Capítulo 30.


Muchos se habrán enterado por Facebook, lo triste que me encuentro al saber que quedan pocos capítulos. Pero gracias al apoyo que me estuvieron dando logre entender que esta historia no está terminando, tan solo va dejando huellas en mi vida y espero que en las suyas igual. Quizás no son los personajes perfectos, pero creo que eso los hace más humanos.

Espero disfruten el capítulo, no olviden dejarme un comentario con sus impresiones. Un abrazo.

Emperatriz

                                                                             ∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

  — ¡¿Qué mierda has dicho?! — Pregunte histérica  

Estaba sentada en el umbral de la ventada con mi respectiva tasita de café. Había tenido una maña tranquila y nada fuera de lo común hasta ahora. Intentaba distraer mi mente, y vaya que si lo había conseguido. Me sobresalte cuando escuche a Gael decirme que los correos no deseados habían vuelto. Salte del lugar y me aproxime lo más rápido.

—Gael... — Lo llamo, pero el muy cotilla sigue indagando entre mis cosas.

— ¿Qué? — Se incorpora asomando la cabeza.

— ¡Puedes dejar de ver mis fotos y decirme quien es el remitente! — Quito las almohadas y me siento en el sofá.

— ¡Hey, hey! No uses ese retintín conmigo. —Me avisa señalándome — Que pesada te pones —Bufa y abre nuevamente la bandeja de mensajes.

Duramos horas observando las fotos. No sabemos aún quien las envía, pero me puedo hacer una idea. Lo extraño es que esta vez han mandado fotos donde más de uno podría salir perjudicado. Gael me mira esperando una reacción de mi parte, pero yo no puedo hacer otra cosa más que cubrir mi boca con las manos al ver detalladamente cada foto. No me esperaba esto, por supuesto que no. Me siento traicionada, todos me han visto la cara de tonta y yo tan despistada que los he dejado manejarme a su antojo. Creía que tenía el control de la situación pero no es así, mis sentimientos me han segado y más cuando no se espera un golpe tan bajo de alguien a quien aprecias. Y es que no recuerdo haber actuado de mala manera hacia su persona, para merecer esto. Todos los que creía tener de mi lado ahora están en mi contra y los que eran mis enemigos son mis aliados.

— ¿Qué vas hacer? — Dice en un susurro —Yo puedo prestarte mis manos, estoy ansioso de usarla, y no de la manera que piensas. —Me mira esperando una respuesta.

—Si ellos querían verme enojada... ¡Pues, lo han logrado! — Me coloco de pies — Les haré saber que su jugada les ha salido mal. Y que la mansa paloma se ha esfumado.

—Clary, ¿estas segura de lo que vas hacer? — Pregunta nervioso.

Cierro mis ojos y visualizo mi objetivo.

—Si. —Asiento —Quiero ser la primera en comprobar todo.

Inmediatamente voy a cambiarme de ropa, por algo más como. Unos vaqueros desgastados, camiseta y zapatillas deportivas. Serán de gran ayuda en caso de emergencia. Y sin más salimos a toda prisa de mi apartamento.

Tomamos un atajo para evitar el tráfico y llegar cuanto antes a la empresa. Mientras Gael maneja, yo saco el móvil de mi bolsillo izquierdo y compruebo que aún no he tenido llamadas perdidas. Estoy esperando una en especial, pero por lo visto se está haciendo de rogar. Le daré su espacio, dejare que piense bien las cosas, por mi parte iré ubicado aquellos asuntos que se han salido de mis manos. Quiero dejar todo preparada, antes de que la avalancha que acusaciones vengan a mí.

— ¿Esto es lo que quieres hacer? — Gael me mira de reojo mientras sigue conduciendo. — Porque hay otras maneras de proceder... Solo que no quiero perderte si intentamos nuestra otra opción. — Sujeta mi mano y la besa.

