LOS HILOS DE SANGRE

Sinopsis

Liza es una adolescente que perdió a sus padres en su niñez, y fue criada por su abuela materna. Tuvo una vida temprana complicada, llena de pesadillas que la hacían despertar cada vez con un dolor agudo en su pecho, y casi no pudiendo respirar.

Debe lidiar en la escuela con el acoso de ser introvertida, retraída, considerada rara, por lo que nadie le habla. Pero un día, al llegar a su casa y que su abuela haya salido, encuentra un libro extraño, que al tocarlo se impresiona al abrirse como arte de magia y ser absorbida por este.

Llega a un bosque nevado, desorientada, vistiendo solo una bata blanca, sin tener frío y con sus manos sangrientas, con hilos de sangre expandiéndose en el aire. Ahora le tocará explorar el mundo mágico y desconocido donde fue trasladada; las amenazas y los enemigos son letales, los secretos son muchos y deberá luchar con encajar en aquel lugar, al ser el mayor reto que tendrá que aprender a batallar.

¿Podrá sobrevivir a un mundo distinto y desconocido? ¿Y será suficientemente fuerte para enfrentarse a las grandes amanezas existentes?

Prólogo

1987

Eva corría junto a sus amigas por el bosque, comprendía que si sus padres se enteraran de esas travesuras, la castigarían todo el fin de semana si fuese posible. Su maestra de matemática no había asistido, por lo que salieron más temprano de lo habitual; sus amigas y ella, siempre habían querido bañarse en el lago cerca de la escuela, pero ninguno de sus padres lo aprobaban. A sus 11 años, era consciente que lo que estaban haciendo, estaba mal, pero ellas solo deseaban divertirse.

El lago se percibía más cerca, Eva sentía sus pulmones arder por el esfuerzo de respirar mientras corrían a toda velocidad, compitiendo quienes eran más rápidas. Su amiga Nelly, fue la primera, sonriéndoles con superioridad a todas ellas.

—Les dije que ganaría —afirmó engreída, mirándose la suciedad en sus uñas.

Eva solo rodó los ojos y se encogió de hombros ante sus otras amigas, para caminar hasta el muelle. El cielo estaba gris, en la radio habían anunciado que una tormenta eléctrica se avecinaba, para que tomaran precauciones, comprando alimentos, velas o linternas, para abastecerse mientras esta estuviera presente.

—Viene la tormenta chicas, creo que es mejor que nos marchemos —propuso Sam, su mejor amiga.

—Es cierto, deberíamos irnos —coincidió.

Tanto Eva como Sam, intercambiaron miradas, concordando que había sido una mala idea venir.

—No sean cobardes, vamos a bañarnos, para eso estamos aquí, ¿cierto, chicas?

Las demás, como siempre, apoyaron a la idea de Nelly. Así que sin perder tiempo, ambas chicas, vieron como las demás se quitaban sus ropas, solo quedando en ropa interior... habían decidido irse, pero ver las demás disfrutando las hizo cambiar de opinión. Eva fue la primera en zambullirse, seguido de Sam, que reía sin parar por el golpe del agua fría contra su cuerpo.

Se dejaron llevar por la cacofonia de los pájaros, de los sonidos de los insectos y los croar de las ranas, la paz del lugar tan solitario. Perdieron la noción del tiempo mientras disfrutaban del tiempo juntas, compitiendo quién nadaba más rápido o quién podía aguantar más tiempo la respiración bajo el agua. Un trueno perturbó su diversión, sobresaltando a todas.

—Chicas, es hora de irnos —informó Eva, temerosa.

—Espera, Sam y yo vamos a competir a ver quién llega más rápido allá —dijo Nelly, señalando a 5 metros de donde se encontraban y que solo se veía una rama flotar.

—No, es mala idea.

—Tú no decides, Eva.

