Capítulo 17: La dirección

—¿Tengo monos en la cara?

Sin cortarse lo más mínimo, Madi interpelaba a cualquiera que hiciera comentarios por lo bajo en su cercanía. Las miradas indiscretas en aquella mañana irritante en la Facultad, solían acompañarse de unas risas de mal gusto. 

Para aquellos que no sabían con quién se metían, lo dejaban estar al toparse con sus ojos turquesas aprensivos. Furiosa, les seguía visualmente, diciéndoles en su ademán amenazante que se metieran en sus asuntos. 

Cuando éstos desaparecían tras el pasillo, que desembocaba a la salida de la cafetería del edificio, ella desistía. El día estaba siendo rico en cotilleos y sensaciones. 

—Te juro que en cuanto le vea se va a enterar.

Sentados sobre las incómodas sillas metálicas grises, depositaba sus frustraciones hacia un compañero, que parecía estar en otro mundo. A este paso el café de Axel se quedaría frío.

—Sí, sí. Te la ha liado pero bien.

Sin levantar sus ojos castaños de la pantalla de su teléfono, se reía descaradamente. 

—Ahora eres famosa, nena —alzaba la vista levantando el maquillaje oscuro sobre sus párpados—. ¿Debería pedirte un autógrafo antes de que sea demasiado tarde?

—Vete a la mierda, Axel —su arranque sincero, le hacía que su risa fuera más ruidosa.

—Me encantas cuando te pones en modo simpática —decía volviendo a la tarea de revisar su móvil.

—¿Hablando con Paolo? —al menos agradecía que él sacase algo positivo de esa maldita fiesta.

—¿Paolo? —la observaba extrañado, como si no supiera de quién le estaba hablando—. ¡Ay, cariño!

Se reincorporaba acercando el pecho contra la mesa. 

—Paolo está bien para un rato, pero no para formalizar nada. No soy de los que se comprometen. Es bi —decía muy serio—. Sería doble quebradero de cabeza. ¡Olvídalo! Además vive en Silver Plate, ¿tengo algo más que añadir?

Medía sus palabras y recapacitaba. 

—Si fuese tu primo, haría el sacrificio de atarme a una relación. Pero no es el caso. Por cierto, ¿cómo está? —Madi alzaba la cejas tratando de disimular lo que pensaba al respecto. 

—Ya —lo expresaba con desgana, obviando por completo la pregunta. Haría más hincapié en un interés que su mejor amigo no quería reconocer —. Lo dice el mismo que no para de husmear en sus publicaciones. 

Cruzaría sus brazos, sabiendo que Axel estaba fisgoneando en las redes de su última conquista.

—Nunca viene mal estar bien informado. Llevo la carrera en la sangre, no como otras petardas que estudian otras cosas clandestinamente.

Deslizaba su pulgar de abajo hacia arriba sobre el dispositivo. Que fuera tan directo, hacía que a Madi se le formara una medio sonrisa. 

Aunque Axel no pestañeara, alzaba una de sus manos y realizaba movimientos ondulatorios con la cucharilla plástica sobre la espuma de su espresso. Era un milagro que no derramase ni una sola gota. 

Su impulso se paralizaba. 

—¿Quién es ahora la zorrona esta?

Ejercía con un tono desagradable, plantándole el teléfono a un palmo de distancia para que ella también lo viese. 

En él aparecía una foto publicada hacía escasos segundos, en la que aparecía Paolo con bata blanca, y una joven preciosa a su lado. Antes de que Madi pudiese analizar los rasgos de la chica, Axel ya se lo había arrebatado, buscando muy posiblemente información accediendo a su perfil. 

—No me mires así —se exculpaba antes de que a la otra se le ocurriese decir algo—. Me veo en la obligación de tener que indagar. No es mi culpa.

Lo decía como si fuese una imposición obligada.

—Sí, ya. Va a ser eso. No admitir que te gusta, porque te niegas a darle una importancia que sí tiene, sí lo es.

Madi paraba su regaño, al haberle llamado la atención un grupo de tres chicas recién llegadas a la cafetería. No había que indagar mucho para saber el por qué. 

Lydia era ese tipo de personas que allá dónde pisaba, tenía que dejar constancia de su presencia. Siguiéndoles como sus perritos falderos, otro par le pisaba los talones en un altibajo de voces. 

