2.- El día en que todo empezó
Año 1231 de Nuestro Señor
Es un buen día. Y estas son las primeras palabras que escribo.
Ayer cumplí quince años, y uno de los regalos han sido pergaminos y tinta. Me enseñaron a leer y escribir a los doce, pero es la primera vez que escribo algo propio sin supervisión de nadie. Así que me siento feliz por poder dar forma a mis primeras palabras.
Estos son los primeros escritos de Jehane, hija de Peyre Roger de Cabaret y Guillenma de Barvaira. Alguna vez mi padre fue el señor de los castillos de Lastours, pero después de la cruzada, esas tierras le fueron arrebatadas. Aun así, él conservó su honor, y la gente lo sigue llamando "señor de Cabaret" aunque no lo sea más.
Mis primeros recuerdos son de la casa donde viví, cerca de la villa de Béziers. Debo reconocer que siempre fui una niña inquieta, mamá solía decirme que me parecía a una sobrina suya llamada Alix, que yo había heredado algo de ella.
Viví en tiempos de guerra, aunque casi no me di cuenta de niña entre tantos juegos y travesuras. A veces papá tenía que irse a luchar, a veces tenía que negociar con los francos. La cruzada empezó en el año 1209, y después de tantas batallas y muerte, éramos parte del reino de los francos.
A pesar de las batallas que se perdieron, la resistencia provenzal se rebeló contra los cruzados, y lo hicieron por varios años hasta aceptar que fueron vencidos. Papá seguía siendo parte de esa resistencia, incluso hubo un tiempo que recuperó Lastours y tuve la dicha de vivir en el castillo de Cabaret, allá arriba, en la montaña negra.
Se podría decir que soy muy afortunada. Tengo mi casa cerca de Béziers, el castillo en Cabaret que me pertenece por derecho, aunque no esté ahí. Y un lugar que siempre consideré mi otra casa: Saissac. Mis padres me llevan seguido allá a jugar con los niños y niñas a quienes conozco de toda la vida.
Mis padres tienen amigos en Saissac. Para empezar, el señor de esas tierras, llamado Guillaume, y su esposa Sybille. El señor tiene dos hijos. Bernard y Reginald. A Bernie, como le decimos nosotros, lo conozco desde siempre. A su hermano Reginald después, él es menor. Con Reginald no jugamos mucho, y apenas tratamos con él. Siempre me ha parecido un chiquillo insoportable, y aún ahora es intratable. Sé que tampoco le agradamos, que nos desprecia.
De niña no entendía la razón, pero luego lo supe. Bernie es hijo bastardo de Guillaume, Reginald es el hijo legítimo. Pero el señor Guillaume parece querer más al primero, en realidad todos adoran a Bernie porque es el chico más noble y encantador que conocemos. Creo que Reginald odia a Bernie porque ve que es mejor en todo que él, que aunque sea hijo legítimo y futuro heredero de Saissac, jamás podrá ser como su hermano.
Aparte de los hijos del señor de Saissac, están también los hijos del señor Arnald de Maureilham y la señora Mireille. El señor Arnald es un sobreviviente de la masacre de Béziers. Toda su familia fue asesinada y él juró venganza contra los francos para honrar a su casa. Sé que luchó en varias batallas, y que además luchó un tiempo como líder junto a su amigo Luc de Béziers, quien cayó en la batalla de Muret.
Fue justo en honor a ese amigo caído que le pusieron Luc a su primer hijo, que también siempre fue muy amigo mío y de Bernie. Luego nacieron Josep y Valentine. A diferencia del señor Arnald, la señora Mireille sí sobrevivió a la matanza. Ella estaba en el castillo vizcondal y huyó cuando empezó todo, solo Dios sabe cómo se salvaron de morir violadas y quemadas por los francos. Ella huyó junto a Luc de Béziers, y la señora de la villa en aquel tiempo. Bruna.
