Capítulo 1:

Caminé a hurtadillas entre las callejuelas de Travesía. Como era habitual las calles principales rebosaban de gente y más un día como hoy en el que había una Reunión de Reyes. Me giré para comprobar que todos me seguían. El que más de cerca me seguía el paso era Idris, un chico moreno de grandes ojos oscuros cuyas pisadas no oiría nadie aunque todo estuviera en silencio. De cerca le seguía Ezra y Calíope. Ambos tenían el cabello negro y una pose confiada que denotaba su seguridad en si mismos.
- ¿Dónde está el resto? - susurré.
- Ya sabes que las señoritas no suelen seguir bien el ritmo - contestó Calíope asegurándose de que su larga melena estuviera en perfectas condiciones.
Una pelirroja de larga melena rizada giró por la esquina con cara de pocos amigos.
- ¿Por qué siempre acabo yo de niñera? - se quejó con un claro acento.
- Porque eres la que mejor oriwntación tiene, Enya. Si nosotros nos perdemos tu eres nuestra guía - contestó con amabilidad Evangeline.
Tenía una voz dulce y una mirada cálida. Llevaba el pelo castaño medio recogido con un lazo para dejar el rostro despejado que siempre mostraba una sonrisa amable.
- Está vez ha sido culpa de Iduna - señaló Celeste.
Limpió el vestido a pesar de que estaba impecable y se colocó el pelo dorado detrás de las orejas.
- ¡Oye! Solo han sido dos segundos - contestó Iduna molesta.
- ¡Por una pastelería! - insistió Celeste.
- No es mi culpa. Olía muy bien - le reprochó de nuevo Iduna rehaciéndose ambas trenzas rápidamente.
- Faltan 4 - dije interrumpiéndo la discusión.
- Jonathan y Alegria se encargan de la distracción, Jasper y Marea deben estar trepando al edificio - contestó Ezra.
- Debemo esperar la seña... - no pude terminar la frase.
Un estruendo invadió la calle principal y la cubrió de un polvo morado que parecía brillar con el sol. La gente comenzó a reír descontrolada y entre el humo aparecieron un chico rubio, delgado y alto con algo de maquillaje en el rostro, y una chica menuda con paso danzarín y cabellos violetas. Ambos sonreían y parecían divertirse con la situación. Jonathan y Alegria siempre tenían ese aire de estar wn una fiesta. Un silbído llamo nuestra atención al tejado y una cuerda descendió hasta donde estábamos. Evangeline se subió a la espalda de Ezra y Celeste a la mía. Ellas dos eran las únicas que solas no treparían aquella cuerda. Iduna y Calíope habían insistido en que ellas podían aunque Enya e Idris se quedarían los últimos por si necesitaban ayuda. Una gez en el tejado nos reunimos con Marea y Jasper. Marea tenía una melena castaña oscura que siempre parecí bailar con el viento y su mirada buscaba ansiosa a su alrededor como si en cualquier momento algo emocionante fuera a suceder. Tenía unos enormes aros de oro en las orejas y una actitud trabquila y apacible. Me acerqué a Jasper que se apartó el flequillo castaño resoplando para poder observar la cerradura que intentaba forzar. En unos segundos la puerta estaba abierta.
- Bien. ¿Tenemos todos claro el plan? - pregunté mirando una última vez a mis compañeros.
- Sabes que sí - contestó Enya impaciente.
- Solo quiero que estéis seguros de esto que vamos a hacer. No es una decisión fácil y entenderé que os queráis echar atrás.
- Elijah - me llamó Celeste acercándose a mí con una mirada amable -. No he dejado que me subas hasta aquí para darme la vuelta ahora.
Miré al resto de mis amigos y todos sonrieron seguros. Les devolví una sonrisa agradecida y todos entramos al edificio. Nuestros padres nos habían llevado en varias ocasiones y lo conocíamos perfectamente. Debido al escándalo organizado fuera por Jonathan y Alegría había muy pocos guardias pero en cuanto llegamos a la puerta de la sala dos gurdias nos cortron el paso. No es que desconocieran nuestra identidad, simplemente tenían órdenes de no dejar pasar a nadie y eso nos incluía a nosotros. Teníamos esto preparado. Ezra y Jasper se colocaron cada uno detrás de un guardia y los inmovilizaron para que Celeste se pudiera acercar y darle un beso a cada uno en la mejilla. Ambos cayeron al suelo completamente dormidos. Respiré hondo mientras colocaba las manos en los manillres dorados de la enorme puerta de madera. Solté el aire y las abrí de golpe. Los 12 entramos a la sala y contemplamos ante nosotros la Mesa Redonda alredesor de la cual los 12 reyes y las 12 reinas se encontraban sentados. Se callaron de golpe y nos miraron sorprendidos.
