Capítulo 18.
Estar con Gael, es reír sin parar mientras él te acompañe. Sí, mi querido amigo Gael es genial. Me ha sacado unas cuantas carcajadas mientras me contaba cómo le ha ido en su vida amorosa el tiempo que mi mente ha estado ausente. Según él, ahora si se está comportado responsable con una persona, la cual lo trae colado desde hace un tiempo, me ha prometido presentármelo para darle el visto bueno. Dice que lo que más le gusta de él, es el buen culo que tiene y lo fogoso que llega hacer mientras están juntos. Le pedí que reservara esos detalles, no necesitaba saber más, exacto que lo hacía feliz, eso era lo más importante para mí. Se conocieron es el pub aquel día que no pude acompañarlos por estar en el evento de disfraces de los asociados, el día que descubrí que Leo y Eric trabajaban juntos y que por supuesto estaban comenzando una amistad de trabajo.
— ¿Y Amy? — Tomo una de las galleticas que Gael ha comprado para mí- Esa meretriz, hace mucho que no me llama. Seguro anda en la guarida de Patrick. —Subo mis pies sobre el asiento colocándome en posición de indio, tomo otra galleta y sigo comiendo.
—Primero, baja tus pies de mi asiento. — Los baja el mismo mientras maneja con la otra mano. Suelto una sonora carcajada y el me mira frunciendo el ceño.
— ¿Qué pasa Gael? ¿Acaso te estas volviendo viejo y rezongón? —Sigo riendo.
—No, no estoy viejo. Todavía aguanto unas cuantas horas. — Me lanza una mirada y ríe — Ensuciaras mi auto y hoy saldré con él.
— ¡Excusas!
Pasamos unos minutos de silencio hasta que él comienza a hablar otra vez. Comentándome las guarradas que le ha dicho Amy que hace con Patrick, me da por reír cada vez que veo los gestos que hace con su mano, explicándome lo que hacían ellos.
—Vale, vale. ¡No quiero saber más! Hoy has manchado mi mente con sus actos impuros.
—No me hagas reír, por favor. —Dice sarcástico —Bueno no diré nada más sobre eso.
Busco en mi bolso mi móvil que no para de sonar, al ver en la pantalla el nombre de Clayton contesto sin pensar.
—¿Ha pasado algo papá?
Silencio.
— ¿Clayton? — Sé que está ahí porque logro escuchar su respiración.
—N-no. Acá estoy, solo fue un problema de comunicación. Creo... —Suelta una risilla nerviosa.
—Entiendo. ¿Ocurre algo? —Tengo una idea por el silencio, pero no diré nada al respecto.
—Solo llamaba para decirte que cuando tengas tiempo, y... hayas solucionado todo ¡te comuniques conmigo!
—Vale, lo haré. ¿Y a qué se debe esa rara actitud? —Pregunto algo confundida.
—A que aún te faltan dos deseos.
— ¿Dos dese...? —Me golpeo con la ventanilla al momento que Gael gira bruscamente.
Comienzo a frotar mi hombro y busco el móvil que cayó al suelo.
—¡¡Gael!! Quiero aunque sea, hablar con Eric antes de morir.
El ríe.
—Lo siento hermosa, solo fue un idiota que se me atravesó. —Me lanza un beso.
Vuelvo a colocar el móvil en mi oreja.
— ¿Clayton?
— ¿Qué paso? ¿Estás bien? —Pregunta preocupado.
—Sí, no ha pasado nada. —No digo algo más, no quiero preocuparlo. —Emms, como te decía. ¿En que estábamos? —Rio al no acordar la conversación.
—En que me llamarías.
—Ah, sí, sí. Te llamare apenas llegue a casa ¡lo prometo!
Suspiro al divisar a lo lejos el edificio en donde vive Eric.
—Clayton, te llamo luego. Ya estoy llegando a mi destino.
Finalizo la llamada.
Miro por la ventana, afuera el frio ha empezado a ascender y mientras observo las altas estructuras de uno de los lugares más hermosos de Londres, me abrazo a mí misma. No lo tengo frente a mí y ya puedo sentir su atenta mirada examinándome; acaricio mis manos que han comenzado a sudar y muerdo mi labio repetidamente. Gael se percata de mi nerviosismo y extiende su mano para sujetar la mía dándome las fuerzas necesarias para soportar esté momento. Pasa una manzana más y llegamos. Aparca frente a la residencia de Eric y me mira besando mi mano.
— ¿Y ahora qué vas hacer? —Pregunta muy serio.
Suspiro
—Pues... entrare a resolver todo este lio que arme.
Tomo mi bolso saco las llaves de la casa de Eric y coloco mí el móvil en el bolsillo de mis vaqueros. Me dispongo a salir cuando Gael sostiene mi mano y cierra la puerta.
— ¿No pensaras ir así, verdad? —Señala mi atuendo.
Llevo una camiseta gris, vaqueros y botas. No quería ser excesiva y colocarme algo ostentoso o llamativo... quiero que me vea tal cual como soy, que conozca mi verdadero yo, sin más caras, sin ataduras. Él se merece mi sinceridad y yo se la entregare con los ojos cerrados, sé que me entenderá, estoy segura que lo hará. Hace un tiempo que lo nuestro no funciona y él lo sabe, solo nos hemos acostumbrado a la monotonía, pero... el tiempo es corto y no lo perderé fingiendo ser alguien quien no soy. Luchamos por lo que teníamos, intentamos hasta quedar sin fuerzas, sostuve su mano en el momento que la necesito; atribuyéndole lo que el un día hizo por mí. Ha llegado la hora de ser feliz y lo haré sin importar quien este a mi lado. Cuentas tomar esta decisión, me duele saber que no estaré a su lado, sin embargo aunque lastime la diré.
