Capítulo 9.

Leo

Con manos temblorosas sostenía en brazos a Clary. La miro y sonrió, entregándome a esa majestuosa mujer con largas pestañas y ojos miel. Es indescriptible la sensación que produce su cálida y suave piel junto a la mía. Subo los escalones en dirección a mi habitación, ella reposa su menuda cabeza en mis hombros, se le ve muy cansada y no esperaría menos, después del increíble encuentro entre nuestros cuerpos. A pesar de lo cambiada que esta por fuera, sigue siendo esa tímida y sonrojada niña que conocí tiempo atrás. Pasa una de sus manos por mis hombros reconfortándome con caricias y mimos. Entro a la habitación y la dejo sentada en el borde de la cama, coloco cada brazo a lado de su cuerpo y ella sube el rostro hasta encontrarse con mi mirada y sonríe.

— ¿Qué son estos tatuajes? —Repasa con la punta de los dedos, los tatuajes que rodeaban el brazo.

La mire un poco confundido, pensé que ya los había visto unos minutos atrás. Pero... no, no se dio cuenta. Estaba un poco ocupada en otros asuntos como para apreciar esos. —Sonrió como un tonto.

— ¿Y el tuyo que significa? — Me mira pensativa, sabe que la estoy evadiendo.

—Bien. Espero pronto me cuentes de que se tratan todas estas rayas en tu brazo. —Dice quitando mi brazo de su lado y levantándose.

—Maorí —Suelto y ella se detiene frente a las puertas corrediza de cristal. —Maorí— Repito y da media vuelta. — ¿Recuerdas aquella noche que te quedaste en mi casa a dormir? Después de la fiesta que había organizado mi amigo Ian en su casa. —Ella asiente. —Cuando dormimos en una cama juntos por primera vez. —Se sonroja y sonríe tiernamente.

—Si lo recuerdo.

—Esa noche decidí que quería tatuarme, pero no sabía que iba hacerme. Pero haber dormido junto a ti, sentir tu cuerpecito pegado al mío, me dio muchas ideas de que tatuarme. Al siguiente día, luego de batallar para que pudieras entrar por la ventana de tu habitación—Ella suelta una risilla y yo la acompaño— Fui a casa de un conocido y le plantee mi idea. Pero por cosas del destino no pude hacerme ese tatuaje que tanto quería. Hasta hace unos meses que me rencontré con él. Y decidí cambiar el boceto y hacerme un tatuaje.

Camino a su encuentro tomo su mano y la beso, hasta luego entrelazarla con la de ella. Quizás a muchas personas un gesto como ''tomarse de las manos'' parezca insignificante. Pero para mí es un grato placer, unirnos de esa manera.

—Tienes una hermosa terraza. —Acaricia mi rostro. —Vamos, muéstrame todas las bellezas de esta enorme casa.

Abro la puerta corrediza y Clary corre hasta el borde del balcón. Camina de un lado hacia el otro, observando cada detalle minuciosamente. El suelo cubierto por largas láminas de madera tropical. A mano derecha hay un pequeño compartimiento privado, bajo una pérgola llena de mimosas y jazmín. Una mesa con cuatro sillones de madera acolchados en color blanco, están ubicada bajo la carpa. Y al lado izquierdo un sofá cómodo tipo chill out lleno de cojines.

Clary se veía bellísima, feliz y segura de sí misma.

—Venga, a cubrirse — Extiendo la colcha Ares hasta ocultarla, sin dejar rastro de piel. —No quiero que el sol acaricie algo que solo yo puedo tener en este momento.

—Que receloso eres—Besa mis labios y se abraza a mí. — Me gusta tu casa, Leo.

Me llena de orgullo saber que a una mujer como Clary le agradara algo que he creado.

—Ven te mostrare mi lugar preferido— Quería hacerla sentir cómoda, por eso me tome la tarea de mostrarle mi escondite secreto.

Al salir de la habitación la conduje a una puerta de color blanco situada en el lado izquierdo del pasillo. Llegamos y le cedo el paso para que ella misma abra y esculque la estancia.

— ¡Vaya, vaya! Así que esta es la guarida de Leo. — Ríe y se adentra a la habitación.

Sonrió por sus ocurrencias y la miro esperando una reacción de su parte. Clary pasa unas de sus manos por la mesa de madera ubicada debajo de un televisor con pantalla curva.

