EPÍLOGO

— ¡¿Qué?! —Grité sorprendido al escuchar lo que dijo Proteo— ¡No pueden! ¡Esperen!

Corrí hacia Ficseto y Lífsero. Los abracé y dije:

— No quiero irme.

— Tienes que hacerlo —me respondió Lífsero— Ya sabes qué hacer.

— No lo sé.

— Pues nos preguntas cuando llegues —contestó Ficseto, y quise golpearlo por ser tan ímero.

Proteo y Astón me tomaron de los brazos. Me tambaleaba y pataleaba gritando. Pero no logré nada, ellos eran más fuertes que yo. Incluso me sentí deprimido.

"Que todos lo sepan" dije mentalmente "Muéstrenle a los demás los recuerdos de la caja"

Luego desaparecieron cuando me metieron en un pasillo oscuro.

No sabía a dónde me estaban llevando, y por mucho que pataleé no me soltaron. Ese anciano de Astón era más fuerte de lo que se veía. Y Kano con su ridículo cabello era tan fuerte como creí. Ímero, pensé.

Después de mucho patalear me cansé. Dejé que me arrastraran porque estaba demasiado cansado para caminar. El pasillo era más largo de lo que se veía. Iba de bajada, así que imaginé que íbamos al piso bajo. Lo graciosos es que ése pasillo era un espiral, no paraba de dar vueltas y vueltas. Y luego otra vuelta más, y otra más. Dimos una gran cantidad de vueltas hasta que por fin llegamos afuera. Y era de noche.

Entonces sí me paré.

— ¡¿No iba a La Tierra, mentiroso?! —le exclamé a Kano.

— Sí, Perseto —respondió él muy irritado—. Pero para eso necesitas una nave.

Kano sacó la mira negra de su bolsillo. Astón comenzó a alejarse. Se la colocó en la muñeca y luego presionó algunas cuantas cosas que no me importó ver. De pronto, en medio del desierto, apareció entre destellos negros una nave tamaño familiar.

— Irás en esa cosa —dijo él.

— ¿Es para mí? —pregunté.

— No —respondió—. Sólo irás ahí.

— Y luego me la puedo quedar...

— Mira, niño —me tomó de los hombros y me sacudió—. No tengo tiempo para tus bromitas ímeras. Así que te voy a dar las instrucciones y te vas a callar.

» Primero —dijo— Irás en sueño helado, es cuando te congelan mientras...

— Ya sé qué significa —interrumpí con tono aburrido.

— Bueno —siguió—. Llegarás a La Tierra y vas a adaptarte ahí como te des a entender, ¿captaste?

— Ajá...— ponía atención, pero me estaba aburriendo.

Yo quería entrar a esa cosa.

— Proteo y yo te contactaremos para decirte que debes hacer, pero tu primera tarea es buscar a Girio Vertic. Tú sabes que lo perdimos, entonces hay que encontrarlo. Irás a México, justo donde estaba él.

— Qué mal —dije—. Quería algo diferente. ¿De qué me sirvió ganar si él ya hizo lo que debía ahí?

— ¡CÁLLATE! —gritó Kano—. Sólo haz lo que te digo y no me respondas.

— Oye, cálmate... —dije—. Te vuelves loco...

— ¡ME VUELVES LOCO!

— ¿Ahora te me estás declarando? —me acerqué a él—. No eres mi tipo... Además ya tengo a alguien.

— Mira... —dijo aún más irritado—. Vas a buscar a Girio y te vas a callar, luego te diremos qué más vas a hacer. Te vas a ir congelado y te descongelarás automáticamente en unos días cuando llegues. Estarás mojado así que consigue ropa. La nave ya está programada para dejarte en tu destino, así que sólo sal y comienza.

» Te vas a callar. Te vas a meter ahí. Te vas a La Tierra. Y puedes dejar de molestar.

— ¿Hay baño ahí dentro? —pregunté.

Kano soltó un grito enorme y me empujó contra la nave. Yo estaba muriendo de risa. Una vez adentro me empujó contra una capsula tamaño ataúd.

— Aquí comienza el sueño helado, así que cierra los ojos y deja de hablar.

Esa vez sí obedecí. Pero no del todo.

Comencé un viaje astral.

Salí de la capsula. Vi cómo se comenzaba a congelar, mi cuerpo se ponía azul, si ya estaba usando ese color de ropa, ¿por qué no me podía poner verde? Kano presionó unos botones cuando una barra que indicaba el proceso del sueño helado llegó hasta arriba. La capsula fue hacia arriba y Kano salió de la nave. Pude ver la capsula en el techo de la nave, luego Kano presionó unos botones de la mira y mi nave salió disparada al cielo. Estaba comenzando el viaje astral, así que no podía cansarme tan pronto. Pero como estaba lejos...

