Capítulo 11

El encuentro con Kain la había dejado un poco trastocada. Una vez él se hubo marchado, ella había comenzado a buscar información para el trabajo. Desde su punto de vista había conseguido buenas informaciones y eso le agradaba.

Estaba por salir a comer algo, pero ya era horario nocturno y sabía que podría encontrarse perfectamente al profesor Hook. Así que se quedó en su cuarto con hambre. Eso sí, se hizo una nota mental: Debía de llevarse algo de comer a la habitación que no se pusiese malo para estas ocasiones.

Cogió el móvil y comenzó a observar sus funciones. Nada nuevo, todo parecía estar obsoleto excepto una aplicación que le llamó la atención y que al entrar le pedía usuario y contraseña. Era como una red social o al menos eso le parecía a ella. Salió de allí y entró en el servicio de mensajería y vio el único contacto que tenía. El de Kain. Fue a mirar su foto, pero solo se veía un tatuaje de las fases de la luna en la espalda de alguien. Era bastante bonito. ¿Sería de él? —se preguntó curiosa mientras observaba lo tonificada que estaba esa espalda—. Salió de allí y volvió a la red social, en la cual, tras unos minutos, acabó registrándose. Sí, definitivamente era una red social. Lo que vio fue gente desconocida hablando y compartiendo cosas. Lo único en común de todas las cuentas era el lugar de estudios, todos los alumnos del internado estaban conectados mediante esa aplicación.

Se tumbó en la cama boca arriba con el móvil en sus manos, lo primero que buscó fue el nombre de Derek, pero aparecían muchos nombres y no recordaba su apellido, también le paso lo mismo con Dante. El único apellido que recordaba era Pontis y solo porque tras mencionarlo la profesora, Edén lo había guardado en su memoria: Kain Pontis.

Había muchos resultados, pero ninguno con ese nombre, hasta que de repente una foto de perfil llamó su atención. Era el mismo tatuaje y la cuenta se llamaba "KalyPont". Cuando entró vio algunas fotos de Kain y algunas publicaciones escritas, pero no tantas como le hubiese gustado ver. Se pasó casi dos horas cotilleando al chico y descubrió algunas cosas interesantes sobre él, como que ese tatuaje le pertenecía a él, o que su segundo nombre era Lyon, o que sus ojos se veían más azules en persona, aunque eso ya era un gusto personal. Sin darse cuenta su móvil se le cayó en la cara y sintiéndose estúpida, lo recogió, pero al levantar el dispositivo había un cambio en la publicación, había algo rojo que antes no estaba. Un corazón. Le había dado "Me gusta" sin querer.

Rápidamente y como acto reflejo lo borró, esperaba que una vez borrado no se viera, pero sus temores se hicieron realidad cuando una petición de seguimiento le llegó. Además, esta no había sido nada inteligente al colocar su nombre de usuario "Edén Binelli".

—Genial —Se puso las manos sobre la cara mientras se auto felicitaba por estúpida.

Ya con todo perdido, le dio a aceptar y le siguió de vuelta. Ya no había marcha atrás. Habría que inventarse algo coherente como "Estaba probando que era esto y encontré tu perfil de casualidad". Claro que sí, muy coherente.

Tras ese pequeño incidente se fue pronto a la cama para luego despertarse más temprano a la mañana siguiente.

¿Estás despierta? Podemos vernos para lo del trabajo.

Había escrito Kain en su teléfono hacía hora y media.

Ahora sí. Voy a la cafetería.

Respondió ella cuando ya se había duchado y arreglado y se dirigía a la cafetería.

Cuando acabes ve a la residencia de chicos.

El chico tardó cinco minutos en responder, cuando Edén abrió su mensaje bufó mientras se comía el croissant.

Sigo sin saber dónde está.

El chico miró su móvil y negó con la cabeza repetidamente mientras tecleaba su respuesta.

Te espero fuera de la cafetería en veinte minutos.

Respondió Kain.

Edén acabó su desayuno quince minutos después y salió de la cafetería. Un gran sol la sorprendió, pues cuando había entrado a la cafetería aún no había amanecido. Por un momento cerró los ojos y pareció disfrutarlo hasta que una voz la interrumpió.

—Es fascinante, ¿verdad? Sentir el calor en tu piel. —sonrió mientras miraba su brazo—. No sé cómo pueden vivir los nocturnos.

Edén le miró con los ojos medio cerrados puesto que el sol le impedía ver con claridad. Lo único que pudo observar fue el hecho de que llevaba puestas unas gafas de sol.

—Sígueme —dijo mientras comenzaba a caminar hacia el lado opuesto al que ella conocía.

