11-Retorno
Natsu Dragneel no estaba atravesando por su mejor momento, estaba tan cansado y agotado del tema que no sabía muy bien como sobrellevarlo. Tardo unos cuantos minutos en reponerse y ser capaz de levantarse del suelo.
La puerta sonó, le resultaba extraño pero fue a abrir.
—Hola, Salamander—dijo su amigo.
—¿Qué haces aquí Gajeel?—pregunto invitando a este a entrar.
—Gracias—entró y se sentó en el sofá—se por lo que estás pasando, no debes ser muy duro contigo mismo.
Natsu se dejó caer enfrente suya.
—¿Y qué puedo hacer?—sus ojos mostraban cansancio.
—Irte de Magnolia.
—¿Qué?—¿había escuchado bien?, ¿irse de su hogar?.
—No para siempre, pero si de manera temporal, te vendrá bien—metió mano a su chaqueta y saco un panfleto—aquí buscan personas para repoblar el lugar. Esta algo alejado pero no marginado de la civilización, el trabajo de campo puede suponer un cambio en tu vida.
—Pero...yo quiero pelear contra personas fuertes—se quejó este.
—Llevas luchando mucho tiempo, tu cuerpo necesita descanso, todos somos humanos. Por favor, confía en mi—le rogó.
Natsu se cruzó de brazos, no era mala idea, y Gajeel hablaba muy en serio. Tal vez necesitaba eso, alejarse un tiempo, tener espacio para él y dejar la lucha.
—Esta bien, acepto—contesto.
—Perfecto—dijo con una sonrisa.
Ambos prepararon las maletas del mago, empaquetaron todas sus cosas y las dejaron listas para el día siguiente.
—Gajeel, no digas nada de esto, ¿vale?—este dudo unos instantes. Pero aceptó guardar el secreto—solo hazlo cuando pregunten por mi al cabo de unos días cuando yo me haya marchado.
Aquella noche fue extraña, era tranquila, silenciosa e incluso...mágica. Todo era tranquilidad y Natsu durmió al cabo de un buen rato tras no dejar de pensar en lo que iba a suceder a partir de su nueva aventura.
Al día siguiente, fuera de la casa, se la quedo viendo durante un buen rato. Allí había vivido mucho tiempo y albergaban recuerdos inolvidables, solo uno le dolía mucho, el del día anterior cuando se derrumbó.
—Adiós...viejo hogar—susurro las palabras que fueron llevadas por el viento.
Tomo muy a su pesar el tren, fue un viaje largo, pero por fin pudo llegar a su destino. Luego, maletas en mano, se fue directo al poblado que quedaba a unos diez minutos a pata. Fue recibido de forma muy amable por la anciana del lugar.
—Esta será tu casa—dijo enseñando una vivienda.
Era casi igual que la anterior donde vivía, pero más humilde, aunque sus paredes eran de piedra cosa que tenía más aguante que la madera de donde provenía.
—Muchas gracias—dijo inclinándose.
—Mañana te daré trabajo, seguro que lo haces muy bien—le explicó todos los detalles del lugar y le hizo una visita guiada.
Era un pequeño poblado, con plantaciones para subsistir y casas de piedra de uno o dos pisos. Pero aquella tranquilidad y pureza que desprendía el lugar, eso, eso era lo que necesitaba para superar su desamor. Los días pasaron y no tardo en acostumbrarse a su nuevo trabajo, vestido como granjero, tenía animales y un huerto del cual se nutría. Y se llevaba genial con todo el mundo ya que al ser fuerte, protegía el sitio de los ladrones o monstruos.
Al cabo de unos días, en el gremio se hablaba de la ausencia de Natsu ya que no iba por allí ni siquiera tenía apuntada una misión.
—Se ha ido—dijo Gajeel.
Entonces fue el momento de contarles todo, aunque omitió el trozo de Mirajane, no quería que supieran el motivo de su partida.
—¿Donde esta?—pregunto Lucy.
—No voy a decirlo—contesto serio.
A pesar de todas las preguntas, no se movió, dijo que si lo decía, irían a buscarle.
—Si realmente son sus amigos...dejen que este tranquilo.
Todos enmudecieron ante las palabras de Gajeel, echaban de menos a Natsu pero querían saber el motivo de su partida. Mirajane estaba preocupada, ¿tal vez había sido culpa suya?. Makarov se dio cuenta, pero no dijo nada y solo se dedico a beber como de costumbre.
El tiempo pasó y los magos del gremio continuaron realizando misiones. Erza incluso logró que Jerall se le confesase y ahora vivía una bonita historia de amor. Wendy y Gajeel charlaban tranquilamente, Lucy y Juvia examinaban unos libros y Mira con su hermana, servía bebidas.
Un buen día, eso cambió.
—¡Buenas a todos!—grito una voz conocida.
—¡Natsu!—gritaron todos.
Efectivamente, el mago en persona estaba allí, aunque ahora vestía de manera más formal, con una camisa y unos pantalones vaqueros.
—Han pasado seis meses—comentó alegre.
Todos corrieron a su encuentro aunque...se detuvieron a mitad de camino. Habían estado tan ciegos que no vieron a la joven que le acompañaba. Una chica pelirroja, algo bajita y con gafas que estaba sujeta a la mano de este mientras se refugiaba en su espalda.
—Natsu, ¿quien es ella?—pregunto Gajeel.
—Ah, Gajeel, cuanto tiempo. Pues ella...—se rascó la nuca—es mi prometida—anunció con verguenza.
—¿Queeeeeeeeeeeeee?—todos se sorprendieron.
Gracias a ese grito, ninguno se dio cuenta del ruido que provoco la ruptura de un vaso de cristal a manos de Mirajane. Ella rompió al cabo de dos meses con su novio debido a diferencias irreconciliables.
—Os presento a Serry—ella saludo con una sonrisa tímida.
—Es muy guapa—comentó Lisanna.
El resto de magas asintieron. Y efectivamente, llevaba un anillo de prometida.
—¿Cuanto llevan?—pregunto Levy.
—Os contaré todo, pero ahora quiero algo de beber, estoy sediento. ¿Quieres algo cariño?—pregunto mirando a esta.
—Un zumo por favor—fue tan tierna que puso ojos de corazón a todos.
—Voy por ello—Lisanna fue hasta la barra.
Natsu y ella se sentaron para luego ser rodeados y preguntados por donde había estado. Iba a ser una historia larga, pero omitiría la parte de Mirajane. Jarra en mano, le dio un beso a ella provocando los silbidos de todos los presentes.
Natsu había encontrado el amor. Mira solo pudo esbozar una sonrisa y fingir en uno de los peores días de su vida.
Continuara...
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