Capítulo 27.

Clary

Su dulce sabor...

El desayuno que Leo me había preparado estaba de muerte, tiene un gusto un tanto... exótico. Las frutas se unían en mi boca para darme una explosión de sabores, produciendo una sensación de satisfacción. Y solo pensar que él podría estar aquí, colocando sus dedos en mis labios e introduciéndomelas unas por una es mucho más placentero.

Quería acompañarlo a donde sea que se dirigía y así poder pasar más tiempo juntos. No quiero apartarme de él, y eso podrá sonar un poco loco, pero cuando amas a alguien, las horas no son suficiente para colmar tus ganas de él. Quieres más y más. Y yo lo quiero todo con él, porque es la única persona que ha sabido comprenderme y que a pesar de no saber el secreto que nos une, en el fondo de mi corazón tengo la esperanza de que me va a perdonar.

La pantalla se ilumina mostrándome el mensaje que acaba de llegar. Es Amy, ¿dónde habrá estado metida todo este tiempo? No sé nada de ella desde el evento al cual asistí con Eric. Abro el mensaje sin pensarlo y así leer las noticias que me tenga.

Mensaje de Amy

-- ¡Hey, Clary! Alístate, Gael me ha pedido que pase por ti. ¡¡Conoceremos a su conejito!!

No puedo evitar soltar una sonora carcajada al leer ''conejito'' Gael le coloca unos apodos muy cursi a sus novios. Él es todo un rompe corazones, y saber que ha sentado cabeza y se ha enseriado con su pareja me llena de orgullo.

Mensaje de Clary

-- En veinte minutos estaré lista.

Coloco el tazón y los cubiertos en el fregadero. Si quiero estar lista en el tiempo que he dicho, necesito darme prisa. Voy hasta mi habitación, me deshago del pijama y me meto en la ducha. Al salir quito la humedad de mi pelo con una toalla para después seguir con el secador de cabello. Escojo unos vaqueros desgastados y una camisa blanca sencilla... termino mi atuendo con unos tacones de punta fina en color rojo y mi abrigo en marrón. Bato mi larga melena para darle volumen y repaso mis labios con un sutil labial rosa pálido. Voy hasta la puerta de entrada al escuchar los golpecillos, pero antes tomo mi bolso e introduzco el teléfono y las llaves.

—Tenía pensado tomar una taza de cacao mientras te esperaba, con lo mucho que tardas en arreglarte. — Dice Amy cuando abro la puerta y me ve vestida. —Pero veo que ya estas lista. —Sonríe.

—Me intriga conocer a conejito. —Cierro la puerta y paso mis llaves para pasar el seguro.

Caminamos hasta el ascensor.

—Ya veo, conejita.

Las dos soltamos una carcajada por lo absurda que nos vemos hablando así.

— ¿Y Leo? — Pregunta mientras teclea en su móvil.

—Ha salido a resolver unos asuntos de trabajo. —Le informo.

Las puertas se abren cuando llegamos al parking. Amy es la primera en salir, con la mirada puesta aún en su móvil, ¿es posible caminar y teclear al mismo tiempo sin caer al suelo? Si fuera yo, mínimo me hubiese dado de lleno con uno de los muros.

— ¡Amy, por Dios! Puedes mirar al frente. ¿O tiene mucha urgencia, Patrick? — Lo nombro para llamar su atención.

—Ya, ya... Solo respondía a unos mensajes. —Guarda el objeto en su bolsillo.

Nos desplazamos por las calles con la fatal conductora de Amy. Se me detiene el corazón cada vez que hace unos cambios bruscos y yo me balanceo de un lado al otro por su imprudencia, la fulmino con la mirada y ella solo sonríe para apaciguar su mal manejo.

—Amy, por favor... quiero llegar en una sola pieza al Starbucks. —Sujeto mis manos al costado del asiento para así no moverme tanto. —Detente donde puedas y yo conduzco si tú no quieres.

La observo y noto que no está concentrada en la carretera, así que le pido amablemente que se estacione. Hace lo que le digo, salgo del auto y rodeo el coche hasta llegar a la puerta del conductor, la abro y ella se encuentra sentada en el otro extremo, me siento, enciendo el vehículo y nos ponemos en marcha nuevamente.

—Lo siento —Musita.

—No pasa nada, Amy. —Sonrió para calmarla —Mejor dime qué te pasa.

Mira atreves de las ventanillas y después regresa su rostro a mí.

— ¿Recuerdas cuando nos conocimos? —Me extraña su pregunta, pero aún así sonrió al recordarlo.

—Claro, si destrozaste mi camisa con ese café. —La acuso.

—Solo fue un café —Pone ojitos. — Extraño esos momentos, fuiste una gran amiga.

Sigo conduciendo pero al analizar sus palabras volteo a verla.

—En ese momento. —Aclara al ver mis ojos desencajados —Aunque no éramos amigas en ese entonces, pero te agradezco lo que hiciste por mí.

—Me pondré sentimental por tu culpa, y no quiero arruinar mi maquillaje. —Paso mis manos por los ojos para quitar la lágrima que se derramo.

