12
—Primer consejo. —Le dijo a Alan en su habitación. —Como ya le dijiste a Nina que tú no le escribes las notas, lo mejor que puedes hacer es alejarte un poco. Que ella piense lo que de verdad quiere.
— ¿Y si lo que ella quiere está mal? ¿No debo impedir que lo haga? —La castaña negó.
—Deja que cometa sus errores, luego se dará cuenta sola. —Alan asintió poco convencido pero estaba bien, si Irene lo decía es porque debía ser así.
— ¿Crees que Stuart esté detrás de las notas? —Le preguntó.
—No, Stuart no es de la clase de chico que le hace bromas a las personas.
—Tal vez quiere impresionar a Sierra.
—Tú y yo sabemos que a Sierra no le impresiona nada. —Ambos rieron.
—Sierra es todo un caso. —Le dijo Alan, Irene notó la forma en que lo había dicho.
— ¿Qué te hizo? —Alan la miró dudoso, no sabía si contarle.
—Cosas que realmente no importan. —Le sonrió. Observó su reloj—Ya es tarde, mi papá llegará hoy de su viaje y debo estar presente.
—Está bien, diviértete. —Le dijo, Alan le sonrió para despedirse de ella con un beso en la frente.
Irene sabía que algo pasaba con Alan, la manera en que su cuerpo completo cambiaba cada vez que nombraban a Sierra era algo increíble. Estaba segura que ella le había roto el corazón pero el hecho de él no aceptara hablar con alguien sobre eso, le hacía sentir que no estaba del todo bien. Que tal vez Alan usaba a Nina para olvidarse de ella.
Se metió rápido en su computadora investigando las posibles razones de su comportamiento y así poder confirmar si lo que ella creía era cierto. Pero nada en internet servía, todo lo que decía era que debía esperar que él se sintiera cómodo para hablarlo. Quería que eso pasara, quería su comodidad y su felicidad.
Oh Alan, cómo era posible que le llegaras a gustar tanto.
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