últimos días le había visto mala cara. La asignatura era física y esperaba que Kain no dijese nada del trabajo, pues realmente no lo había leído por completo.
La clase se le hizo muy pesada y cuando terminó, Edén resopló de gusto. Realmente era la que menos le gustaba de todas, pero tenía que intentar enterarse, pues debía aprobar todas.
Edén, ya casi como de costumbre, fue una de las ultimas en salir y a su salida se encontró a Kain apoyado en la pared. Creyendo que la esperaba a ella se paró por un momento, pero al darse cuenta de que este ni se inmutaba, siguió caminando. Lo que sí notó es que cuando comenzó a caminar, este le seguía por detrás. Se giró varias veces para ver si se daba por aludido y dejaba de seguirla, pero no lo hizo. Dio varias vueltas sin sentido y cogió rutas que no había cogido nunca para confirmar que el muchacho la estaba siguiendo.
Edén, exasperada se giró para enfrentarle.
—¿Quieres algo? —preguntó con mala cara.
El chico hizo una mueca con la boca y negó con la cabeza.
—No —dijo en voz alta.
Pero cuando Edén siguió caminando, este continuó detrás de ella.
—¿Entonces por qué me sigues?
—No eres el centro del universo. Solo paseo.
—¿Detrás de mí?
—¿Y por qué no? —respondió el muchacho apoyándose en el marco de la pared.
Edén comenzó a caminar mucho más deprisa y este aceleró un poco más el paso, pero no tanto como ella, así que cada vez había más distancia.
Edén, muy cabreada se giró hacia él y le miró muy mal. Estaba muy fastidiada con que ese chico no dejase de observarla e intimidarla, pero lo que pasó a continuación la dejó boquiabierta. Se había centrado tanto en echarle un mal de ojo al muchacho que había olvidado por completo la realidad. Ninguna persona a su alrededor se movía, ni siquiera el propio Kain, ¿acaso acababa de parar el tiempo?
Edén movió sus manos y se las miró mientras caminaba por el pasillo. Lo había parado. No sabía cómo, pero lo había hecho. En un momento se acercó a la figura de Kain, la cual parecía bastante inmóvil, pero aun podía ver su respiración. De pronto, al acercarse vio como este pestañeaba y como su pecho se movía a causa de la respiración. Miró a otro alumno que estaba casi a la misma altura, pero este no se movía ni un pelo, ni siquiera para respirar. Cuando volvió a mirar a Kain, de pronto el tiempo se reanudó y todos siguieron su curso como si no hubiese pasado nada. Excepto Kain, el cual miraba extrañado a Edén.
—Si mal no recuerdo estabas más delante. Ahora estas a mi lado, ¿me he perdido algo? —preguntó con sorna.
Edén solo bufó, y sin ganas de hablar con el muchacho y con muchas dudas en la cabeza, se dirigió a la cafetería para comer algo.
Una vez hubo comido, se dirigió al despacho de su profesora de Educación Física, puesto que necesitaba aclarar algunas cosas, e intentar sacarle información sin que ella supiese que ella había sido la causante de haber parado el tiempo.
Edén llamó a la puerta y acto seguido la abrió pidiendo entrar. La profesora accedió y la preguntó qué era lo que necesitaba.
—Venía para hablar de lo que ocurrió el otro día. —hizo una pausa—. Me gustaría saber si usted sabe qué podría haber ocurrido.
—Edén, pasa, toma asiento —la profesora le señaló un pequeño sofá que se encontraba cerca de una mesa.
Ella se sentó en la esquina de este mientras observaba como la mujer se sentaba a su lado.
—Lo cierto es que no he dejado de darle vueltas. —Edén parecía nerviosa. Se tocaba las manos repetidamente intentando encontrar las palabras adecuadas—. ¿Cómo es que usted notó que alguien paró el tiempo?
—Soy profesora, me doy cuenta de eso.
Edén asintió intentando buscar las palabras que diría a continuación.
—¿Soy la única persona que pudo haberlo parado? —preguntó curiosa.
—Sí, ningún alumno más podría haberlo parado, a no ser... —hizo una pausa meditando las opciones en su cabeza.
—¿Ocurre algo?
—No, no te preocupes, solo estaba barajando alguna opción, pero es imposible.
—¿Habla usted de los bisiestos? —Edén estaba dando palos de ciego, pero quería ver si otro profesor podría ayudarla.
—¿Qué sabes de ellos? —pregunto la mujer asombrada.
—Nada en realidad —hizo una pausa— que es una anomalía que debe ser erradicada.
—En este instituto no hay ninguno, así que no te preocupes. No es normal que una iniciada humana pare el tiempo al comienzo del curso, pero puede ser lógico que lo hicieses al verte en una situación como esa. No es nada alarmante Edén, tómatelo como algo de práctica —la mujer la sonrió tiernamente.
—Muchas gracias, eso me tranquiliza —Edén tamborileaba sus dedos en sus rodillas.
—¿No te diste cuenta cuando lo paraste? —la mujer ahora parecía curiosa.
—Sí, ahora que lo dice si —mintió intentando que la profesora no pusiese sus miras en ella—. Igualmente, muchas gracias, creo que ya debería marcharme
Edén se levantó del pequeño sofá y la profesora la siguió el paso y le abrió la puerta. Ambas se despidieron. Mientras Edén caminaba por el pasillo no dejaba de pensar en cómo podría haber parado el tiempo sin siquiera saber cómo hacerlo.
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