Capítulo 20. Disfruto

Luriel me fastidió todo el camino, hasta que nos transportó aquí Cariem con ayuda de Pombero, pero lo ignoré como pude, hablé solo lo necesario con Juanjo y con Luriel.

Nos encontramos en una ecoregión llamada El Cerrado, si no mal recuerdo es el segundo más grande de latinoamérica, entre Amambay, Canindeyú, Concepción y parte de Brasil. Nosotros estamos en las cercanias del Tagatiyá, hacia las cerranias de San Luis.

Me imagino el mapa del pais desde arriba y me ubico en un punto sobre el lugar para tener al menos una idea de hacia dónde debemos ir. ¿Por qué estamos tan lejos de dónde estaba La Comena? Porque las abejas se dispersaron en bosques, serranias y campos, lo más lejos posible de los lugares que los enemigos podrian considerar seguros para nosotros, lo que no saben es que nuestro sitio siempre es el bosque, siempre entre los árboles y animales que cuidamos y protegemos, porque nos han enseñado que sin ellos no somos nada. 

Los espiritus del bosque son nuestros amigos y aliados, con ellos conseguimos comida y cobijo. 

—Deberiamos acampar aquí —Juanjo se sienta bajo el tronco de un árbol, yo voleteo a verlo.

—Deberiamos avanzar un poco más —insisto

Juanjo se pone de pie y me señala hacia el frente, yo volteo a ver y la verdad que no veo nada por la oscuridad.

—¿Si ves más de 10 metros adelante?  Si la respuesta es sí, vamos...

—No veo —respondo y trago saliva incómoda. 

—Podriamos usar luciérnagas, tienes sellos del 2do —dice Luriel

—Claro, usemos a la madre naturaleza y digamos a todo enemigo y rastreador de magia que estamos aquí...

—Juanjo tiene razón —suelto y ahora soy yo la que se sienta en el suelo—. Hagamos un domo energético y quedemonos aquí, además nos hará bien descansar un poco. 

—Yo apoyo a la chica —secunda Juanjo. 

—Bien, ella manda —Luriel suspira—. Voy a buscar un poco de leña.

—Yo voy a hacer el fuego cuando traigas la leña —le responde Juanjo y se ríe

—Voy a hacer el domo...—me intento poner de pie y Luriel me pasa su mano, yo no la iba a aceptar, pero termino cayendo ante la tentación, me ayuda y me estira un poco, pero le ofrezco una mirada asesina o al menos, espero que eso sea lo que ve en mi. 

—¿Pueden creer que tengo hambre de nuevo? —Juanjo se tira al suelo recostandose esta vez.

—Lo que no puedo creer es que te tires a la arena así como si nada, para eso tienes una mochila y en ella hay una bolsa de dormir —cuestiono

—No soy delicado, Vega... solo soy simple.

—¡Sí, simple! —se burla Luriel—. Solo está cansado porque no durmió un carajo. 

Luriel se adelanta a buscar la leña, yo volteo a ver a Juanjo y él me ignora, hace que mira las estrellas, ¡Qué hijo de puta! No que andaba desesperado buscando a Jose, pero se va a descargarse con la primera que se le cruce, más le vale que ni se le ocurra romperle el corazón a Mónica ni a Jose. Lo odio en estos momentos. 

Me alejo del punto en que nos vamos a quedar unos 15 metros, junto mis dedos indice y mis pulgares hasta formar un triangulo. Miro al centro, y veo que mis pies estén alineados. 

—Yvy, Yvaga, tata ha Yvytu, ajapota koápe, kora jasy, ha aipota pe me'e cheve angatupyry

Tierra, cielo, fuego y vielto, voy a hacer aquí un circulo de luna y quiero que me den paz. 

Luego de decir el conjuro soplo entre mis dedos y comienzo a caminar, repitiendo las palabras, formando un circulo perfecto al rededor del lugar en dónde nos vamos a dormir. A la mitad del proceso siento un pequeño estirón al centro, lo que significa que ya nuestra presencia está siendo detectada por espíritus espías, asi que apresuro mis pasos. 

