Introducción.
HACE ALGUNOS AÑOS.
—¡Escúchame! ¡Estás haciendo mal! —le gritó el padre, desesperado —¡No sabes lo que provocará esto!
La mujer, fastidiada de escucharlo, se da la vuelta, topandose con su ex pareja.
—Deja de meterte en mis asuntos.
—¿Tus asuntos? ¡Es hija mía también! —replicó con molestia.
—Te quitaré esa responsabilidad —se jactó—No tienes nada de que preocuparte, no la conocerás y tampoco te pediré nada.
Y la mujer no mentía, el total desarrollo y crecimiento, así como su educación correría por parte del Laboratorio 2, así que el hombre no tenía nada de que quejarse.
—¿No lo entiendes? No se trata de responsabilidades —sacudió la cabeza, harto —No puedes traer un niño al mundo sólo para cumplir tus ambiciosos proyectos, Siena.
Ella exhaló, cansada. Creía que en definitiva no tenía caso seguir hablando con él.
—Hubiera sido mejor si nunca te enterabas de esto —se lamentó —Vivirás mejor sin su existencia —se dio la vuelta para dejar la conversación ahí, pero el hombre la tomó del brazo antes de siquiera dar un paso.
Edric negó con la cabeza. La razón por la cual peleaba era precisamente para salvar a esa niña del futuro terrible que le esperaba si nacía en ese lugar. Cuando empezó a salir con Siena jamás pensó que la situación terminaría así, pues su deseo era que ambos compartieran el sueño de formar una familia con hijos.
—¿Y qué harás? ¿Qué harás cuando nazca? ¿La encerrarás en una habitación el resto de su vida?
—Eso no te incumbe, ni siquiera sabrá de tu existencia.
—¿Si quiera la amas? —le replicó, cortando su respuesta. Siena lo miró sin decir nada, tenía el ceño fruncido y una expresión molesta.
—El amor está de más, no lo necesitará.
—No puedo creerlo —se burló, pasó sus manos por el cabello, desesperado —Realmente sólo... Necesitas a la niña, no la quieres.
Siena no pudo replicarle nada. Pues el nacimiento de esa niña implicaba algo más que sólo tenerla y lo que estaba destinada a hacer, si su desarrollo iba bien, y nacía sana podría tomar terminar el trabajo de Angelina, así le tomara veinte años.
Podrían ver de nuevo a Nathaniel. Y su deuda estará pagada.
Tenía que nacer y tenía que aceptar los elementos. Era la única alternativa.
—Ella salvará a Nathaniel —afirmó, sintiendo como su pecho se hundía ante el recuerdo, pues su muerte había sido reciente —Y una vez que lo haga, la dejaré libre. Tienes razón, no la quiero, no lo haré jamás, la necesito para cumplir un propósito mayor.
Edric sacudía la cabeza una y otra vez, sin comprender cómo habían terminado en esa situación. Era lamentable que su ex pareja pensara de esa forma. Sabía que esa mujer ocultaba cosas desde la primera vez que salió con ella, pero no esperaba que fuera algo mayor.
¿Quién rayos era Nathaniel? ¿Por qué tanta desesperación por salvalo?
—No conoces los Elementos, ni su origen, ni su fuerza, meterte con la naturaleza te costará caro —le advirtió —No lo olvides. Y espero, realmente espero que esa niña no nazca, por su bien.
Sin decir más, dio media vuelta, dejandola sola en el pasillo.
Pero eso no significaba que fuera a dejar sola a esa niña, si es que nacía. Debía tener algo, un plan para salvarla.
Siena lo vio alejarse, pensando seriamente en el peso de sus palabras: "Meterte con la naturaleza te costará caro", mordió sus uñas debido al nerviosismo. Entró al ascensor y presionó el botón azul, hacia el último piso.
No sabe lo que dice ¿que problemas pueden traer un par de niñas? Ni siquiera es probable que acepten los elementos.
Apenas se había enterado de la notifica de su embarazo y quiso correr a decirle a Angelina que, después de todo, tenían una oportunidad, pero no esperaba encontrarse con Edric y que él se enterara tan pronto, era quizá el segundo en enterarse, después de la doctora.
¿Cómo le hizo para saberlo? ¿Quién se lo dijo?