—Si Gael, esto es lo más cercano a la justicia, y sé muy bien lo que puede suceder... ¡Pero no tengo miedo! Quiero enfrentar mis lados oscuros y llevarme todo aquello que me sujeta a ese lugar. — La contundencia de mis palabras es irrevocable.

Me atemoriza las acciones de mis hechos pero no daré un paso atrás, estoy decidida de llegar hasta el final.

—Ya hemos llegado. —Susurra colocándose de lado en el asiento.

Me había perdido en la laguna de mis pensamientos y no percate el momento en que aparco enfrente de la empresa que tanto repugno.

—Cálmate, por favor. —Agarra mis hombros para tratar de tranquilizarme. — No quiero que cometas ninguna tontería.

— ¡No soy una asesina! —Digo rápidamente — No lo soy, ¿cierto? — La angustia se está apoderando de mí.

—Por dios, Clary. ¿Qué estás diciendo? —Me reprende. — ¿Estas escuchando tus tonterías? Por supuesto que no lo eres.

Cubro mi rostro con las manos y delineo mis cejas con los dedos, necesito calmar mis miedos. Tengo que recargarme de energía. Y ellos me escucharan muy bien lo que tengo que decir.

— ¿Estas lista? — Utiliza un tono sereno.

Asiento, no muy convencida.

—Si. —Digo sosegada — Pero tú tienes que quedarte, no quiero traerte más problema. — Retengo sus manos para que no se mueva. —No me lo perdonaría... —Agacho la cabeza.

Él se acerca y deposita un tierno beso en mi cabeza. Me da un fuerte abrazo y cuando cree que es suficiente se aparta mirándome a los ojos.

—Tranquila... Hace unas semana renuncie —Sonríe con picardía. —Quería decírtelo mientras tomáramos un par de pocas, pero, no me dejas otra alternativa.

— ¿De qué hablas? — Me acerco confundida.

—Pues, —Hace silencio. —Es que... —Sonríe, me tiene intrigada y sabe que odio estar así. —Yo... —Otra pausa.

—¡¡¡Gael, por dios!!! — Grito con los nervios de punta.

—Vale, ya, ya. —Se carcajea y niega con la cabeza. — ¡¡Me voy a casar!! — Vocifera tan fuerte que me duelen los tímpanos.

Doy saltitos de alegría, aplaudiendo como loca dentro del auto de Gael. ¡No puedo creer que se vaya a casar! Gael, mi Gael, se va a casar y yo que pensé que jamás llegaría ese día.

— ¿Qué? ¡Oh, dios mío! —Me abalanzo sobre sus brazos gritando aún. — ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¡Exijo ser la madrina de boda! — Digo volviendo a mi asiento.

—Hey... Todavía no ha dicho que sí, y ya estas reclamando cosas —Niega, pero sé que muy adentro de él se está riendo. — Por eso quiero que hoy todo salga bien, necesito que me acompañes a pedirle matrimonio el viernes en una cena que tengo preparada para nosotros. ¡Necesito que me des de tus fuerzas! —Acaricia mi rostro.

—Ahí voy a estar —Tomo su mano y la beso. —Vamos, no vinimos hasta acá para quedarnos aquí chismorreando.

Salimos del auto con premura, mirándonos de vez en cuando para comprobar nuestro estado. Estamos muy nervioso, pero juntos podremos con esto.

Pasamos las puertas de cristal y Frank nos saluda al entrar, no pasa desapercibido su tono confundido, pero su cordialidad no impidió que nos dejara entrar. Subimos en el ascensor en total silencio, solo escuchando la música de fondo de la cual nunca me había percatado. Me balanceo de un lugar a otro esperando nuestro piso, los minutos se hacen eternos pero en nuestra suplicas terminar abriéndole paso a la angustia cuando las campanillas suenan y las puertas se abren. Hace mucho tiempo que no estaba por estos lados, desde que mi vida se volvió un completo caos, deje mi trabajo y mi tranquilidad en el pasado. Nos adentramos en los murmullos del lugar mientras los trabajadores parlotean caminando de una estancia hasta la otra. Chicas esbeltas se contonean frente a mí y hombres bien estructurados se dirigen a la sala de sesión fotográfica.