—Pensé que ya habías dejado atrás esta vida. —Se sienta en una butaca y mira hacia todas parte. — ¡Mira...! Creí que te habías desecho de esto. —Toma el objeto con sus manos y lo acaricia. — ¿Es el que utilizamos en tu casa? —Sabía que le impresionaría eso

—Sí ¿Lo recuerdas?

—Por supuesto, como olvidarlo. —Ríe y se levanta — A pesar de todo sigues siendo un niño por dentro.

—No he cambiado Clary. —La agarro por la cintura y la posiciono delante de mí. —Tu si estas cambiada, pero yo sé que dentro, muy... dentro de aquí— Coloco una mano en donde está ubicado su corazón— sigues siendo la misma.

Acaricio sus muslos, y siento su piel erizarse con mi tacto. La coloco a horcajadas sobre mí.

—Y bien. ¿Qué te ha parecido mi cuarto de juegos? —Pregunto.

—Me encanta, sobre todo el mando de la Xbox. —Besa mis labios— Me ha fascinado, no llegue a pensar que guardaras mis cosas.

—Todo relacionado a ti. Siempre, siempre lo guardare. —Muerdo cariñosamente su hombro. — Vamos, salgamos de esta habitación, antes de que te haga el amor sobre la mesa de billar. Además tengo otro sitio que mostrarte.

—Hummm... esa idea no estaría mal. —Me guiña un ojo pícaramente.

                                                                                     ∞∞∞∞∞

Separarme por unos segundos de Clary, mientras ella se duchaba, fue lo mejor para aclarar mis pensamientos, esa mujer puede volver loco a cualquiera. Y es lo que hizo y está haciendo conmigo, que tonto fui en haberla alejado de mí. Todo escapo de mis manos, las circunstancias ameritaban que nos separáramos por lo menos un tiempo. Pero mientras mi vida colocaba cada cosa en su lugar, una parte de mí se destruía poco a poco. Me sentí un completo idiota, cuando la vi llorando aquella última vez que estuvimos juntos.

—Estoy lista —Dice Clary al salir del cuarto de baño.

—Te ves preciosa —Tomo su mano y le doy una vuelta para apreciar sus sensuales curvas.

—Bueno, tú no te quedas atrás. Me encanta como te queda esta cazadora— Retira un pelusa inexistente. — A demás llevo la misma ropa de hace unas hora, no hay diferencia. ¿A dónde me llevas? — Pregunta y yo le sonrió.

Bajamos a garaje y enciendo la luz para poder visualizar la llave de la Ducati Desmosedici RR, tomo la llave y enciendo la moto. Clary se acerca y pasa una mano por ella.

—Cuidado con mí bebe —Digo y ella sonríe.

—Otro lujo del señor Smith. Ahora sí que me has dejado sin palabras.

—Esto es apenas el comienzo— La levanto y la siento en la moto delante de mí.

— ¡Hey! ¿Qué haces? ¿A caso estás loco?

—Vamos, no me digas que le temes a la moto. —Pregunto entre risas.

— ¿Y quién no? Bájame de aquí.

—Relájate Clary ¿Dónde está la chica arriesgada?

Cuando noto que se mueve incomoda por quererse bajar, acelero un poco la moto y ella se queda quieta como un conejito asustado.

— ¿Confías en mí?

—Leo no hagas nada de lo que después puedas arrepentirte.

Inhalo el olor que desprende su cabello, y me vuelvo adicto desde ese momento a la vainilla, me gusta ese exquisito olor. ¿Y acaso hay algo que no me gusta de ella? Paso mis manos por sus hombros hasta llegar a sus pequeñas manitos, la tomo y las coloco en las manijas. Acerco mi boca a su oído y beso el lóbulo de la oreja.

— ¿Estas lista?

—Si sigues así no poder concentrarme— Beso por ultimo su mejilla.

—Quiero que estés atenta a mis indicaciones ¿Si? Yo estaré acá para indicarte que hacer y en tal caso de perder el control, yo tomare el mando.

—Ok. Te escucho.

—Manejar una moto deportiva tiene un encanto único y especial, para hacerlo tienes: manillares bajos y lejanos, curva tu espalda para mejor postura, los pies altos atrasados, el pecho contra el tanque de combustible... Pero, sobre todas las cosas, la adrenalina que generan esas aceleraciones es emocionante.