Es aquí que quiero hablar de ella. Bruna es la gran ausente en la historia de Saissac, pero siempre presente en las conversaciones y en la vida de todos. Me enteré a los cinco años que Bruna es la verdadera madre de Bernie, y que fue la dama en la finn' amor del señor Guillaume. Que ellos se amaron mucho, que aún lo hacen, pero no pueden estar juntos, pues la señora Bruna no debe quedarse en Saissac. Al principio pensé que era porque Sybille, la esposa, no la quería cerca de su marido. Pero había más, algo que en ese entonces no podía entender.
Todos adoraban a Bruna, bueno, todos lo siguen haciendo. Ella tiene algo que nos fascina, algo que nos es imposible resistir. Es hermosa, una dama encantadora y perfecta. Todos en Saissac decían que Bruna no tenía comparación en el mundo, y yo no entendía qué podía de tener especial esa mujer.
Ahora lo sé. Bruna es divina. Bruna es una diosa. Bruna es encantadora. Bruna es inmortal.
Yo no lo supe hasta el día en que la conocí. Tenía seis años, era muy pequeña, pero ese día ha quedado por siempre guardado en mi memoria. Apenas hacía unos meses habíamos recuperado Cabaret, recuerdo eso. Mamá Guillenma me puso un bonito vestido de dama pequeña, no se cansaba de decirme lo linda que me veía, aunque yo lo único que quería era correr e ir a jugar.
En el camino, papá me pidió que me portara bien porque habría una fiesta importante que daría el señor Guillaume, y yo tenía que actuar como una dama de mi clase. Y de verdad que lo intenté al inicio. Pero después, aprovechando que mi madre estaba distraída, me fui corriendo en busca de Bernie.
Corría por el castillo de los señores de Saissac, iba hacia el salón principal. Iba tan rápido y distraída que no me di cuenta de que había alguien frente a mí, terminé chocando con ella. Caí al piso y me senté, pronto levanté la mirada. Era una dama joven, llevaba un fino vestido color verde, sus cabellos marrones sueltos. No estaba muy arreglada, pero aún así me pareció muy hermosa, al punto que sentí mi pequeño corazón latir acelerado y me sonrojé. Cuando la dama me sonrió, yo devolví la sonrisa en el acto.
—Ven acá, preciosa —ella se agachó y me levantó en sus brazos. Recuerdo mis sensaciones en ese momento, estaba feliz de que ella me tratara tan bien, aunque no sabía ni quién era—. ¿Cómo te llamas?
—Jehane de Cabaret —respondí despacio, la noté sorprendida.
—¿Tus padres son Peyre Roger y Guillenma? —asentí.
—¿Y tus padres quiénes son? —pregunté yo.
—Bernard de Béziers y Marquesia de Montpellier.
—Qué bonitos nombres —le dije, y la noté sonreír.
—¿Sabes quién soy?
—¡Hija! —Era mi mamá. Llegaba corriendo junto a mi padre, de seguro que estuvieron buscándome para evitar que hiciera alguna travesura—. ¿Qué hemos dicho de correr sin control?
—Lo siento, mami.
Apenas dije eso, Bruna me bajó al piso y yo caminé para encontrarme con mamá. Pero algo de mí quería correr donde ella, quería estar de nuevo con Bruna. Miré atrás y le sonreí, ella también lo hizo.
—Guillenma, qué gusto —le dijo Bruna—. Peyre, también me encanta verte —saludó a mis padres, mientras yo la miraba atenta.
Había algo no solo en ella, sino en su voz, que me parecía dulce. Su voz era suave a mis oídos, melodiosa, me daba calma. Me encantaba. No quise separarme de Bruna ese día, ni aunque Luc y Bernie insistieron para que me escapara a jugar con ellos. Preferí pasar el día cerca de esa dama, llevarle flores a escondidas, darle besos en la mejilla, sentarme en sus piernas y que ella acariciara mis cabellos. No lo entendía, pero amaba estar con ella.
