Capítulo 3:
- Imagino que tu serás mi guía - le dije a Elijah.
Asintió.
- Quiero disculparme por el numerito de antes. Realmente no controlo del todo cuanto puedo hacer - dije con tono amable.
Era cierto que nunca mentía y por tanto era cierto que quería disculparme. Aunque la razón era para ganarme su favor.
- Sé que te preocupan tus padres y la Mesa Redonda por lo que compartiré un pequeño secretito contigo - dije acercándome lentamente.
- ¿Por qué harías eso?
Sonreí divertida.
- Haces bien en desconfiar pero ¿tienes algo que perder por escucharme?
- No - contestó tras meditarlo unos segundos.
- No importa cuanta kaelita uséis conmigo, no superará la que hay en los Dominios Oscuros. A diferencia de los demás, yo he desarrollado gran parte de mis poderes incluso bajo esa cantidad de inhibidores. Podeís reforzar los brazaletes, no me importa, pero nunca será suficiente.
"Eso es un problema" pensó el principito.
- Sí, lo es. Pero es vuestro problema.
Me miró sorprendido y luego cayó en la cuenta de mis poderes.
- ¿Y que hay de los demás?
- No soy quien para desvelar sus secretos.
Torció el gesto en una mueca algo decepcionado.
- Y dime... - murmuré acabando con el poco espacio que nos separaba -. ¿Vas a enseñarme esto o debo investigar solita?
Era bastante alto y yo además no podía presumir de estatura, por lo que necesité alzar la barbilla para mirarle a los ojos. Ambos fuimos conscientes de la electricidad que desprendía nuestra cercanía. Aquella química me sería realmente útil por no hablar de que para ser un juguete, era realmente atractivo. Tenía el pelo rubio oscuro bien peinado y unos ojos azules realmente claros. Era todo lo opuesto a mi cabello negro y mis ojos azul oscuro.
- Elijah - gritó un grupo de chicas entrando en el vestíbulo.
Él se separó algo confuso por la interrupción. Era realmente adorable como en el poco rato que llevabamos juntos, conseguía despistarle una y otra vez.
"Ya esta con esa furcia" pensó una de las chicas.
- Yo que tú tendría cuidado con lo que pienso. Nunca sabes quien puede estar escuchando - le dije con un tono frío.
Tragó saliva nerviosa. Me di la vuelta con elegancia y me alejé miantras las chiquillas comenzaban a hablar con Elijah. Él se vio obligado a interrumpirlas y disculparse para seguirme. Me guió por los pasillos hasta mi habitación. Al parecer la segunda planta eran las habitaciones de los chicos y la tercera la de las chicas. Mi habitación, como los números habían dejado intuir, estaba junto a la de Regina. La Academia se componía por 4 edificios y 2 patios. Las habitaciones y el comedor estaban en el edificio central de entrada. Los cuatro edifcios estaban colocados formando los bordes de un cuadrado. Pasamos al patio central en el que al parecer se encontraban todos los alumnos en sus ratos libres. Los dos edificios en perpendicular al principal eran las aulas y cada uno tenía una biblioteca. El último edificio eran aulas de estudio y de entrenamiento. Había varias especializadas en distintos deportes o habilidades. El segundo patio estaba tras este edificio y estaba también dedicado a los entrenamientos y deportes. También me explico como funcionaban las asignaturas y me dijo que encontraría un horario en mi habitación junto a un formulario en el que debía escoger asignaturas.
- Si tienes alguna duda házmelo saber - dijo amablemente.
- ¿Tu también estudias aquí? - pregunté.
- Sí. Estoy en quinto curso, el último.
- ¿Y yo comenzaré desde primero o puedo saltarme algunos cursos?
- Entraréis en los cursos según vuestra edad.
Bien. Aquello significaba que al menos estaría con Diaval.
- Imagino que no dudas de que eres capaz de jugar con desventaja - dijo con una sonrisa pícara.
- ¿Realmente crees que estoy en desventaja?
De nuevo aproveché la confusión que le causaba la química que había entre nosotros y me acerqué hasta casi rozar mi cuerpo con el suyo.
- Dicho así me da la sensación de que no.
Sonreí encantada por su respuesta.
- Realmente quiero ayudarte con lo de mi... problemilla. Imagino que irás a informar a tus padres ahora. Si no es molestia podría excusarme yo misma ante ellos. Tal vez eso te facilite las cosas.
- No eres como esperaba - dijo sorprendido.
- Aún no me conoces - respondía alzando una ceja.
- Espero poder hacerlo pronto.
En esa ocasión fui yo la que resultó sorprenderse. No mentía con aquello. ¿Pero porqué querría conocerme? Traté de indagar pero en cuanto leí sus pensamientos supe que no lo averiguaría.
"Estás otra vez metiéndote en mi cabeza, ¿no es así?" pensó.
No pude evitar sonreír y aquello le dio la respuesta.
- Creo que ya se detectarte si estás en mi mente, así que deberás ser más sutil - susurró acercándose a mi oído.
Aquel tono de voz más grave hizo que la piel de la nuca se me erizara.
- Nunca le digo que no a un reto interesante - contesté bajando también el tono de voz -. Aunque no necesito mis poderes para saber que ahora mismo te gustaría besarme - añadí poniéndome un poco de puntillas para acortar el espacio que nos separaba.
Su mirada bailaba entre mis ojos y mis labios y dado que aquella idea también había rondado mi mente, me dejé llevar. Nuestros labios estaban a punto de rozarse cuando algo tiró de mí hacia atrás. Sabía que la fuerza venía de otro lugar pero debía detectar donde antes de atacar. Unas llamas azules cubrieron mis brazos hasta el codo y noté como mi pelo comenzaba a moverse como si estuviera bajo el agua. Vi a la famosísima Merlín fulminarme con la mirada al otro lado del patio pero dado que no pude penetrar en su mente supe que era una copia falsa. Me hice la inocente mientras trataba de rastrear sus pensamientos. Estaba tranquilamente sentada en un despacho bebiendo una taza de té.
- Deja que te ayude a calentar ese té - gruñí.
Atraí hacia mí la taza que sostenía entre sus manos y la hice arder hasta convertirla en polvo.
- ¡Basta las dos! - ordenó Elijah.
La ilusión que había creado Merlín desapareció.
- Solo una cosa más - dije recuperando mi sonrisa arrogante.
A penas me había alejado de él por lo que no fue difícil acabar con esa distancia. Sin dudarlo ni un segundo me lancé a sus labios y deslicé los dedos por su nuca. No supo como reaccionar aunque noté que me devolvía el beso. Mordí su labio inferior ligeramente mientras me separaba. Había creado una protección a nuestro alrededor que evitaba que cualquier magia penetrara por lo que Merlín no pudo evitarlo de nuevo.
- Tu madre quiere hablar contigo. Vamos - dije dándole la espalda para ir al despacho donde se encontraba.
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