- ¿Qué significa esto? - preguntó Arturo poniéndose en pie.
Di un paso al frente y tragué saliva ante de hablar.
- Yo, Elijah Pendragón, heredero al trono de Camelot, vengó a hacer una propuesta a la Mesa Redonda. Para apoyar esta propuesta tengo a los herederos de cada reino de la Alianza para apoyar esta propuesta - anuncién en voz alta y clara.
- A casi todos - contestó Peter Pan sentado en el respaldo de su silla contemplando la escena desde la altura.
Como en Nunca Jamás no crecían, Peter Pan era el eterno gobernante y no tenía herederos. La reina que había elegido fue su compañera Campanilla. La única razón por la que nuestro grupo estaba formado por 12 personas era porque Jonathan y Alegria eran mellizos y aún no se había decidido cual de los dos heredaría el País de las Maravillas. Todos se miraron entre ellos.
- Esto no es el procedimiento a seguir - comentó el rey Philip dirigiéndo la mirada a su hija Celeste.
- Si han sido lo suficientemente audaces de presentarse aquí sin problemas, yo digo que les escuchemos - contestó Sinbad sonriendo a Marea.
- Tal vez no es audacia, sino temeridad - le reprochó Alicia.
- No importa de que se traté. Ya están aquí. Tal vez deberíamos escucharle - comentó Bella.
El parecido de Evangeline con su madre era increíble.
- Tiene razón. Por experiencia puedo decir que en ocasiones olvidamos escuchar a los más cercanos a nosotros - la apoyó Ana.
De reojo vi como Iduna agachaba la mirada. La historia de su familia era cuertamente trágica.
- No es necesario solo premiar esta conducta. Podemos escucharles y decidir si aceptar su propuesta. Ya hablaremos del castigo después - argumentó Megara acicalando su oscura melena recogida en una coleta alta.
Ese gesto lo había heredado Calíope de forma significativa.
- Estoy de acuerdo. Debes ser conscientes de que sus acciones tienen consecuencias. En este caso puede haber una buena y una mala - contestó Aladdin.
Abu, el mono que siempre le acompañaba saltó por la mesa hasta alcanzar a Idris y trepó por su pierna para colocarse sobre su hombro. El le acarició debajo de la narbilla y le ofreció unos trozos de dátiles.
- Sometámoslo a votación - dijo mi padre.
Mi madre se puso en pie a su lado.
- En contra de escuchar su propuesta.
Esperó unos segundos pero no sucedió nada. Era lógico. Mi madre era una maga de gran renombre: Merlín la maga plateada. Debía estar usando su magia para la votación, de esta manera era anónimo y conseguían que los resultados fueran lo más honestos posibles.
- A favor.
De nuevo silencio. Tras unos segundos suspiró y no supe como interpretarlo.
- Escucharemos tu propuesta, hijo - anunció.
Sentí un gran alivio a pesar de que lo peor estaba aún por llegar. Noté que mis amigos también se relajaban y lo celebraban en silencio.
- Nos habéis enseñado bien. No importa nuestro origen, ni la historia de nuestros reinos. Todos hemo sido educados para preocuparnos por el pueblo. Nos habéis enseñado a proteger al débil, defender al inocente, ayudar al necesitado, perdonar a los culpables. Pero nuestros reinos prosperan con rápidez y tal cez sea hora de realizar un verdadero acto heroico.
- A un héroe verdadero no se le mide por la magnitud de su fuerza, sino por la fuerza de su corazón - dijo Calíope.
Aquella frase había convertido a su padre Hércules en un gran héroe y provenía del mismísimo Zeus.
- Una vez, a alguien aquí presente le dijeron: Eres una rata callejera, naciste siendo rata callejera y morirás siendo rata callejera. Y sin embargo esa persona llegó a convertirse en rey - dijo Idris.
Era extraño oirle hablar y más con tanto público. Era muy callado y aunque yo estaba acostumbrado a su silencio muchos tenían problemas pra comunicarse con él dado que prefería no decir palabra.
