Capítulo 39
Arrastras logró pasar la mano por aquel extraño cristal, su compañero rápidamente lo tomó y tiró de él para sacarlo completamente.
-¡Maldita sea! ¿Por qué has entrado ahí?- cogiéndolo ahora por sus axilas lo llevó fuera de aquella habitación.
Nozomi se quedó ahí, quieta, no movía ni un sólo músculo. Observaba el suelo, podía ver como caían unas gotas rojas de sus cuernos. En su cara había dibujada una sonrisa pero en sus ojos empezaban a brotar las lágrimas.
De pronto el cristal se desvaneció y aquel que había ayudado a su compañero volvió con un bate entre la manos. Se paró enfrente de Nozomi a una distancia prudencial.
-Está inconsciente, ha perdido mucha sangre. Es un imbécil por caer en tu provocación pero tú... -apretó el bate con fuerzas- tú debes aprender tu puñetero lugar.
Por supuesto aquel bate fue usado para golpear a Nozomi. El impacto fue justo en la sien tirándola al suelo y dejándola muy aturdida.
Su visión era borrosa, se encontraba recostada en el suelo con una pequeña brecha. Sintió un fuerte dolor en el estómago, parecía una patada. Esto se repitió numerosas veces. Con las últimas empezó a escupir algo de sangre. Los golpes pararon y pudo oír el bate caer. Lo siguiente que vio fue a quel hombre alejarse y sentarse a una distancia mayor. No dejaba de observarla.
Cerró los ojos.
Muere. Muere. Muere.
Era lo único en lo que podía pensar.
Sus puños se cerraron con fuerza.
No me van a doblegar.
Pese al dolor, logró incorporarse. Se sentó sobre sus piernas y miró fijamente a los ojos de su agresor.
-Sigues sin saber tu lugar maldita niña. Tu clan era muy poderoso pero ya estáis extintos, desecha ese maldito orgullo que caracteriza a los tuyos.
-Yo no pertenezco a ningún clan imbécil. Soy una estudiante de la U.A, nada más que eso.
-¿Una estudiante a héroe que desgarra el muslo a otra persona? Acepta lo que eres. Este mundo es tu lugar, al igual que el de tu padre.
La joven apretó con aún más fuerza sus puños al igual que su mandíbula. Sus intensos ojos rojos ahora miraban al suelo.
-Está claro que has salido a tu padre.
-Cállate- respondió casi en un susurro
-Eres un puñetero demonio.
-Cállate- su voz empezaba a elevarse.
-Aunque parece que tienes la soberbia del clan de estirados de tu madre.
-¡Cállate!- su voz ahora era sumamente firme y de volumen elevado.
-Pronto tu padre y tu estaréis muertos.
-¡CÁLLATE!- empezó a tirar de las cadenas con todas sus fuerzas.
-¿O qué? Raiden se las ha arreglado para que no le encontremos ni a él ni a su familia. Cada vez que encargábamos a alguien para investigar la pradera volvía aterrado suplicando por otra misión pero parece que papi no supo que ahora estabas en la U.A. Ahora no tiene otra escapatoria.
¿Todos estos años nos ha protegido de ellos?
La tensión en las cadenas disminuyó.
Los ojos de Nozomi volvieron a su tranquilo color azul con un hermoso destello rojo. Su mirada reflejaba melancolía.
-¿Qué basura mirada es esa?- el hombre se levantó con los puños cerrados.
-Mi padre, mi madre, mis maestros... Todos me han cuidado mucho. Estaré bien- la pequeña sonrió con dulzura.
-¿Cómo te atreves? ¿CÓMO TE ATREVES A SONREÍR ASÍ?
A paso firme se dirigió a Nozomi. La brecha de su frente ya había sanado y el dolor en su estómago se habían disipado.
- Da igual lo que me hagas, lo soportaré. Sanaré. Y mantendré mi cordura. ¡YO VOY A SER UN HÉROE!
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