Capítulo 27 (parte 2): Presagios

Mucho antes de que ella se pudiese arrepentir, Axel apuntaba hacia la habitación creando aros de luz dispersos. Madeleine le seguiría, descubriendo además de un millar de telarañas y polvo, un olor enrarecido difícil de digerir. 

En el ambiente se respiraba una mezcla de antiguo, con el aroma creciente de alguna hierba aromática sin especificar. Las sorpresas no pararían ahí, pues allá dónde apuntaban veían un millar de objetos de fácil identificación. 

En las mesas o en el suelo, había una serie de cajas con innumerables enseres. Espadas de madera, un enorme caballo balancín demacrado y muñecas de trapo con botones por ojos. Casitas en miniatura, organillos o teatros con marionetas de cabezas exageradas, era lo que lograban ver a grandes rasgos. 

En su día podría haber sido el paraíso de cualquier niño. Ahora, ponía los pelos de punta con cada nuevo descubrimiento. 

El peso del calzado sobre las tablas en mal estado, hacían crujir sus cimientos cada vez que avanzaban. Eso hacía aumentar una tensión en la que Axel se regodeaba, y Madi se maldecía por dejarse influenciar. 

Al fondo, hallaban una barra con esmalte perdido, sobre el que había una caja registradora de las de antaño. Detrás de ésta, unas escaleras que seguramente llevarían a la vivienda del propietario. Sin lugar a dudas debía tratarse de una juguetería.

Madi miraba con horror cada rincón, como si esperarse que en cualquier momento algún mal les asaltase. No le gustaba lo que veía. Tampoco le daba buena espina que todo estuviese perfectamente ordenado al milímetro. 

Era como si la tienda hubiese permanecido intacta a lo largo de los siglos, y por algún motivo, cerró sus puertas hacía ya mucho tiempo dejándolo todo tal y como estaba.

—Ya has conseguido lo que querías.

Decía la del pelo rubio rosáceo sin que le temblara la voz. Algo difícil cuando el viento rugía más fuerte tras sus espaldas removiendo sus tripas. Ahora era cuando entendía el por qué el nombre de aquella calle. 

—Si te ilusiona seguir explorando, bien por ti. Pero yo no aguanto ni un minuto más.

Sentenciaba dándose la vuelta dirigiéndose hacia la salida.

—¡Ey, Mad, espera!

Antes de que pudieran predecir nada, la puerta pesada se cerraba delante de sus narices, dejándolos prisioneros en su interior y en la más absoluta oscuridad. 

A continuación, se ponía en marcha un sonido agudo y estrafalario, propio de los tiovivos en las ferias. En guardia, Axel izaba su paraguas y empezaba a vapulear el aire en contra de algún ente invisible. No les dio tiempo a gritar, porque antes de que vociferaran, las luces se abrían en el techo una tras otra correlativamente, molestándoles en su visión. 

Procesar lo que estaba pasando era difícil. Todo sucedía consecutivamente a la velocidad de la luz.

—¿Os puedo ayudar en algo? —por el tono, percibían que era una anciana la que hablaba. 

Madi era la primera en abrir los ojos, descubriendo a una mujer de ropas oscuras y aspecto desagradable delante de las escaleras. Su figura menuda, hacía que sus dedos huesudos dieran peor impresión con sus uñas largas picudas. Sus cabellos largos y blancos estaban desaliñados. 

Su rostro lleno de arrugas, era más terrorífico cuando se atrevía a sonreír. 

—Habéis venido buscando respuestas, ¿no es así? —sus ojos se minimizaban observándoles. 

Luego los abría al máximo mostrando una coloración de un lila grisáceo. Aquella mujer no era normal, ni tampoco el aura que emanaba de ella. La música continuaría sonando.

—¡Joder! ¡Qué puta grima! —Axel ya no era tan valiente—. ¡¿Quién es usted?! ¡¿Y qué hace aquí?!

—Debería moderar su lenguaje, jovencito.

Confiada, avanzaba un par de pasos saliendo tras la barra, mostrándoles su cuerpo al completo. 

Pese a su edad, conseguía mantenerse erguida y de pie sin ninguna ayuda. Madi la examinaba con desconfianza. Luego viajaban hacia los lugares en los que la melodía era más estridente. 

Sobre las primeras mesas, varios carruseles de caballitos tallados danzaban libremente en su círculo vicioso. Viendo que le ponían nerviosa, la anciana alzaba los dedos, producía un chasquido al aire y el tiovivo dejaba de moverse. 

Al mantener su mano en alza, Madi reparaba que el anular de la anciana era adornado con un anillo grueso de una madera oscura. Axel abría y cerraba la boca como un pez.

—¡¿Cómo cojones ha hecho eso?!

