Situado en el último capítulo de la tercera temporada

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Faltan unos pocos minutos para que el barco zarpe. Todos los preparativos están listos y Guillermo se ve más emocionado que de costumbre, quizá por su próximo viaje con Nandor, pero a Nadja realmente no le importa mucho eso.

Lo que sí le importa es la actitud un poco extraña con la que está viendo que Laszlo se está comportando últimamente.
Ella lo atribuiría a la muerte de Collin Robinson, pero aún así, ni siquiera podría hacer eso porque es una actitud que dista demasiado de la que había mostrado hace unos minutos como respuesta al fallecimiento de su amigo.

De todas formas, si hay algo diferente en Laszlo y que añade más interrogantes a la situación, es que el hombre lleva los últimos minutos rondando sus ojos hacia el rostro de Nadja, más que de costumbre. En sus propias pupilas se observan demasiadas cosas; una mezcla de preocupación y tristeza con una mente que parece estar muy ocupada e inmersa en un tema del que su esposa no tiene ni idea.

Es raro. Laszlo no es el tipo de persona que se preocupa demasiado por las cosas; ya que suele mostrar una actitud más que relajada ante la mayoría de situaciones de la vida.

—Laszlo, cariño... —le dice Nadja, haciendo que éste, distraído, se vuelva para mirarla.

—¿Qué pasa, querida?

—¿Ocurre algo contigo que me quieras decir? O sea, entiendo que te preocupes por lo de tu amigo —Laszlo echa la mirada hacia abajo cuando Nadja menciona a Collin Robinson—, pero no parece que estés pensando en eso, si no en algo más...

—¿A qué te refieres? —como era de esperar, Laszlo evita la pregunta. No es el mejor vampiro en ocultar sus emociones, aunque tampoco el peor.

Nadja le echa una de sus miradas, esas compasivas que insisten en que Laszlo le cuente la verdad que ella quiere oír. No suele hacer efecto, pero especialmente este día sí lo tiene.

El corazón de Nadja se acelera cuando la mano de Laszlo se dirige hacia su mejilla, para acariciarla con gran cariño.

—Querida... —la llama, en un susurro especialmente íntimo y con un tono de voz que su esposo no suele emplear.

—¿Sí, Laszlo?

El vampiro junta sus labios con Nadja, los dos se sumergen en un beso profundo y cuando se separan, Laszlo le mira con unos profundos ojos cariñosos. Sólo hace a Nadja estar más confusa aún.

—Te amo muchísimo, esposa mía.

Nadja entona una rápida y fugaz sonrisa cuando Laszlo le dice aquello; suena tan directo y real que siente cómo su corazón se derrite al momento. Su esposo es capaz de transmitir grandes cantidades de amor cuando quiere, alejado de los escenarios más intensos en la cama de los dos que suelen usar para demostrar cuánto se quieren, sin embargo, esta vez parece como un pinchazo que Nadja siente e incluso le abruma por lo poderoso que resulta.

Y es por eso que rápidamente se olvida de lo que le preocupaba hace unos segundos.

—¿Vamos a coger el barco?

—¡Sí, sí!

Y los dos se transforman en murciélago mientras se sumergen entre la noche, volando hacia el puerto donde les espera su propia parada.