Madi las reconocía. Las chicas eran justo las mismas que las de la fiesta. Con su tono estridente, cualquiera podría adivinar a qué se debía la emoción de aquellas confidencias, cuya pelirroja se sentía plenamente orgullosa.

—¡Eso es increíble, Lyl! ¡Cuéntanos! ¿Cómo ha sido?

Preguntaba a la que respondía como Susi.

—¡¿Pero es oficial?! ¿Seguro, seguro?

La animadora rubia, Tania, seguía con más preguntas.

—¡Soy la nueva integrante de Dark Lips! ¿Cómo podía mentir con algo así?

Justo después de su confirmación, se escuchaban más grititos irritantes. 

Madi no podía creer lo que acababa de escuchar. Tampoco le sorprendía que aquello fuera posible. También caía que con el detalle de "mentir con algo así" se dejaba entrever que Lydia mentía más que respiraba. 

¿El día podría ir a peor? Se preguntaba.

—¡Ya está! Investigación hecha —en su mundo, Axel ni había reparado en el trío terremoto—. Es su compañera de prácticas de laboratorio.

Dejaba por fin el teléfono, devolviéndolo al bolsillo de sus pantalones. 

—Como se lo montan los de la privada —luego encauzaba la vista hacia su compañera, que callada, le hacía seguir su misma dirección—. Y hablando de privadas, ¿qué hace ésta aquí?

Si tenían en cuenta su poder adquisitivo, no tenía sentido ver a Lydia por allí. El mismo palo se aplicaba para Serena, que poseyendo sus altas posibilidades, dejaban el caso como un misterio sin resolver.

—Eso mismo me pregunto yo —le devolvía una sonrisa totalmente falsa—. Luca me dijo que era su compañera de piso y que compartíamos edificio. Es su primer año —agrandaba su gesto irónico.

—Siendo tan influyente como es, la verdad que es bastante extraño —removía una vez más su café—. ¿Nunca te ha pasado que un dato que desconocías, o cualquier cosa que no habías visto antes, en el momento en el que la descubres, aparece por todos lados?

Expandía sus manos y luego llevaba la cucharilla a sus labios. 

—Pues es justo la impresión que me está dando con esta tía. Vamos a pasar de no haberla visto nunca, a verla hasta en la sopa.

Cambiaba su tono y carraspeaba artificialmente. 

—Y ya que le has mencionado, creo que vas a tener que hablar con nuestro querido camarero.

Adornaba la frase añadiéndole un dramatismo cómico. 

—El pobre está colado hasta los huesos. Si no lo ves, es que estás ciega.

—Hoy es su día libre. Mal plan para ti. ¿Nos vamos?

Madeleine no soportaba más aquel ambiente agobiante. Tampoco tenía mucha vitalidad, como para aguantar la picardía de su mejor amigo. 

—Aquí estáis. Os estaba buscando.

Sin haberla visto llegar, Serena se plantificaba ante ellos justo a tiempo, interrumpiéndoles en la intención de levantarse. Observándoles, luego se quedaba en silencio viendo cómo desistían. 

—Nunca hubiera pensado que llegaría a deciros esto —matizaba —a vosotros.

Movía su cabeza haciendo una ligera negación. Tampoco tendría tiempo a explayarse en sus mofas.

—¡Eh, Sere! ¡Estás aquí!

Dándose cuenta de la aparición de su capitana, Susi se le aproximaba. Esto hizo que Lydia y Tania, se percataran de que allí estaban los otros dos marginados de la fiesta. 

Sin quererlo, la animadora le había dado entrada a una Lydia, que se moría de ganas por ver cómo explotaba la noticia en la cara de Madeleine. 

—¿Sabías que...?

Susana abría la boca, pero antes de desvelar nada, la pelirroja la vetaba.

—¿Te has enterado de buena nueva?

Exponía Lydia con prisas y con un evidente aire de superioridad.

—Lydia, tú también por aquí.

A Serena a veces se le olvidaba que estudiaban carreras similares. 

—Sí, por supuesto, ¡felicidades! —pese a que se alegraba por su amiga, no había una emoción real en su expresiones. Axel no estaba entendiendo nada, pero le importaba un comino. 

En cambio, Madi estaba experimentando muchísima antipatía. 

—Si me disculpas, tengo algo de prisa. Pero estaré encantada de escuchar los detalles más tarde —conociéndola como la palma de su mano, Serena no le daría pie a que se recrease. 