Mientras que el del estilo punk sonsacaba información, Madeleine hacía un análisis más profundo de lo que les rodeaban. 

Prácticamente todo estaba fabricado con madera, quitando el tejido con que se habían hecho algunos muñecos, o los cuentos infantiles que yacían sobre varias estanterías. 

Bajo la tela gris de las telarañas, el moho y el polvo, también apreciaba varias macetas de un tono castaño asalmonado. Suponía que sus hojas, debían ser las responsables de aquel olor herbáceo tan extraño y atosigante. 

También lo era que en aquellas condiciones tan lúgubres, pudieran seguir existiendo sin llegar a secarse.

—Otra pregunta que no creo que le interese. Soy Rajú, la propietaria de este establecimiento.

—¿Se refiere a esta juguetería de hace tres mil años?

A medida que Axel hablaba, la mujer se les acercaba.

—No subestima lo que ven sus ojos, joven. Puede que éstos les estén engañando. Este lugar puede ser lo que quiera. Tan solo tiene que desearlo.

Le respondía, creando una atmósfera más bizarra a cada momento. 

Madeleine alzaba la cabeza fijándose en el techo. Fue ahí cuando notaba que el alma se le caía a los pies. En el centro y esculpidas de manera irregular, se asentaban cinco estrellas exactamente igual a como las recordaba en casa cuando vivía en Lindubrel. 

Los recuerdos venían a ella como un torrente helado que la dejaban sin respirar, congelando sus pulmones.  

Los juguetes de madera, eran muy similares a los que su padre le hacía gracias a sus habilidades en carpintería. Las muñecas o las ropas de las marionetas, eran prácticamente iguales a las que Celina le cosía cuando aún era una niña. 

Aquella habitación era como la del cuento bajo la chimenea. Ella no deseaba recuperar sus juguetes. Pero sí alcanzar esos tiempos felices en el que sus padres vivían, y tenía una vida normal. Era lo que más anhelaba en el fondo de su corazón.

Madi se desestabilizaba. Perdía el control. Tanto que se aferraba al brazo de Axel para no caer. 

—¿Mad? ¡Madi! ¿Qué te pasa? —ella le alzaba la mano, diciéndole que solo necesitaba tiempo para procesar la aglomeración de sus emociones. 

—Ya veo —expresaba Rajú con total tranquilidad—. Es ella la que busca respuestas.

—¡Mire, déjese de chorradas pragmáticas! Tenía razón. No me importa ni cómo se llama, ni qué hace aquí. No me gusta ni usted, ni su mal rollo. ¡Adiós!

Axel tiraba de Madeleine con todo su ahínco hacia la puerta.

—¿Está seguro? Porque le vendría bien saber por qué se le hinchan tanto los ojos.

El del pelo verde se petrificaba, girando la cabeza y mirándola de reojo. Otros de tonalidad lila le inspeccionaban muy seguros de sí misma.  

—Debería dejar de echarse ciertos potingues en la cara —le señalaba—. Los componentes de algunas pinturas pueden crearle cierta alergia a la larga. Bastará con que cambie de marca.

—¿Está de broma? —se volteaba encarándola—. ¡Eso sí que no! ¿La estás oyendo, Mad? —ella recuperaba el aliento a duras penas—. ¡Me he dejado una pasta en sombras, como para que usted me diga eso!

—No es culpa de nadie que su cuerpo sea intolerante al aceite de jojoba —decía tan tranquila.

—¿El qué de qué? —se quedaba tan a cuadros como su pantalón—. ¡Increíble! —reía, haciendo un ruido hueco con sus manos—. No sé que hierba fuma esta mujer, pero sin duda es mierda de la buena. Tiene que ser la planta esta que huele tan fuerte. Hasta el licor de Serena me parece para críos.

—Yo no bromearía, Axel —tratando ser coherente, Madi analizaba como podía la situación. En su respiración desacompasada, trataba de asimilar lo que sucedía. 

—Menos mal que la señorita parece tomarse las cosas en serio. Podría decirle todo cuando quisiese. Pero veo que en su caso —se dirigía hacia Axel —sería una pérdida total de tiempo.

Perenne, la anciana se molestaba.

—No, no, por favor. Adelante. No se corte. ¿Qué más podía decir?

Rajú le miraba insuflando la nariz en busca de paciencia. Luego le tendía la mano, buscando que él le tendiese la suya. Axel dudaba. Pero haciendo alarde de su buen espíritu aventurero, terminaría cediendo. 

La anciana erguía su dedo índice y dibujaría círculos concéntricos sobre las líneas de su mano. Su anillo reproduciría reflejos de luz, cada vez que oscilaba en su movimiento. La iluminación estridente del techo le daba un brillo muy especial. Su uña picuda le haría cosquillas en cada una de las vueltas. 

