Capítulo 19. Libertad

Hisa me pasa unas mandarinas, las comienzo a pelar y me siento de manera cómoda sobre una roca. Allí  acomodo mi pantalón y le quito las botas moviendo mis pies para estar más cómodo.

Mi hermana se sienta a mi lado, y se come las mandarinas. Hemos entrenado bastante hoy, y el agotamiento se juntó con el hambre.

Estamos en silencio por un largo tiempo, hasta que al fin Hisa me saca el último gajo que me queda ba en la mano y se lo come con rapidez antes de que lo pueda retirar.

—¡Oye! —me quejo —. Era mía.

—No, yo te di una de mis mandarinas, o sea que técnicamente era mía.

—¿Quieres que te devuelva el resto? —pregunto y hago un gesto como que los voy a vomitar.

—Eres un cerdo —dice y me empuja de la cabeza.

Reímos por un buen rato, y de nuevo llega el silencio, miramos el atardecer juntos, hasta que ella rompe el momento.

—¿Cómo te sientes ahora? —aclara su garganta—. Digo, ahora que mamá está en el Tapekue, ¿te sientes en paz?

—Con un peso menos —confieso —. Pero no en paz. Aún me tortura el hecho de que no la pude vengar. Y que Iracema se quedó con lo único que quería.

Arrojo las cáscaras de mandarina al aire a ver que tan lejos llega, de paso cargo mi ira en cada lanzamiento.

—Yo la odio —suelta—. Y eso que la amaba, en serio de todas las cuñadas era mi fav.

—Cómo si hubieras conocido a las otras.

—Las llevabas los fines de semana —dice divertida—. Cada fin de semana libre una chica nueva. Casi saliste con todo el internado.

—Oye ¡Tampoco eran tantas!

—Sí claro. Aún recuerdo que Thalia en una de sus visitas te llamo la atención...  nos veíamos tan poco —dice esto último con la voz apagada—. ¿Sí todo vuelve a la normalidad, y tienes que decidir, volverías a hacer funcionar el internado?

La pregunta me sorprende. La verdad que no me lo había puesto a pensar, así que respondo mientras analizo la situación.

—El internado tiene una razón de ser —quedo en silencio, para retomar mis pensamientos —. Al mismo tiempo, no estoy de acuerdo en cómo nos separa, nos mienten y nos mantienen tanto tiempo encerrados.

>>¿Cuánto tiempo desperdiciado lejos de nuestros padres? ¿Cuántas experiencias perdidas?

>>No, no creo que yo quiera eso para las generaciones futuras, o sea... si llego a tener hijos, no quiero que vivan lejos de mi tanto tiempo. ¿Me explico?

—Sí, es lo mismo que pienso yo —responde en lo que se recuesta sobre la roca—. Por un lado la guerra me dió la oportunidad de pasar más tiempo contigo, de ver ahora a mi hermana convertirse en mamá, de apreciar a mis hermanos menores.

>>Obvio, es horrible vivir en sosobra, pero aprecio el tiempo, mucho, mucho más.

Le doy la razón, también me recuesto sobre la roca y miro al cielo, las nubes están teñidas de un rosa con manchas narajas. Los cocoteros mueven sus hojas al son del viento y el clima cálido me inspiran a escribir.

Es verdad, lejos, hace años ese era mi sueño, escribir, ser un escritor reconocido. Y me convertí en un asesino.

—Hisa... ¿Cuál era tu sueño antes de esto? O sea que anhelabas ser, hacer...

—Periodista —confiesa—. Me veía trabajando en el periódico de papá, quizás haciendo investigaciones... me gustaba ese lugar.

—Jamás lo hubiera imaginado.

—Sí, es que nunca hablábamos de esas cosas. Era raro, solo nos juntábamos a comer a contar lo que hacíamos y salir.

—Una familia feliz, que no era feliz?

—Jugábamos a serlo... y nos salía bien.

Esa es la definición correcta. Jugábamos a ser una familia. Estábamos tan metidos en el juego que en verdad lo creíamos.

Cierro los ojos por un segundo, respiro profundo para luego reincorporarme, me siento y veo a mi hermana que sigue inspeccionando el cielo.

—Está noche sales ¿Verdad?

—Eso dijo Orkias, pero lo viene diciendo desde hace un mes y aún no me da la libertad.

—Hoy lo hará... él lugar ya es seguro ya podrán traer a más y los podremos llevar a un lugar seguro. Solo cuídate.

—Por cuidarme te refieres a que no busque problemas?

—No mates a nadie...

—Sí no me buscan, no mataré a nadie...

—Con eso me basta.

—¿Te pesa lo que hice? —pregunto con el corazón arrugado, no pensé en lo que acabo de preguntar, pero supongo que mi alma necesita respuestas.

—Para nada. Hiciste lo que debías, y si no fuera por ti, muy probable seguiríamos en el internado, creyendo que nos cuidaban los buenos, mientras por dentro nos mataban.