—Yo iré a distraer a Tamara, tú ve por él — Asiento dándole el visto bueno a su plan y me encamino a la oficina de Eric.

Mi corazón late tan fuerte que logro escuchar el zumbido en mis oídos, el pasillo esta solitario, el pequeño puesto de Tamara está lleno de papeles y al ver la silla a un lado me indica que Gael está haciendo su parte, así que es mejor darse prisa antes de que llegue alguien y nos saque a patadas de acá. Tomo la manija y abro la oficina, doy un paso atrás y me quedo mirando al frente sin poder quitar mí vista de ese lugar.

—Oh, por dios... —Digo más fuerte de lo que pensaba hacerlo.

—Sí, está hecha un desastre — Susurran a mi espalda

De inmediato doy la vuelta tropezando con Tamara que me mira cabizbaja. Tal como lo ha dicho ella, la oficina está repleta de papeles tirados por doquier, las blancas paredes están manchadas de un color amarillento, hay cristales partidos por todos lados. El sofá a mi derecha esta desgarrado como si lo hubiese apuñalado con una tijera varias veces y la puerta del final está rota, es un cuarto oscuro y no logro ver que contiene su interior.

— ¿Qué ha pasado? — Pregunto, no me atrevo a entrar a ese escalofriante lugar.

—Hoy ha llegado muy furioso y descargo su ira con todo lo que ves acá. —Toma la iniciativa y cierra la puerta por mí.

No llegue a pensar que Eric estuviera tan jodido como para hacer estas cosas, nunca había mostrado síntomas de ser una persona agresiva. Si, a veces llegaba a perder un poco la cabeza o hasta se acercaba a la línea de control obsesivo, pero no de esta magnitud. Me duele mucho que se esté comportando de esta manera tan absurda, este no es el Eric que conocí, no lo reconozco.

—Unos hombres llegaron preguntando por él hace un par de horas, y después que salieron de la oficina escuche los cristales estrellarse contra la pared — Me informa Tamara.

— ¿En que está metido, Eric? —Sé que ella sabe muchas cosas de la vida de él.

—No lo sé, — Dice en un susurro —Pero tiene que ser algo muy grave para que él se comporte así —Afirma mirándome a los ojos. —Ah... —Hace una pausa.

Está debatiendo en si contarme o no.

—Tamara... —Agarro fuerte su mano —No diré absolutamente nada, y menos si tú llegaras a salir perjudicada.

—Amy — Se queda callada un momento —Amy, también está metida en todo esto.

— ¿Qué? — Me aparto de ella, no puedo creer en lo que me dice.

Si, ella lleva varios meses un poco extraña, pero no puedo imaginar que ella este en algo sospechoso con Eric, estamos hablando de mi Amiga. Camino hasta la silla más cerca al lado del escritorio de Tamara y me siento. Estoy comenzando a hiperventilar, me siento sofocada como si algo oprimiera mi pecho. Y justo en ese momento recuerdo las foto que enviaron a mi correo hoy, ella estaba acostada en la cama de habitación donde dormíamos él y yo juntos, manteniendo relaciones sexuales con Eric. Froto mi cara con las manos y contengo las ganas de sollozar.

—Clary, no sé a qué se deba todo esto, pero ellos llevan varios meses vigilándote. Y no solo a ti, sino al empresario ese de Azumy, a Leo Smith. La empresa está decayendo y no te sorprendas si llega a pasar algo pero. Yo estoy buscando trabajo en otro lugar, ya no puedo seguir en esta situación y mi novio me apoya en mi decisión. — Comenta alarmada.

—Gracias por todo, Tamara. — Sonrió a pesar de la situación. —Creo que debo irme. Voy a buscar a esa zorra, tiene mucho que explicarme. —Ella al escuchar como la llamo se carcajea.

