Capítulo 24
—¡Alice!
Las voces se escuchaban lejanas. Sentía que estaba en los brazos de una mujer. Separó los párpados y se encontró con los ojos amarillos de Blum. Se incorporó y pudo ver a Sonya y a Henna.
—¿Qué haces aquí dentro? ¿Cómo lograste entrar?
Henna lanzó con violencia sus preguntas.
—Creí ver a mi padre... Lo seguí hasta esa habitación llena de retratos, pero cuando él hablo... No era mi padre... Era Horus...
—¿Te has encontrado con Lord Horus? —preguntó Blum.
—Lo he dejado malherido —respondió Alice—. Después de eso creí ver a Leve, mi madrastra. Ella me trajo aquí... Pero cuando entré, ustedes habían desaparecido y la puerta estaba abierta...
—Nosotras recién abrimos la puerta —dijo Henna—. Nos percatamos de tu ausencia cuando entramos y te vimos aquí.
Aquello no explicaba absolutamente nada. La chica se levantó e intentó aclarar sus ideas, tuvo que aceptar que nada tenía sentido. Seguramente había mil explicaciones que para las tres sonaran lógicas, aunque no era posible a juzgar por sus expresiones de confusión y angustia. Necesitaba relatarles todo lo que había visto en las memorias de Alicia, pero no estaba de su lado.
—Será mejor que tomes ya el retrato, Henna —sugirió Sonya.
La rubia asintió con la cabeza y avanzó hasta el cuadro para tomarlo por el marco y retirarlo. Alice no se sorprendió de que el retrato no reaccionara de ninguna forma cuando Henna lo tomó. Lo dejó en el piso y sacó el lienzo del marco. Cuando lo consiguió, dejó al descubierto el mapa que ya conocían. Sonrieron ante su buena suerte. A medio camino entre Astaria y Velhotur había una pequeña extensión territorial que llevaba escrito el nombre de Stigya. Las runas formaban parte de un poema.
Al norte.
Más allá de lo que tus ojos ven.
Cuando el brillo azul quede atrás,
Sabrán que están en camino.
Verán una constelación divina,
Y una ascensión al firmamento.
Tendrán que nadar con la serpiente,
Y luchar contra la quimera de las profundidades.
Revelaré mi verdadero rostro
Para guiarlos por los Campos de Stigya.
Caminarán sin rumbo en la penumbra
Hasta la cripta manchada con sangre de dragón.
Navegarán en los ríos de sangre
Y llegarán a los muelles oscuros.
Ella estará esperando,
Encerrada en el mundo de oscuridad.
Se toparán con la muerte
Y su lágrima lo liberará,
Al enemigo ancestral.
Y en llamas la ciudad se fundirá.
Sonya leyó los versos en voz alta. Alice estaba segura de que no eran palabras escritas al azar. Era casi como si ella misma las hubiera escrito.
—Los Campos de Stigya...
Henna pronunció esas palabras casi sin aliento. El corazón de Alice dio un vuelco. Sintió que conocía aquél sitio. O al menos, Alicia lo había hecho.
—¡Qué tontería! —Exclamó Blum—. ¡Ese sitio es una leyenda!
—¡Tienes la prueba frente a tus malditos ojos! —Intervino Sonya—. ¡Es el mapa auténtico!
—¡Ya basta! —Intervino Alice—. Podemos resolver si el mapa es auténtico o no cuando salgamos de aquí.
Prefirió pretender que no tenía ninguna duda. Henna enrolló el retrato y lo guardó en su carcaj.
Al abandonar la Sala del Trono se toparon con Aythana y casi cincuenta soldados. Un par de soldados sujetaban a Swan y Raziem por la nuca, les habían colocado un cuchillo al cuello para evitar que se movieran. Alice sintió que sus rodillas temblaban cuando el miedo se afianzó en ella.
—¡Si das un paso más, Alicia, mataré a tus asquerosos amigos!
Aythana alzó tanto la voz que era posible que toda la Ciudad Imperial la hubiera escuchado.
Era el fin.
~ ҉ ~ ~ ҉ ~ ~ ҉ ~
Dristan y Flint se habían sentado con la espalda recargada en el retrato de Lord Horus y su esposa. Flarium estaba sentado a sus pies y la Nympha revoloteaba por todo el pasillo.
Quince minutos habían transcurrido ya.
Tuvieron que levantarse de golpe al escuchar un ruido. La puerta de madera cubierta se había movido como si lanzaran un objeto contundente desde el otro lado. Dristan preparó una flecha para disparar y Flarium se agazapó soltando un gruñido. La Nympha voló para ocultarse detrás de Dristan y asomó su cabeza por encima del hombro del chico para observar lo que ocurría.
El sonido se repitió y la sacudida de la puerta fue más fuerte. Con el tercer golpe, alcanzaron a ver el filo de un hacha que salió por una abertura en la madera y se retiró para asestar el siguiente golpe. Un último golpe destrozó la puerta y un elfo moreno con alas en la espalda se dejó ver. Flint tuvo que correr para evitar que Dristan disparara la flecha al reconocer a aquél caballero.
—¡Lord Century!
Dristan bufó y bajó el arco. No era un secreto que Flint era el único que confiaba plenamente en Lord Century. Él devolvió el gesto y saludó a Flint con una palmada en la espalda.
—¿Qué estaba haciendo ahí dentro? —Inquirió Flint.
