La araña gigante

La araña gigante
En un bosque alejado de la ciudad, todos los árboles eran tan grandes que parecían tocar el cielo. Pero había uno que se destacaba por ser el más fuerte, de raíces profundas y tronco y ramas muy gruesas.
En él tenía su madriguera una araña gigante que atemorizaba a todos los animales del bosque.
Pasaba el  día y la noche tejiendo su telaraña. Una telaraña gigante como ella y de hilos muy resistentes.
Si bien la araña no le tenía miedo a nada ni a nadie, estaba muy molesta con un hombre muy grande y fuerte, de color verde, al que todos llamaban Hulk.
Hulk era muy querido por todos pues siempre estaba deshaciendo las telarañas encargadas de atrapar a los animales del bosque, que pasaban escondidos por temor a ser atrapados en ellas y devorados por la malvada araña.
-¡Esta vez no te me escaparás, Hulk, murmuraba la araña, mientras tejía su mejor obra de arte: una enorme, resistente, pegajosa e invisible telaraña.
Una vez que estuvo lista, la araña se dedicó a esperar que el hombre verde pasara por allí.
Pasaron varios días y Hulk no aparecía, pero una noche el suelo empezó a temblar y los árboles comenzaron a sacudirse estrepitosamente, haciendo caer al suelo nidos, pajaritos, escarabajos, hojas, ramas. Todo se caía desde esas grandes alturas. ¡Parecía un terremoto!
Pero lo que sucedía era que Hulk venía al bosque a ver cómo estaban sus amigos.
Estaba un poco sorprendido por no encontrar las telarañas de siempre y de pronto… ¡zas! Una enorme telaraña invisible lo rodeó, lo apretó,  lo atrapó y por más que lo intentó, no pudo zafar de ella.
La araña se acercaba lentamente, decidida a devorarlo. Estaba cada vez más cerca…
En eso apareció su amigo, el superhéroe Superman, y entre los dos pudieron romper la telaraña y escapar.
¡La araña quedó furiosa! No solo porque quedó sin su cena, sino porque se dio cuenta de que ella no tenía amigos. Cambió su enojo por una gran tristeza. ¡Lloró mucho! Y como sus lágrimas eran muchas y muy grandes, el bosque se inundó.
Los animalitos sintieron pena por ella y se acercaron a preguntarle qué le pasaba.
Cuando ella les dijo que no tenía ni un solo amigo, todos le dijeron que debía ser más amable con sus vecinos, pues al ser tan grande y mostrarse amenazante, todos le tenían miedo.
Como la araña se mostró arrepentida de mostrarse así, los animalitos le aconsejaron que usara sus telarañas para alguna obra de bien.
Fue así que comenzó a tejer telarañas pequeñas, otras medianas y otras muy grandes, transformándolas en vestidos para sus nuevos amigos del bosque y también para los superhéroes.
Todos se hicieron grandes amigos y el bosque se volvió un hogar alegre, divertido y seguro.

Adriana Ferrari (ilargiluna)
1/7/2022

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