>>Agradezco que hayas tenido el valor de hacer lo que hiciste, por mamá, por el panal.

—¿Entonces no crees que soy un monstruo?

—Monstruo era Franco, que mató a mamá y venía a tomar mi mano consolandome. Carina que quería exterminarnos a los que vivimos nuestro amor de forma libre. Iracema que es capaz de apagarnos por tener su perfecta realidad.

Lo último me pesa, no sé porqué, sí tengo mucha rabia hacia Ira. Pero me pregunto ¿Hice algo yo para que ella se convierta en ese monstruo? O el monstruo nació con su padre.

—¡Luriel! —oigo que Yara me llama, la busco con la mirada hasta que doy con ella.  Está con Gerardo y Florencia —. Orkias te llama... al parecer hoy sí es el día.

—¡Voy! —grito entusiasmado.

Me pongo de pie, salto de la roca al suelo y comienzo a dar saltitos de un lado a otro, estiro mis brazos al aire y muevo mi cabeza.

—Estás calentando como si fueras a entrar a un partido de fútbol.

—Voy a ir a fuera —las palabras están acompañadas de mi sonrisa —. Voy a ir a fuera... a rescatar abejas... y quién sabe a que me voy a enfrentar.

—Éxitos —me dice mientras se apoya en sus brazos—. Si encuentras a Rebecca, me la traes.

—Obvio —le tiro un beso en el aire y voy corriendo en dirección al grupo que vino a buscarme.

Cuando llego junto a ellos, Gerardo me da una palmada en la espalda, y pensar que nos odiabamos a muerte, y ahora somos socios. Mientras voy camino a la mansión, en mi boca se hace un sabor metálico, como si sintiera sangre. 

Miro a Gerardo y él queda en sorprendido por mi expresión cuando finalmente le hablo. 

—¿Hiciste algún ritual el día de hoy? 

—No —me responde de inmediato— ¿Pasa algo malo?

—Mmmm, no sé como explicarlo, siento algo, como que hiciste esfuerzo energético, pero no acabaste un ritual. 

—El unico esfuerzo que hizo —interrumpe Yara—. Te aseguro que lo dejó bien terminado. 

Florencia le ofrece una mirada pícara, tardo unos segundo en entenderlo, pero lo ignoro. ¿Es eso lo que siento? no, no es eso. 

Legamos al salón, y Orkias me está esperando, sus manos están a sus espaldas, lleva una túnica de color verde, parece que ha vuelto a hacer prácticas oscuras, imagino que esta vez con apoyo de Irama. Algo traman ¿Y si es eso? Aunque no estoy seguro, algo me dice que no, que no es él, ni su práctica. 

—¿Hueles a almizcle? 

—Lo huelo —responde—. Es Irama, está haciendo un ritual para descubrir porqué hay tantas moscas, a Vega le llamó la atención y a ella le pareción raro, asi que, mejor prevenir. 

—La verdad, sí... y bien ¿Me vas a dejar libre? 

—Así es, elije compañeros. 

—Gus y Juanjo... 

—Gus dijo que no se sentía bien hoy —Arrugo la frente ¿Cómo que no? si andaba con todas las pilas...

—Bien... entonces...

—¡Yo! —Escucho decir a Vega —miro de inmediato a Orkias y este niega—. ¡Orkias me prometiste! dijiste que iba poder ir a buscar a mi familia. 

—Vega, estarás muy expuesta... Iracema te quiere a ti, y mira que le voy a servir en bandeja de plata a sus dos presas...

—Orkias...

—Vega, no me presiones. 

—Debes dejarme ir, o juro que te voy a torturar todo el maldito tiempo.

Orkias pone los ojos en blanco, y gira hacia ella. 

—Bien... irás, pero tienes prohibido separarte de Luriel

Ahora una sonrisa me nace, ella chasquea la lengua y bordea sus ojos, pero finalmente acepta, claro que lo iba a aceptar. 

—Salen a las 20:00 deben regresar a más tardar a las 5:00 de la mañana ¿Entendido?

—Más que comprendido —digo. 

Vega intenta retirarse de la sala, pero me apresuro a correr tras ella, ella me mira con desprecio, y yo con picardía. 

—¿Aún tienes mi camiseta en tu cuarto?

—¿La quieres de nuevo? —me pregunta sin detener su marcha. 

—No, solo quiero saber, si soñaste conmigo...

—Ja! Iluso, crees que todo trata sobre ti —me pongo delante de ella y le ofrezco una mirada de cachorro 

—¿Ya no me quieres?

—¡Me fastidias! Ya vete a prepara, y deja de comportarte como idiota que nos vamos a una misión en breve... 

—A sus órdenes... 

Me detengo en la marcha y dejo que se adelante, admiro su figura y me dejo llevar por el aroma de su perfume. 

¡Qué hermosa noche tendré, libertad, y a lado de Vega! ¿Qué más quiero?

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