Eva nadó hasta Nelly, pero sus otras amigas la detuvieron, miró a Sam pidiéndole ayuda, pero está negó con la cabeza, su cabello negro se veía brillante al estar mojado, así como sus ojos verdes, salvaje por el desafío de pelear contra Nelly y demostrarle que no era mejor en todo.

—Estaré bien, Eva.

Con el cuerpo un poco entumecido por el frío, Eva observó cómo iniciaba la competencia, sonriendo en el fondo porque Sam había tomado la delantera. Nelly nadaba deprisa, pero se notaba cansada, y la distancia hacia la supuesta meta. Oyeron un trueno, que las volvió a asustar, haciendo que Nelly se detuviera y que Sam llegara a tiempo. Eva sonrió con orgullo, pero esa sonrisa se esfumó deprisa, casi instantáneamente.

Un torbellino se empezó a inciar detrás de Sam, el pánico las atrapó a todas, y cuando pudieron reaccionar, gritaron con todas sus fuerzas.

—¡Sam! ¡Sam! ¡Nada, nada hacia aquí!

Los ojos verdes se Sam se toparon con los mieles de Eva, el miedo se alojó en el pecho de Eva, vio como su amiga nadaba con fuerzas hasta ella, pero al mismo tiempo luchaba por no ser succionada por el agua. En un abrir y cerrar de ojos, Sam se hundió y ellas solo se dedicaron a gritar.

[...]

Eva después del funeral, caminó hacia la heladería del pueblo sola, su madre le había dado el dinero para que se distrajera. De igual manera, la casa del Sam estaba cerca de ahí, solo a dos cuadras; se sentía furiosa consigo misma, y culpable porque su mejor amiga estuviera muerta. Saludó al dueño de la panadería al pasar, así como otras personas cercanas, pero eso no dejaba que su mente no la guiara hacia el recuerdo de ver morir a su amiga ante sus ojos.

—Siento mucho que hayas perdido a tu amiga, niña.

Eva levantó la vista y se detuvo en medio de la acera, observando a una anciana de cabello blanco y largo hablarle, nunca la había visto por el pueblo, lo que la inquietaba. Sin embargo, el pueblo era pequeño y los rumores, noticias y demás, siempre se sabían.

—Gracias, señora.

—Sabes, sé de una forma de hacer que vuelvas a tener a tu amiga —susurró la anciana.

Eva frunció sus cejas, consternada, sin entender muy bien a qué se refería la anciana.

—¿Cómo podría tenerla? —preguntó.

La anciana le sonrió y le hizo señas con un dedo para que la siguiera, aún intrigada, Eva la siguió. Caminaron una cuadra más, doblando hacia el callejón y encontrando una pequeña casa que ella no había visto en sus cortos años de edad. La anciana la dejó entrar, la casa olía a madera y a pasteles, tenía en la sala un comedor, y un gran libro rojo, con símbolos extraños y estaba desgastado.

—¿Crees en la magia, Eva?

La confusión fue evidente en el rostro de Eva, primero, la mujer mayor sabía su nombre sin haberlo dicho, y segundo, su piel se erizó, presintiendo que algo andaba mal.

—Debo irme —anunció precipitadamente.

Giró sobre sus talones para marcharse, pero la puerta se cerró de la nada. Con el corazón palpitando, Eva se giró se nuevo a encarar a la anciana, para asustarse al tenerla de frente con un cuchillo en mano. Quiso gritar, pedir ayuda, pero su voz murió en su garganta, y de pronto, sangre fluía de su mano derecha; observó el cuchillo de la anciana, manchando con su propia sangre.

—Coloca tu mano aquí y piensa en tu amiga, Samantha.

Sin nada que perder, Eva obedeció, sintió el hormigueo en su cuerpo al poner su mano herida sobre el libro, para después sentir como un poder sucumbia su cuerpo; el libro se abrió, mostrando una luz azul cegadora, y una fuerza extraña que pedía su presencia. No supo qué sucedió con exactitud, porque ahora estaba en un bosque de nieve y vestida solo con una bata blanca.





RonacellTLH ALEJANDROJBA

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