🐴Piel de Asno🧚🏽‍♂️

Starant

En un magnífico castillo vivía el rey Bruce, amado por sus súbditos y su mujer, la reina Natasha. Tuvieron un hijo al que llamaron Scott y que heredó algunas de las excepcionales cualidades de sus padres.

El país gozaba de una curiosa particularidad: en las cuadras del Palacio, junto a los caballos más lustrosos, había un asno. Pero no cualquier asno, en vez de excrementos, expelía numerosas monedas de oro fino que eran recogidas cada mañana por los mozos de cuadra. Y gracias a ello nunca pasaban necesidad los hombres de ese país.

Sin embargo, un día la reina Natasha cayó enferma. Acudieron los médicos más famosos del mundo, pero ninguno supo curarla.

Al borde de la agonía, la reina le dijo a su esposo:

-Voy a morir. Quisiera, querido, que me prometieses una cosa.

-Lo que quieras, mi amor- contestó el rey Bruce con el corazón destrozado.

-Pues bien- prosiguió la moribunda con un hilo de voz- no vuelvas a casarte, a no ser que encuentres a alguien más hermoso y virtuoso que yo... -gimió.

-Nunca te olvidaré. Ten por seguro que cumpliré lo que me pides-prometió el monarca besando la frente de su reina.

Y nada más pronunciar estas palabras, la enferma falleció en sus brazos.

El reino estuvo de luto un mes entero y al rey Bruce se lo comía la desesperación. Tan amargado estaba que empezó a transformarse en una criatura verde y malhumorada. En ese estado de locura, se le pasó por la cabeza que la única persona tan hermosa como su fallecida esposa era su hijo Scott.

Decidió casarse con él y se lo hizo saber. Indudablemente se había vuelto loco.

El dichoso príncipe se entristeció mucho y lloró día y noche al conocer el plan de su padre.

Frente a él apareció un hado madrino de tez morena, alitas de purpurina y brillante traje azul.

-Hola niño- le dijo-soy tu hado madrino Sam, siempre divo nunca indivo.

-¿Qué? -preguntó perplejo secandose las lágrimas.

-Da igual. Tengo la solución para tus problemas. Puedes decirle que te someterás a su voluntad si te regala tres trajes: uno color del tiempo, otro color de luna y el tercero brillante como el sol.

-¿Color del tiempo? ¿eso cómo es? Con nubecitas...

-Calla y no me cuestiones- desapareció entre chispitas.

El príncipe Scott se lo hizo saber al rey Bruce, que no pareció desilusionarse ante la petición.

Los sastres reales trabajaron día y noche para satisfacer al príncipe, y muy pronto terminaron los tres trajes, deslumbrantes y bellos.

-¡¿Y ahora qué?!-dijo molesto a la nada esperando a su hado madrino.

Apareció a su lado de nuevo acompañado de chispitas.

-Vale...esto no me lo esperaba- respondió con una mano en la barbilla.

Scott rodó los ojos con desesperación y bufó.

-¡Ya está! -aplaudió- le vas a pedir que te de la piel del asno que da oro ¡seguro que se niega! No dejará al reino sumido en la pobreza.

De nuevo el hada se equivocó. En cuanto Scott se la pidió, esa misma tarde el rey le entregó la piel del asno.

-¿¡Qué mierda de hado madrino eres tú?-le dijo exasperado moviendo en el aire la piel del asno.

-Voy a ignorar la falta de respeto hacia mi persona -dijo calmado- y te diré que esto nos ha beneficiado. Cúbrete con la piel del asno, mánchate la cara para que nadie te reconozca, mete los tres trajes en ese saco y huye del castillo cuando anochezca. Confía en mí.

Obedeció a regañadientes y escapó del castillo tal y como le dijo. Andó durante horas y largos días, atravesando reinos desconocidos.

Llegó a un claro del bosque donde había un chico rubio calentandose las manos al fuego.

-Hola- le saludó- ¿cómo te llamas?

-Clint Sin Miedo- lo miró de arriba a bajo.

-Oh... ¿puedo pasar la noche al calor de la hoguera?

-Claro- se encogió de hombros.

Al día siguiente siguió con su larga caminata hasta que llegó a un reino. Encontró un lugar donde servir, pero tenía tan horrible aspecto que tuvo que suplicar mucho hasta que la dueña de la taberna lo aceptó como porquerizo.

Ese reino estaba gobernado por unos soberanos que tenían un hijo único, el príncipe Peter, muy aficionado a la caza y a la buena comida Gourmet.

Un día, al volver el príncipe Peter de una cacería, se detuvo en la taberna para reponer fuerzas. Después de un abundante almuerzo se dio un paseo por los alrededores y se topó con una pequeña choza. Allí vivía Piel de Asno, como lo llamaban todos. Curioso, el príncipe se asomó a la ventana y descubrió al joven Scott con su traje tan brillante como el sol. Embrujado por su belleza, se enamoró perdidamente del desconocido.

De vuelta a la taberna, todos le dijeron que en la choza vivía el apestoso de Piel de Asno, un sucio porquerizo cubierto con la piel de un asno y que siempre olía a cerdo.

El príncipe Peter no se atrevió a preguntar más, pues creía haber sido victima de una alucinación.

Pero en su palacio, comenzó a sentirse muy triste y perdió el apetito, algo totalmente insolito. La fiebre se apoderó de él. Estaba a punto de morir, cuando logró balbucear a su madre:

-Madre, solo me curaré si un tal Piel de Asno hace un pastel para mí... con bizcocho de limón, relleno de nata y fresa con una capa de crujiente chocolate adornada con trocitos de almendra...digo, cof cof -empezó a toser.

Avisaron a Piel de Asno y sin dudarlo empezó a hacerlo. Cuando estaba cuajando el pastel, dejó caer en la masa su anillo de oro.

Al príncipe le supo a gloria el pastel, pero casi muere atragantado. Entre la tos se sacó un anillo de fino oro.

-Me casaré con el joven que pueda lucir este anillo- le dijo decidido a sus padres.

Se probaron la sortija, duqueses, marqueses, burgueses, soldados, ciudadanos, aldeanos y demás jovenes del reino, pero a ninguno le cabía el anillo.

Por fin le tocó el turno a Piel de Asno. Se acercó timidamente y le ofreció su mano. Ante la atónita mirada de los reyes y demás testigos, ¡el anillo se ajustaba a su dedo a la perfección! Entonces el joven dejó caer la piel del asno y su traje de color luna resplandeció con brillos inigualables, estaba más hermoso que nunca.

El enamorado moribundo lo reconoció al momento y de la alegría casi se atragande de nuevo con un trozo de pollo que estaba comiendo.

Pronto se celebró la boda por todo lo alto. Fueron reyes de todo el mundo, incluido el padre de Scott. El rey Bruce había sido sanado de su locura y le pidió perdón por su comportamiento.

Mientras bailaba con su amado, vio sobre una rama al hado madrino Sam y se guiñaron un ojo en señal de complicidad.

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