- Nuestro destino vive dentro de nosostros. Solo necesitas suficiente valor para verlo. Si tuvieras la ocasión de cambiar tu destino, ¿lo harías? - dijo Enya repitiendo las palabras que una vez dijo su madre. Nuestro discurso estaba pensado específicamente para recopilar todo aquello por lo que habían pasado y así conseguir que aceptaran más fácilmente la dura petición que ibas a proponer.
- La imaginación es la única arma contra la realidad y aunque nuestra propuesta suene a locura... - comenzó a decir Alegría.
- ¡No estamos locos! Nuestra realidad es simplemente distinta - siguió Jonathan.
- Hay quien no sabe nada sobre el amor, la bondad o la alegría. No creo que esas personas sean realmente felices - dijo Celeste.
- ¿Podría alguien amar a un hombre que huye? - preguntó Marea.
- El miedo se enfrenta, aunque para ello haga falta una daga de plata - añadió Ezra.
- Todos tenemos un sueño, incluso aquellos que puedan parecer despiadados o malvados - dijo Jasper.
- No debemos olvidar que la belleza esta en el interior y que una vez una joven fue capaz de amar a una bestia - terminó Evangeline.
Ella era la última en hablar y la que me daba pie a mi a terminar el discurso.
- Quiero ser alguien digno de empuñar Excalibur y es por eso que considero que necesitamos un cambio. En ocasiones la elección correcta es la más difícil de todas.
Guardé un segundo de silencio y paseé mi mirada por todos los presentes que esperaban la propuesta.
- Se devería ofrecer una segunda oportunidad a aquellos que no tienen culpa d eloa crímenes de sus padres.
Varias personas abrieron los ojos como platos e intercambiaron miradas entre ellos. Mi padre me observaba con una mirada severa.
- Deberíamos conceder la oportunidad de asistir a la Academia Real de Travesía a 7 de los hijos de los mayores villanos.
Varios se pusieron en pie entre ofendidos y a la defensiva.
- Y si el plan resulta exitoso a otros 7. De esta manera podrían resimirse y vivir vidas normales con nosotros.
- ¿Eres consciente de lo que nos estás pidiendo? - preguntó mi padre.
- Sí.
- ¿Y vosotros apoyáis esta propuesta?
- Sí - contestaron todos mis amigos.
- Tienes en mente los nombres imagino.
Asentí.
- Alek, hijo del Capitán Garfio. Yaiza, hija de Jafar. Jude, hijo del alfa Damian. Regina, hija de la Reina de Corazones. Einar, hijo de Elsa la Reina de la Nieves. Diaval hijo de Maléfica. Y... - traté de calmar mi voz antes de decir el último nombre ya que era el que más rechazo generaría - Karma, la hija de Hades y Eris.
- Ni hablar. Son un peligro para todos nuestro súbditos - bramó Adam.
- Vosotros no sabéis de lo que es capaz un hombre lobo. No habéis tenido que enfrentaros a ellos. No habéis visto el miedo en vuestra gente y la sangre corriendo por las calles - exclamó Ruby, a la que llamaban Caperucita Roja.
- Es cierto que Jude podría suponer un gran peligro. La Luna Llena no es algo que se pueda evitar - contestó Mika, su marido.
- No es el único que supone un peligro. Mi hermana casi destruye Arendelle cuando congeló su propio corazón por error - exclamó Ana.
- Es cierto que no sabemos como será su hijo - añadió Kristoff.
- Podríamos decir lo mismo de Yaiza. La última noticia que tenemos de Jafar es que se convirtió en genio - argumentó Yasmine.
- Maléfica también es muy poderosa. Diaval ni si quiera es su hijo biológico. ¡Ella lo creo! - contestó Aurora.
- Yo podría aceptar a Alek. Tal vez sea divertido - contestó Peter Pan.
- A ti no te importaría que el mismísimo Garfio volviera a Nunca Jamás - le reprochó Campanilla.
- Tal vez otra que no supondría una gran amenaza es Regina. Su madre la habrá educado para ser como ella. Pero eso no significa que no pueda cambiar - dijo Alicia.
- Yo esta mañana me he sorprendido al darme cuenta de que hoy era distinto de ayer - se rió el Sombrerero.
- Estamos olvidando el mayor de nuestros problemas - interrumpió Arturo.
En el centro de la mesa apareció una imágen, una proyección que parecía muy real. Esto era obra de mi madre. Una chica con largos cabellos negros que flotaban a su alrededor y una mirada azul zafiro llameante, sonreía con malicia.
- No podemos dejar que venga aquí - insistió Arturo.
