Capítulo 26 (parte 2): Como una estrella

Afuera y apoyado contra la fachada del negocio familiar, alguien se aislaba del mundo para mantener una batalla épica contra su teléfono. 

A Madeleine le había costado reconocerle con aquellas ropas apagadas, que rara vez solía vestir. Por el brillo plástico, debería ser un chubasquero. 

El despiste era mayor cuando sobre uno de los brazos, llevaba una especie de abrigo amarillo reluciente, y en el otro, se le atravesaba la visera del casco de su motocicleta. Madi ataba cabos cuando al mirar hacia la izquierda, descubría el vehículo con otro casco apoyado en su manillar. 

Al volver al frente, reparaba en que sus mechones rubios a la intemperie, sin lugar a dudas eran inconfundiblemente los de él. Le sorprendía encontrarle allí. Pero más que eso, optaría por pasar de las preguntas y abordarle desde el lateral. 

Apostaba que su reacción sería única, ya que de por sí, Luca manifestaba unos gestos un tanto graciosos. 

Escribía. Se detenía. Borraba. Resoplaba y el ciclo se reiniciaba después de rascarse la nuca.

—Cualquiera diría que tienes un pequeño problema.

Le asaltaba a traición rompiéndole todos sus esquemas. Con solo escuchar su voz, se ponía tan sumamente nervioso que dio un sobresalto olímpico.

—¡Madi! —le faltó poco para que su móvil abrazara el suelo. 

De hecho lo había capturado en el aire. 

—¡Uf! ¡Mierda! —llevaba después sus manos a la cara muerto de la vergüenza. 

A ella se le dibujaba una sonrisa inconsciente. Él sí que le había demostrado ser alguien muy puro. 

—Sí, tengo un problema.

Se dignaba a mirarla tan solo unos segundos después, quedándose primero en sus ojos, y posteriormente en la curvatura de su boca. Le daba tantísimo bochorno, que inclinaba la cabeza esquivándola.

—A ver, ¿y cuál es?

Echaba su hombro contra la pared blanqueada, siendo el punto perfecto donde desde arriba, el saliente del balcón les cobijaba. Luca tomaba una bocanada inspirándose a lluvia.

—Que soy un cobarde.

Sentenciaba al fin, sabiendo que ya no había vuelta atrás. 

—Soy un cobarde porque he dado lugar a que salieras, antes de que te preguntara si estabas en casa.

La ojeaba, dándose cuenta que estaba preciosa con su pelo largo suelto, y su jersey. Madeleine soltaba una risa que sin querer, a él le contagiaba.

—Pues creo que el problema no es ese.

Le sonreía más abiertamente cuando, sin esquivas, él tuvo el coraje de mirarla. Era ahora el momento dónde el italiano, notaba que sus ojos turquesas estaban algo tristones, haciendo que por inercia, su sonrisa propia se apagase. Sin embargo, no diría nada al sospechar que al evidenciarlo, sería peor. 

—Para empezar, si fueras un cobarde no estarías aquí.

Luca la escuchaba comprobando que pese a todo, Madi seguía mostrándose tan segura como de costumbre. 

—Y para terminar, en realidad no querías saber si estaba o no en casa. Ya sabías la respuesta. Conoces tan bien mis manías, que no hace falta que te diga que me gusta salir media hora antes de abrir. Era otra pregunta la que querías hacer.

Luca notaba que los colores de su rostro no podían ser ya más intensos. Percatándose de sus intenciones, y para quien iba a ser el impermeable amarillo, ella no se lo pondría más difícil. 

—Déjame que te ayude.

Le tendía la mano mostrando su palma hacia arriba, indicándole con los ojos que le prestara su teléfono móvil. Luca no vacilaría en desbloquearlo y dárselo. 

Ella lo tomaba acercándose a él de tal manera, que Luca vería lo que estaba por hacer. Como bien había imaginado, la aplicación de mensajería instantánea estaba abierta. 

Concretamente la ventana de chat con su nombre. Le hizo bastante gracia saber que su compañero lo había adornado con un corazón. No haría mención a ello. 

—A ver, dime qué te parece —comenzaba a escribir sobre el teclado—. Madi, esta lloviendo...

Hablaba mientras lo escribía, imitando exageradamente su acento italiano. Su interpretación provocaba que a Luca se le dibujara una sonrisa enorme. 

Bueno, ya lo habrás visto si te has asomado a la ventana. Porque lo has visto, ¿no? Yo lo he visto, tú seguramente también. Todo el mundo lo ha visto.

Se le formaba una sonrisa difícil de borrar. Luca soltaba una risa deliberadora. 

