54

En la mañana del día siguiente, Irene fue a la casa de Charlie para procurar que él estuviera bien, su madre le abrió la puerta y le regaló una de sus cálidas sonrisas al verla, le informó que su hijo estaba en su habitación y que sólo tocara la puerta antes de entrar. Al hacerlo, se dio cuenta de que Charlie se encontraba dormido en su cama por lo que prefirió no hacer ruido para no despertarlo, claro que eso no ayudó mucho debido a que su hermano menor la descubrió observándolo.

—Cuando yo tenía tu edad hacía lo mismo con la chica que me gustaba. —Dijo él en la puerta con una sonrisa, Irene volteó a verlo y negó.

—Te faltan como cuatro años para que eso pase. —Se rió.

—Eres Irene, ¿No? —Ella asintió. —Yo soy Theo. —Le sonrió. —Y creo que eres linda, no sé cómo hizo mi hermano para conseguir a alguien como tú, será que es brujo. —Ella carcajeó por las palabras del castaño. Charlie se movió un poco de la cama e Irene temió que se despertara tan brusco — ¿Él te gusta? Prometo no decir nada. —Mostró ambas manos.

—Eso creo. —Le dijo un poco tímida.

—Si no estuvieras segura de eso, no te habría descubierto viéndolo dormir. —Le dijo, Irene se sonrojó. Él tenía razón.

—Puede que me guste más de lo que pienso. —Le dijo. —Pero aún tengo ciertos sentimientos pasados que no me dejan avanzar.

—Él te va a conquistar. —Le dijo. —Ya verás, estarás tan enamorada que vendrás a verlo más veces de lo que te imaginas. —Irene iba a responderle cuando sintió que Charlie estaba despertando. —Mejor me voy antes de que él entre en pánico. —Le susurró. —Suerte con mi hermano. —Ambos se sonrieron, el castaño salió de la habitación e Irene se acomodó un poco para que cuando Charlie se despertara, ella fuese lo primero que él viera.

¿Hermoso no? Bueno, Charlie creyó que sí; y es que para él Irene era como un ángel y verla al despertar era una de las cosas que él había deseado, claro que nunca se esperó que fuese así de rápido. —Buenas tardes, bello durmiente. —Le sonrió, Charlie se sonrojó por eso y se frotó sus ojos para comprobar que no estaba soñando.

—Irene, ¿Qué haces aquí? —Le preguntó y cerró sus ojos cuando ella acarició su mejilla.

—Sólo quería ver como estabas.

—Estoy mucho mejor ahora que te veo.   

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