Tras unos cuantos minutos, un edificio enorme estaba delante de ella, se parecía mucho al suyo, solo que estaba en el lado opuesto y que este era mucho más bonito por dentro. Parecía un edificio que solo se podía ver en las películas, con una lámpara de araña en el techo y las paredes y suelos de un color marrón brillante.

Cuando quiso darse cuenta, Kain estaba subiendo unas escaleras. Rápidamente y dejando de observar la magnitud y la hermosura del edificio, corrió para alcanzarle.

Algunos chicos le saludaban cuando pasaba, incluso algunos la miraban con extrañeza.

—Aquí es —afirmó mientras abría la puerta para que pasase—. Estaremos solos durante algunas horas, ¿has traído la información? —preguntó mientras miraba si llevaba algo en las manos como un papel o algo semejante.

—Lo tengo en el móvil. —contestó Edén mostrándoselo.

El muchacho asintió y se sentó frente a su ordenador. Edén cogió la silla que había cerca de allí y la colocó mucho más lejos que la de él. Este la miró de refilón, pero no dijo nada.

—Aquí esta lo que yo he encontrado. —Kain le mostró un documento de por lo menos veinte páginas de longitud.

(...)

Habían pasado horas desde que habían empezado con el trabajo, y aún les quedaba mucho más de la mitad. Kain nunca estaba conforme con lo que la muchacha le proponía, así que acababan medio discutiendo de lo que deberían o no colocar. Finalmente, Edén, cansada, se había resignado y había dejado que él tomase las riendas del trabajo, y así habían conseguido hacer algo más. De pronto mientras miraba como el muchacho escribía, unos golpes en la puerta la sobresaltaron.

Kain se giró rápidamente para soltar un sonoro "pasa". De perfil incluso era más guapo.

Un chico pelirrojo cruzó el umbral de la puerta y miró a ambos chicos sentados en el escritorio.

—¿Aún no habéis acabado? —preguntó.

Kain miró a la muchacha y tras meditarlo mucho decidió no soltar el comentario que expresaba que ella no tenía ni la más remota idea de física y que había tenido que vérselas muy "putas" para lograr que entrase en razón.

—Si, es para Cabinet... ya sabes... —dijo mirando la pantalla del ordenador.

El chico asintió pareciendo comprender la situación. Este se sentó en una cama y se empezó a quitar las zapatillas. Edén, que no había dejado de observarle desde que entró, se sobresaltó cuando oyó la voz de Kain.

—¿Lo dejamos por hoy? —había preguntado.

—Si, sí —sonrió mientras se levantaba de la silla.

Esta volvió a mirar al pelirrojo antes de dirigirse hacia la puerta, ahora estaba echado en la cama sin zapatillas ni calcetines.

—Es fascinante —dijo el pelirrojo mirándola.

—¿El qué? —preguntó Kain.

Ella, que estaba a punto de decir "adiós", tras oír la contestación que el chico le profesó a Kain, se giró para mirarle.

—Es la primera vez que veo una humana. Nunca había visto dos auras juntas, es realmente hermoso ¿no te lo parece? —El pelirrojo se había incorporado y ahora miraba a Edén como si esta fuese un conejillo de pruebas al que debían examinar.

—No me he fijado... —dijo Kain.

Edén muerta de la curiosidad preguntó.

—Así que ¿es cierto? —Su pregunta pilló desprevenidos a los muchachos.

—¿El qué es cierto? —preguntó el pelirrojo.

—He oído en clase de historia nocturna que los diurnos tienen un aura y los nocturnos otra completamente diferente.

El chico sonrió y asintió mientras entrecerraba los ojos.

—La tuya es completamente hermosa —soltó sin importarle como sonaría eso—. ¿No te lo parece Kain? —Kain entrecerró los ojos, como el muchacho había hecho segundos antes y la escaneó de arriba a abajo. En ese momento Edén se sintió muy incómoda.

—Lo es —finalizó.

—¿Cómo es? —preguntó ella curiosa.

Los dos chicos se miraron y se echaron a reír y fue en ese momento cuando creyó que ambos la habían estado tomando el pelo.

—Por mucho que te lo expliquemos, nunca podrías hacerte una idea.

Edén, enfadada mirando como los muchachos no paraban de reír, empezó a caminar hacia la puerta.

—Ya —soltó seca—. Me voy, adiós —cruzó el umbral de la puerta y comenzó a caminar a paso ligero.

Aún recordaba lo que había oído en clase, pero también recordaba que el aura solo se ve si tienes esa habilidad. La mayoría de las personas aquí la tenían y por eso sabían que ella era humana, pero también recordaba que había escuchado a su profesor decir que debían de concentrarse para verla porque a simple vista no se percibía, lo que la alegraba algo más porque no todo el mundo usaba aquello.

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