Me levanto y comienzo a caminar pero el pasillo, al llegar al ascensor me consigo con Gael. Comienzo a sermonearle por no haber podido retener a Tamara en un solo lugar. Mayor ayuda vine yo a buscar.

—Se suponía que me cubrirías las espaldas —Le digo con los brazos cruzados.

—Uy... es que esa Tamara es muy escurridiza, le tenía el ojo puesto pero me distraje con tantos dioses griegos caminando casi desnudos por los pasillos.

—Ya, ya, bueno... Vamos que me tienes que llevar a la casa de la traidora de Amy. — La nombro con asco.

—Vaya, ¿así que la conejita está metida en este lio? — Pregunta con sarcasmo.

—Y hasta las medulas — Le hago saber.

Regresamos a coche de Gael y con la misma velocidad que salimos de casa, nos dirigimos a la residencia donde vive la desleal de mi ''amiga''. Tan solo un par de minutos y nos encontramos frente a la puerta de madera donde marcan el número 33. Mi sangre comienza a hervir tan solo de pensar lo que me ha hecho, no tanto por haberse acostado con Eric, a la final él puede estar con quien le plazca, lo que me carcome la mente es saber que ha actuado de esa manera sin decirme nada, según tengo entendido mucho antes que nuestra relación finalizara ya ellos estaban juntos. Lo que más me congoja es recordando lo que Tamara me ha dicho: ''Amy, también está metida en todo esto''. ¿Por qué cojones actúa así? Si quería tirarse a Eric, podría haberlo hecho en cualquier momento, pero... Dios, me aturde mis pensamientos.

Cierro mi puño y golpeo con fuerza la puerta que vibra bajo mis ataques de furia. Gael da un paso atrás, sabe que lo que viene no es nada bueno y quiere alejarse de la bomba atómica andante. Escucho unos pasos acercarse a la entrada, pero quiero ser la zorra malvada y fastidiarle el día, así que con la misma intensidad vuelvo a remeter causando un estrepitoso sonido.

— ¿Quién? —Gritan tras ella, y nunca me había alegrado tanto escuchar esa voz.

Hacemos silencio y no le queda más que abrir para descubrir la gran sorpresa.

— ¿Clary? — Sus ojos están desencajado y sé muy bien que no le agrada mi presencia acá.

Sin mediar palabras o pedir permiso para invadir su espacio, entro a la sala de su hogar. Y sacando fuerzas de todos los duros golpes que he llevado hasta ahora, le propino una sonora bofetada hasta verle voltear el rostro. Por instinto lleva su mano hasta el lugar herido y lo masajea buscando un poco de consuelo ante el ardor. Siento comezón en la palma de mi mano, y se debe al hecho de querer repetir el acto. Pero un impetuoso dolor es más lamentable si lo haces una solo vez, ya dos se volvería costumbre.

— ¡¿Te has vuelto loca?! — Intenta sacarme cerrando la puerta.

—No más que tú —La acuso — ¿O creías que nunca me enteraría? —Prefiero actuar como si supiera toda las marañas que ha hecho, solo así podre sacar un poco de información.

Me empuja logrando obtener resultado en abandonar su casa, pero Gael detiene la puerta con su robusto brazo. — ¡Ese es mi chico! —Aplaudo mentalmente. Al verse aprisionada, deja de aferrarse a su única arma de escape y camina hasta posicionarse en la mesa del comedor.

—Solo quiero que respondas una solo cosa, eso nada más y me iré. —Digo recobrando mis angustias. — No me importa si estuviste con él o quieres su dinero, lo único que me interesa saber es, ¿qué se traman ustedes dos contra Leo? No permitiré que le toquen ni un solo cabello, porque se las verán conmigo.