Y cuando Bruna se fue de Saissac, lloré mucho. Lloré como si se hubieran muerto mis padres, hasta peor. No lo entendía, pero algo en mi corazón se había roto y yo pensaba que la necesitaba. Bernie también lloró, pero eso era normal porque Bruna es su mamá. Luc también lloró, pero no tanto como yo. Él también estuvo fascinado por Bruna, le gustaba escucharla contar historias de los países lejanos que visitaba. Aún así, lo mío fue más grave. Recuerdo que no quería siquiera comer, que solo quería que Bruna volviera.
Mis padres se preocuparon, no entendían qué me pasaba, ni yo tampoco. Cuando estoy sola logro pensar con claridad, entender que esa reacción infantil mía no tenía sentido, que yo no tenía motivos reales para sentirme tan triste. Mis padres no sabían qué hacer, pero fue la señora Sybille quien dio la respuesta.
—La ha encantado —dijo esa vez, yo estaba secándome las lágrimas sin entender—. Esa insoportable Bruna no sabe hacer otra cosa que arruinarle la vida a la gente que le rodea —agregó molesta.
—¿Qué quieres decir? —le preguntó mamá.
—Bruna no es humana, es inmortal. Y ya lo he dicho varias veces, ella ya no es la misma dama que conocimos, esa mujer desapareció cuando bebió el elixir.
—Sabes que no tuvimos opción —le dijo el señor Guillaume, molesto. Yo sabía que él seguía amando a Bruna. Cuando volvió, él pareció olvidarse que tenía esposa—. Estaba muriendo, le di el elixir para salvarla. Nada de lo que está pasando es culpa de Bruna.
—Tú siempre la vas a defender —le contestó Sybille, irritada—. Pero la verdad es que Bruna ha hechizado a esta niña, miren no más como llora la inocente. Es como si ya no pudiera vivir sin ella.
"Me ha hechizado", me dije asustada aquella vez. ¿Entonces Bruna era una bruja? ¿Por eso me "encantó" y yo la lloraba tanto?
—Sybille —dijo mi padre—, ¿has visto algo sobre mi hija? ¿Sabes qué pasará con ella?
—Bruna te va a quitar a tu hija. Ya lo he dicho, es lo único que sabe hacer. Arrastrar a todos a la perdición con su poder.
Esa vez mamá lloró, y yo también porque no entendí nada. Supe que Bruna ya no era humana, sino que le decían "la encantadora" por un extraño poder que tenía con su voz. Decían que su voz controlaba a las personas.
Puede hacer que odies a los que ames, que des la vida por ella. Puede controlar tus acciones, puede hacer que olvides. Y puede hacer que la ames. Fue lo que me pasó a mí. Pero Bruna no solo puede controlar a la gente con su voz, sino que puede hacer que la veas hermosa y perfecta, aunque no lo sea. Puede nublar tu mente y tu corazón. Por eso la señora Sybille la odia tanto, porque dice que Bruna arrastra a todos a la perdición como si fuera el demonio.
No sabía bien cómo es que Bruna consiguió esos poderes, pero el señor Guillaume siempre decía que fue por "un elixir". Bernie me decía que su mamá era buena, que él no podía ser "encantado" porque era su hijo, por eso sabía que su mami no era ni una bruja ni un demonio, solo que cuando bebió "el elixir" cambió de forma y no sabía controlar bien sus nuevos dones.
Había muchas cosas que no lograba entender de niña, pero así como supe de los "dones" de Bruna, también supe que la señora Sybille los tenía. Ella podía ver cosas, sabía el futuro. Por eso le dijo a mamá que Bruna me iba a llevar, porque ella lo había visto.
Sybille siempre veía cosas, a veces esas cosas pasaban pronto, a veces decía que pasarían muchos años después que todos murieran y no valía la pena hablar de eso.
Bruna volvió años después de que Sybille hiciera la profecía. Yo ya tenía ocho años y estaba en Saissac por ese entonces. Aunque en el tiempo de su ausencia no dejé de pensar en ella, poco a poco esa necesidad fue desapareciendo, fui capaz de vivir tranquila sin ponerme a llorar como en sus primeros días de partida. Pero volver a verla reavivó todos esos sentimientos, una vez más corrí a sus brazos, jugaba con ella, disfrutaba cada instante a su lado.