Llegamos al Starbucks y las dos caminamos al mismo tiempo hasta llegar a la puerta de cristal. Entramos y buscamos un lugar para los cuatro entre las personas que ocupaban su sitio en las mesas de madera. Al visualizar una para nosotros, no encaminamos, algunos conversar muy animados y otro tan solo están concentrados en su portátil. Nos sentamos y Amy vuelve a teclear, yo decido hacer lo mismo. Meto la mano en mi bolso y esculco hasta rozar mis dedos con el objeto.

Mensaje para Leo.

-- Cariño, estoy en la cafetería que está a unas calles de tu trabajo. Escríbeme cuando acabes, para irnos juntos. Besos... Clary.

Espero unos minutos por la respuesta, pero no llega. Desisto en seguir viendo la pantalla para rectificar la llega de su mensaje. Vuelvo a meterlo en su lugar y miro a los que nos rodean. Siempre me ha gustado estos lugares, el olor a café te transporta, es... vida, puedo recordar cada momento con tan solo llenarme de su aroma.

—Clary.

Amy me trae de vuelta al sitio, la miro desconcertada y ella con expresión seria me dice:

—Me apena decirlo, pero Gael no vendrá. — Regresa sus dedos al teléfono y me muestra la pantalla para que lea un mensaje.

La muy sabandija nos canceló, alegando que a su conejo le ocurrió un percance y no podrán asistir, y no tuvo cabeza para avisarnos sino, hasta ahorita. Suelto un bufido y un par de palabrotas para Gael. Me ha hecho perder mi mañana acá. Amy sonríe divertida y niega con la cabeza.

— ¿Y ahora qué?

Regreso mi móvil a su sitio tras comprobar que no resido ninguna noticia de Leo.

—Bueno, pidamos un café y vayamos de acá.

La charla con Amy fue muy amena, extrañaba hablar con ella, tener ese momentos de chicas que tanto nos gustaba hacer. Cotillear, hablar del trabajo, compras y... hombres, pues sí, es inevitable no hablar de ellos. Las mujeres siempre que nos reunimos hablamos de todo lo referente al sexo masculino. No es que sea el tema central, pero tampoco lo dejamos pasar por alto.

No obtuve respuesta de Leo, ni por mensajes ni por llamadas. Así que no lo pensé una vez más para regresar a mi hogar. Debe de estar muy ocupado y no quiero convertirme en una maniaca acosadora. Prefiero darle su espacio y que invierta su tiempo en lo que más le agrada hacer, yo seré feliz si él lo está.

Entre nuestros ''dulces cantos'' o mejor, cantos de una gallina con gripe, volvemos a casa entonando las letras de las canciones que se reproducen en el estéreo del auto de Amy, he tenido una maña divertida y diferente. Pero aún me sigue preocupando que Leo no haya contestado, él no suele tardar en su respuesta. Al llegar, mi amiga aparca donde siempre, dejándome a unos pasos de la entrada de mi edificio. Nos despedimos con un abrazo que se hace eterno por mi parte, Amy dura más tiempo de lo común enlazada conmigo.

—Cuídate, Clary. —Dice cuando estaba por cerrar la puerta del coche.

—Siempre lo hago —Le guiño un ojo.

Introduje la llave en la cerradura de mi casa pero el seguro no estaba pasado y la puerta abrió con facilidad. Creí haberla dejado con el pestillo, ¿o no lo hice? Abro más la puerta y me extrañó ver que las luces estuviesen apagadas, quizás no haya servicio eléctrico o tal vez olvide encenderlas antes de salir.

Iba a seguir caminando, pero algo dentro de mí me decía que no lo hiciera, así que me decidí ir a donde el vecino del al lado para que me ayudara. Sin embargo cuando estuve a punto de salir alguien me detuvo y me jalo hacia dentro con una fuerza indescriptible. Sentí un dolor intenso en mi brazo y mi quejido así lo confirmo. Todo estaba a oscuras y no podía ver quién era el intruso, estuve a punto de gritar pero esa persona me tapo la boca con gran presión, arrastras me llevo hasta el sofá, me tumbo y se sentó sobre mí, oprimiendo mi pecho con su peso. Le mordía la palma tratando de buscar un medio de distracción y así salir corriendo. Pero el fornido hombre, parecía inmune ante mis ataques. Colocó una banda sobre mi ojos y en ese ínstate subí la rodilla y le di en su entrepierna. Me levante como un rayo y me quite lo que cubría mis ojos mientras corría para salir de lo que pensaba fuera un sueño... pero mis cortas piernas no hicieron bien su trabajo y antes de salir me atrapo por lo cabellos y me trajo de vuelta al sofá.

Esta vez fue más brusco y sin compasión me lanzo, mi cabeza choco contra el proveniente, sacando más gemidos de dolor. Se acercó con cautela y muy despacio se aproximó a mi rostro para susurra:

—Hoy sabrás de verdad quien soy yo — Todo dentro de mí se estremeció luego de esas palabras en mi oído. Intente zafarme de su manos, pero me era imposible, como también iba hacer escapar de los planes que tenía para mí.

Sin embargo, su perfume lo delato y fue ahí cuando llore sin parar. 


                                                                                                    ∞∞∞∞∞

¡Que pases felices fiestas, mis amores!

Trataré de escribir la continuación lo antes posible. Un abrazote, y no olviden que los llevo en mi corazón.



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