—Tras la huida de la princesa Swan, Horus me encerró con la esperanza de que ella volviera para salvarme —explicó Lord Century—. ¿Qué estás haciendo tú aquí, muchacho?
—La Gran Reina Alicia nos ha traído para recuperar su retrato de la Sala del Trono.
Haber mencionado a Alicia provocó que Lord Century esbozara una amplia sonrisa y soltara una tonta risilla.
—¿Cómo has escapado de las mazmorras? —dijo Flarium.
—Logré salir de la celda, pero Lord Horus me siguió. Él me atacó y escapó por otro de los túneles para adelantarse.
—Mierda... —soltó Flint—. Si Lord Horus está rondando por el castillo, Alice y las chicas están en peligro...
—Deberíamos ir a buscarlas a la Sala del Trono —aportó Dristan.
El grupo estuvo de acuerdo con el plan. Lord Century empuñó en alto el hacha que había utilizado para escapar y echaron a correr en dirección a las escaleras. La Nympha revoloteó detrás de ellos, de pronto todos parecían haberla olvidado de nuevo.
~ ҉ ~ ~ ҉ ~ ~ ҉ ~
La diminuta tierra de nadie separaba a Alice de Aythana. Quizá la única forma de salir del castillo era por medio de la entrada principal del castillo. Si utilizaban el puente era probable que hubiera un grupo de soldados esperándolos del otro lado. No tenían caballos y aunque echaran a correr, la mayoría se quedaría atrás.
Entonces recordó el mapa. Pensar que Swan y Raziem las habían delatado era imposible, serían incapaces de traicionarla aun teniendo una espada al cuello. La única forma que Alice encontraba posible era que Aythana supiera del mapa. Sólo por eso habría conservado el cuadro de la Gran Reina Alicia en su sitio.
—¡Aythana! ¡Te propongo un trueque!
Aquella voz no le pertenecía a Alice. La princesa sintió el vuelco que dio su corazón. Era Alicia quien estaba enfrentando a Aythana.
—Sólo aceptaré tu cabeza si quieres que los libere.
Swan intentó forcejear de nuevo con el soldado que la mantenía atrapada, el cuchillo en su cuello cortó un poco su piel y brotó una gota de sangre. Las tres se mantuvieron quietas intentando predecir lo que Alice haría a continuación.
—Hazlo, y te daré el mapa para llegar a los Campos de Stigya.
Alice adivinó que la abofetearían si lograban salir con vida. Sin embargo, una voz interna le dijo que era el movimiento correcto.
—¿Lo tienes en tu poder?
Habría preferido decir que no lo necesitaba o que no era de su interés obtenerlo, pero no pudo hacerlo.
—¿Lo aceptas o no?
—¡Dame el mapa!
—¡Libéralos antes!
Aythana dio un chasquido y los soldados lanzaron a sus prisioneros al suelo. Ambos se levantaron para reunirse con sus cuatro amigas. Alice asintió con la cabeza y se giró para darle la espalda a Aythana.
Sonya vio las intenciones que tenía la mujer de atacar y lanzó un hechizo protector entre ambas mujeres. Aythana se detuvo y reprimió un fuerte ataque de furia.
—¿Se encuentran bien? —preguntó Alice.
La voz de la chica había vuelto a la normalidad. El chico asintió con la cabeza, Swan la tomó por los hombros y le dio una fuerte sacudida diciendo en voz alta:
—¿Te has vuelto loca? ¡No puedes entregarle el mapa!
—¡Pasamos por muchos problemas para recuperarlo! —secundó Blum.
—Confíen en mí —suplicó y miró a Henna para añadir—: Tú tienes el mapa que se quemó durante el incendio. Henna, necesito que me des el mapa que está incompleto, pero debes sacar el que llevas guardado en el carcaj para que Aythana piense que le vamos a entregar el que conseguimos hoy.
—¿Qué mierda estás...? —dijo Henna.
—Sólo hazlo —ordenó Alice—. Le lanzaré el mapa y Sonya le prenderá fuego mientras escapamos. Iremos al túnel, ¿entendido?
Asintieron con la cabeza y Henna realizó el cambio. Se aseguró de mirar directamente hacia Aythana para intentar parecer enfurecida de que sus intentos por conseguir ese mapa no hubieran servido para nada. Aythana esbozó media sonrisa, pero comenzaba a impacientarse. Con extrema discreción, Henna sacó el mapa que llevaba oculto bajo la ropa y lo intercambió por el que recién habían encontrado. Alice caminó hacia Aythana con el segundo mapa en la mano y Sonya retiró el hechizo para que pudieran acercarse. Alice soltó un suspiro y le lanzó el mapa a la mujer. Aythana vio venir el momento en el que Sonya lanzó una llamarada desde sus manos y el lienzo se convirtió en cenizas. Alice y el resto echaron a correr hacia las escaleras para bajar a la entrada del túnel. Sin embargo, escucharon el grito que soltó la enfurecida mujer de negro.
—¡Persíganlos y mátenlos!
Alice sintió que una voz interior la felicitaba.
Se detuvieron en seco y prepararon sus armas para enfrentar a la compañía de soldados que los perseguía. Era matar o morir, Alice estaba dispuesta a hacer lo primero con tal de salir con vida de esa misión. Los soldados también se detuvieron cuando escucharon los ladridos y gruñidos que entraban a trompicones, cual estampida, por la entrada principal del castillo. Alice alcanzó a ver el deslumbrante pelaje blanco de Jaku y sonrió. La manada de lobos había acudido en su auxilio.
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