Madeleine sonreía, porque aunque fuera invisible, podía ver perfectamente en la pelirroja, una bofetada verbal en su imponente ego. El semblante de la que sería la nueva vocalista, era el equivalente al haber recibido un jarro de agua fría. 

—Bien...

Serena se dirigía nuevamente a los que consideraba los raritos de la clase. 

—Agradeced que soy una mujer de palabra, y como tal, cumplo con mis promesas —distendía sus brazos—. Aquí tenéis todos los estúpidos apuntes.

Axel no vacilaría a la hora de aceptarlos. 

—No tan rápido, vaquero —le hacía un alto con una sonrisa enorme—. El que avisa no es traidor, y yo que vosotros me andaría con ojo.

Creaba un suspense momentáneo. 

—No quiero ser la responsable de dos suspensos, así que yo que vosotros constataría los datos. Por poder, puedo dejaros mis apuntes, sí. Pero eso no os asegura de que éstos estén bien. Si sois inteligentes, que lo dudo, entenderéis a qué me refiero —les guiñaba el ojo. 

Serena les devolvía la jugada, empleando la misma treta que había usado Marvin, para en un primer momento zafarse de tocar. Ambos habían captado el mensaje. 

Pero por mucho que Serena quisiera ir de diva por la vida, era un hecho que los apuntes estaban impolutos sin un solo tachón. Que lo dicho fuese un farol, era algo más que probable. 

Doña Perfecta no se iba a molestar a cambiar las referencias a propósito.

—No te preocupes, correremos ese riesgo.

Axel los asía, rozando con sus uñas pintadas de esmalte negro, unos dedos que tenían un sombreado leve en su piel. Debía ser por el porrazo del viernes contra la mesita.

—Tampoco tenéis mucho más que perder, ¿no?

Soltaba Lydia con una sonrisa radiante. Axel le respondía con una sonrisa aún mayor declarándole la guerra. En su mente la estaba llamando bicha mala. 

Las otras dos animadoras tampoco se quedaban atrás. Como dos criaturas sin cerebro, le reían la gracia.

—Me trae sin cuidado lo que hagan con sus vidas, la verdad.

Serena tornaba su semblante a uno más serio. 

—Los quiero de vuelta mañana a primera hora. Pobres de vosotros como no sea así.

Madeleine permanecía en silencio. No tenía energías para entrar al trapo y tampoco merecía la pena.

—Descuida, cariño. Los tendrás —Axel se la devolvía con su pasotismo. 

Madi caía en un pequeño detalle. Si tanto Susi como Tania estaban allí, no sería descabellado pensar que Liam también podría merodear por los alrededores. 

Pensándolo bien, los campus deportivos no estaban tan alejados del suyo.

—¿Dónde está Liam? —le preguntaba a Serena por la vía rápida. 

Susi cortaba sus risas de raíz. 

—¿A qué viene ese interés? —la morena realizaba una sonrisa al causarle cierta curiosidad.

—¿Qué problema tienes con él? ¡Déjale en paz! —Susi no se iba a quedar callada. 

Por si no había quedado claro en la fiesta, ella era la protagonista de un precioso trío amoroso entre él y el tal Tom.

—¿Os importa? —Madi estaba cansada de sus actitudes arrogantes.

—Me importa tanto como darte esa información —Serena se reía delante de sus narices. 

Las otras tres también se mofaban, completando ese típico cuadro en el que las villanas se creían invencibles.

—Anda, Sere, no seas mala —decía Lydia con un tono meloso bañado en burla.

Le añadía con ello más sorna a una situación absurda. Como una señal, poco alentadora pero significativa, la voz de Rick comenzaba a retumbar en las paredes.

—¡Serena! ¿Dónde estás? —se percibía desde el pasillo que encauzaba al vestíbulo. 

Tan poco civilizado como de costumbre, no le importaba alzarse a voces, como si estuviese un mercado de pueblo. A Ricardo solo le faltaba un megáfono para dar con su objetivo.

Cruzando la paralela dónde todos se encontraban, advertían que tras él, Chester y el moreno impresentable de ojos azules grisáceos le seguían. El pequeño grupo pasaba de largo, pero Madi les daría una pista de dónde se encontraban. 

Veloz, y antes de que cualquiera pudiese contestarles, se levantaba de un salto, y empujaba a aquellas que le entorpecían. Serena soltaría algún improperio. Las animadoras no serían menos, y Lydia desde luego que tampoco, desahogándose la que más. Queriendo rendirle cuentas, la seguirían. 