—Hay varias personas —entrecerraba sus ojos comenzando a relatar—. Muchas sin rostro, cruzándose y desapareciendo en el camino. Por lo que veo, tienes una vida sexual muy activ... —antes de terminar, Axel la cortaría.

—¡Se acabó! ¡Pasa palabra! 

Retiraría la mano escondiéndola tras su nuca. Después se masajearía el cuello dando la impresión de estar avergonzado. Algo raro en Axel, cuando normalmente era él mismo el que lo provocaba en otros. 

—Tu turno, Mad.

Lo decía con fuerza, como si así pretendiese que lo que Rajú acababa de decir, fuese olvidado. Madi miraba a uno y a otro dudosa. Desvelar sus idilios podría parecer gracioso. Pero no que acertara y pudiese vislumbrar otras verdades de temas más serios.

¿Esa mujer le iba a decir realmente lo que buscaba? ¿Se acabarían sus dudas? Pero ¿delante de Axel? ¿No sería peligroso para él?

—Si me permite —Rajú insistía, tendiendo sus dedos para que Madi le cediese la mano. 

Los segundos corrían y el silencio se volvía incómodo. Resoplando, la del pelo rosáceo miraba a Axel con cierto temor.

—¿Podrías taparte los oídos? —le preguntaba de malhumor intuyendo ya la réplica.

—¿Tienes miedo de lo que pueda escuchar? —forjaba una sonrisa socarrona muy molesta.

—No tengo tanta vida social, y menos con libertad de roce —se la devolvía haciéndole reír.

—Porque tú no quieres, petarda. Conozco a unos cuantos candidatos que...¡Uf! Canelita de la buena.

—Axel...

Le nombraba agotada, para luego darle su mano a la anciana. No tenía sentido rebatir con él. Llegados a este punto, Madi entendía que por esta vez, dejaría el mundo correr. 

Rajú realizaría la misma operación con el índice sobre su palma. El fulgor de su anillo en cada una de las vueltas parecía hipnotizante. Las expresiones inconclusas de su rostro la asustarían. La anciana seguiría haciendo círculos y más círculos, sin abrir la boca. 

—¿Pasa algo? —decía impaciente.

—Es extraño —viajaba sobre su piel—. Veo niebla. Todo está gris. Turbio. Como un bloqueo.

—¿Un bloqueo? —veía que la mujer se esforzaba por sacar algo en claro sin éxito.

—Es un escudo muy poderoso —alzaba sus ojos para encontrarse con los suyos turquesas. 

Manteniéndole la mirada, Rajú continuaba realizando el mismo ejercicio hasta que sus dedos se paralizaban. Sus facciones se tornaban mucho más siniestras con el arrugado de su semblante. Ver a una mujer tan imponente amedrentase de esa manera, fomentaba bastante respeto.

—¿Qué pasa? ¿Qué ocurre? —hasta el propio Axel deducía que algo no iba bien. 

Rajú se tomaría unos segundos más, antes de soltar una sentencia tan pesada como una losa de piedra.

—Muerte —promulgaba en un hilo de voz—. La muerte te está acechando, Madeleine.

Hacía que a la joven se le erizase la piel. Por un instante todo su mundo se paralizaba.

Aterrada por el miedo que infundían sus palabras, Madi apartaba la mano como en un impulso eléctrico recorriendo sus vértebras. Sin decir nada y con esta revelación tan horrenda, giraba sus talones buscando el portón de madera macizo a la desesperada.

Empujándolo con todas sus fuerzas, desaparecía de la habitación encontrándose con la lluvia empapándola. Persiguiéndola y sin mirar atrás, Axel le seguía repitiendo su nombre. 

Pero ella no le escuchaba. El torbellino de pensamientos sacudiendo su cabeza le inhibía de la realidad, pidiéndole gritar también.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 

-> ¡Hola a todos! ¿Qué tal estáis? 🥰

-> ¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Os imaginabais algo así? 🤗🙈

-> Imagino que la sentencia de Rajú os ha dejado fríos...😥

-> ¿Qué conclusiones sacáis? 💭 ¿Ha habido algo que os ha llamado la atención? 🤔

Nos vamos acercando a la verdad...así que...

Solo puedo decir que estéis preparados para lo se se viene...  💣💥

Deciros también algo que la vez anterior se me olvidó comentar.

👏👏👏"Los Cuentos de Adesterna" ¡¡ha alcanzado el 3K de visualizaciones!! 🥳🥳🥳¡¡Millones y millones de gracias a todos los que lo habéis hecho posible!! 💖💗💞¡Gracias de todo corazón! ¡Me hace mucha, muchísima ilusión! 💖💗💞

💫💫¡Nos vemos el viernes con más emociones! 💫💫

😘❤️ - ¡Besitos bonitos, amores! -😘❤️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top