El ascensor abrió sus puertas en el piso indicado y ella salió. Todavía caminó unos pocos metros hasta la oficina de la directora. Dos agentes de seguridad estaban en la entrada, al verla, la dejaron entrar sin preguntar nada más.
La oficina estaba en completo silencio, Angelina ni siquiera levantó la vista, estaba demasiado concentrada leyendo los informes que no le prestó atención. Siena carraspeó.
—Tengo noticias —le dijo a su amiga, la mujer levantó la vista, expectante —Tenemos otra oportunidad, estoy embarazada.
[...]
No fue una, si no dos. Gemelas.
Edric no podía estar más contento con la noticia, pero su preocupación sobrepasaba la felicidad. Todavía faltaban tres meses para que nacieran, y su plan seguía en marcha. Había logrado obtener identificaciones para ambas, lo cual fue extremadamente difícil de conseguir puesto que ellas aún no nacían. El acuerdo fue que quedarían registradas tan pronto Edirc les informara a las oficinas de registro que habían nacido.
Sin importar con qué nombre les llamaran, él había escogido dos para ellas: Sara y Alba.
Edric no evitó ver a Siena, porque necesitaba saber si sus hijas no nacidas estaban creciendo bien, por lo que no pudo dejar pasar por alto que todos los días entraba y salía de las salas de investigación.
Su trabajo como médico en el Laboratorio 2 era de reconocerse, por lo que no había nadie que ignorara su existencia, gracias a ello le fue sencillo hacer que los médicos a cargo del desarrollo de embarazo de Siena, soltaran la sopa.
Al parecer esperó que pasaran las semanas de riesgo y empezó el tratamiento para hacer que aceptaran los elementos. Al parecer el feto no estaba sufriendo, pero eso no quitaba el mal que le hacía, aunque no era imposible hacerlo, era peligroso.
Todos los portadores tenían algo en común: buena salud, hasta su muerte, eran fuertes e inteligentes, cosas que se podían logran con buena alimentación, ejercicio y educación. Lo difícil era que los aceptara. Se sabía de la existencia de los primeros portadores pero entre ellos y los demás no había conexión alguna que se involucrara al momento de escoger al siguiente portador, por lo que se tomó como una elección al azar.
Siena y Angelina, estaban desafiando esa elección. No. Sería sorpresa si al final las cosas salían mal.
Aún contra todo pronóstico, lo que deseaba Edric para sus niñas era una vida larga y común, tenía que encontrar una forma de revertir lo que había hecho Siena con ellas. Debía darles una salida, una oportunidad. Desarrollaría una fórmula que les ayudaría con eso.
[...]
Está a salvo, Sara... Está a salvo, era lo que pensaba mientras el frío entumía más y más su cuerpo.
Le dolió con el alma el tener que dejarla en ese lugar, era sólo una bebé... Ni siquiera lo conocería.
—Ah, mi niña, perdona —se lamentó mientras daba vuelta en una esquina, recargado en la pared.
El frío se había vuelto tan intenso que hace un rato ya no sentía las manos y apenas podía respirar.
Lo hice bien, lo hice bien.
Recordó el momento en que le dijeron que una de las bebés no lo logró y falleció después de nacer. Maldijo mil veces a Siena, por haberle hecho eso a su niña, él tenía buen trabajo y un buen dinero ahorrado, era obvio que podía cuidar de ellas dos, ni siquiera le pediría nada a Siena o Angelina. Sólo las quería a ellas, si su madre biológica no lo hacía, él sí. Sólo para que no sufrieran.
Apenas tuvo a la bebé en sus brazos, no dudó en llamar a la Oficina de Registro y comunicarles que habían nacido, al menos Alba moriría con un nombre digno.
Finalmente perdió fuerzas, se dejó caer al suelo frío cubierto de nieve justo cuando escuchó a los agentes y una voz familiar liderarlos.
La mujer apareció frente a él, el vaho salía de su boca con cada exhalación, la gabardina que usaba y bufanda la protegían bastante bien del frío. Edric no vio a su ex pareja, lo que apareció frente a él Lucía más como la muerte, alta y ataviada en negro. Sabía que con su aparición era el final, al menos para él y lo lamentaba demasiado.
—Que difícil fue encontrarte —lo revisó con la mirada y lo encontró solo —¿Dónde está la niña?
—No sé —respondió apenas —No sé.