Pero la furia que acumulaba Madi en su vientre, le ayudaban a ejercer unas zancadas tan precisas, que nada ni nadie podrían retenerla. Cuando la rubia quiso ser consciente de sus actos, estaba a menos de un metro de distancia tras las espaldas del moreno. 

Cuando alcanzó al del pelo encaracolado, le tomaba fuertemente de su antebrazo y le hacía girar bruscamente. Una vez le tuvo de frente, y él pudo contemplar mínimamente quien era la que de malas maneras, había llamado su atención, Madi abría su palma y le propinaba una bofetada sin precedente. 

El tiempo parecía haberse congelado, porque en aquellas fracciones de segundo, nadie reaccionaba. Ni las animadoras, ni Axel sumándose al fondo, ni el propio Liam. 

Cualquier estudiante que caminaba a su alrededor, también inmovilizaba sus pasos. El mundo había insonorizado sus sonidos.

—¡¡Eres imbécil!!

Llegaba a decir alertando a los otros dos con su gritos, cuando ya lo había hecho con creces su estridente guantazo. 

Liam se masajeaba la cara, demostrando bien poco que le dolía con una sonrisa, que se hacía cada vez más grande. 

—¿¡Te ríes, eh!? ¡¡¡Pues a mí no me hace ni puta gracia!!!

Alzaba el tono hasta el punto de vociferar. 

—¡Cómo se te ocurre divulgar un vídeo tan personal como ese! ¿¡No tienes dos dedos de frente o qué coño te pasa?!

Viendo su cabreo, Liam disminuía la intensidad de sus labios. No importaba si volvía a golpearle. Pero no quería cabrearla más.

—¿Quién se ha creído que es esa hija de la gran...? —Serena detenía a Susana con una mirada feroz.

—¡Oye, tú! ¡¿De qué vas niñat...?! —Chester se encargaba de ahogar el reclamo de su capitán.

—Hola Magdalena. Yo también me alegro de verte —Liam ejercía serio sin abandonar la comicidad—. El pecado hubiese sido no compartir tu talento. No me lo hubiese perdonado si nunca hubiese visto la luz.

—¡¿Sabes que te has pasado por el forro el derecho de imagen y de la intimidad?! ¡Esa canción ni siquiera está licenciada, joder!

Se exaltaba de tal manera, que su cuerpo temblaba. 

—¿Sabes las denuncias que podrían acarrear tu estúpida idea? ¡Estás muy equivocado si crees que va a quedar así!

—¡Guau! Ahora no sé si estás preocupada por mí, o lo estás por tu ex —él metía el dedo en la yaga.

—Liam, para —a Lydia ya no le estaba haciendo tanta gracia el percal. 

Los lazos afectivos, evidentes en un vídeo que no dejaba de circular, no eran muy de su gusto. Todos podían ver esa conexión especial. 

Chester se desmarcaba de Ricardo, que por una vez en la vida, se limitaría con mirar a la de pelo rosáceo con cara de asco, pero sin aportar nada más. A continuación, se acercaba al centro encarándose con el par.

—Si se preocupara por su ex, le habría devuelto las llamadas y los mensajes. Marvin está desesperado —se dirigía hacia a ella—. ¿Por qué no le respondes?

Sus ojos verdes agua no le estaban reprochando nada. Solo buscaba una razón que fuese coherente. 

Lydia apretaba sus puños y emitía un gruñido propio de un berrinche infantil. Desde luego que el batería no le era muy grato.

—Métete en tus asuntos, Chester —le contestaba Madeleine—. O no, mira, mejor. Ya que te molestas por interceder por tu amigo, dile de mi parte que me olvide.

Permanecía fría ante él unos segundos en silencio, con la intención de largarse de allí echando chispas. Antes de abandonar el pasillo, le lanzaba una mirada matadora a Liam. 

A medida que se distanciaba, él contemplaba su espalda marcando unos colmillos en una sonrisa abierta, en la que seguía frotando su mejilla. Era incorregible.

Copiando los movimientos de apartar a aquel que se le pusiera por delante, Axel avanzaba siguiéndola por el corredor. Antes de que los estudiantes continuaran con lo que hacían, y todo volviera a una extraña normalidad, Chester miraba al frente encauzándose hacia Serena. 