Lo bueno fue que no era la única que la quería, Bernie siempre estaba con su madre. Luc, Joseph y Valentine también corrían detrás de Bruna para pedirle que nos cuente historias. En esa ocasión ella llevó regalos para nosotros. Dulces extraños, juguetes de muchos colores, ropas de otras texturas. Dijo que había estado en un lugar donde había animales gigantes llamandos "elefantes" y "tigres". Todos nos sentíamos fascinados con ella, pero era yo la única que estaba hechizada.
Aquella vez pasó algo extraño. Aunque los primeros días Bruna lucía feliz, pronto la noté triste, y luego le dijo a Bernie que quería irse. Como él era su hijo, le pidió acompañarla y ella aceptó. No entendí la razón, pero incluso la vi llorar a escondidas, y yo quería llorar también porque verla triste me hacía sentir dolor.
Sabía qué día iba a irse con Bernie, todos lo sabíamos. Y aunque tenía solo ocho años, ya estaba armando mi plan de fuga. Cogí un morral y puse algo de comida adentro, cogí una capa para el frío, me puse algo cómodo y los zapatos más livianos que tenía. La mañana en que Bernie y Bruna se fueron, yo los seguí a escondidas.
Pero cuando Bruna se dio cuenta de que yo iba tras ellos, se detuvo para hablar conmigo. Se alarmó al saber que no tenía permiso de mis padres, así que me llevó de vuelta a casa. Yo lloraba, no quería quedarme. Ella apenas había llegado, esperé mucho tiempo por volver a verla y no era justo que se vaya así. Mis padres llevaban media mañana buscándome, así que corrieron a abrazarme cuando me vieron. Luego de tenerme en sus brazos, empezó la discusión. Mamá lloraba, pero miró a Bruna con rabia.
—¿Por qué has hecho esto? ¿Por qué te has llevado a mi hija?
—¿Qué dices? No, Guillenma, no me la he llevado. Ella me siguió, por eso regresé para traértela de vuelta.
—¡Eso no es cierto! Sybille dijo que me ibas a quitar a mi hija.
—¿Sybille? Ya sabes cómo es, me odia, inventaría cualquier cosa para que ustedes también lo hagan, más con ese condenado poder que tiene.
—¡Te ibas a llevar a mi hija! ¡No mientas! —Mamá lloraba desesperada, papá me había cogido fuerte de una mano, como si temiera que corriera a los brazos de la inmortal.
—La has encantado —dijo mi padre—. ¿Acaso no te das cuenta? Jehane fue contigo porque te necesita, ¡quítale ese hechizo a mi hija!
—¿Qué? No, yo... ¿En serio hice eso? —dijo Bruna, sorprendida—. Juro que no me di cuenta. Peyre, no sabía nada. A veces me pasa así, los otros inmortales también dicen que voy a tardar en controlarme unos años más, pero no ha sido mi intención.
—No es cierto, ya controlas tu poder, ¿cómo explicas lo que pasó con Jehane?
—¡Eso fue hace años! Apenas empezaba, no sé cómo pasó, ahora es diferente.
—¿Por qué haces esto? —seguía llorando mamá—. ¡Nunca te hemos hecho nada malo! Siempre te protegimos en Cabaret, ¿por qué ahora quieres quitarme a mi hija?
—¡No quiero quitarte a Jehane! —gritó Bruna, intentando defenderse—. Acá tienes a tu hija, no me la llevaré a ningún lado.
—Quizá no ahora, pero te la vas a llevar, Sybille ya lo dijo, y sabes que ella nunca se equivoca —decía molesto papá. Yo no creí en ese momento que fuera verdad, si la que quería irse era yo, Bruna no hizo nada por llevarme con ella.
