Capítulo 10: Depredadores en la sombra.


A las 3 a.m era el cambio de turno del vigilante nocturno a cargo de las instalaciones, donde se encontraban los mutantes, en sus respectivas bolsas termoplásticas.

Estaban en su última fase de desarrollo. Dentro de las bolsas, había una sustancia gelatinosa, que contenía todos los nutrientes necesarios, para su alimentación. Cada bolsa estaba conectada a un amplificador de sonidos, donde se oían los latidos de su corazón, y a un monitor donde se registraban los gráficos de sus pulsaciones, así cómo la actividad cerebral de estos.

Era deber del vigilante, inspeccionar que todo siguiera su normalidad y poder detectar a tiempo cualquier anomalía, a fin de avisar a los médicos científicos, que llevaban a cabo el proyecto experimental.

Después de algún que otro debate al respecto, ya habían decidido con que nombre catalogarían a la especie: Zocros.

Esa noche cómo era habitual, se encontraron los dos vigilantes en el cambio de turno.

- Hola Frank, ya era hora de que vinieras, este turno se me ha hecho interminable, ayer estuve de fiesta y tengo sueño retrasado.- Le miró con cara de pocos amigos, al ver que su compañero se había retrasado 20 minutos.

- Perdona Markus, tuve un problema con el vehículo y me retrasé un poco. Vete a casa ya. Por cierto ¿ Hay alguna incidencia que deba saber ?- Preguntó rápidamente intentando desviar el tema de su retraso.

- No, todo normal... bueno espera, se me olvidaba, el espécimen 548, Planta tercera, pasillo B. Ves a echar un vistazo, revisa sus constantes vitales, he notado algún ligero desorden en sus pulsaciones, parece que tiene una pequeña arritmia cardíaca, pero tampoco parece nada demasiado preocupante, como para alertar a estas horas a los responsables del laboratorio.- Dijo Markus, al tiempo que cogía sus llaves y empezaba a ponerse el abrigo, para marcharse.

Frank, se despidió de Markus con un leve movimiento de cabeza y dirigió su mirada en el panel de lucecitas rojas, que correspondían a cada espécimen. Verificó visualmente el panel y todas las luces indicaban una actividad normal, incluso el mutante 548. Así que decidió que haría su ronda nocturna un poco más tarde mientras miraba las noticias en su ordenador portátil, para luego a ponerse a escuchar un poco de música en su canal favorito. Mientras daría una ligera cabezada como era su costumbre, antes del recorrido por los pasillos.

De pronto un ligero pitido y el parpadear del panel, indicó que algo andaba mal. Giró su cabeza rápidamente para prestar atención a la incidencia. La luz del espécimen 548 parpadeaba, así que decidió que lo mejor sería controlarlo personalmente. La cabina donde se encontraba se abría y cerraba herméticamente, por ello la temperatura interior era agradable de unos 22/23 grados de temperatura, pero en los largos pasillos del complejo hacía una temperatura mucho más fresca,alrededor de 8 grados, debido a que era la idónea para mantener a los sujetos estables, en un estado de semiinconsciencia. A la baja temperatura se unía la corriente de aire que hacía en los pasillos. Por tanto Frank se levanto de su asiento y se puso el forro polar subiendo la cremallera de este hasta arriba.

Antes de abrir la puerta de la cabina se sorprendió al oír diversos pitidos, por lo que volvió a mirar el panel y se percató de que los sujetos 572, 678, y 922, también parpadeaban sus luces. Se apuntó los números en su libreta de incidencias y abrió la puerta de la cabina, para ver si se trataba quizás de un fallo eléctrico simultaneo, o realmente había algo de lo que preocuparse, antes de llamar a sus superiores para dar aviso.

Se dirigió primero a la tercera planta, pasillo B, para comprobar el estado del especimen 548.

Frank normalmente era un hombre valiente, pero la creciente preocupación aunada al frío le hizo sentir una incomodidad especial, pero el se negaba en su mente a reconocer que esa sensación se llamaba Miedo.

Se acercó sigilosamente hacia la gran bolsa termoplástica donde se encontraba el sujeto 548. Antes de llegar a ella, se percató de que un liquido viscoso y resbaladizo, casi le hace perder el equilibrio. Pero pudo agarrarse a una de las barandillas que había al lado izquierdo, y logró mantenerse en pie.

Aceleró el paso y se situó enfrente de dicha bolsa que debía de contener al mutante.Enfocó con su linterna, debido a que la luz que iluminaba los pasillos era muy tenue, apenas para poder caminar por los pasillos, pero no para distinguir los detalles.

Acercó su mano y palpó la bolsa, pues se notaba que había perdido mucha sustancia .Esta estaba rasgada, y goteando parte del liquido interior que se había desparramado por el suelo.

El mutante que albergaba en su interior, no tenia ninguna movilidad, y el monitor indicaba que tanto la actividad cardíaca como cerebral, había cesado. Frank supuso que en un último intento por aferrarse a la vida, había rasgado la bolsa.

Eso suponía un serio revés para el proyecto, y tenía que notificarlo de inmediato. Pero antes quería ver que estaba sucediendo a los otros sujetos. Sacó su libreta para ver el número de los especímenes, en los que se había observado incidencias en el panel de la cabina. Enfocó con su linterna y se dio cuenta que otro de los sujetos estaba cerca, más adelante en el mismo pasillo, pues era el número 572.

Iluminó el pasillo hacía adelante, y empezó a dirigirse hacía la siguiente bolsa cuando percibió una sombra fugaz, que se movía a gran velocidad. Oyó un gruñido escalofriante.Enfocó su linterna hacía todos lados, pero no vio nada ni a nadie. Ahora si que sabía que lo que sentía era verdadero miedo, más bien pánico. Su corazón se aceleró y empezó a sentir un sudor frío que le recorría el cuerpo. Solo podía correr, así que empezó la carrera frenética, para volver a la cabina hermética protectora.

No se acordó de la sustancia resbaladiza de antes, y ahora si que cayó estrepitosamente al suelo y su linterna fue a parar por una rejilla al pasillo del piso inferior. El sonido metálico al caer indicaba que esta estaba fuera de su alcance. Con la ayuda de la barandilla se levantó, pero cojeaba al andar, pues se había torcido un tobillo con la caída. A pesar del fuerte dolor y de estar a oscuras intentó correr para salir de allí lo más rápido posible.

Otra vez percibió que una o varias criaturas se movían fugazmente, pero esta vez estaban mucho más cerca... De pronto un escalofriante grito salió de su garganta, pero ya era demasiado tarde, ya no podía correr, ya no podía escapar.

Los mutantes se habían cobrado su primera victima.

Ahora una tras otra todas las bolsas empezaron a rasgarse y de allí salir los engendros que intentaban buscar la salida de esos laberintos. Los cristales de las ventanas del complejo, empezaron a estallar en pedazos, a medida que los mutantes saltaban por ellas buscando la libertad.

En la oscuridad de la noche unas sombras fugaces empezaron a recorrer las calles a gran velocidad.

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Espero que os haya gustado este inquietante capítulo. La batalla por la supervivencia ha comenzado... No olvidar de votar y comentar.







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