La conexión de sus miradas no duró más que un par de segundos. Tiempo suficiente como para verificar que algo entre los dos, no iba bien. El del pelo anaranjado se había dado cuenta antes de abandonar la mansión, aquella madrugada. 

Por su parte, ella se daba la vuelta y dejaba a sus compañeras con mil preguntas sobre su ida sin despedidas. El batería percibía que Ricardo le pasaba de largo, alcanzando en instante una muñeca que arrastraría, oprimiéndola con fuerza. 

No soportaba cómo la trataba cuando su humor no era el idóneo. Y sin embargo, a Chester solo le quedaba apretar esos dientes imperfectos que lo caracterizaban.

En dirección contraria, y una vez la hubo acorralado, el de los reflejos verdes se mantuvo callado durante un largo trecho dejando que Madi se desfogase. Él no tenía la culpa de nada. 

Pero bastaba que soltase algún comentario desafortunado, para que fuese el que pagase los platos rotos. Cuando salieron del edificio, y ella había aplacado su furia, le miraba a sus ojos turquesas aún llameantes.

—Porque el cabrón está buenísimo, que sino, también le hubiese arreado una buena hostia. 

Decía consiguiendo sacarle una mínima sonrisa. 

—Venga, Mad. El daño ya está hecho. Puedes seguir pataleando y hacer que dejen de circularlo si lo denuncias. Pero eso no solucionaría el que todos lo hayan visto ya. O que alguien se lo guarde solo para fastidiar.

Ella le miraba con mala cara. 

—Te propongo un plan. ¿A qué hora sales hoy del curro?

Bajaba la vista y pasaba sus dedos por las esquinas de los folios. Era bastante el material el que tendrían que fotocopiar.

—No cuentes conmigo para ninguna de tus ocurrencias. No estoy de humor.

Él no parecía escucharla, porque su atención la acaparaba uno de las hojas finales, en las que se había detenido. 

Percatándose que estaban ordenados por fecha, no le importó desligarlo del montón que había por encima, y lo posicionaba el primero sobre los demás. 

Intrigada por ver a qué se debía tanta atención, Madi miraba por encima de la pila de hojas. 

En el encabezado de uno de los apuntes de la semana anterior, había una dirección anotada en la cabecera. Viendo que ella reparaba en lo mismo, abría la boca.

—¿No te da curiosidad?

Por cómo lo decía, Madi ya sospechaba que se lo estaba tomando a reto. 

—Yo no sé tú, pero me resulta un poco sospechoso. ¿Qué tal que Serena consuma drogas? ¿O Ricardito esteroides? Eso explicaría esa musculatura de acero no apta para barcos.

Axel nunca abandonaba su guasa.

—Claro. Esta noche no duermo.

Expresaba asqueada por el día tan tedioso que estaba teniendo.

—¡Vamos, Mad! ¿Dónde está esa entusiasta, que quería saber todas las verdades ocultas de este mundo? ¿No crees que podría ser una buena oportunidad, para descubrir todos esos secretos?

—Tú siempre con recursos para todo. ¿Nunca te cansas de hacer zancadillas emocionales?

—Vale. Perfecto. Muy bien. Iré solo —se hacía muy bien el ofendido—. Si después de esto no doy señales de vida, ya sabes a quién le va a pesar el no haberme acompañado —observaba a la nada—. Hay muchos casos de desparecidos, ¿lo sabías? ¿Qué tal si yo soy uno de esos?

Empezaría a martirizarla. Axel no se detendría, y lo peor de todo es que ambos lo sabían. Madeleine suspiraba agotada.

—¿Sabes que la curiosidad mató al gato?

Arrugaba su ceño, intentando inútilmente que desistiera.

—¡Que más da! Nosotros ya estamos más que muertos, nena.

Empezaba a reír, arrastrándola con ello a ese juego en el que aunque no estuviese muy convencida, el mismo Axel ya se encargaría de que quisiera intentarlo.

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->  💛 ¡Hola a todos! ¿Qué tal estáis?  💛

-> ¿Qué os ha parecido el capítulo? 😊

-> 💣 ¿Os esperabais la reacción de Madi? ¿Hubieseis hecho lo mismo? ¿Y ahora qué? 💣

-> ¿Dónde pensáis que nos puede llevar la dirección?

->¿Algo que os haya llamado la atención?

-> ¡Tened un bonito día 💕 / una bonita noche 💕

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