Capítulo 31.

Les aconsejo escuchar la canción que he dejado ajustada acá, solo cuando FINALICEN el capítulo. Prometo que solo así la entenderán. Apenas he escuchado su letra, supe que era la perfecta para rememorar este capítulo.

Triz

∞∞∞∞∞

No había pasado un día cuando tuve la necesidad de regresar al hospital, angustiada por querer saber de su estado y con ganas de entrar y abrazarlo solo para estar un rato con él. Pero eso sería un grave error. Iba a esperar que se repusiera del todo, no quería confundirlo más, ni dejar las palabras a medias (como muchas veces lo hice). Sin embargo eso no evito que cada día viniera y pasara por la recepción preguntando por él. La sala de espera se había convertido en mi segundo hogar por una larga semana. Me levantaba unas horas y me acercaba a ojear en su habitación, solo para comprobar que su recuperación seguía en marcha. Cada día, me recordaba el tiempo que pasé con mi madre en el hospital, las ganas que tenía de sacarla de ahí y verla nuevamente sonreír entre el jardín y los sutiles olores del atardecer. No perdía las esperanzas, pero esa luz no quería llegar.

Mi rutina ya se había marcado de la manera menos esperada. Luego de haber hecho la ruta, regresaba a la sala de espera. Aunque siempre percibía que me observaban, no le daba importancia, pues, había muchas personas a mí alrededor y no quería terminar paranoica por dejar volar mi imaginación en los momentos de vagancia. En cambio ese día fue diferente. La persona que tanto me miraba se acercó a mí esa mañana con pasos dudosos, se sentó a mi lado y sus ojos me evaluaron buscando respuesta a algo que solo ella entendió. Sin más sonrió y me abrazo sin mediar palabra. No negare que me sorprendió esa efusividad de su parte, pero le correspondí de la misma manera. Duramos un lapso de tiempo así, hasta que creyó que era suficiente. Y desde ese día, tuve que agregar a mi rutina las horas de conversación con ella... Ahora tenía la posibilidad entrar mientras dormía y acariciar su rostro.

Hablamos de todo, y me comento acerca de Leo y su hija, pero nada que revelara cosas de él. Piensa que eso le compete a él decirlo y ella no interrumpirá sus planes para hacerlo. Me cuenta de su novio y el poco tiempo que tiene para estar con él. Cuidar a la pequeña le agotan las energía y escasean las horas, pero igual se siente feliz estando a su lado. Cree que a Leo vendría bien un poco de ayuda de alguien que lo comprenda. Ella quiere hacer su vida, y aunque al principio se ilusiono por aprender acerca de esta hermosa labor, ahora quiere hacerlo con su futura familia. La comprendo, imagino que debe ser difícil y estar en su lugar no es nada sencillo. Pero no sé si yo estaría preparada para eso, es un tema que nunca me plantee. Me pidió consejos de cómo entender a su novio y con sinceridad le respondí que no era la persona indica. No fui capaz de mantener mi vida en orden, y sería muy hipócrita de mi parte aconsejarle sabiendo que pueda fracasar. Más entonces le dije que si de verdad lo amaba, solo lo escuchara, que cuando un hombre quiere conversar es porque de verdad lo necesita... y que estuviera atenta a todo lo que él hacía por ella, que valorara cada detalle.

Y hoy luego de una semana, regreso acá para volverlo a ver, esperando que tome fuerzas y se levante de la cama. Aunque deseara que fuera en otras circunstancia, doy las gracias por tenerlo aquí y ahora. Acabo de regresar de la casa de mis padres, bueno, ahora mi casa. Resulta que él la estuvo remodelando para que yo volviera al pueblo y así tenerme cerca. Quizás fuera de visitas o temporal, pero anhelaba tenerme ahí. Y yo, que llegue a pensar que quería mudarse con su mujer, y él solo lo estaba haciendo por mí. Estaba herrada y centrada solo en lo que yo sentía, no me importaba el daño que le causaba a lo de más y un ejemplo de ello es Clayton. Le prometí regresar y pasar un tiempo allá al lado de él y su nueva esposa. Lo haría luego de que solucionara unas cuantas cosas, de las cuales él ya está al tanto. Beso mi frente y en mis manos dejo los papeles que me nombraban como dueña de mi pequeño hogar, el sueño de mi madre.