—¿Por qué haces esto, Bruna? ¡Ya tienes a Bernard! Si quieres otra hija, embarázate otra vez, ¡deja a mi niña en paz!
—No puedo tener más hijos —contestó ella con la voz calmada.
—¿Lo haces por venganza acaso? —seguía reclamando mamá—. ¡Lo haces solo porque te quité un hijo una vez!
—¿Qué acabas de decir?
El gesto de Bruna cambió por completo, se veía molesta. Mamá se quedó en silencio, como si se le hubiera escapado algo que no debió decir. Miró a papá de lado, ambos se veían nerviosos.
—Nada, yo...
—Guillenma, dime la verdad ahora. —Su voz no sonaba seria como una orden, sino suave y melodiosa. Era su encantamiento.
—Fue hace años, cuando aún vivías en Cabaret. —Mamá parecía nerviosa, su mirada estaba llena de miedo. No quería hablar, pero Bruna se lo había ordenado—. Estabas embarazada, la orden no podía permitirlo, así que hice que tu doncella te diera yerbas para que...
—Para que abortara a mi primer hijo de Guillaume —completó ella—. Claro que lo recuerdo. Estabas ahí, mintiéndome, me hiciste creer que era mi sangrado nada más. Ya lo entiendo. Fuiste tú, me quitaste a mi primer hijo. ¡Tú lo mataste! Por eso tienes miedo, la culpa te carcome, sabes que eres culpable. Siempre pensé que eras mi amiga, ¿cómo fuiste capaz de algo así?
—Era lo que tenía que hacer, eras muy joven para tener hijos...
—¡Tenía diecinueve años! ¡No era joven, Guillenma! ¡Me hiciste abortar a mi hijo! —Bruna intentaba contener sus lágrimas, pero se notaba dolida, yo me estaba asustando.
—Perdónanos, no fue nuestra intención hacerte sufrir —habló ahora Peyre Roger.
—¿Así que tú también fuiste parte de eso? ¿Tú estuviste de acuerdo en matar a mi hijo? ¿No te bastó con hacerme sufrir todos esos años? ¿No te bastó con humillarme mientras estuvimos casados? ¿También decidiste castigarme?
Papá no respondió. Yo entendía lo terrible que era matar a una criatura dentro del vientre de su madre, entendía que lo que hicieron años atrás mis padres fue terrible. Y entendía el dolor de Bruna ante esa noticia. Lo que me sorprendió fue lo siguiente.
—Peyre, suelta a Jehane. No impidas que me la lleve.
—¡No! —gritó mamá. Apenas papá soltó mi mano, yo caminé hacia Bruna. Mi madre intentó detenerme, pero no lo logró a tiempo.
—Guillenma, no harás nunca nada para impedir que me lleve a Jehane cuantas veces quiera, y siempre serás consciente de eso. Sabrás que me llevé a tu hija para que pagues el pecado de haber matado a mi hijo.
—¡No! ¿Por qué me haces esto? ¡Jehane, ven aquí!
Mamá estaba desesperada, y yo la amaba tanto. Quise correr a ella, quise abrazarla. Pero entonces Bruna habló otra vez.
—Vamos, Jehane. Ven conmigo.
Al escucharla no fui capaz de volver con mi madre. Tomé la mano de Bruna y ambas empezamos a caminar alejándonos de mis padres. Yo no volteé a verlos, no podía. Solo los escuchaba llorar y me dolía eso, pero aún así quería irme con Bruna. Estaba feliz por eso.
La miré entonces. La inmortal caminó seria sin ninguna expresión, pero poco después me pareció ver una sonrisa cruel en su rostro.
Sybille tuvo razón, Bruna me alejó de mis padres. Y quizá en ese momento yo fui testigo del primer acto malvado de la vida de Bruna, "la encantadora".
*******************
*Imagen referencial de Jehane mientras escribía xd
¡Buenas, buenas! Este es el primer cap con la narración de Jehane.
Así que, para ir entendiendo la dinámica. Tendrán un capítulo en cada tiempo 1999/1231
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top