Capitulo 13: Feroces

Las criaturas ya se encontraban fuera de las instalaciones que estaban ubicadas en un lugar solitario y apartado de las grandes urbes. Esos engendros, abominables corrían sin dirección. Aunque estaban perdidos y desorientados iban en manada, y se comunicaban entre sí, con espeluznantes gruñidos que se oían a la distancia. Pronto se adentraron en un bosque cercano. Sus grandes ojos y pupilas dilatadas, eran perfectas para desplazarse en la oscuridad. Unos 100 ejemplares se habían escapado de las instalaciones. Mientras que la mayoría de ellos se encontraban aún en estas, pues estaban en una fase anterior de desarrollo, y no podrían vivir, fuera de las bolsas termoplásticas.


Los pequeños animales del bosque huían de la presencia de los mutantes y buscaban donde esconderse.
Pero en la mayoría de los casos, fue en vano, pues la agilidad, rapidez y fuerza de estos era muy superior a ellos. A su paso iban rasgando las cortezas de los árboles, con sus potentes uñas afiladas, mientras corrían velozmente.
Gradualmente fueron llegando a un pueblo, cuando empezaba a amanecer.
A medida que aclaraba el día, menos soportaban la luz. Sus grandes pupilas y la dificultad para contraerse con la luz, resultaba en que quedarán deslumbrados, así que buscaron un lugar para refugiarse.
En la entrada del pueblo, se encontraba una antigua fábrica textil abandonada.
Gradualmente, la gente más joven del pueblo había decidido hacer estudios universitarios en ciudades grandes y buscarse la vida allí, y los trabajadores de la fábrica a medida que se fueron haciendo mayores y empezaron a jubilarse, no hubo nadie que los fuera reemplazando.
Este y otros motivos, al final resultó en el cese de la actividad en aquel lugar.
Pero ese era un buen lugar de refugio, para los mutantes que buscaban un lugar más oscuro, donde esperar a que volviera a anochecer.

- Oye Nicholas, ¿ Qué ha ocurrido aquí ? Esto no es normal.- Preguntó perplejo a su compañero, guarda forestal, al ver los cuerpos despedazados de animales, grandes y pequeños, como jabalíes, conejos, zorros, y también al observar numerosos árboles, medio arrancados, ramas cortadas y profundos cortes en la corteza de los mismos.
- No sé, respondió Charles. En mis 40 años de trabajo como guarda, no he visto nunca nada semejante.No conozco ser humano, ni animal capaz de hacer semejantes destrozos, y mira que he visto cosas en mis largos años de trabajo. Creo que esto necesita una investigación más a fondo por las autoridades. Vamos a dar el aviso...- Le contestó Nicholas a su compañero mucho más joven.

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- Qué bien, ¡Sábado por fin!, a jugar todo el día. ¡Qué larga que se me ha hecho la semana! - Dijo el niño a sus dos amigos.
- ¿ Qué nos propones hacer hoy? Tu siempre tienes ideas...- Preguntó el niño rubio y pecoso a su compañero.
- ¿Qué os parece ir a jugar en la fábrica abandonada? Podemos jugar a escondernos y perseguirnos, es un sitio guay.

- Ya sabéis que mis padres, me tienen prohibido ir a ese lugar, dicen que nos podemos hacer daño, está lleno de hierros oxidados, ratas, telarañas, polvo, y además está muy oscuro.- Dijo la única niña integrante del grupo.

- ¡Eres una miedica, y una cobarde! - La retó el moreno.
- Uy, que me pincho con los hierros. - Añadió el rubio.
- Augg, una araña gigante, me persigue. - Volvió a decir el primero, siguiendo con las burlas.

Así que dejándola sola se dirigieron al viejo edificio.
Ella se quedó afuera, molesta con ellos y esperando a que se cansaran de jugar, y volvieran para idear otro plan así que aprovecho para tumbarse en el campo de hierba que había al lado, disfrutando de la lectura de su novela favorita que siempre llevaba en su pequeña mochila, y disfrutando del agradable Sol, que calentaba el fresco día.

- Franky ¿ Estás ahí escondido ?, Oye, no quiero que me asustes - Preguntó el moreno a su compañero, al oír unos extraños ruidos y ligeros gemidos que provenían de detrás de la puerta cerrada. Así que giró el pomo de la puerta. Esta se abrió chirriante. El niño armándose de valor y alumbrando con su pequeña linterna que casi siempre llevaba en su bolsillo dió unos pasos hacia dentro del lugar.
Empezó a alumbrar la estancia, hasta que se encontró con unos enormes pies con grandes garras en sus dedos, parado a un lado del pequeño cuarto, y al ir subiendo enfocando su linterna hacia la parte superior del engendro, se dio cuenta de que había una criatura horripilante allí de grandes ojos, que enseguida trataron de evitar el haz de luz tapándose con sus manos, terminadas en unos largos dedos de garras afiladas como cuchillos igual que sus pies.
Un grito de horror salió de la garganta del niño, correspondido con un gran bramido de la criatura.
Al hacerlo cayó de sus manos la linterna y empezó a correr el niño velozmente. La criatura lo siguió pues la luz de la linterna se había apagado. Fuera de ese cuarto oscuro, había más luz que se colaba por las ventanas, así que ahora la criatura avanzaba hacia su presa más lento y deslumbrado, por su parte el niño huía corriendo, pero sin darse cuenta avanzaba hacia un rincón sin salida...

Afuera la niña al oír todos esos gritos, se asomó a la entrada de la fábrica y empezó a dar unos titubeantes pasos hacia adentro gritando asustada el nombre de sus compañeros.
El niño rubio y pecoso se dirigió a la salida, al oír a su compañera.
- Oye, he visto unas cosas horribles ahí dentro, por suerte, no me vieron a mi, pero creo que Marc está en problemas. Oí sus gritos. No sé si aún estará vivo. Corre, ve a pedir ayuda. - Dijo el niño a su amiga, llorando al hablar.
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