36

Luego de que Stuart diera su discurso y de que todos festejaran, Irene fue con sus mejores amigos a Sunny Ice. —Es increíble que ya todo acabó. —Dijo Irene. —Extrañaré ir todos los días a clases sólo para verlos.

—Podemos venir todos los días para acá y comemos helados. —Sugirió Bruno.

—O a la Clave de Sol. —Prefirió Bianca. —Ahí hay café.

—No me gusta el café.

—Pues yo recuerdo cuando tomaste una vez por mí. —Le dijo y apretó una de sus mejillas, Bruno la miró molesta para luego reír.

—Cosas locas de un chico enamorado. —Le sonrió.

—Ay, que bellos. Momento Bruanca. Reviven mi corazón de fanboy—Dijo Alan, Charlie quien estaba al lado de Irene rió por su comentario. —Charlie amigo, siéntete en confianza. Nadie aquí muerde. —Rió. —Sólo Irene, si sabes a lo que me refiero. —Le dijo bajo para que sólo él escuchara y rió por la reacción del castaño. Bruno fijó su mirada en Alan y este asintió, habían creado un plan entre ellos para dejar a Irene sola con Charlie.

—Bueno, yo creo que Bianca y yo tenemos que irnos. —Dijo el moreno levantándose de su mesa. —Recuerda que mi mamá dijo que quería cenar con nosotros y todo eso. —Bianca frunció el ceño.

— ¿Ella dijo eso?

—Sí, muévete. —Le dijo tomándola del brazo para llevársela luego de haberse despedido de sus amigos. Irene se rió por la escena de sus amigos y fijó su mirada en Alan que estaba viendo el teléfono.

— ¿Le escribes a alguien? —Le preguntó curiosa, el rubio subió la mirada para verla.

—No, sólo reviso Instagram. —Miró a Charlie y sonrió. —Vaya, creo que estoy haciendo un mal trío aquí, me siento como la tercera rueda o algo así. Me iré a comprar pan. —Le dijo levantándose de su puesto. —Nos vemos Ren. —Se despidió de su mejor amiga, apoyó su mano en el hombro del castaño. —Fuerza tigre. —Susurró provocando que Charlie se sonrojara de los nervios.

— ¿Qué sucedió? —Le dijo Irene con el ceño luego de que el rubio se fuera.

—Nada. —Balbuceó.

—Estás nervioso.

—Siempre me pasa cuando estoy contigo. —Pensó. —No estoy nervioso, de verdad. —Comió de su helado para no seguir con esa conversación, Irene asintió e hizo lo mismo.

—Mañana le diré a Alan que me gusta. —El castaño casi se ahoga por su comentario. —Le diré de una vez que estoy enamorada de él.

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