He estado pensando que como está lloviendo, porque lo está, fíjate bien —lo recalcaba—. Que bueno, que hace frío y me preocupo por ti.

El italiano negaba a la nada con la sonrisa aún en los labios. 

Quiero decir, que no me gustaría que enfermaras —continuaba recitando. 

Él la contemplaba cambiando su expresión a una mueca más enérgica. 

Si eso pasara me sentiría muy triste. Me quedaría solo en la cafetería y no desearía eso —simularía hasta el titubeo—. Digo, ¡no queremos eso!

Madi lo iría desvariando hasta a una versión más suya. 

Aunque el toca narices de Eddie no esté, no creo que Liam sea mejor.

Al nombrarle, él borraba su gesto risueño.

Aún no estaba nada apalabrado. Pero la contratación de Liam era algo que no descartaban. Lorna estaba al tanto y era ella quien tenía la última palabra. Madi se daba cuenta del significado de lo que eso incumbía, por lo que zanjaba el espectáculo alzando sus ojos. 

Buscándole, no se había dado cuenta de lo cerca que estaban, ni tampoco con cuanta dulzura Luca la estaba mirando. 

Sus ojos zafiros eran tan brillantes como el día de la piscina, y sin quererlo, despertaba en ella un sentimiento de paz, que jamás pensaba que iba a volver a tener. 

Sonriéndole, Madi bajaba la vista reincidiendo sobre la pantalla, y empezaba a borrar cada una de las letras dejando la caja de texto vacía. No pararía ahí. Volvía a reformular la pregunta y escribiría:

"¿Quieres que pase a por ti, Madi?" 

Quizás no hacía falta decir nada más, precisamente porque eso era justamente lo que ella le estaba dando a entender. Luca no necesitaba pensar en lo que quería decir, ni tampoco adornar con tantas palabras, algo que tenía una salida muy fácil. 

Ese era el mensaje que Madi había querido transmitirle el día de la fiesta. Sin embargo, era ahora cuando el ese silencio mutuo de sus ojos volviéndose a encontrar, el italiano entendía a que se refería ella con dejarse llevar. No necesitaba florituras, ni excusas para decir lo que realmente pensaba. 

Los segundos siguieron transcurriéndose, y antes de que sus miradas tuvieran un peso mayor, Madi se reclinaba y le daba a enviar. El bolsillo de su mochila vibraba por la notificación.

—Ten. Lo vas a necesitar para saber la respuesta.

Le devolvía el suyo antes de descolgar el asa de su macuto. Él lo aceptaba rozando sus dedos, entendiendo que la propia Madi le estaba dando más confianza en sí mismo. 

La respuesta que tanto quería saber no se hizo de rogar. Antes de que quisiera darse cuenta, el mensaje que había estado aguardando, se reflejaba en sus retinas.

"¿A qué estás esperando? ;)"

Leía formándosele inconscientemente una sonrisa preciosa. Más cuando fue ella la que le quitaba el impermeable amarillo, que con tanto esmero había estado guardando. 

En la acera opuesta, y ocultos por la lluvia difusa, un par de individuos con sudaderas de capuchas gruesas, estudiaban a los otros dos en sus movimientos. Entre las jardineras de flores variopintas y farolas apagadas, ambos se acomodaban bajo el típico banco de forja ubicados en los parques. 

Mientras que el de la izquierda, asentado en el borde superior del reposaespaldas, se dedicaba a saborear la terminación de un palito blanco, el otro, se sentaba correctamente en la base de hierro, soltando el vaho de su propio aliento.

—Esta noche se cumple una semana, y no tiene pinta de que Evans vaya a darnos lo que prometió —decía despreocupado el de la derecha—. ¿Qué va a pasar?

Miraba a su compañero, advirtiendo por el pliegue de su caperuza, que en su cuello había un tatuaje marcándole su lado derecho. Al interpelado le daba por reír.

—Como se nota que eres nuevo —exponía con pasotismo, antes de llevarse los dedos a la boca. 

Moviendo el palo, succionaba el caramelo en su extremo, produciendo chasquidos por el arremolinado de su saliva. Luego continuaría hablando. 

—Duncan no es de los que le tiemblan el pulso. Si no intuyes por ti mismo lo que va a suceder, es mejor que no lo sepas.

Indiferente, sacaba el dulce de la boca, enseñándole una esfera brillante con sabor a cola. Al otro su actitud arrogante le desquiciaba. No iba a dejar que lo ninguneara.

—No me subestimes, Nerón —su réplica fue un chasquido de lengua—. Gracias a mí sabemos dónde se escondía la tercera. Así que menos ínfulas y un poquito de respeto —apreciaba cómo el del tatuaje lamía el caramelo la mar de tranquilo—. Solo nos queda saber dónde están las otras dos y se acabará esta búsqueda de mierda. No necesitamos a Evans, ni a nadie.