Un fuerte sonido me sobresalta, y por la impresión llevo mis dos manos al corazón, estaba tan absorta en mis pensamientos, que no había logrado salir del auto. Me encuentro sentada viendo a la nada y con mi música favorita de fondo. Volteo mi cara hacia la ventanilla y al ver quién es el que toca con tanto entusiasmo, la bajo con rapidez.

— ¡Casi me matas de un susto! ¿Estás loca? —Bajo el volumen del estéreo para poder oírla bien.

Sonríe y aplaude dando saltitos.

—Toque más de una vez y no te movías, pensé que estabas muerta. —Dice Violet.

—Pues, ya vez que no. —Suelto un bufido — Dame buenas noticias, por favor... —Le imploro.

Me mira aun mostrando sus blancos dientes, y la alegría que siento por querer escuchar lo que pienso me hace realizar los mismos gestos.

— ¡Si, hoy sale! Exactamente ahora mismo — No sé cómo lo hace pero se introduce por el marco de la ventanilla y me abraza casi asfixiándome. —Hoy, hoy, hoy —Canta en mi odio.

—Ya Violet, no me mates aún. —Digo casi sin voz —Quiero ver a tu hermano.

—Oh, lo siento. —Se escusa alejándose de mí. —Vine solo a abrir el coche para traerlo y te vi acá, por eso me acerque a darte la maravillosa noticia.

Recobra la compostura y alisa su vestido negro. En cambio yo, acomodo mi cabello ya que me lo ha dejado alborotado.

—Gracias —Susurro plenamente agradecida —Ve por mi chico, ¿sí? —Me guiña el ojo en un acto muy cómplice.

Pasan unos minutos y todavía no atrevo al salir del auto. No sé si son los nervios que me han paralizado o las ganas de querer verlo, aun sin creer que sea cierto este momento. Pero mis dudas desaparecen, cuando Leo sale del hospital en silla de rueda. Luce radiante (o así lo veo yo), aunque no sonríe, sé que se alegra por salir de ese lugar. Tiene puesto una ropa casual, que lo hacen ver como el hombre más irresistible que hay en todo el lugar, pero la venda que cubre su cabeza me distrae de todo los demás detalles. Espero no sea nada grave y se la pueda quitar en unos días, detesto verlo con esas cosas, me parte el corazón. Y por más que él este abatido, no le gusta dar ese aspecto. Sonrió y sin poder evitar que las lágrimas se derraman como cascadas por mi rostro, son de felicidad, él está bien y me enorgullece la valentía que ha tenido por querer seguir adelante. Mi pecho se hincha alegría.

Froto mis manos inquietas, esperando el momento que se introduzca en el coche de Violet. Ella va adelante y se aproxima a abrir la puerta para que pase, mientras un enfermero empuja la silla. En ese lento recorrido por mi parte, sigo con la mirada fija en él y por un momento creo a ver visto que él también conecto sus ojos conmigo. Quizás sea solo mi imaginación. El enfermero lo coloca en posición y con calma lo ayuda a subir, despacio coloca un pie dentro y cuando va por el otro voltea su rostro y mira nuevamente en mi dirección.

—Oh, dios mío. —Cubro mi rostro con las manos y cierro los ojos con fuerza.

Ahora si no me quedan dudas de que si me ha visto, y no sabría interpretar su mirada. Quizás me esté odiando en este momento o puede que muy dentro de él le entusiasme verme. Bajo mi cabeza dejándola reposar en el volante, llevo las manos a mi nuca y ahí me quedo hasta escuchar un auto moverse. Levanto mi rostro y veo que aún siguen detenidos en el aparcamiento. Comienzo a dudar e imaginar lo que estará pasando ahí adentro. Daria todo por saber lo que está diciendo justo en este momento.