—Hablas como mujer con zapatos de tacón nuevo.

Respiro con dificultad estoy más ansioso que ella. Y no sé si es por el hecho de que sea Clary la que va a manejar. Tomo en mando y aprieto un botón, el cual hace abrir la puerta basculante.

—Bueno Clary ahora sí. Tienes que tomar el acelerador y el freno junto para...

Mi palabras se las llevo el viento (literalmente). Tuve que cerrar los ojos al sentir el viento golpear mi rostro. Clary me sorprendió con un perfecto manejo de la moto, realizaba lo cambios ágilmente pero sin perder su feminidad, se veía tan sensual manejando una moto. ¿Dónde habrá aprendido a manejar así? Creía que no sabía hacerlo. Me ha dejado asombrado como todo lo que hace Clary. Esta menuda mujer de ojos miel me ha tomado el pelo, haciéndome creer que no sabía manejar. Pequeña mentirosa.

—Ve despacio Clary no quiero que choquemos. —La veo sonreír y mi corazón da un vuelco — ¡Cuidado con los autos, Clary! —Me sujeto a su cintura.

— ¿Ahora quién es el cobarde?

—Ya, ya. Solo no quiero que te pase nada. —Ella me mira de reojo y me regala una sonrisa.

—No pasara, confía en mí. ¿A qué dirección vamos?

—Vamos a Brooklyn, sigue mis indicaciones.

Luego de haber recorrido las calles de New York y el puente de Brooklyn, llegamos a nuestro destino. Yo con el corazón a mil y Clary con la sonrisa ensanchada. Apaga la moto y se baja, no me creo capaz de bajarme y sentir el suelo bajo mis pies, ha sido una tortura para mí verla manejar así, quería mostrarle lo divertido que sería manejar una Ducati pero la jugada me ha salido mal. Ella lo ha disfrutado mejor que yo. Me bajo de la moto y me arrodillo en el suelo y lo beso. Clary suelta una carcajada al ver lo que estoy haciendo.

—Oh, vamos. No ha sido tanto, si venia lento.

—Pues, si eso es lento, no quiero saber que es conducir rápido para ti. ¿Dónde has aprendido a manejar? —Pregunto desconcertado.

—Me he apuntado para unas clases de motocross hace un par de meses. —Dice como si nada.

— ¿No crees que es un poco peligroso para ti?

—Me has salido machito ahora. —Ríe y me lanza la llave. —No me vengas con eso de que ''Solo los hombres manejamos motos'' Y menos a sobreprotegerme.

—Ven, eso lo hablaremos luego. Ahora disfruta de la vista —La abrazo juntando mi pecho a su espalda.

Manhattan se veía precioso desde Brooklyn, era una de mis vistas preferidas. Por esta razón y muchas más me vine a vivir a Manhattan. Todas las tardes cruzaba el puente para mirar el sol caer desde esta perspectiva, acompañado de un café y unos delicioso cupcake. Le doy media vuelta a Clary para así ver lo feliz que esta, sostengo su rostro con ambas manos, mientras que la besaba, con extrema sutileza mordía su labio inferior. Nuestros ojos no se separaron en ningún momento, y sonreí aun pegado a ella por el simple hecho de que me encantaba. Sé que aún seguía cansada. Lo que estamos volviendo a sentir es muy pronto para decir que nos queremos, pero cada vez que la tengo cerca y sobre todo en momentos como estos me siento seguro y en paz.

— ¿Solo esto basta para cambiar tu estado de ánimo? —Preguntó con ironía, y mordió labio. —Lo haré más seguido solo para verte sonreír.

Exhala pesadamente y me mira a los ojos.

—No entiendo nada, Leo. —Agrega, le acaricio el cabello y le doy un beso corto.

—No hay nada que entender, Clary, yo soy amigo y cliente de tu novio, y eso me impide acércame más a ti. ¡Pero no aguanto! Dios... sabes que trate, pero me gustas ya no puedo ocultarlo.

— ¿Y qué debería hacer yo ahora? Hacerme a la vista gorda, y pensar que esto jamás sucedió— Me separo de ella y me acerco a la baranda del parque.