Caminé hacia adentro. Fui al cuarto de Ficseto y lo vi en su cama como si estuviera muerto. Dejaba de respirar en ciertos momentos, pero lo volvía a hacer. Luego fui con Flia. Ella se veía bien. Me dirigí al cuarto de Lífsero y la vi prácticamente igual a Ficseto, no igual, ella era menos miedosa, pero casi igual. Vi a Luna, vi a Sonos, vi a Draco, a Den, a Macguilda, y finalmente, vi a Lored.

Estaba en mi cama, sostenido mi almohada. Llevábamos sólo unas semanas de conocernos, pero yo sentía por él algo que no podía explicar. Y sabía que él por mí también. No sabía que se podía dormir en un viaje astral, hasta que me acosté al lado de él. Lored sintió algo, como si supiera que estaba ahí y dijo:

— Te voy a extrañar, inútil.

Casi me pongo a llorar, pero dormí a su lado sosteniendo ese llanto.

Al día siguiente noté la falta que les hacía a mis amigos. Yo sabía que de vez en cuando le gustaba descansar de mí, pero no tenían esa cara de "Valla qué bien se siente" sino de "¿Por qué se fue?"

Los estuve viendo durante toda su estadía en La Planta. Hasta que Proteo dio el mensaje de ida. Todo lo que dijo sonó a maestro lambiscón de escuela aburrida. Y cuando Lored dijo el chiste por mí, me reí por saber que no era el único que lo pensaba.

Luego los vi dando el mensaje que les pedí. Los vi a todos viendo los recuerdos de la caja. Y los vi a todos estando de acuerdo en lo que Lífsero y Ficseto dijeron.

— Eres el mejor, Cetta —dijo él.

— Lo sé, amiguito —respondí—. Pero gracias de todas formas.

Trabajaron de una manera astuta. No diré que la mejor, porque, claro no estaba yo para decirles cómo hacerlo perfecto, pero igualmente fue buen. Tuvo sus problemas e incongruencias, aunque estuvo bien diseñado.

Luego tuvieron que poner el plan en acción y todos se volvieron locos, en especial Lífsero y Kano, parecía que ambos iban a matar al otro. Kano me dio miedo en ese momento, parecía un psicópata, y Lífsero... Ni se diga ella definitivamente habría matado a Kano si Mus no la hubiese detenido.

Subí con ellos a la calide para ver cómo resolvían las cosas. Y dejarlos en el desierto me pareció algo mejor que matarlos, como dijo Den.

Una vez arrancó la calide, al no tener los vidrios en negro pude ver a lo lejos algunas estrellas y me bajé de ahí. Corrí junto a ellas y, como ellas no podían verme, les lancé algunas rocas, ellos voltearon hacia arriba y vieron la calide, a la que comenzqron a llamar. Mi trabajo estaba hecho. Lífsero se bajó primero de la estrella y corrió con los damnificados. Entre todos los cargaron y los subieron a la estrella. La gali que estaba conduciendo no se dio cuenta del estado crítico que esas estrellas tenían, así que sin que se diera cuenta, presioné el acelerador para que llegaran más rápido o esas estrellas iban a morir.

Cuando terminaron de hacer todo lo que debían hacer, y vi que Lífsero se llevaba a Ficseto dentro de la sala de control, creí que por fin pasaría lo que he estado ansiando por mucho tiempo, pero lo único que recibí fue a Lífsero lloriqueando.

Yo quería ver a Lífsero y Ficseto juntos, pero sólo se habían besado una vez; los vi desde la cama de Ficseto y cerré la puerta con telequinesis porque me incomodó un poco, pero los ímeros entraron en cuanto se cerró la puerta en lugar de aprovechar la privacidad que les había dado. Además de que parecía que ninguno quería al otro de esos modos... ímeros....

Luego vi en la pantalla los puntos verde que cada estrella tenía. Vi el mío moviéndose.

— Esto es enfermizo —dijo Ficseto

— Pero nos ayudará a encontrar a Cetta y traerlo de vuelta —agregó Lífsero.

Ficseto miró mi punto en movimiento y susurró:

— Ya vamos por ti, amigo.

Él sonrió.

Sonreí.

En ese momento me estaba cansando demasiado.

Llevaba separado de mi cuerpo mucho tiempo. Nunca me había separado por tanto tiempo y distancia. Incluso pensé que era ímero por hacer tal cosa. Pero necesitaba despedirme de mis amigos aunque ellos no me oyeran.

Dejé que mi yo astral se dejara llevar por mi yo físico.

Sentí cómo me jalaba.

Vi el espacio y las Estrellas Divinas. Mi padre estaba en la familia Caballero nocturno. Esperaba que cuando llegara mi momento estar con él, sea cuando por fin haya hecho todo lo que quería hacer, morir feliz y vivir feliz con él como Estrella Divina.

Cuando por fin llegué a mi cuerpo sentí paz. Estaba congelado, dormido, y a punto de comenzar una de mis más grandes aventuras.

FIN DEL LIBRO UNO.

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