Veo que Violet baja del auto y con cautela se acerca a mi coche. Queda confirmado, me ha visto y la ha enviado para pedirme que me largue de aquí. Abro la puerta y aguardo hasta que llegue hasta donde estoy.

—Hola... — Trato de buscar algo de alivio en su mirada pero solo consigo agobiarme más. —Bueno —Voltea a ver en dirección a Leo. —Él me ha pedido que te preguntara si quería venir a casa. ¿Qué dices? ¿Vienes? —Pasan unos segundos y yo sigo sin responder — Quería bajar y venir hablar contigo, pero no lo he dejado. Su doctor pidió que estuviera en calma y en lugares donde no hicieran tanto frio. —Agrega.

Asiento repetidas veces sin poder pronunciar una palabra, más por la impresión que por otra cosa. Ella me sonríe como respuesta y me pide que siga su auto para que no me pierda en el trayecto. Cada quien regresa a su lugar y al detectar el movimiento, hago lo mismo para salir de los aparcamientos.

El recorrido se hace eterno, la casa cada vez está más lejana. Luego de pasar una carretera vieja y llena de arbusto, al final de ella logro ver varias casa alineadas. Me inclino hacia delante para poder ver a través del cristal las enormes casas, parecen sacas de un cuento de hadas, son enormes y hermosas. Al cabo de un rato y luego de recorrer el camino más largo de toda mi vida, entramos a la que presumo será su hogar. Comienzo a hiperventilar, no puedo creer que este aquí... Miles de pregunta comienzan agolparse con ganas de querer salir. Violet estaciono a pocos metros de mí, esperé que saliera del auto para yo hacer lo mismo. Y cuando vi abrir su puerta, tome mi móvil y salí del coche. Al hacerlo pude percibir su olor e intente grabar su aroma en mis recuerdos, a decir verdad tenía miedo, de su reacción ante lo que le iba a decir y miedo de perder a alguien que no quería perder por nada del mundo.

Con un poco de dificultad se subió a su silla logrando sentarse. Me quede paralizada al ver su rostro, no quería moverme y él al verme de pies sin ejecutar ningún movimiento. Se acerca empujando con sus manos las ruedas de la silla.

—Hola — Me regala una amplia sonrisa. — ¿Vas a entrar o te quedaras acá afuera con este frio? —Negué con la cabeza — ¿Entonces te quedaras aquí? — Pregunta y extiende su mano hasta sujetar la mía. —Vamos, pasa, por favor... — Susurra y yo asiento, no podía quedarme aquí, no después de haber llegado tan lejos. —Gracias. —Exclamo aliviado.

— ¿Cómo estás? — Por fin las palabras salen de mi boca.

—Bien, dentro de lo que cabe — Sonríe.

Al alzar la mirada veo a Violet que nos observa con las manos puestas en jarra. Nos hace señas para que pacemos. Leo comienza a empujar las ruedas, pero esta vez le doy un poco de ayuda colocando las manos a cada lado de la silla sosteniéndolo con fuerza. El sube la mirada y después de unos segundo mira a frente.

Violet abre la puerta y los tres pasamos a la amplia morada. Su hogar tiene tonos campestres, está repleta de ventanillas. Todo lo que habita ahí es de madera rustica, dándole un toque varonil y relajado. A la vista resalta que una mujer vive acá, todo se encuentra en orden, los sofás blancos resaltan ante el pulcro marrón de la madera. No puedo evitar sonrisa al ver un coche para bebés en la esquina de esta enorme casa, tiene juguetes esparcidos sobre la mesa auxiliar y arriba de ella hay un montón de rayones de colores en la pared, enmarcados en un cuadro, como si quisiesen recordarlo toda la vida. Él me observa con determinación, se ha adelantado y ahora se encuentra delante de mí. Sabe que estoy estudiando cada detalle, no quiero ser cotilla pero me moría de ganas por saber cómo lidiaba con la vida de padre.

—Señorita Violet, ya ha regresado —Una joven chica aparece ante nosotros llevando en brazos a la pequeña — ¿Cómo está hoy, señor Leo?