Nada más terminar, el que respondía como Nerón, le agarraba del cuello posicionándolo bajo su axila apretándole. El ataque repentino y con tanta fuerza, además de desprevenido, también le dejaba sin aire. 

El ahínco del de la derecha por querer liberarse de su enganche, generaba una situación bastante desagradable. La cortina de lluvia de por medio lo hacía más violento.

—¡Absurda será tu puta madre! Aquí las órdenes no las das tú —rebajaba el tono en pos de ser discreto—. Eres un niñato inconsciente que ni se imagina lo que está en juego.

Forcejeaban, para finalmente soltarle mediante empujones antes de que se le ocurriera toser. Dejaría que se desahogara y masajeara su nuca dolorida. 

—El respeto hay que ganárselo. Cuando hagas algo que valga la pena, hablamos. Mientras tanto, cállate. Así estás más guapo —le aconsejaba amenazante—. Y ya puestos, regla número uno. Cuando estés en compañía de alguno de los nuestros, jamás se te ocurra decir el nombre real de la persona con quien hables. ¿Entiendes? A la próxima puede que no sea yo quien intente arrancarte la cabeza.

Regodeándose, lanzaba el dulce contra la acera partiéndolo en su crash. Deslizándose, lo remataba con sus bambas altas rojas, aunque supusiera mancharse por su pegajosidad. Pese a las amenazas, su compañero no se quedaría callado. 

—Tanto empeño para cubrir vuestras identidades, y a la primera de cambio salís a la calle con vuestra forma real. Porque eres así, ¿no?

Nerón le dedicaba una mirada tan fría, que partía el alma. Si por él hubiese sido, le hubiese despedazado. El de la derecha proseguiría. 

—¿Y tanto para qué? —gruñía toscamente—. ¿Para seguir siendo el perrito faldero de Madeleine? ¿El de Evans? ¿O para cambiar el sistema? —le desafiaba.

—¡No me tientes, Bruno!

Se alteraba tanto, que no solo se le hinchaba la vena de su yugular. Sino que también se saltaba su propia regla. 

—No estás en derecho de hablar de lo que no sabes, cuando eres tan inútil, que no tienes ni tu propio disfraz desechable. En lugar de echar mierda a los compañeros, hazte mirar porque eres tan insignificante.

El aludido apretaba sus dientes. Sabía el por qué lo decía. 

—Si tanto asco le tienes al rubio del grupo, no es nuestro problema —Nerón miraba al frente sin quitarle ojo al dúo—. Ni tampoco que te joda tanto que él sea más útil que tú —el otro apretaba sus puños contundentes—. Eliot está haciendo su trabajo tanto te pese como sino. Otros se cuelgan medallas por menos.

Lanzando la misma ojeada al frente, Bruno apreciaba entre risas cómo Luca se ofrecía a atarle el casco.

—Lo dudo —exponía con desagrado total—. Tal como lo estás pintando, nunca es suficiente.

—Efectivamente. Nunca lo es. Ya sabías en lo que te metías antes de empezar —decía a medio camino de levantarse—. Vámonos. Odio perder el tiempo.

No esperó a que Bruno le siguiera el ritmo, ni se excusara. En cambio antes de desaparecer, alzaba la vista sobre el tejado más alto de la casa.

Desde arriba, un gato tan blanco como la nieve, les observaba como si fuera un ser inalcanzable. Sin despegar los ojos de la cima, Nerón endurecía la mueca de su boca en un desagrado evidente. 

Para los mundanos circulando por las calles, sería extraño ver a un animal tan reacio al agua en esas condiciones. Para los que le conocía, sabían que era uno de esos que dominaba el mundo bajo las sombras.

Como si fuese una estrella. 

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-> ¡Hola a todos! - 💖💗 ¿Qué tal estáis? 💖💗

->¿Qué os ha parecido esta segunda parte del capítulo? 🤭

-> ¿Os ha gustado el momento con Luca? ¿Dudáis de él? 🙈💕

-> ¡Hemos descubierto el nombre real de los otros dos encapuchados! 😲

(Duncan, Eliot... ¡y nos falta uno!) 😁

-> ¿Quiénes creéis que puedan ser? ¿Les conocemos con otra apariencia? 🤨

(¡Se hace una semana de la amenaza de Duncan! (capítulo 8)) 

-> ¿Os imagináis lo que pueda pasar?

-> 💫 ¡Nos vemos el viernes con la primera parte de un capítulo 

que será... mágico! 💫


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