El viento de repente se pone fuerte, y el cielo comienza a brillar a causa de truenos. ¡Justo hoy va a llover! Espero que no, mi domo es solo energético, no impedirá que elementos ingresen, si hago domos herméticos terminaré muy cansada. 

A lo lejos escucho un silvido y murmullos, el silvido no me asusta, significa que Pombero nos cuida... pero los susurros, no son de aliados. 

Cierro el circulo y una fuerza me empuja al centro, es como si el Jasy kora me estuviera cuidando de algo. 

No quiero quedarme a ver de qué, así que voy corriendo hasta el campamento. Al llegar veo a Juanjo quien ha montado un pequeño camping, mejor dicho un techo improvisado. El impermeable estirado con unas cuerdas y ya está con la bolsa de dormir puesta. En el suelo.

Luriel llega al mismo tiempo que yo y tira la leña en el suelo.

—Va a llover —dice

—Y hay presencias extrañas en el bosque  así que justo a tiempo terminada la protección energética.

Enciende el fuego, y yo voy hasta el techo que hizo Juanjo, saco de mi mochila mi bolsa de dormir  y un Kiwi que había guardado para comérmelo como postre.

Tomo mi navaja, pelo el kiwi y guardo en una bolsa la basura, en lo que como la fruta a rodajas analizo a los amigos, riendo y hablando, ambos parecen estar disfrutando este momento. Como si estuvieran en un campamento. Y algo en eso me da envidia.

Estamos al borde, al límite, cerca de la destrucción y con el tiempo contado. Pero ellos están bromeando.

—¿A qué hora nos volveremos a mover? —pregunto y ambos voltean a verme.

—Con esto —Señala Juanjo a la tormenta que se aproxima —Quizás entre las 2:00 y 3:00 de la mañana.

—No vamos a hacer absolutamente nada en tan poco tiempo. —me quejo.

—Es buen tiempo —indica Luriel—. No te preocupes, Vega, te prometo que lo vamos a lograr. Confía.

Ese es el problema, confío demasiado, que quiero dejar de confiar. Se que el bosque a esta hora es hostil, y que será más noble pasada las 1:00 de la mañana, sin embargo. Tanta pasividad me pone ansiosa.

La conversación entre ellos continúo, no les presté atención, solo saque de mu mochila el libro que me dio Luriel y lo comencé a estudiar. Hacía alguna que otra anotación, ninguno de los 2 me molestó.

Opté por ponerme los auriculares y escuchar algo se música muestras estudiaba sobre medicinas nativas y su implicancias en preparación de pócimas y venenos. De repente se hace interesante todo lo que hay por aprender.

Se que han pasado largos minutos, porque llevo como 40 hojas leídas y 10 de anotaciones.

La lluvia se echo a largar y los relámpagos iluminaban el cielo. Luriel se encargó de hacer una pared de energía para que el agua no filtrara por los costados o el suelo.

Dejó como una ventana de aire para que el fuego siga encendido y no nos afixiaramos.

El sonido se volvió relajante, por lo que opté en cerrar el libro y admirar la fuerza de la tempestad. Juanjo muy por el contrario se echo a dormir.

Luriel está sentado delante de mí, me mira, parece cansado y a la vez encantado. Sin más se viene a mi lado. Yo me siento un poco acalorada al verlo sentarse a mi lado, me saco los auriculares y él se recuesta contra la pared invisible.

—¿Te gusta la lluvia? —me pregunta.

—A decir verdad, me dan miedo... sin embargo debo admitir que son majestuosas. Por sobre todo las tormentas 

—¿En serio? —dice con una sonrisa—. Si te da miedo, te puedo abrazar.

—No seas ridículo —me burlo.

—Lo digo en serio... a mi me encanta la lluvia, es el momento en que más ganas tengo de escribir, de crear mundos y de volar...

—Ya no tienes tiempo para ello ¿Verdad?

—Tristemente... Ya sé ahora que le temes a las tormentas, así que cuando nos casemos en las noches así, te voy a preparar chocolate y a mantenerte segura.

—Eres un tonto... —mis mejillas están calientes por la tremenda estupidez que acaba de decir, pero me atrevo a pensar en el escenario, lejano e improbable —. Si es de noche, prefiero un té.

—Anotado... ¿Y dime, qué cosas sí te gustan? ¿Qué hacías cuando el clima estaba así?