Leo sonríe y asiente en respuesta. No deja de mirarme y me hace sentir incomoda esta situación.

—Hola, Sara. Ella es Clary — Dice y me mira — ¿Cómo se portó mi dulce niña? —La toma y besa su carita.

— ¡Muy bien! —Exclama feliz — La iba a llevar a dormir.

—No te preocupes, ya puedes irte. Yo me encargo. —La chica asiente y pasa por mi lado hasta llegar a la puerta. —Ah, Sara. —Voltea a escuchar el llamado. —Pasa mañana por el pago. ¡Gracias por todo, Sara! —Sonríe y sin más sale de casa.

Violet nos pide que pasemos, ella ira a darse una ducha y luego bajara para atender al bebé. La deja en su cunita y abandona la sale desapareciendo al final de la escalera.

—Puedes sentarte mientras vuelvo, voy a buscar unas cosas.

—Estoy bien, Leo.

Él asintió, dio media vuelta y se perdió en el pasillo que daba a la cocina. Mientras, me crucé de brazos caminando de un lado a otro rogando desde lo más profundo que todo lo que mi mente maquinaba no fuese verdad, no podía imaginar una situación más angustiosa que esta, lo pensaba y lo procesaba una y otra vez y no encontraba la manera de cómo empezar a contar todo.

Me acerque a la cunita y ahí estaba ella con los ojos muy abiertos, saludándome con una sonrisa y el destello de su azulada mirada. Incliné mi cabeza en ambas direcciones, no es que no haya visto nunca un bebé, pero ver a alguien tan parecido a él se me hacía extraordinario. Baje mi mano e intente tocarla, pero antes de que llegara a palpar la suavidad de sus rizos... la voz de Leo me asusto logrando que me separara.

— ¿Quieres conocerla? — Sus ojos me deslumbraron un brillo especial.

—N-no sé si deba —Me fijo en unos vasos que sostiene y él igual lo mira, se acerca a la mesa y los deja ahí. — Es... Solo que... Bueno —Respiro agitada — Estoy nerviosa — Confieso frotando mis manos que están sudorosa —Nunca pensé que llegaría a conocer a otra persona que tu amas con la vida, pero es inevitable no sentir esa punzada de dolor en mi corazón. Y hoy tú estás entregado completamente a ella, sé que es diferente el amor, lo sé, sin embargo me gustaría tener un amor como el que ustedes tienen.

—Tómala —Pide señalando la cuna —Vamos, no pasara nada. — Lo hago, voy hasta donde está ella y me inclino hasta pasar mi mano por debajo de su cuerpo atrayéndola a mí.

Es tan delicada que me da miedo sostenerla con tanta fuerza y hacerle daño, el me mira sonriendo, no sé si es orgullo lo que veo en su mirada o simplemente felicidad por tenernos aquí.

—Es muy pequeña. —Comento acariciándola con un dedo

—Sí, apenas tiene dos años. — Se acerca a mí y yo bajo la mirada para poder verle —Tienes que sostener su cabecita y pasar sus manos hacia delante. —agrega riéndose de mí. —Ven, te enseño. —Entiende sus manos y yo bajo a la nena hasta dejarla en sus brazos. La coloca en posición acurrucándola a su cuerpo. — ¿Ves? —Pregunta besando su rostro. —Es fácil.

Lo que está ante mis ojos es lo más hermoso que he podido ver en la vida, la ternura y complicidad que los enlaza es tan grande que me hace derramar lágrimas de felicidad. Mis sollozos llaman su atención y al levantar su rostro agarra mi mano con fuerza. Doblo mis rodillas cayendo arrodillada delante de él y beso sus manos. En cambio él, quita con su pulgar las lágrimas que quieren salir.

— ¡Espero se estén portando bien! —Grita Violet bajando las escaleras. —Oh, lo siento. —Se disculpa al ver la escena.

—No, ve un momento Violet.

Camina con las manos entrelazadas, ahora tiene mejor aspecto. Antes se notaba cansa, ojerosa y no era para menos, llevaba días sin poder dormir bien y tener el alivio de estar en casa la debe tranquilizar. Leo le pide que lleve a la nena a dormir y ella sin dudarlo la agarra y sube a la habitación.