Amy sonríe negando con la cabeza. Sus grandes curvas resaltan en ese ajustado albornoz que no deja nada a la imaginación, sus largas piernas las cruza y apoya su enorme trasero en la mesa, pone sus brazos enlazados debajo de su busto realzándolo y me mira desbordando aires de superioridad y engaño. Tomo la osadía de acercarme e inspeccionar bien cada lugar, sabe perfectamente que la estoy estudiando. Su apartamento no se aleja de lo común y la verdad me impresiona que no tenga nada llamativo, con el dinero que le debe estar sacando a Eric.

—Ay... Clary, Clary. — Utiliza un tono hostil. —Siempre creíste ser una chica inteligente y lista, y mira cómo te han engañado los que más tú querías. — Pasa su mirada por Gael y regresa a mí. —Por qué es así, solo tú te creaste este falso cuento de princesa, donde salías victoriosa con el adinerado príncipe.

—Eres un ser despreciable. —Escupo cada palabra.

Se carcajea burlándose de mí.

—Tú y Gael, era lo más cercano que tenía a una familia, eran mi concepto de amistad duradera. Pero te encargaste de destruir eso, eres tan repugnante que la soledad te consumirá como lo harían los animales rastreros con las alimañas hediondas.

Bajo mi rostro, me duele más a mí esta situación que lo que puede llegar a importarte a ella. Al subir la cabeza, mi mirada se va directo a unas copias que están en una mesita al lado de la puerta de entrada, y me impresiona ver las mismas fotos que estaban en mi correo. Comienzo a atar cabo y todos me llevan a la conclusión de que ella es la persona que tanto he buscado.

—Siempre fuiste tú. —Digo con pesar. — La razón por la que Eric se enterara de mi relación con Leo, del viaje a New York, el baile de mascara, aquel evento donde coincidimos, los correos y la vez que supuestamente Gel nos esperaba en el Starbucks. Tú la cómplice perfecta, ¿no?

Ella asiente afirmando mis palabras.

— ¿Qué ganas? — Pregunto interesada.

—Dinero, prestigio, sexo, viajes y sobre todo... acabar contigo. —Me guiña un ojo.

— ¿Conmigo? —Sonrió irónica — ¿Tan importante soy que dedicaste tu tiempo a destruirme? Porque déjame decirte que si yo hubiese estado en tu lugar, jamás, jamás habría aceptado tan denigrante trato.

—Eres una puta que lo tenía todo, y lo has tirado por la borda solo por el don nadie de Leo. —Dice confundida —Pero ya sabemos porque lo perdonabas tanto, porque volviste corriendo a sus brazos. La culpa no podía contigo, estaba ganando la batalla. —Camina sin quitarme los ojos de encima. — Tú no eres diferente a mí, mentirosa traicionera, hay una delgada línea entre ser el bueno o el malo, no se puede estar en los dos lados y cada día te acercas más a la de nosotros.

—Nada me daría más gusto que arrancarte los ojos, pero temo que así no podrás ver lo descompuesta que estas. —Le sonrió de la misma manera altiva a la que ya me he acostumbrado.

Me encamino a la salida cuando escucho el sonido de un cuchillo encajarse en una puerta, giro mi cuerpo para verle la cara de burla y observo el objeto punzante penetrado en lo que ya creía que fuera.

—Espero te haya gustado mi investigación, porque ira derechito a donde ya muy bien sabes... —Camina moviendo su caderas y saca con fuerzas la pieza del lugar.

—No veo la hora de que eso pase. Las moscas comenzaran a caer a mi lado. —Sujeto el brazo de Gael y salimos del manicomio.

Al llegar a casa me siento agotada por lo largo que se está volviendo el día, Gael intenta calmarme sacándome conversaciones sobre cómo le pedirá matrimonio a su novio Mario. Se arrodilla frente a mí y hace el simulacro con un anillo de papel. Le regalo una sonrisa y lo abrazo levantándolo del suelo.

— ¿Por qué crees que hizo esto? — Me siento en el sofá y él camina hasta la cocina.

—No lo sé, Clary. La vanidad no tiene límites... las personas queremos controlarlo todo y mientras tenemos un poco de poder, buscamos más. — Esculca entre las gavetas de la cocina, escucho el sonido de las latas pegar unas con otras.