—Taparme hasta la cabeza y dormir, como él —señaló a Juanjo—. Pero si no había una tormenta que me paniquee... escuchaba algo de música, miraba por la ventana y... me ponía triste —rio—. No sé porqué.

—Nostalgia de lluvia —dice como si fuera que me esta dando un diagnostico —. ¿Sabes que eso se soluciona con un novio?

—¿Sabes qué? No tenía idea, estare condenada a sufrirlo por la eternidad entonces... —suspiro y me pongo seria—. ¿De verdad crees que estás listo para una relación?

—No... —responde de inmediato —. No sin antes saber ¿Cuál es tu color favorito?

—No te lo pregunto porque quiera ser tu novia, lo pregunto en serio... y es el púrpura.

—Oye¡ ¡El mio también! Y sí me ilusionaste. ¿Tú comida favorita?

—¿Ilusionado? Como Juanjo ayer buscando a Jose, pero se termino encamando con Monica? El gnoquis ¿a ti te pueden las hamburguesas, verdad?

—¡Uh! Eso fue duro, pero se lo merece... es un idiota, pero no me voy a meter en sus decisiones. Y sí me gustan las hamburguesas y la comida chatarra en general... pero... mi comida favorita es el chipa guasu con mucho queso ¡Ufff!

—Cuando nos casemos te lo haré cada fin de semana —le sigo el juego y él levanta una ceja para verme sorprendido—. ¿Te descoloque, verdad?

—Lo hiciste... pero me gusta. Te extraño...

—No, no empecemos. —digo mirando al suelo.

—Es en serio, te extraño. Y se que te alejas porque te cuidas. Pero yo no te quiero hacer daño.

—Entre querer y hacer hay una línea...

Él guarda silencio, se toma de las manos y analiza el horizonte, la lluvia cae con mayor fuerza y cada segundo que pasa pienso que esta misión solo ha sido una perdida de tiempo, no creo que la tormenta cese pronto. Y el bosque se pondrá más peligroso a medida se adentre la madrugada.

—Vamos a lograrlo —interrumpe mis pensamiento Luriel.

—¿Estás seguro? —pregunto sin dejar de ver al horizonte, los rayos bailan uno tras otro.

—Claro que lo estoy. La lluvia va a parar, y el bosque nos ayudará.

De nuevo me sumerjo en el silencio, pienso en que allá afuera hay abejas desprotegidas, cansadas, perseguidas. Ojalá que la lluvia les de también algo de paz y nostalgia.

—Vega, —volteo a verlo—. Te quiero, lo digo en serio, no quiero hacerte sufrir ¿En serio deseas que me alejé de ti?

Aprieto mis labios, me recuesto a su lado y tomo su mano, lo miro a los ojos, para al fin hablar.

—No, no lo deseo. Pero... ¿Qué le dices al miedo? ¿Qué confíe?

—No... que espere. Que vea, que decida en bases a acciones.

—¿A dónde crees que esto va a ir? ¿Qué es lo que de verdad quieres?

—Qué seamos novios...

—¿Incluso luego de tantos fracasos amorosos te animas a volver a tener una novia?

—Qué mi ex y yo nos querramos asesinar no es fracaso... es pasión —se ríe  y yo también —. Lo que podría salir mal es que tu me quieras asesinar, aunque eso si me dolería. Porque quiero que lo nuestro sea eterno.

—Eterno es una palabra fuerte.

—Pero real... sé que he dicho muchas cosas, sin embargo, si quiero estar contigo, y si funciona...

—¿Tener hijos? —pregunto alzando una ceja —. Creí que no los querías.

—No los quiero en un mundo caotico, no los quería por mi pasado... pero hoy ne doy cuenta que hice lo que debía hacer.

—No hablemos de hijos —lo interrumpo—. Ni de noviazgos aún... solo, veamos con calma la tormenta... estamos sensibles los dos, si mañana el tema continúa en ti o en mi, lo hablamos ¿te parece?

—Me parece...

Responde y me estira para que me recueste sobre su hombro. Mis adentros tiemblan, y mi ser entero se congela al volver a percibir su dulce aroma... esta vez, no me resisto, solo disfruto.

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