Me tomo hasta la última gota del zumo de naranja que me ha traído, lo necesitaba para bajar el nudo que tengo en mi pecho. Él volvió a dejarme sola, pero esta vez se ha ido por otro pasillo.

— ¡Tienes que ver esto! —Dijo Leo saliendo del pasillo y devolviéndome a la realidad, traía unos periódicos en la mano y otra cantidad de papeles. Se coloca al lado del sofá y me queda mirando — ¿Te puedes sentar a mi lado? —Pregunta.

Aún cruzada de brazos me senté a su lado, él abrió uno de los periódicos por la mitad dejándome ver una noticia que abarca todo la página pero el titular era lo más impactante ''Gerhard Smith y Leo Smith acusados de espionaje industrial y asesinato''

— ¿Aquí se refieren a tú padre y a ti? —Pregunté con la voz entrecortada.

—Sí, Clary, el juicio fue al día siguiente de que fuera a tu casa por última vez.

Cubro mi cara con las manos, no quería escuchar esas palabras, prefería dejar todo como estaba hace unos minutos... Pero eso sería imposible. Él merece saber la verdad.

—Mi padre y yo no teníamos una buena relación, él siempre quiso que yo me hiciera cargo de su empresa y yo no quería eso. Mi sueño siempre fue ser fotógrafo, como tú —Sonríe. —Por eso comencé a trabajar en la cafetería, quería un poco de dinero para sustentarme, mi padre me había negado la mensualidad que me pasaba y dejo de pagar la universidad. — Agarra mi mano con fuerzas—Me comportaba como un niño malcriado y no pensaba en el futuro de mi familia y que la empresa seria nuestro único soporte.

Hace una pausa y respira con fuerzas sé que le cuesta hablar de esto, pero no quiero más mentiras, ni verdades a medias, no seguiré con este continuos secreto, que ha decir verdad ya no los aguanto.

—Te pido perdón por dejarte, Clary, sé que tenía que haberte dicho todo pero no quería que esperaras por alguien que no iba a volver más. Nos íbamos a pudrir en la cárcel por algo que no habíamos hecho. —Pasa sus manos con furia por la cara. —Dejé de trabajar en la cafetería porque mi padre había enfermado, no estaba bien de salud y esta noticia lo hundió más. Tuve que regresar y hacerme cargo de todo. Tenía que dejar la universidad y lo más importante, a ti. —Las lágrimas humedecen su rostro — Era eso o tener que llevarte conmigo y en esas circunstancias no era la mejor opción. Si pensaba hacerlos, claro que sí, pero fue muy tarde. No volví. —No tengo palabras, no puedo hacer otra cosa que acompañarlo con las lágrimas. Recordar su abandono me duele tanto, que simplemente prefiero camuflarlo con momentos bonitos. — Sé que es imposible de creer todo, pero solo Dios sabe que esta es la verdad. Quizás hubiese habido una mejor solución, pero en ese momento no se me ocurrió nada más que resguardarte de todo mal. Es que... Todo es tan complicado...

—Nada es complicado, Leo, ¡Tú y yo lo hicimos así! Hablar para ti es tan difícil y me frustra tanto que yo igual me cierro. Por favor... Dímelo todo, no es difícil —Él me miro en completo silencio — ¿Quién eres y de quien es tu hija? ¡Dímelo!

—Todos creían que yo era un criminal al igual que mi padre. —El tono de su voz se entrecorto un poco — Pensaron que yo había robado información junto con él a beneficio de la empresa y lo peor de todo es que ese día hubo una persona muerta. Después de eso nada fue igual.

Él intento tocarme pero yo retrocedí, no entendía nada, eso no estaba informada.

— ¿Matar a quién? —Pregunté casi asustada — ¿De qué hablas?

— ¡La empresa a la que supuestamente robaron, fue la del padre de Eric, Clary! Todos pensaron que nosotros hicimos eso y que habíamos matado a alguien. Mi padre no soporto las fuertes acusaciones y murió de un infarto. —Dice desalentado— Como quieres que hable de un tema que me hizo perder a todos los que eran cercanos a mí.