—No estás en una situación que te favorezca —le dijo ella, se acercó a él agachandose —Sabes que con sólo darte esta bufanda podría salvarte, sólo tienes que decirme la verdad.
—Siena —le habló en voz baja, débil, el sueño se apoderaba de él —Déjala vivir, al menos... Al menos a ella.
Siena bufó, los hombres detrás suyo se mantenían a una distancia considerable, conocían al doctor y sentían pena por su situación, pero había sido señalado como un traidor y no había segundas oportunidades para traidores. La mujer estiró la mano y uno de ellos le dio su arma.
—No quería tener que hacer esto, ya sabes, por nuestros momentos juntos —hizo una mueca mientras le quitaba el seguro al arma —Pero no me dejas alternativa. Ahora dime, Edric ¿en dónde está la niña?
El joven padre apenas pudo sentir el arma en su sien, sus palmas comenzaron a tornarse moradas, sabía lo que seguía después. Pero no se arrepentía de haberle dejado su bufanda a la bebé, ella lo necesitaba más que él.
—No sé —repitió —No la tengo... Nunca... Estuvo conmigo.
—¿Qué? —repitió con incredulidad —¿Y por qué saliste corriendo con un bulto en brazos?
—¿Para qué más? —dijo como ai fuera obvio —Distracción —mintió.
Tienen que creer que yo no sé dónde está, pensó, tienen que irse de aquí.
Edric jamás imaginó que esa pequeña mentira le daría a Sara unos años de tranquilidad. Una vida común.
—Me dolió... Dejarla irse con otra...
—Mentiras —replicó, apuntandole con el arma —No harías algo así. Me peleaste por ellas.
—Pero no la tengo —dijo mientras temblaba de frío, los dientes le casteñeaban tanto que no lo dejaban hablar —Ella no está conmigo.
Siena quería reirse de lo absurda que resultaba la situación. No podía creer que estuvieron siguiendo a la persona equivocada esos últimos días.
—Vaya, me has ganado —admitió con burla —No me queda otra ¿verdad?
Se levantó y le dio el arma al agente.
—Todo suyo caballeros —les dijo, se detuvo y se giró hacia Edric —No tengo el valor para matarte, pero ojalá me hubieras dejado otra alternativa.
Avanzó ignorando al hombre que una vez amó, morir a manos de los agentes. Cuando sonó el primer y único disparo, sintió su pecho pesar y un dolor profundo se instaló en él.
Edric no tenía a la niña y la nieve cubrió todo rasteo de huella, no tenía forma de encontrarla.
Ah, maldita sea, se quejaba.
Avanzó sobre la nieve, dejando huellas a su paso, los ptros agentes la seguían en silencio. La situación no estaba del todo perdida, pues aún tenían a la segunda niña, pero tendrían que hacer todo de nuevo.
Hacer que la primera niña aceptara los elementos fue relativamente fácil, pues no tuvo manera de oponerse, su pequeño cuerpo estaba listo para recibir los cuatro elementos aún si no desarrollaba bien las tres condiciones comunes. Pero las cosas con la segunda serían difíciles, pues jamás intentó nada contra ella, hacer que los aceptara mientras crece sería difícil ya que los niños son rebeldes por naturaleza.
Mi trabajo con la primera se ha ido a la basura, casi quería gritar de la frustración, pero estaba más cansada para siquiera intentarlo, pero al menos tengo la segunda, sigue siendo una oportunidad.
—Vámonos, hay que reportar esto con Angelina.
Subió a la camioneta, encendió la calefacción y poco a poco entró en calor. Se quitó los guantes y observó sus palmas, rosas y tibias. Claro que no había ignorado el estado en que se encontró a Edric; temblando y con los labios azules, estaba segura de que el hombre había dejado el hospital bien abrigado y sin embargo lo vio desprotegido, sufriendo las consecuencias de la hipotermia.
Ay, Edric, mira en lo que terminamos.
La camioneta avanzó sobre la nieve sin problemas, directo hacia el Laboratorio 2. Puede que las cosas no salieran bien, pero sin duda el objetivo no había cambiado y la segunda niña estaba viva, el plan seguía en marcha.
-karimodelarosa.
Sean bienvenidos a esta nueva versión de la historia, aviso que los capítulos serán semanales, pero por esta vez, les doy los primeros tres♡
Disfruten!
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