Capítulo 5. Autocontrol
Mi habitación huele a vaporub, canela y laurel. La tenue luz que ingresa por los blindex son sólo de la Luna y las estrellas. Al parecer está noche está hermosa para mirarla y pensar en las victorias.
Cariem me está colocando aceite de azahar en el cuerpo, y Anastasia me ofrece una pócima de menta para que enjuague mi boca.
Aun tengo la sensación de que gusanos recorren mi cuerpo en la boca el sabor de algo amargo. La escena de Iracema sosteniendo mi mentón obligándome a mirarla sigue tan nítida en mi cabeza. Sus ojos negros y sus uñas afiladas son la razón por las que sigo temblando.
—Vega... —Una voz me llama miro a un costado de Cariem y al ver a Luriel no dudo en dejarlo todo e ir por él —. Mi Vega —repite cuando me abraza y yo me hundo en su cuello.
—Despertaste —digo mientras de tanta felicidad se me escapa una lágrima —¿Pero qué haces aquí? Deberías descansar.
Me separo de él, y vuelvo a ser interceptada por Cariem quién me estira hacia él para seguir con su ritual.
—Ay que bonito, los tórtolos —dice Anastasia y agarra a Luriel para abrazarlo—. Me alegra que estés bien Cario. Te extrañé.
—Ana... yo... —Luriel la vuelve a abrazar, y eso me destrozó.
Gianti comenzó a sollozar y Anastasia también, no la había visto llorar, y eso me destroza el corazón.
—Le hacía falta —me susurra Cariem—. Llorar, le hacía falta hacerlo. O su corazón se iba a marchitar.
Entiendo a la perfección lo que intenta decirme. La verdad es que sé cuando un corazón debe dejar ir el dolor. Y me alegra ver que Luriel sea el lugar seguro para Anastasia. Eso solo me dice que él en verdad la aprecia y ella a él.
—Lo siento tanto, Ana, en verdad. Zunú era, es uno de mis mejores amigos, mi mentor, mi maestro. Él, me enseñó tanto, sin él yo no sería la mitad de lo que soy.
—Era un tonto —dice mientras se seca las lágrimas —. Un gran guerrero, pero un tonto. ¡Por los dioses! Lo extraño Luriel. Extraño a mi hermanito.
Miro a Cariem y no puedo evitar que mi labio se tuerza hacia abajo, mis ojos me arden y las lágrimas se acumulan en ellos cuando el nudo de mi garganta se hace más grande.
—El único que me quedaba, y se fue, feliz dice Jose, pero cuanto me duele su ausencia. Y no le dije que lo quería —Ana se seca las lágrimas —se que lo sabe, pero, me hubiera encantado decirle. Y de paso darle un golpe en la cabeza por dejarme justo ahora que más lo necesito... siento que el mundo se me escapa de las manos.
Luriel vuelve a abrazar a Anastasia. Cariem me da un golpecito en la mano para darme a entender que ya puedo ir hacia ello. Mi impulso me lleva a ir u abrazar a ambos.
Luriel abre sus brazos para que yo entre en ese abrazo y no puedo evitar dar un beso en la frente de Ana. Ella se separa de ambos, hace un pequeño puchero y con eso queda viéndonos.
—Jamás creí que me iba a sentir bien —dice a penas —. Luego de un abrazo. Les agradezco, Vega, Luriel. Ahora necesito ir a estar sola.
—Ve —dice Luriel —. Pero por fa, regresa si quieres más abrazos, para ti siempre los tendré.
Ana sonríe y se pone de puntitas pata darle un coscorrón a Luri. Él solo sonríe y ella da un paso atrás.
—Lo haré. Gracias.
—¿Puedo acompañarte hasta el patio al menos? —pregunta Cariem y Ana sólo asiente —. Los dejamos solos...
—Gracias —decimos Luriel y yo.
—¡Ah! —Ana voltea y nos miramos con una sonrisa pícara —. Por indicación médica, no puede hacer nada que requiera esfuerzo.
—¡Anastasia! —llama la atención Cariem, y mis mejillas se sienten muy calientes —. Pero tiene razón, más vale que solo se den besos, y hasta ahí.
—¡Por los dioses! —susurro avergonzada cuando ambos al fin salen de la habitación.
Al escuchar que cierran la puerta doy unos pasos atrás. Levanto la vista y veo a Luriel quien está sonriendo.
—Tus mejillas están rojas.
—¿Y? Con semejante advertencia obvio.
—Es una pena, que no podamos hacer un mínimo de esfuerzo... —su sonrisa ladina ilumina sus ojos y eso provoca que me ardan más las mejillas.
—Idiota, no nos vemos en días, acabas de despertar, y es lo primero que me dices. —él se acerca más a mi y yo retrocedo dos pasos cuando choco contra la mesa de luz de mi habitación, sus ojos marrones se iluminan con sus intenciones causando en mi la erupción de un volcán.
Pone sus brazos sobre la mesa, dejándome a mi en medio, su aroma a nerolí y cuero llega a mis fosas nasales y no puedo dejar de ver los tatuajes que le adornan el cuello.
—Tuve pesadillas horribles —dice —. Y cuando desperté, supe que todo pasó, el alma de mi madre ya está con nosotros, yo estoy vivo, Iracema encerrada y tenemos tiempo para que entrenamos y nos volvamos más poderosos.
>>Es justo que lo primero que piense es en queres besarte ¿A caso vamos a fingir que no pasó nada entre los dos?