- Ya no estamos hablando de villanos, de ladrones, piratas o lobos. No hablamos de magia o hechizos. Estamos hablando de la hija de dos dioses - dijo Hércules.
- Tú te enfrentste a Hades - le contesté.
- Sí, pero yo también soy un dios. Aunque renuncié a la mayoría de mi poder por permanecer aquí.
- Aunque fuera solo una semidiosa sería ya de por sí bastante peligrosa - corroboró Marina.
- Hemos tratado con Eris. No solo es poderosa, es astuta y manipuladora - añadió Sinbad.
- Es la peor de las combinaciones. El dios del inframundo y la diosa del caos. Eso no puede traer nada bueno - dijo Aladdin.
- Enfrentarse a la magia es una cosa, pero enfrentarse a un dios... - negó con la cabeza Mérida.
- Si conseguimos que ella cambie y se adapte será la prueba definitiva de que se pueden redimir y de que no importa quienes sean sus padres - argumenté.
- Esto no es una propuesta arriesgada, hijo. Es un suicidio - insistió mi padre.
- Nosotros nos haremos cargo. Seremos los responsables - se unió Celeste a mí.
- Siempre nos decís que debemos aprender a gobernar - añadió Celeste.
- Esta podría ser nuestra oportunidad de demostrar lo que valemos - insistió Marea.
- No solo como individios que gobernarán su reino, sino como equipo, como futura Mesa Redonda - dijo Evangeline.
- Lo que pedís es demasiado. Sin embargo, debemos discutirlo en privado - dijo mi madre zanjando el tema.
Mi padre le miró algo confundido y molesto pero no añadió nada. Todos abandonamos la sala pero antes de salir me giré una última vez.
- Muchos de vosostros tuvisteis una segunda oportunidad en la vida. Pensad como eso cambio quienes sois ahora y lo que podríamos conseguir si esa oportunidad se le diera a alguien que lo único malo que ha hecho es nacer en la familia equivocada.
Cerré la puerta y noté como un enorme peso desaparecía de mis hombros. Estaba tan concentrado que no había notado como iba acumulando la tensión.
- ¿Creéis que se lo van a pensar? - preguntó Calíope.
- Tenía bastante pinta de que todos opinaban que no - contestó Ezra.
- No pienso darlo por perdido. Si dicen que no insistiré - respondí.
- ¿Estás seguro? Tal vez ellos tengan razón - dijo Celeste.
- Esa Karma tenía pinta de dar mucho miedo - afirmó Jasper.
- Nuestros padres han vivido en un mundo con villanos, nosotros no - dijo Marea.
- Seguramente como no sabemos lo que es no entendemos lo que pedimos - añadió Evangeline.
- Soy la primera que adora un nuevo reto pero tal vez deberíamos plantearnos esto - dijo Enya.
- ¿No creéis que se merecen la oportunidad? ¿No creéis que si fuérais vosostros os gustaría poder salir de un sitio donde se os ha encerrado sin que hayáis hecho nada? Claro que serán despisdados y malvados. No conocen otra cosa. Pero debemos mostrarle que existe otra forma de vivir. Nosotros hemos nacido rodeados de lujos. Yo quiero poder compartir esto con cualquiera. Aunque sus padres sean seres despreciables. El perdón es una de las lecciones más difíciles que nos enseñan.
- Cuando te pones así no hay quien te diga que no - se quejó Celeste.
- ¿Así como? - pregunté confuso.
- En modo rey dando un discurso intensito - dijo Alegría imitando mi voz entre risas.
- Confiamos en ti. Te seguiremos a cualquier parte, amigo - dijo Ezra colocando el puño cerrado frente a mí.
Lo choqué con el mío y le sonreí agradecido.
- Siempre hay una forma de solucionar los problemas - dijo Iduna.
- Exacto. Solo tenemos que buscar soluciones a todos los inconvenientes que nuestros padres vean - contestó Calíope.
- Soy el primero al que le encanta improvisar pero precisamente por eso sé que ahora no podemos hacer eso - dijo Jasper.
- Es cierto. Necesitamos un plan - continuó Idris.
- Conozco muchos libros sobre los que obtener información - dijo Evangeline.
- Sea cual sea el obstáculo podremos con él. Con un poco de locura podremos encontrar la solución - dijo Jonathan.
Sonreí a todos mis amigos agradeciéndoles su apoyo. Realmente me seguirían hasta el fin del mundo si se lo pidiera.

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