— ¿Dónde están los cigarrillos? — Pregunta asomado la cabeza.

Sonrió al recordar en donde están y él me mira con confusión.

—No hay —Digo mostrando mis dientes.

—Quita esta sonrisa idiota y dime donde están las botellas de vino. ¿O es que no has salido a comprar nada? — Coloca los brazos en jarra esperando una respuesta.

—Tampoco hay —Le guiño un ojo.

Uno de los grandes logro de Leo, hacerme dejar de beber y fumar. No era adicta, pero si le había agarrado el gusto y cada día que pasaba se intensificaba las ganas de tener dentro de mí uno de esos dos destructivos componentes. No lo deje porque me obligaran, simplemente entendí que no me hacía bien a mí ni a él. Tanto fue la absorción de nuestro tiempo junto, que no necesite de ellos para relajarme.

—Leo las voto todas y he estado tan ocupada que ni llegue a pensar en eso. — Camino hasta la mesa auxiliar y tomo el teléfono y las llaves de mi auto. —Gael, voy a visitar a mi papá. Hace tanto que no lo veo que quiero darle un abrazo, y nada me reconfortara más que estar en él. —Jugueteo con las llaves.

—Está bien, Clary, solo ten mucho cuidado en la carretera. —Agarra igual las llaves de su coche. —Yo iré a visitar a mi conejito. —Besa mi rostro.

—No, espera, quiero que hagas algo por mi antes que vayas a donde Mario —Digo con rapidez — ¿Podrías pasar por la jefatura? —Le extraña mi pregunta, pero sabe que intento hacer.

—Clary, por favor, no me pidas eso. —Susurra despacio.

Sé que me he vuelto loca, me estoy colocando la soga en el cuello. Pero las cosas pasan por algo, muchos de los delitos se consuman solo por no querer alzar la voz y estoy segura que Eric y Amy están en algo grave, no quiero ser yo la cómplice de sus fechorías.

—Gael... ¡Sé que puedes hacerlo! Lo haría yo, pero ya sabemos lo que puede pasar si me acerco por aquellos lados. —El niega repetida mente y se aleja de mí

— ¡No, no y no! — Me señala — Nos haremos a la vista gorda.

—Vamos, tú eres mi chico ideal. —Sonrió, sé que así le daré confianza para que vaya — Y si fueras heterosexual no dudaría en perseguirte hasta que consiguiera que te enamores de mí. — Sostengo su rostro. —Hazlo, si —Beso sus mejillas y lo abrazo.

No espero respuesta y salgo de casa. Al bajar el ascensor me encamino a pasos agigantados, abro la puerta con fuerzas y me introduzco dando un portazo. Estoy molesta por todo lo que ha pasado hoy, pero no hay otra salida. Respiro tratando de calmar los latidos de mi corazón. Inserto la lleve y el auto enciende inmediatamente, salgo a las calles y mientras sostengo el volante con una mano, con la otra le marco a Clayton, hace mucho que no hablo con él. No contesta, así que decido dar un último intento.

—Clary, hija, ¿Cómo estás? — Escuchar su voz me alivia, últimamente vivo con los nervios a flor de piel.

—Papá... Espera un momento pondré el manos libre. — Coloco la opción y lo dejo en su lugar para poder manejar como es debido—Estoy bien, ¿y tú como estas? ¿Ya has acabado con las remodelaciones? — Pregunto para cambiar de tema.

—Sí mi niña. Justo ayer le di los toques finales —Sonrió al escuchar cómo me dice.

Cruzo la autovía, y tomo la carretera que me llevara a casa de mi madre.

—Me alegra escuchar eso, papá —Digo emocionada.

— ¿Cómo van las cosas con, Leo? —Se borra mi sonrisa.