No, esto no es posible. Yo no recuerdo esto, nunca me dijeron nada de esto. Estoy echa un mar de lágrimas, le causé mucho daño y no me perdonaré nunca por lo que hice.

—Esa noche cuando volví, lo encontré en la habitación tumbado en la cama sosteniendo su corazón. Ya no tenía pulso, llame a la policía y en vez de ayudarme, se llevaron a mi padre y a mí me arrestaron. Estaba tan hundido y destrozado que mi única salida fue el alcohol. Tome tanto en ese tiempo que perdí el conocimiento y una mañana aparecí acostado al lado de una mujer. —Hace una pausa, ya puedo adivinar lo que sigue, pero prefiero que sea él quien lo diga. —Sí, fue la mujer que llevo por nueve meses a Arabela en su vientre.

Solté su mano y me levante, quería salir de ese lugar. Cuando ve mis intenciones me sostiene de un brazo, me zafe de él y voltee a mirarlo. Me sentía molesta, cabreada completamente por tener que aguantar todo esto, me hizo pasar por mucho en tan poco tiempo, y simplemente no quiero volver a pasar por lo mismo.

— ¿Le colocaste el nombre de mi madre? —Pregunte llorando.

—Sí, quería que me recordara a ti de alguna manera.

—Esto es demasiado —Niego con las manos. — ¿Dónde está su madre?

— ¡Ella no es su madre! —Grita enloquecido. —Una mujer que abandone a su hija sin importarle nada, solo por dinero, no sé le puede llamar madre. Ara está viva gracias a mis suplicas, le rogué que no abortara y le di una buena cantidad para que se sustentara mientras yo resolvía todo desde prisión.

Camine de un lado a otro, pensado bien en cada palabra. Ya sabía la verdad, la tenía en mis manos y ahora era mi turno.

—Te amo, Clary —Escuche salir de sus labios haciéndome parar en seco —Nunca pensé que llegaría a enamorarme como lo hice contigo, me entregue a ti y te amo.

Mis manos permanecían unidas y yo trababa de decidir si irme y acobardarme o permanecer aquí y tomar la oportunidad de escucharnos, sea para bien o para mal.

—Lo dices para justificarte, Leo, sé que es así. —Doy media vuelta, cerrando los ojos con fuerza

—Por supuesto que no lo digo por eso —Sentí su voz está vez más cerca. —Lo digo porque es la verdad, te amo, porque a pesar de todo lo que ha pasado entre nosotros, aquí estamos, no nos dejamos vencer por nada ni nadie —Sus manos estaban sosteniendo mis brazos y sentí su aliento en mi cuello — No me abandones, por favor... —Gire mi cuerpo al sentir su tacto, el no podía estar haciendo esto, se había levantado de su silla solo para tenerme más cerca de él. — ¡Hey, no! —Sostengo su cuerpo con mis manos hasta llevarlo al sofá. — No hagas eso, estas en recuperación.

— ¡A la mierda la recuperación! Quiero estar contigo. —Besa mi frente.

Lo miro directo a los ojos y veo sinceridad en ellos.

— ¿Cómo saliste de la cárcel? —Pregunto intrigada.

—Estuve ahí hasta que se comprobó que no tuve nada que ver, después de las investigaciones pertinentes y de determinar la hora del robo y la muerte, se dieron cuenta que no hicimos nada, esa noche trabaje hasta tarde en la cafetería y mi padre estaba en casa con mi hermana. Pero la vergüenza ya la había pasado y la trágica muerte de mi padre no la podía revertir. Lo hicieron solo para que la empresa de mi padre se viniera abajo y nosotros que éramos los encargados nos hundiéramos sin poder salir.

—O sea, ¿si sabias quien era Eric? —Pregunte dudosa.