—No me gusta verte junto él, Clary, pero es mejor dejar las cosas como están. Yo sé lo que quiero, y lo mejor es darte un tiempo para que pienses bien lo que quieres en tu futuro. Te daré el libre albedrío. —Siento su tibio aliento pegado a mi espada, me da un beso, y se escabulle hasta colocarse en frente de mí sosteniéndose con la baranda.

—Gracias por no presionarme, sé que es difícil entender todo lo que está pasando. Como te he dicho antes, ni yo misma entiendo. Me reconforta saber que a pesar de todo estarás aquí apoyándome y eso me gusta.

—Por supuesto, Clary, así serás libre de elegir lo que solo tú quieras, y si tenemos algo, no habrá impedimento, pero por los momentos lo mejor será no decirle nada a nadie.

La mano por la cual ella me sujetaba la jale en un sutil movimiento, y estuvimos de nuevo tan cerca como hace un momento, pegue mi frente a la de ella, y con la nariz acaricie la suya ante de juntar mis labios con esos carnosos y provocativo que estaban frente a mí, un beso que deseaba más queda nada, un beso que no duro tanto como el anterior, algo que yo quería pero que fue suficiente para dejarme muchas cosas claras, entre ellas que me gustaba, más de lo que yo recordaba.

                                                                                   ∞∞∞∞∞

Tuvimos que regresar lo más rápido posible al hotel. Amy llamo a Clary muy preocupada por saber en dónde estaba. Nos habíamos perdido en vuelo de regreso a Londres, pero ha valido la pena. Realice un par de llamadas y Voliá, ya estamos en casa. Se siente una paz increíble entrar nuevamente en el piso de Clary y observar cada objeto recordando que en algún rincón de su hogar estuve yo. La ayudo a desempacar y colocar la ropa sucia en el cuarto de lavado. Me dirijo a la cocina para esculcar la estancia y así poder preparar algo de comida.

—No regresara hasta dentro de unos días. —Menciona al entrar en la cocina.

— ¿Quién? —Pregunto como si no supiera de quien me está hablando.

—E- Eric — Tartamudea.

— ¿Eric? —Pregunto— ¿Qué Eric? —Ella me mira desorientada— Ah, ya. Eric...

—Vamos, no te hagas en tonto. —Golpea mi nombro.

Suelto un carcajada.

— ¿Y si te quedas esta noche? —Se acerca a mí y toma mi mano derecha.

Beso su mano y luego sus labios, le doy un abrazo tan fuerte que por un segundo me da miedo de hacerle daño. Con caricias y mimos hago que se siente en la mesa y espere la cena que le haré. Después de preparar la comida nos dirigimos a la habitación de Clary. Me alegro saber que todavía mis escritos seguían ahí, en aquella pared, mi vieja amiga, testigo de nuestro amor y fiel confidente de mi corazón. Nos acostamos hablando sobre el tatuaje de Clary ''La mano de Fátima'' me dijo que se lo hizo hace dos años exactamente como tributo para la protección contra el mal, el aojamiento (mal de ojo) y la envidia. Me contó que una vez coincidió con una mujer musulmán la cual le revelo toda la historia acerca de este objeto, y ella quedo tan fascinada que decidió tatuárselo. Y ahora que lo veía de cerca y sabía su historia, podría decir que también me gustaría impregnarlo en mi piel, a ella se le veía tan hermoso en esa piel bronceada. Alce mi mano y acaricie el tatuaje, la espalda de Clary subía y bajaba en un ritmo constante por la respiración. Me acerque a ella y bese cada parte de su piel, saboreando el dulce olor a vainilla.

Me levante y tome mis zapatos y mi ropa, me vestí lo más rápido que pude y Salí de aquel lugar que tanto me hacía estremecer. Volteé para ver si ella aprecia, pero no fue así, solo el silencio emanaba en el lugar. Así que decidí retomar mi camino.

                                                                                       ∞∞∞∞∞

Hola linduras....

Discúlpenme por el retraso pero acá estoy, espero le haya gustado el capitulo. Recuerden que su opinión es importante así que no dudes en dejar un comentario, y si quieres seguir de cerca todas las incidencias de la historia puedes contactarme en Facebook y mis otras redes, así recibirás toda información que yo realice además de apoyarme con este proyecto... ¡Gracias por leerme y espero que te quedes! 

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Pd: Espero les guste el multimedia que he dejado de Clary y Leo.







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