—Bien —Murmuro para no preocuparlo. — ¡Leo, resulto ser una persona llena de sorpresas! — Las últimas palabras salen de mí sin pensarlo. —Clayton, ¿en dónde estás?

Otra vez utilizo mis tácticas para distraerlo.

—Acá en casa de tu madre, he venido a cerciorarme de que todo anduviera bien. ¿Por qué?

—Ah, es que voy en camino para allá. — Miro por el retrovisor y observo las calles que dejo atrás casi vacías. Excepto por un auto que creo que va por la misma dirección que yo.

—Ten cuidado, Hija. Acá te voy a esperar. — Finalizo la llamada asegurándole que tome mis previsiones antes de salir. Cosa que no es cierto, pero solo con esas palabras logro calmarlo.

Llego a casa sin ninguna novedad, apenas estamos a mitad de semana y muchos prefieren estar en sus respectivos hogares descansando, lo que me ha favorecido mucho para poder llegar en pocas horas al pueblo. Me bajo y camino decidida pasando el jardín repleto de flores... Al llegar a la puerta intento abrirla pero una voz ronca me llama.

—Hola — Giro mi cara y está sonriendo.

Tiene las piernas cruzadas y sostiene en sus manos un vaso de zumo, mientras se mese de un lado al otro con la silla.

—Hola. —Corro y lo abrazo pegando mi cara a su pecho sintiendo el latido en mis oídos. —Te extrañaba mucho —Admito.

—Yo igual, hija —Pasa sus manos por mi cabello y lo besa. — ¿Qué te trae por acá? —Me conoce, sabe que algo ocurre.

—Es un cuento muy largo. — Me separo y miro sus ojos, veo que su pelo se está tornando blanco por completo y su barba no se libró de ellas.

—Sé que no te gusta, pero el té te vendría bien. — Va hasta su silla y palmea la que está a su lado para que me siente.

Pasamos horas conversando, le digo todo lo que sucedió sin dejar escapar un solo detalle. Eric y Amy también entran en nuestra conversación, y al saber lo que sucede, suelta un par de palabras obscenas y se disculpa conmigo por decirlas. Sonrió porque sigue pensando que su niña no debe decir esas palabrotas. Leo también recibe su parte, mi padre admite que debe ser una situación difícil y trata de comprenderlo, pero al contarle lo que yo oculto, baja la mirada y hace silencio. Luego de darle vueltas al asunto, tratando de buscar una razón a todo. Clayton se acerca para darme un abrazo, y en nuestra unión fraternal las lágrimas han de rodar por el rostro. Limpia con sus pulgares mis ojos y besa mi frente. Volvemos a nuestros asientos y nos miramos.

—Todo sería más fácil si ella estuviera aquí. —Aseguro.

—No dudo que así fuera, pero hay que seguir adelante, Clary. Él pasado ya no se puede cambiar y hay que afrontar nuestras decisiones. —Bebe de su zumo, que sigue intacto. — ¿Por qué le tienes tanta devoción a Eric? Una vez me dijiste que no podías alejarte de él porque fue el único que estuvo contigo, y porque hizo algo importante por ti. ¿Qué fue?

Observo como el viento acaricia las flores al pasar y me lleva a recordar la pregunta que me han hecho.

—Porque mientras tú, te ibas con esa otra mujer... ¡mi madre moría! — Las viejas herías se abren destrozándome — Y él día que falleció, él estuvo a mi lado apoyándome y se hizo cargo de todo. ¡Algo que tú ni nadie hizo! — Contengo las lágrimas.