—No, no hasta hace semanas cuando lo vi con su padre cenando. —Aclara. — Eugenio me ayudo a salir de ese oscuro hueco, y fue quien me informo de todo lo ocurrido. — Pasa una mano por mi cara y coloca un mechón detrás de la oreja. —Hasta ahora no sabemos bien quien actuó por él, pero lo estamos investigando. —Besa mi frente.

—No hace falta que busque más... —Susurro cerca de su rostro.

— ¡¿Qué?! —Se separa de mí sin poder creer lo que acabo de decir.

—Yo fui quien hiso eso —La mirada se me nubla por las lágrimas.

Vi sus ojos enrojecer y a la vez lo vi a él impidiendo el paso a las lágrimas, trataba de procesar las palabras. Negó enfurecido, y alejó mis manos de su cuerpo. Se fue rodando hasta que estuvimos separados del todo y se sentó nuevamente en su silla.

— ¡Leo, perdóname! —Suplique llegando hasta él. — ¡Te lo puedo explicar! ¡Yo no sabía nada de esto! —Trato de agarrar su mano pero se las quita de encima. —Por favor... — Imploro.

—Quiero que digas todo lo que tengas que decir, sin que te quede nada por dentro. —Me pide dándome una oportunidad. — De mi parte no hay nada más que expresar, te he sido completamente sincero. —Me mira directo a los ojos. —Y cuando acabes, vete y cierra la puerta al salir. —Ahí estaba ese sonido, era el de mi corazón al quebrantarse. —Sin embargo —Respira con dificultad —Quiero que sepas que aun te sigo amando, quizás me haya equivocado o no, pero es así. No seré yo quien tome la justicia, cada quien tiene su momento de pagar lo que hace aquí en la tierra.

Ahora si lo había perdió todo, hasta la oportunidad de tener una familia junto a él. Si pudiera haberme quedado cayada. Si tan solo no le hubiese hecho caso a Eric. Todo sería diferente, él hubiese vivido a mi lado, puede que en la casa del campo o que trabajáramos en la cafetería juntos. También me habría gustado tener dos pequeñas Arabela y escuchar los gritos mientras corretearan por la casa. Quería una vida feliz. Pero las acciones nos definen, y un solo error me marco de por vida.

—Eric, me pidió que lo acompañara a buscar unas cosas... Cuando eso apenas nos cocinamos, él estaba comenzando a mudarse y muy poco hablábamos aunque si se iba creando un lazo de amistad. Mi padre en ese entonces ganaba algo con la mecánica y mi mamá en la panadería, pero... lo vi como un juego, el me lo pidió y yo solo dije que sí. —Sigue con la mirada fija en mi — Fuimos hasta una empresa, él me dijo que solo iba a buscar unas cosas que había dejado y después no íbamos... Y así fue, entro y después de una hora salió sonriendo sin decir nada nos marchamos. No sabía que habían matado a alguien, te lo juro. Y menos que te los inculparían a ustedes. Él recibió muchas llamadas mientras conducía pero no contesto ninguna, al menos el tiempo que yo estuve ahí. —Baja su mirada pensativo—Hace un año conseguí los papeles en su caja fuerte y toda la información de ese día. Quería decírtelo, pero no conseguía como hacerlo. —Sollozo.

Al notar que no va a decir nada a cambio, me acerco a la silla y sin mediar palabra beso sus labios. Esperando que me corresponda, pero no lo hace, me rechaza con sus acciones. Doy por concluido nuestra conversación y el fin de todo lo que habíamos creado juntos. Cuando me voy a separar, sostiene con sus dientes mi labio inferior. Me aproximo más, pero al sentir el sabor metálico me alejo confundida.

—Te amo. —Susurro y un gemido sale de mi boca.

Agarro mi móvil y salgo cerrando la puerta, tal como me lo ha pedido.

∞∞∞∞∞

Me gustaría que me ayudaran a definir la historia en una canción. Así que... si desean darme una mano, pueden hacerlo recomendándolas acá abajo en los comentarios o en Facebook (Emperatriz J.S). Un fuerte abrazo y millones de besos.

Importante: Ya está en planes la nueva historia, apenas tenga varios capítulos, la subiré. Espero igual me acompañen en esa nueva aventura.

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