Respiro profundo, sus palabras salen en un tono que provoca que mi piel se erice, haciendo que mi temperatura corporal suba poco a poco.
—¿Qué quieres hacer tú? —pregunto cuando él está a milímetros de mis labios.
—Comerte la boca... —arruga su nariz, mi estómagos se electrifica y muero porque lo haga.
—Acabo de enfrentarme a maldiciones —digo—. Y si alguna sigue en mi cuerpo ¿Y te la paso a ti?
—Para eso están las brujas y hechiceros ¿No lo crees?
Me agarra del mentón y una sonrisa coqueta surca su rostro. Yo respiro con dificultad y el calor ya se volvió parte de mi cuerpo. Su mano libre está en mi cintura, me lleva contra su cuerpo y siento el mismo calor que emana.
—Y ¿De verdad crees que es momento para esto? —pregunto ya casi temblando.
—Yo creo que no hay que esperar el momento, porque hacerlo nos aleja de vivir. Al fin y al cabo un día estamos... mañana, no sabemos. Y no tienes idea de cómo muero de ganas por besarte, te juro que desde que desperté solo he querido eso.
>>Vine corriendo hasta aquí para verte y decirte que estoy loco por ti. Que mi vida te la entrego y que apartir de ahora soy tu fiel servidor.
—Soy yo quien debo servirte. —digo avergonzada.
—No, Vega, aún no lo vez, pero todo lo que ha sido mío, es tuyo, yo, seré tu comandante en jefe. Mi ejército te sirve a ti.
Apoya su frente contra mi cabeza y cierra sus ojos, yo hago lo mismo.
—En verdad, Vega Crux, mi reino, mi ejército y mis poderes son tuyos. Estoy enamorado de ti. Y todo lo que haga a partir de ahora es para servirte. Lo que me pidas, lo voy a cumplir.
Un suspiro se escapa de mí boca cuando siento su mano apretar con suavidad mi cintura.
—Entonces... besame. —digo apenas.
No fue necesario decir nada más, Luriel me alzó sobre la mesita de luz, tomó mis labios con los suyos y me deboró con hambre, con fuerza con dominancia. Me acercó a su cuerpo y con audacia pasó su mano bajo mi blusa. Paseo sus dedos sobre la piel de mi cintura y eso provoca que el calor se haga más y más fuerte. Con la otra mano tomó mi cabeza y sostuvo, guiándome en los movimientos a su merced.
Decir que besa bien, es poco, decir que esto no es igual que estar cerca del sol es una mentira. Confieso que quiero más, que deseo que no se detenga. Viaja hasta mi cuello y allí me da pequeños besos.
Suspiro y observo su cuello, sus tatuajes lucen con sus movimientos.
Llevo mis manos bajo su remera. Toco su piel, y se me hace suave, mis dedos disfrutan el contorno de sus músculos tonificados y cuando estaba a punto de quitarle la camisa la puerta se abre de golpe.
Luriel se separa de mi, y yo me quedo inmóvil por un segundo, al ver que se trata de Irama me bajo de la mesita de luz, sacudo mi ropa, como reflejo del nerviosismo. Miro a Luriel y él ni siquiera oculta su sonrisa.
—¿No les dijo Cariem que no deberían tener sexo al menos por 48 horas? —pregunta y yo no sé ni como responder.
Luriel se adelanta y habla por mi:
—No íbamos a...
—Sí, claro —responde Irama con burla—. Aquí solo habían besos inocentes —ríe con ironía y yo trago fuerte—. Vengo porque quería ver como estaban y para avisarles que Orkias convoca a una reunión.
Luriel me mira y gesticula un "perdon" con sus labios, yo solo intento no sonreír, para que no parezca que soy irrespetuosa.
—En fin... Los esperamos, tenemos mucho de qué hablar. —Irama parece retirarse, pero vuelve a voltear antes de irse—. Pueden aguantar dos días ¿Verdad?
—No lo íbamos a hacer —digo
Irama solo nos da una sonrisa incrédula y se va.
—No lo íbamos a hacer —repito a Luriel y él aprieta sus labios y evita sonreir—. No...
—Por supuesto que no... —responde y se relame el labio.
—Lo digo enserió ... —repito y voy a agarrar mi diario y un bolígrafo para la reunión.
—Claro, lo sé...
—Luriel ¿No tenias la intención? ¿O sí?
—Yo iba a ir hasta dónde me lo pidieras, que quede claro.
—¿Cómo?
—Qué si me pedías parar, porque te incomodaba, paraba... pero eso no parecía tener freno.
—¿Qué dices...? —le doy un puñetazo —Yo tengo autocontrol, ¿Sabes?
—Sí, de eso no tengo dudas... por meses lo comprobé.
—Idiota.
—Pero soy tu idiota...
—¡Ya vamos a esa reunión! —digo indignada y avergonzada — ¡Y a partir de ahora tienes prohibido entrar a mi habitación! ¿Oíste?
—¿Tienes miedo a que te falle el autocontrol? —pregunta divertido.
Aprieto mis labios y no dudo en arrojarle mi diario, pero el lo detiene con destreza y elegancia.
—Te odio —digo apartandolo y adelantándome
—Sí, se nota —vuelve a responder con burla.
Salimos de la habitación, y siento su mirada sobre mi, sí, hace mucho calor de la nada. ¿Verdad?
Subió la temperatura
¿Querían más?
Son teem Luri dominante o Luri sumiso?
Ya quieren que les bese un Luriel, yo lo sé.
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