— ¿Qué? — Se mueve en su asiento. — ¡Nada de eso fue así! —Declara. — No debería decirte estas cosas, porque solo nos compete a tu madre y a mí. Pero dada la insistencia, te aclarare tus dudas. —Se cruza de brazos — Yo me fui porque no había necesidad de seguir viviendo juntos y tu madre lo sabía. Mucho antes de que nacieras, ya no compartíamos nada más que no fuera el amor por ti, los dos sabíamos a qué atenernos y vivimos en el mismo techo solo para hacer tu vida un poco más llevadera con nuestro esfuerzo de cada día. Luchamos por mantener la familia unida, porque no vieras nuestras diferencias, pero aun así nos respetábamos. —Hace una pausa y yo me quedo estupefactas, son demasiadas cosas que procesar — Cuando yo conocí alguien, ella fue la primera en empujarme a que siguiera adelante, decía que me merecía a alguien que me amara. Y también me dejo claro que ella me quería, a su manera, pero lo hacía. Quizás ese amor no traspaso las fronteras como para querernos más allá, pero era lo justo hasta el momento. Nunca me dijo de su enfermedad... —Sus ojos se vuelven cristalinos —Y creo que por eso fue que insistió tanto en que yo hiciera una familia.

—Yo... yo no sabía nada de esto —Digo entrecortadamente.

—Y no tendrías por que saberlo. — Sujeta mi mano —Éramos una pareja, y nuestro amor era distinto a muchos otros, nadie llegaría a comprender lo que sentíamos.

Me levanto de la silla y camino hasta uno de los muros que sostiene la casa, me apoyo en él y paso mis manos por la cara para quitar las lágrimas que han humedecido mi rostro. Su confesión me ha hecho reflexionar tanto, en lo que yo creía que era el amor. Me ha hecho ver que el amor es capaz de perdonar, de lidiar con problemas, de soportar duras pruebas y a pesar de los golpes seguir amando a esa persona.

—Clary, ya Eric hizo lo que debía en tu vida. Para bien o para mal, pero estuvo ahí por algo. —Se coloca de pies y me lleva hasta los escalones de la entrada — Leo fue quien te ayudo. — Dice muy bajo al tener su boca pegada a mi cabello.

— ¿De qué hablas? — Me separo de él buscando una respuesta en su mirada.

—No tengo muchos detalles, y tampoco sé cómo se enteró de todo. Pero... ese día me llamo preocupado, él trataba de localizarte y tú no le cogías el teléfono, no tuvo más remedio que llamarme. Hablamos por un par de minutos acerca de lo que sucedió, y le conté acerca del cáncer de tu mamá y que también fue sorpresivo para mí. —Exhala pesadamente y cruzas sus dedos mirando la carretera — Quiso cubrir los gastos, y yo no se lo permití. Pero llegamos aún acuerdo donde él pondría la mitad y yo la otra. Vendí la camioneta que tanto te gustaba y no sé qué hiso él, pero una mujer joven de cabello negro apareció en mi puerta con un sobre para mí.

—Violet... —Digo inmediatamente.

El me mira sin entender y prosigue.

— ¡Pensé que él te lo había dicho! — Me quedo sin palabras, no tenía idea de todo esto. Llegue a pensar que fue Eric quien realizo ese acto de bondad. No quería preguntarle porque sería muy imprudente de mi parte. — Sé que tenían mucho tiempo sin hablarse, pero desde ese momento entendí que él era un buen muchacho para ti. Nadie se hubiese dado tantas molestias. — Comienzo a divagar entre las palabras que escucho.

Esta eran unas de mis ataduras, sentía que le debía retribuir a Eric lo que hiso por mi esa vez, que debía quererlo como pensé que él lo había hecho ese día. No sentía más que un profundo agradecimiento, y cada día me acostumbraba a la monotonía. Me acostaba pidiendo un nuevo día para intentar amarlo, pero solo conseguía deprimirme más. Lo ayude con su empresa y acepte ser su empleada por el mismo hecho y he aquí la respuesta a mis dudas. Sin buscarlas llegaron a mí. Ahora nada me detiene, iré al hospital a saber de Leo e intentare recobrar nuestra confianza antes de que sea tarde.

                                                                                              ∞∞∞∞∞∞∞∞∞∞

PREGUNTA: 

¿Alguna vez llegaron a tener una amiga como Amy? 

¿Que piensan acerca de lo que hizo Leo por Clary? 





Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top