—Bueno, creo que voy vestida para la ocasión. ¡Si es que así la puedo llamar! —Paso una mano por mi camisa y lo miro.
Me señala con su dedo acusador y sé que estoy en leves problemas. Bufo. No me zafare de él tan fácil.
—Atrás — Me toma por la mano y me empuja a la parte trasera del auto —Iré a buscar lo que te vas poner. ¡Ni se te ocurra salirte del auto, Clary Anderson!
Sale y da un portazo. Venga, no me veo tan mal como para que se comporte así. Solo iré a conversar con Eric y... ¡listo! No hay porque amar un alboroto. Regresa e igual realiza el mismo ruido con la puerta. Me lanza un vestido casual de seda color salmón. Lo levanto y se lo regreso. Vuelve a lanzarlo junto con unas botas, cuando subo mi mano para dárselo él grita.
—¡¡Vasta, Clary!! —Pasa una mano por su frente y me hace recordar a Leo — Te pondrás el puto vestido, te maquillaras y saldrás de aquí a poner fin a este embrollo en el que te has metido. Regresaras con la frente en alto y comportándote como una mujer madura. ¡¿Entendido?!
Me visto sin decir ni una palabra, Gael tiene razón ya debe concluir el papel de la niña insensata que no le interesa nada, ni nadie. Coloco tan solo un poco de maquillaje y acabo con las botas. ¡Listo, ahora si parezco Clary! Al ver que estoy tal cual como me lo ha pedido, asiente indicándome que salga y concluya lo que he venido hacer.
Avanzo hasta el portal e introduzco la llave para dar paso al interior del edificio, sin dudarlo me dirijo al ascensor y marco el piso de Eric. Mis manos singue aún sudorosas y mis piernas parecen gelatina. La ansiedad aumenta cuando escucho las campanillas del ascensor, respiro todo el aire que mis pulmones pueden soportar y no lo suelto hasta que me encuentro frente a la puerta de Eric. Tomo la llave y la poso en la abertura de la puerta pero no logro mi prometido, no puedo hacerlo, quizás no sea el momento de afrontar esto o puede que mi cobardía se apodere de mí y no me permita cruzar la puerta y gritar al mundo lo que siento. Inhalo y por fin abro la puerta del todo. Doy unos cuantos pasos y lo primero que noto es que la casa sigue igual a como la deje, todo en el mismo sito, el gran salón blanco, los cuadros, las flores, los retratos y mis obras... todas, todas siguen acá. Sonrió, dejo las llaves y el móvil en la mesita cerca de la puerta de entrada. Tomo entre mis manos un retrato de Eric y mío, voy hasta el sofá y me siento. Paso uno de mis dedos por la foto y rio al detallarla bien, la tomamos el día que encontramos el local adecuado para iniciar en el mundo de la fotografía y publicidad. Los dos estamos despeinados y llenos de pintura. Me sumerjo tanto en el recuerdo que no sentí cuando Eric se aproximó y se colocó a mi lado.
—Yo también adoro esa foto.
Me levanto de un salto al escuchar su voz.
—Eric... -Susurro colocando en su lugar el retrato.
—Clary. —Besa mi pómulo y me remuevo incomoda.
''Incomodo'' un término que de ahora en adelante será común usarlo dentro de mi vocabulario. Frente a mi estaba el hombre más pulcro, amable y comprensivo. Con una sonría en el rostro y vestido con el atuendo que siempre elegía para él.
— ¿Cómo te encuentras? —Me toma por la mano y me abraza besando mi cabeza.
—Estoy mejor. —Lo rodeo con mis brazos.
Es difícil hacerlo, cuando sabes que puede ser la última vez que lo hagas, que sientas su aroma junto al tuyo y que acaricie tu cabeza reconfortándote.
— ¿Dónde está tu bolso?
—A-abajo, con... Gael. — ¡No quiero tartamudear! Justo ahora, no. Por favor dios del tartamudeo, no permitas que lo haga...
Toma mi mano y me lleva hasta la cocina, saca un taburete de debajo de la isla y me sienta. Besa mi cabeza y pasa por un lado en dirección al frigorífico.
— ¿Quieres que vaya a buscarlo? —Regresa con una gaseosa en sus manos y la deja frente a mí — ¿Tienes hambre? He comprado el almuerzo. La verdad, es que lo hago desde que no estás aquí, por eso todo sigue en su lugar... Esperando por ti. -Besa mi mano.
—Yo...
¡Sal corriendo! Levántate y huye. Mi mente me grita lo que tanto anhelaba.
—No —Susurro, alzo mi rostro mirándolo a los ojos.
Carraspeo y me bajo del taburete.
—Eric... Yo... —Vale, no sé cómo decir esto. —Te quiero contar sobre el día que nos conocimos.
Doy media vuelta, dándole mi mejor cara a esta situación. Coloco mi frente en alto y camino hasta posicionarme a su lado.
—¿Recuerdas cómo me encontraste aquella tarde en el jardín de mi casa?
—Si. —Responde algo serio.
—Pues él...
Era preferible tomar las riendas de aquel gris mundo.
—Él ha regresado. ¿Verdad?
¡¡Jaque mate, Clary Anderson!!
∞∞∞∞∞
¡¡Capitulo madrugón!! Ojala les guste. Muchos besos... Gracias por todas las sonrisas y lágrimas que me han hecho derramar con sus lindos mensajes. ¡Los adoro!
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